martes, 12 de marzo de 2013

ARTURO UMBERTO ILLIA


http://www.biografiasyvidas.com/biografia/i/illia.htm Arturo Umberto Illia (Pergamino, 1900 - Córdoba, 1983) Político argentino, presidente de la República entre 1963 y 1966. Realizó sus estudios secundarios en una institución salesiana y se graduó como doctor en Medicina en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires. Como médico de los Ferrocarriles del Estado se radicó en la ciudad de Cruz del Eje, provincia de Córdoba. Perdió su trabajo en 1930 por razones políticas. Se afilió a la Unión Cívica Radical (UCR). En 1936 fue electo senador provincial y en 1940 vicegobernador de la provincia de Córdoba. El golpe del 4 de junio de 1943, que derrocó a las autoridades nacionales, produjo también su cese como vicegobernador. Fue electo diputado nacional para el período 1948-1952. En marzo de 1962, como candidato de la UCR, ganó las elecciones a gobernador de la provincia, pero no pudo asumir el cargo por las presiones militares que obligaron al presidente Frondizi a anular las elecciones, en el marco de un proceso que concluyó con el golpe de estado que determinó su derrocamiento. Llegó a la primera magistratura tras haberse impuesto la fórmula de la UCR del Pueblo, que compartía con el entrerriano Carlos Perette, en los comicios del 7 de julio de 1963 por el 21,15%. El segundo lugar en las elecciones había sido logrado por los votos en blanco, con un 19,72% de los sufragios, que eran expresión de la resistencia del peronismo proscripto; luego seguían la UCRI de Oscar Alende, con el 16,40%, la UDELPA, que respondía al ex presidente de facto Pedro Eugenio Aramburu, con el 7,49%; y cuarenta y cinco partidos más. El gobierno de Illia nació con una debilidad intrínseca: la abstención del peronismo constituía un serio escollo por el hecho de que los sindicatos se adherían a esa tendencia política. Otro elemento de debilidad era la falta de mayoría propia en la Cámara de Diputados. Por último, debía manejarse con un ejército cuyos jefes venían de derrocar al presidente Frondizi, de manipular a su sucesor Guido con el objetivo de proscribir al peronismo y de dividirse en dos líneas que llegaron al enfrentamiento armado entre septiembre de 1962 y abril del año siguiente. El peronismo había organizado un frente que proponía como candidato a Vicente Solano Lima, pero había sido prohibido por el ministro del Interior, general Osiris Villegas. Siete días antes de las elecciones Raúl Matera, dirigente peronista y médico de prestigio, fue encumbrado como candidato de la democracia cristiana, hecho que motivó su veto por parte del gobierno, que argumentó la violación del Estatuto de los partidos políticos. De inmediato, las ramas política y sindical del justicialismo propusieron el voto en blanco, y acusaron al radicalismo de manipular las normas en su favor, ya que el mencionado estatuto, que prohibía la existencia de partidos de corte peronista o comunista, había sido redactado por Carlos Adrogué, ministro del Interior de Guido y hombre de la UCR. El gabinete de Illia se integró con Juan Palmero en la cartera de Interior, Miguel Zavala Ortiz en Relaciones Exteriores, Leopoldo Suárez en Defensa, Eugenio Blanco y luego Juan Carlos Pugliese en Economía, Carlos Alconada Aramburú en Educación y Justicia, Miguel Ferrando en Obras y Servicios Públicos, Arturo Oñativia en Asistencia Social y Salud Pública, y Fernando Solá en Trabajo y Seguridad Social. Pero además el gobierno radical nacía de un partido que Illia no dominaba totalmente. El presidente representaba a la llamada "Línea Córdoba", tendencia provincial que gozaba de una independencia notoria en el ámbito nacional. Su candidatura fue un compromiso entre los diversos sectores del radicalismo, que en realidad manifestaban sus recelos ante la conducción nacional encarada por Ricardo Balbín, que ya había sido candidato cinco años antes y había resultado perdedor. Una de las primeras medidas del gobierno de Illia fue la de anular los