jueves, 25 de abril de 2013

JUAN BAUTISTA ALBERDI


WIKIPEDIA Juan Bautista Alberdi (San Miguel de Tucumán, 29 de agosto de 1810 - Neuilly-sur-Seine, Francia, 19 de junio de 1884) fue un abogado, jurista, economista, político, estadista, diplomático, escritor y músico argentino, autor intelectual de la Constitución Argentina de 1853 Casa Natal de J.B.Alberdi (óleo) Su padre, Salvador Alberdi, era un comerciante vasco, que había dirigido una de las cuatro compañías que organizó José Ignacio Garmendia y Alurralde para la defensa de Buenos Aires en las Invasiones Inglesas. Su madre, Josefa Aráoz y Balderrama, una criolla que falleció a causa del parto de Juan Bautista, era miembro de una de las más importantes familias tucumanas.1 Su familia apoyó la Revolución de Mayo desde sus inicios y su padre frecuentaba al general Manuel Belgrano cuando éste estaba al mando del Ejército del Norte. Salvador Alberdi falleció en 1822, y su hijo Juan Bautista quedó al cuidado de sus hermanos mayores.1 Estudios Se trasladó desde muy joven a Buenos Aires, donde estudió en el Colegio de Ciencias Morales, gracias a una beca de estudio otorgada por la provincia de Buenos Aires. Abandonó prematuramente sus estudios en 1824 debido a que no se adaptó a las exigencias de la enseñanza. En esos años se desarrolló su gusto por la música. Se empleó como ayudante de comercio en la casa de Juan B. Maldes, que había sido colaborador de su padre, y cuyo negocio se encontraba enfrente del Colegio. Dado que veía diariamente a sus compañeros, pronto se arrepintió y retomó sus estudios, cursando en el departamento de jurisprudencia en la Universidad de Buenos Aires. Continuaría sus estudios en la Universidad de Córdoba, aunque no los completó en esa época: los continuaría en Montevideo en 1840 y obtendría su título de doctor en jurisprudencia durante su estadía en Chile. En esos años en Buenos Aires se dedicó a la música y compuso obras clásicas de piano, guitarra y flauta para sus amigos. En 1832 escribió su primer libro, El espíritu de la música. En 1834 viajó a su provincia natal, deteniéndose para rendir exámenes en Córdoba, obteniendo el título de bachiller en leyes. Éste no lo habilitaba para ejercer la profesión porque para ello debía cursar dos años en la Academia de Práctica Forense y rendir un examen ante la Cámara de apelaciones. En Tucumán colaboró con el gobernador Alejandro Heredia, a quien dedicó un folleto titulado “Memoria descriptiva de Tucumán”. El caudillo tucumano le ofreció habilitarlo por decreto para el ejercicio profesional e incorporarlo a la legislatura para que se quedara radicado en su provincia, pero Alberdi se negó, aduciendo que aún no era abogado y que quería doctorarse en Buenos Aires. [editar]La generación del '37 A fines de 1835 regresó a Buenos Aires, donde se unió al llamado Salón Literario, fundado por Marcos Sastre y frecuentado por Juan María Gutiérrez, José Mármol, Miguel Cané entre otros jóvenes, con los que se vinculó a la llamada generación del '37. Estos intelectuales adhirieron a las ideas de la democracia liberal y se asumieron como continuadores de la obra de la Revolución de Mayo, propiciando una organización mixta del país como respuesta al enfrentamiento entre federales y unitarios. En 1837, siendo aún estudiante, publicó lo que pensaba que sería su tesis doctoral: el Fragmento Preliminar al Estudio del Derecho, en que pretendía hacer un diagnóstico de la situación nacional y sus posibles soluciones. Esta obra estuvo influenciada por la corriente historicista que fundara Friedrich Carl von Savigny en Alemania y fue la fundación del historicismo jurídico argentino, doctrina que consideraba al sistema jurídico como un elemento dinámico y continuamente progresivo de la vida social. Ese mismo año editó un periódico, La moda, del cual se publicaron en total veintitrés números. Estaba dedicado a divulgar la evolución de la moda en Europa: vestimenta femenina y