martes, 18 de septiembre de 2012

ENRIQUE ARENZ (Escritor argentino)


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Breve biografía - Enrique Arenz www.enriquearenz.com.ar/biografia.htmlCompartir ¿No es útil? Puedes bloquear los resultados de www.enriquearenz.com.ar iniciando sesión en tu cuenta para hacer búsquedas.Bloquear todos los resultados de www.enriquearenz.com.ar Enrique Arenz nació en la ciudad de Mar del Plata, República Argentina, el 12 de agosto de 1942. Es casado y tiene tres hijos... -------------------------------------------------- Del libro de cuentos "No confíes en tu biblioteca" TRES MENSAJES PARA ALEJO TERBONER Cuento de Enrique Arenz Se trata de un cuento relativamente largo que pertenece al género de ciencia ficción, aunque tiene un final contaminado con cierta perspectiva paranormal. La acción transcurre en la ciudad de Lujan. La imagen corresponde a uno de los vitrales de la Basílica de Nuestra Señora de Lujan en cuyo interior transcurre la escena más importante. TRES MENSAJES PARA ALEJO TERBONER Cuento del escritor argentino Enrique Arenz “La vida de cada hombre es un camino hacia sí mismo, el intento de un camino. Ningún hombre ha llegado a ser él mismo por completo.” Hermann Hesse Primer mensaje De: “Dr. Alejandro Terboner” Para: Alejo Enviado: Jueves, 4 de febrero de 3043 Asunto: Muy importante. ------------------------------------------------------------------------------ Alejo, confío en que tu espíritu abierto y tu atracción por los sucesos extraños te harán leer hasta el final esta carta cuyo objetivo es ponerte sobre aviso de ciertos acontecimientos que deberás evitar. Empezaré por decirte que estoy en el año 3043. Sí, Alejo, leíste bien: año 3043, cuarto milenio. Este mensaje viene desde tu futuro, y en el momento de escribirlo ¡tengo 1.083 años de edad! Trataré de explicarme. Alrededor de 2035 la ciencia logró derrotar a casi todas las enfermedades físicas, entre ellas la vejez, que, como vos sabés, es un trastorno de la salud que interrumpe el proceso de renovación celular. Yo ya tenía setenta y cinco años cuando un ingenioso procedimiento monoclonal basado en la lectura del genoma humano descifró el enigma de los telómeros y le ganó la partida a la senectud. ¡Extraordinario hallazgo que nos dio nada menos que la inmortalidad! A mí me agarró un poco tarde, y por eso quedé con mi aspecto (digámoslo con finura), de galán maduro; pero lo importante es que mi declinación se detuvo. Para entonces eran muy pocas las patologías invencibles: algunas formas raras de cáncer, el mal de Reig, la esclerosis múltiple y dos o tres más cuyas curas demoraron todavía un siglo. En aquellos primeros tiempos quienes pudimos pagar nuestro estudio genético y posterior tratamiento —inicialmente sólo accesible para los muy pudientes— quedamos para siempre como estábamos. Durante un largo y convulsionado siglo, la minoritaria “clase social” de los inmortales convivió penosamente con masas de pobres que envejecían y morían sin remedio. Hubo rebeliones, anarquía y crímenes por esta intolerable desigualdad, hasta que el beneficio alcanzó a todos. Los niños crecen y llegan a su pleno desarrollo, pero a partir de los veinte años cesan en su evolución biológica y, por supuesto, nunca envejecen. Para abreviar: hoy vivimos en un mundo de jóvenes “veinteañeros” con unos cuantos con la apariencia de treinta o cuarenta y algunos veteranos de cincuenta, sesenta o más años (“viejos primigenios”, se nos denomina oficialmente), donde no hay enfermedades fisiológicas ni malestares serios. Como te imaginarás, tampoco hay problemas económicos en un mundo donde no se necesitan muchos hospitales ni hacen falta obras sociales ni cajas de jubilación, y con una tecnología tan avanzada que los trabajos rutinarios, pesados o desagradables los hacen los robots y las máquinas automáticas. Hasta la burocracia estatal fue derrotada por las hipercomputadoras que hacen todas las tareas oficiales, tramitan expedientes electrónicos y resuelven los problemas administrativos sin necesidad de funcionarios públicos. Pero la parca no se bajó del caballo, y se lleva gente a montones por una de estas causas: Por accidente. Cuando vivís siglos, un día errás un escalón, te distraés al cruzar una calle o pisás el jabón en la bañera. Por homicidio. Los crímenes no han podido desterrarse de la sociedad. Es que en una larga vida activa donde la rivalidad y la competitividad nunca cesan, y los desencuentros y las afrentas se acumulan insepultos, perdés amigos y ganás multitudes de enemigos. Por ajusticiamiento. No es posible tener encerrados a los criminales por toda una eternidad, y la gente decente no quiere verlos eternamente sueltos. Así que todos los países han debido aplicar la pena de muerte para los delitos aberrantes. Por causa de las guerras. Esa tragedia tampoco pudo eliminarse totalmente. Ahora vivimos un período de paz y de libertades civiles, pero tuvimos cinco guerras mundiales espantosas y padecimos regímenes genocidas peores que los del siglo veinte. Por suicidio asistido. Esta causa de muerte merece un comentario especial. Cuando ganamos la inmortalidad comprobamos lo que ya se sospechaba en la antigüedad: la vida interminable puede ser tediosa, dolorosa y hasta insoportable. A mí eso todavía no me sucedió porque me la paso cambiando de actividades y estudiando nuevas carreras. Ya llevo acumulados trece títulos universitarios y domino casi todos los idiomas. Pero a las personas sencillas que han perdido los siglos sin hacer nada creativo, a los mediocres, a los timoratos y a esa especie tan abundante de ignorantes contumaces a quienes el paso de los siglos sólo los ayuda a organizar su ignorancia pero no a ser más sabios o a entender el sentido de la vida, tarde o temprano les viene una terrible...CONTINUAR LEYENDO SIGUIENDO EL LINK