contratos petroleros celebrados durante la presidencia de Arturo Frondizi, los que, a juicio del radicalismo, ponían en serio riesgo la soberanía nacional. El decreto respectivo fue luego enviado a la Cámara de Diputados, la cual formó una comisión con el objetivo de investigar la validez de dichos contratos. Al cabo de intensas deliberaciones que se prolongaron por un año, la cámara ratificó lo resuelto por el Poder Ejecutivo y acusó al ex presidente Frondizi y a su ministro Frigerio de "ser los responsables de las transgresiones morales, de las violaciones jurídicas y de los perjuicios económicos ocasionados." El conflicto larvado con el peronismo tuvo su primera manifestación en un "Plan de lucha" propuesto por la Confederación General del Trabajo (CGT) en enero de 1964, que consistía en jornadas de agitación progresiva hasta llegar a la toma de los establecimientos productivos y concluir en veinticuatro horas de ocupación simultánea en todo el país. El primer paso de la CGT fue conseguir el apoyo de la oposición. Las ocupaciones de plantas comenzaron en los últimos días del mes de mayo y se prolongaron hasta julio. Diversos dirigentes sindicales fueron procesados por violar la propiedad privada, pero la movilización sindical continuó. En los primeros días de 1964 se presentó en el congreso un proyecto de ley de medicamentos que regulaba aspectos de su producción y comercialización, con el objetivo de evitar los excesos que cometían los laboratorios, sobre todo los extranjeros. La sanción de esta ley fue vista por muchos analistas políticos como la causa que llevó al derrocamiento del presidente Illia. Durante su gobierno se produjeron los primeros movimientos guerrilleros, sobre todo en el norte del país. Se desactivaron células guerrilleras en las provincias de Salta, Jujuy, Formosa, Buenos Aires y otras, mientras aparecían en los diarios declaraciones en repudio del comunismo, el castrismo o el peronismo de izquierda. El general Juan Carlos Onganía, comandante en jefe del ejército, declaraba su profunda convicción anticomunista, y apareció hacia mediados de 1965 el concepto de frontera ideológica, mediante el cual se promovían asociaciones militares de países anticomunistas para "combatir la amenaza del comunismo". El 3 de octubre de 1965 llegó en visita a la Argentina el presidente de Francia, Charles De Gaulle. Previamente se habían producido agitaciones en ámbitos universitarios y políticos que trataban de ligar la figura del francés con la de Perón. Durante el acto público en el que habló De Gaulle se escucharon consignas peronistas en el sentido antes mencionado; lo mismo sucedió en Córdoba, donde hubo disparos y represión policial. Desde Madrid, el ex presidente Perón amenazaba con volver al país, y en Buenos Aires sus partidarios aseguraban que lo haría durante 1964. Se formó entonces una comisión pro retorno liderada por el dirigente de la Unión Obrera Metalúrgica, Augusto T. Vandor. El ex presidente intentó viajar a Buenos Aires, pero cuando el avión hizo escala en Río de Janeiro no le fue permitido permanecer en Brasil ni proseguir el viaje, por lo cual debió regresar a Madrid. La cancillería argentina se había movido con rapidez y había pedido al gobierno brasileño la reexpedición del avión. El 14 de marzo de 1965 se realizaron elecciones para renovar parcialmente la Cámara de Diputados con la intervención del peronismo, que actuaba bajo la denominación de Unión Popular. La compulsa fue ganada por esta agrupación por 50.000 votos sobre el partido oficial, mientras la agrupación que respondía al ex presidente Frondizi quedó relegada al tercer lugar. De todos modos, el gobierno logró mantener la primera minoría en diputados y, lo que era a la postre más importante para el sistema, incorporó a una parte del peronismo a las reglas de convivencia democráticas. Otro problema, esta vez en el ámbito externo, fue provocado por un golpe de estado en la República Dominicana que concluyó con una intervención de los Estados