masculina, música, poesía, literatura y costumbres. Alberdi escribía bajo el apodo de "Figarillo". [editar]La oposición a Rosas En noviembre de 1838, debido a su negativa a prestar juramento al régimen del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas y a la persecución de la Mazorca -organización parapolicial creada por Rosas para atemorizar a sus adversarios- se disolvió el Salón Literario, formándose una logia llamada "La joven argentina", cuyos estatutos fueron confiados a Alberdi. La persecución de parte de Rosas llevó al exilio a la mayoría de sus miembros en países limítrofes. Alberdi hizo lo mismo, exiliándose en Montevideo. Dejaba en Buenos Aires una amante y un hijo recién nacido al cual nunca reconoció: se llamaba Manuel y lo mencionaría años más tarde en su testamento, llamándolo "mi pariente". [editar]Exilio A Montevideo llevó las ideas de organización nacional y constitucionalismo llevando en su equipaje los estatutos de la nueva asociación, que se editarían luego con el nombre de "Dogma Socialista".[cita requerida] En Montevideo trabajó como abogado y periodista apoyando la intervención francesa contra el gobierno de Rosas y escribiendo artículos en varios periódicos, respaldando las acciones militares de ese país contra el suyo. También fue secretario del general Juan Lavalle, de quien se alejó debido a diferencias políticas. En este período escribió sus dos obras de teatro: La Revolución de Mayo y El gigante Amapolas, sátira sobre el régimen rosista y caudillista. En Montevideo contribuyó con el periódico El Inciador, donde escribían otros exiliados argentinos, y El Corsario, entre otros. En 1843, durante el sitio militar de Montevideo por un ejército comandado por Oribe pero subvencionado por Rosas, logró escapar disfrazado de marinero francés y se trasladó a Europa acompañado por su amigo Juan María Gutiérrez por un breve período. Residió en París unos pocos meses y conoció al general José de San Martín. Regresó ese mismo año a América instalándose en Valparaíso, Chile, donde revalidó su título y ejerció como abogado ganando enorme prestigio. Allí presentó su tesis doctoral, que llevó por título 'Sobre la conveniencia y objetos de un Congreso General Americano', donde Alberdi expuso la idea de una unión americana por medio de herramientas tales como una unión aduanera. Adquirió la finca Las Delicias y se puso en contacto con Domingo Faustino Sarmiento, cabeza de la emigración argentina en Chile. Escribió numerosos artículos costumbristas en los periódicos chilenos con el seudónimo de Figarillo. En Chile se dedicó a estudiar la constitución de los Estados Unidos, con la idea de copiar lo que se pudiera para la de Argentina, cuando llegara el caso de sancionarla. Quería estar preparado para cuando se volviera a discutir la constitución argentina a la cual se oponía el régimen rosista. Pero utilizó una mala traducción, de modo que interpretó erróneamente varios pasajes.2 [editar]La Constitución de 1853 Juan Bautista Alberdi. Producida la derrota de Rosas como consecuencia de la batalla de Caseros, el 3 de febrero de 1852, de inmediato se puso a escribir un tratado sobre la futura constitución argentina. Esta fue su principal obra a la que denominó las Bases y Puntos de Partida para la Organización Política de la República Argentina, tratado de derecho público editado por la imprenta del periódico El Mercurio, de Valparaíso. Este libro lo llevó a la fama, tardó apenas un par de semanas en escribirlo y lo publicó en mayo de ese mismo año. Meses después lo reeditaría con ampliaciones, incluyendo un proyecto de Constitución, basado en la Constitución Argentina de 1826 y en la de los Estados Unidos. En 1853 publicó un tratado complementario de Bases llamado Elementos de derecho público provincial argentino. Todo el ideario alberdiano tuvo como fundamento el liberalismo tanto político cuanto económico. Frente a un país casi despoblado, su principal preocupación fue su población. A tal fin favoreció la inmigración europea, especialmente de los pueblos del norte. Escribió: Aunque pasen cien años, los rotos, los cholos o los gauchos no se convertirán en obreros ingleses... En vez de dejar esas tierras a los indios salvajes que hoy las poseen, ¿por qué no poblarlas de alemanes, ingleses y suizos?... ¿Quién conoce caballero entre nosotros que haga alarde de ser indio neto? ¿Quién casaría a su hermana o a su hija con un infanzón de la Araucanía y no mil veces con un zapatero inglés? Tenemos suelo hace tres siglos, y sólo tenemos patria desde 1810. La patria es la libertad, es el orden, la riqueza, la civilización organizados en el suelo nativo, bajo su enseña y en su nombre. Todos estos elementos nos han sido traídos de Europa, desde las ideas hasta la población europea. En las Bases escribió su lema central: Gobernar es poblar. Fuertes fueron sus críticas al estatismo de la herencia colonial hispana, principal barrera, en su opinión, al progreso de la América independiente. La Constitución es, en materia económica, lo que en todos los ramos del derecho público: la expresión de una revolución de libertad, la consagración de la revolución social de América. Y, en efecto, la Constitución ha consagrado el principio de la libertad económica, por ser tradición política de la revolución de mayo de 1810 contra la dominación española, que hizo de esa libertad el motivo principal de guerra contra el sistema colonial o prohibitivo En su libro Sistema económico y rentístico de la Confederación Argentina, que también fue una obra complementaria de las "Bases", expresó claramente su pensamiento como jurista y como economista: El que no cree en la libertad como fuente de riqueza, ni merece ser libre, ni sabe ser rico. La Constitución que se han dado los pueblos argentinos es un criadero de oro y plata. Cada libertad es una boca mina, cada garantía es un venero. Estas son figuras de retórica para el vulgo, pero es geometría práctica para hombres como Adam Smith. Llevad con orgullo, argentinos, vuestra pobreza de un día; llevadla con esa satisfacción del minero que se para andrajoso y altivo sobre sus palacios de plata sepultados en la montaña, porque sabe que sus harapos de hoy serán reemplazados mañana por las telas de Cachemira y de Sedán. - La Constitución es un título de propiedad que os llama al goce de una opulencia de mañana. El que no sabe ser pobre a su tiempo, no sabe ser libre, porque no sabe ser rico. Los constituyentes que se reunieron en Santa Fe, entre cuyos redactores se encontraba su amigo Gutiérrez, sancionaron la Constitución Argentina de 1853 en base al texto de las Bases de Alberdi. En esa época se cruzó con Domingo Faustino Sarmiento en una polémica ideológica —limitada dentro del liberalismo— plasmada en las Ciento y una del sanjuanino y las Cartas quillotanas del tucumano. En este debate entre los dos más importantes iuspublicistas argentinos, ambos mostraron sus dotes de estadistas, sus semejanzas y sus diferencias políticas. Ambos fueron los padres de la Constitución Argentina de 1853/60 que culminó con el poder constituyente originario de ese estado. [editar]La diplomacia en Europa El presidente Justo José de Urquiza le ofreció a Alberdi el cargo de Ministro de Hacienda de su país, pero lo rechazó. En cambio, aceptó funciones diplomáticas en Europa a partir de 1855. Urquiza le encargó la misión de obtener en Europa el reconocimiento de la Confederación Argentina bajo la nueva Constitución y evitar el reconocimiento del Estado de Buenos Aires, escindido de la Confederación, como nación independiente, misión que Alberdi cumple con éxito y que le valió el encono del general Bartolomé Mitre y de Domingo Faustino Sarmiento, tirria profundizada luego por la oposición frontal de Alberdi a la Guerra de la Triple Alianza, actitud que le valió ser calificado como "traidor". En 1862, Alberdi publicó en Francia su obra De la anarquía y