Unidos, que solicitó a los países miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA) que convalidaran la medida y enviaran a su vez tropas. Fue una brasa caliente en manos del canciller argentino conciliar la posición no intervencionista que pretendía la opinión pública con los compromisos asumidos con la OEA. La Cámara de Diputados exigía que una decisión como la del envío de tropas pasase por sus manos. El gobierno dilató toda decisión, lo que contribuyó a fortalecer la propaganda antigubernamental que acusaba al gobierno de lentitud en la resolución de cuestiones importantes. Hacia mediados de 1965 comenzaron a correr rumores de golpe militar. Hubo un forcejeo entre el comandante en jefe del ejército, Juan Carlos Onganía y el secretario de guerra Avalos, que concluyó con la renuncia del segundo, en una demostración del poder que concentraba el primero. Sin embargo, Onganía pidió su retiro en noviembre de 1965, en un gesto que parecía demostrar pérdida de poder pero que apuntaba, en realidad, a preservar su figura. Al iniciarse 1966 arreciaron los conflictos gremiales con paros, movilizaciones y ocupaciones de plantas, a los que en mayo se agregaron disturbios estudiantiles que exigían aumento del presupuesto educativo. El 29 de mayo, día del ejército, el comandante en jefe, general Pistarini, afirmó ante la presencia del presidente Illia que las indecisiones del gobierno estaban alentando la persistencia del peronismo. Fue ésta la primera manifestación pública de desagrado por parte de los militares. Mientras tanto, diversos medios periodísticos hablaban abiertamente del golpe en gestión, y daban diferentes versiones acerca de sus conductores y participantes. El 28 de junio se produjo el golpe preparado; las fuerzas armadas actuaron en conjunto y sin desinteligencias entre sus componentes. Illia no tenía ningún respaldo entre los militares, y fue desalojado de la casa de gobierno por una compañía de lanzagases. Asumió inmediatamente la presidencia el general Juan Carlos Onganía. El gobierno del presidente Illia cayó por sus debilidades de nacimiento, en particular por el escaso apoyo electoral, a lo que se sumó la gigantesca concertación entre las fuerzas armadas y ciertos sectores del periodismo en complicidad con una parte importante del sindicalismo peronista. Estos sectores postulaban que la lentitud e irresolución del poder ejecutivo constituían un obstáculo en la carrera hacia la modernización de la sociedad. En lo económico, el gobierno de Illia aprovechó el impulso de la salida de la crisis económica de 1962-63 y, con medidas acertadas, logró una reactivación. El producto interior bruto y el industrial crecieron, la balanza comercial obtuvo saldos favorables y la inflación se redujo.

EL CHACHO PEÑALOZA


Caudillos - Angel Vicente Peñaloza capitulo1 caciquejuanchelemin ---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- Ángel Vicente Peñaloza, apodado El Chacho, (Malanzán, Virreinato del Río de la Plata, 2 de octubre de 1798 – Guaja, cerca de Olta, La Rioja, 12 de noviembre de 1863) fue un caudillo y militar federal argentino. Si bien no se ha podido encontrar su acta bautismal, se deduce que nació en 1796 en Malanzán, un pueblo de la Costa Alta de la Sierra de los Llanos, en el sur de la actual provincia de La Rioja. Era el hijo primogénito y legítimo de Juan Esteban Peñaloza y Úrsula Rivero. Sus abuelos paternos eran Nicolás Peñaloza —un próspero hacendado ganadero— y Melchora Agüero. Sus abuelos maternos eran Bernardo Rivero, hijo de un portugués, y Mercedes Torres. Todos ellos eran miembros de familias de largo arraigo e influyentes en la zona. Fue educado en sus primeros pasos por un tío abuelo, el prestigioso sacerdote Pedro Vicente Peñaloza, que le puso de apodo "Chacho" —apócope de muchacho— en los primeros años de su vida, ya que consta que éste falleció en 1801, es decir cuando aquél tenía solo cinco años. Se casó en la Iglesia de Malanzán el 10 de julio de 1822 con Victoria Romero de