sus dos causas principales, del gobierno y sus dos elementos necesarios en la República Argentina, con motivos de su reorganización por Buenos Aires, donde analizaba la problemática situación del país y sus raíces históricas. [editar]La diputación por Tucumán Sus gestiones en el exterior fueron interrumpidas a partir de la organización de la República, en 1862 al asumir la presidencia Mitre, triunfador sobre Urquiza en Pavón. Regresó a establecerse en Argentina el 16 de septiembre de 1878 al ser elegido como diputado al Congreso Nacional por su provincia. A su regreso se reconcilió con Sarmiento. En tal calidad asistirá a la lucha por la sucesión presidencial desatada en 1880 cuando el gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor se subleva contra el presidente Nicolás Avellaneda. Este último traslada la sede del gobierno al pueblo de Belgrano siendo seguido por parte del congreso, actitud que no es compartida por Alberdi. Al vencer Avellaneda en la contienda, Buenos Aires fue declarada Capital de la Nación por ley que fue refrendada por la legislatura provincial. Los diputados que no acompañaron al presidente fueron declarados cesantes. Durante este época fue designado doctor honoris causa por la Facultad de Derecho y en tal carácter asistió a la colación de grados celebrada el 24 de mayo de 1880, acto en el que estaba invitado a usar de la palabra, pero no pudiendo hacerlo en razón de su delicada salud, entregó su discurso a uno de los graduados, Enrique García Merou, que luego sería su biógrafo. La disertación se tituló y luego editó bajo el acápite de "La omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual" en la que resumía sus ideas sobre la doctrina del estado omnipotente a la cual oponía la tesis cristiana que consagra el valor inviolable de la libertad y la personalidad humana, base del progreso y la civilización. Mitre, avivando viejos rencores acuñados en su posición crítica al conflicto bélico con el Paraguay que originó otro de los libros alberdianos más difundidos llamado "El crimen de la guerra", se empeñó en desacreditarlo por medio del diario La Nación, se opuso a la iniciativa de imprimir sus obras completas por parte del Estado Nacional mediante un proyecto de ley que el presidente Julio Argentino Roca, sucesor de Avellaneda, envía al Congreso y a su nombramiento como embajador en Francia. Las obras fueron editadas, pero en el senado no obtuvo el consenso necesario para la designación diplomática. Abrumado por esta circunstancia, Alberdi se marchó nuevamente a Francia. Fallecimiento y destino de sus restos Cenotafio de Juan Bautista Alberdi en el cementerio de la Recoleta, exmausoleo actualmente conservado como monumento. Murió en Neuilly-sur-Seine, suburbio de París, el 19 de junio de 1884, a la edad de 73 años, recibiendo cristiana sepultura sus restos en el cementerio de dicha localidad. El político había adquirido previamente una tumba, con busto y lápida incluidos, en el cementerio parisino de Père Lachaise, pero, por decisión de sus albaceas, sus restos nunca llegaron a ocuparla.3 Aunque vacía, esta tumba de París permanece en pie, lo que a veces sigue siendo causa de confusión a pesar de que no figura en las guías oficiales de esta famosa necrópolis.4 El 27 de abril de 1889 sus restos fueron exhumados para ser repatriados por decreto del presidente Miguel Juárez Celman. Embarcados el 28 de mayo de 1889 a bordo del vapor "Azopardo", se los trasladó en principio a la Catedral de Buenos Aires, donde se le rindieron honores hasta el 5 de junio, fecha en que se ubicaron en la bóveda de la familia Ledesma en el Cementerio de la Recoleta, que los albergó hasta ser depositados en el mausoleo erigido en un terreno donado por la Municipalidad. Actualmente, Alberdi cuenta con dos cenotafios, en ninguno de los cuales está sepultado: sus restos reposan en un nicho especialmente construido en la casa de gobierno de Tucumán, su provincia natal.