Orihuela, con la que tuvo tres hijos: dos de ellos fallecidos al poco tiempo de nacer, y Ana María Peñaloza, quien no dejó descendencia. Además adoptaron a un huérfano, hijo de un familiar llamado Indalecio Peñaloza, que se casó luego con Eudosia Flores Vera. [editar]Lugarteniente de Quiroga Desde joven fue oficial de milicias, bajo el mando de Juan Facundo Quiroga. En 1826 combatió con el grado de capitán en la batalla de El Tala, en la que fue seriamente herido por el ejército unitario de Gregorio Aráoz de La Madrid, tras esta batalla fue ascendido a capitán de milicias. Más tarde fue uno de los principales jefes de escolta de Juan Facundo Quiroga, en la Batalla de Rincón de Valladares, en La Tablada y en Oncativo. Después de esta derrota participó en la reconquista de La Rioja para el partido federal, y se destacó en la Batalla de La Ciudadela —definitiva derrota unitaria— en que capturó un cañón con su lazo y lo arrastró hasta sus filas. Por este hecho, Quiroga le otorgó el rango de teniente mayor. Desde su regreso a La Rioja fue comandante del Departamento de Los Llanos. Tras el asesinato de Quiroga, en 1836, colaboró en la invasión a La Rioja del gobernador de la vecina Provincia de San Juan, Martín Yanzón. Fueron severamente derrotados. [editar]La guerra contra Rosas Fue perdonado por el nuevo gobernador, Tomás Brizuela, y cuando éste se unió a la Coalición del Norte contra -el también federal, aunque porteño- Juan Manuel de Rosas, en defensa de la autonomía de su provincia, fue un importante apoyo.1 Los unitarios le impusieron como segundo jefe al coronel Joaquín Baltar, que resultó una pésima influencia. Apoyó la campaña de Juan Lavalle en su provincia, y acompañó a Gregorio Aráoz de La Madrid —su antiguo enemigo— en su campaña contra San Juan y Mendoza. En la batalla de Rodeo del Medio, la influencia de Baltar le impidió combatir, y fue una de las causas de la derrota. Tuvo que huir a Chile en 1841. Al año siguiente regresó como parte de una campaña organizada por los exiliados unitarios desde Chile. Iba acompañado por Yanzón y el coronel Santos de León. La campaña había sido pésimamente preparada, basada en falsas noticias de sublevaciones contra Rosas; si bien el prestigio de Peñaloza les permitió obtener algunos éxitos, esto provocó la reacción del gobernador de San Juan, Nazario Benavídez, que lo persiguió hasta Tucumán y lo derrotó. De todas formas, Peñaloza regresó a Los Llanos, donde fue derrotado por segunda vez por Benavídez, en Illisca; y por segunda vez huyó a Chile. Dirigió una segunda invasión en 1845 y derrotó al gobernador riojano. Pero, entendiendo que su causa no tenía sentido, pidió y obtuvo protección de Benavídez. Éste lo envió en 1848 —con el rango de comandante de milicias— a deponer al gobernador riojano Vicente Mota. Tras lograr su cometido, nombró en su lugar a Manuel Vicente Bustos, que lo nombró comandante de Los Llanos. [editar]Caudillo de las provincias cuyanas Desde 1854 fue comandante de armas de la provincia, y al año siguiente fue ascendido a general por el presidente Urquiza. Era muy prestigioso entre los gauchos humildes de La Rioja y las provincias vecinas, y se comportaba como uno más de ellos, salvo cuando mandaba en el ejército. Ellos lo consideraban, también, su protector, su abogado, el solucionador de los problemas de cada uno de ellos. En octubre de 1858 fue asesinado Nazario Benavídez por los partidarios del gobernador Gómez. El presidente ordenó una intervención federal a la provincia, ordenando a Peñaloza que la apoyara militarmente; no tuvo necesidad de combatir, pero ocupó con sus montoneras la ciudad de San Juan. Desde entonces fue el hombre de confianza de Urquiza en la región. En enero de 1860 derrocó al gobernador Bustos, que se acercaba cada vez más a los unitarios de Buenos Aires, y nombró en su lugar al coronel Ramón Ángel. Poco después fue nombrado interventor federal de su provincia. Después de Pavón, en 1861, el interior del país quedó abierto a los unitarios. Hacia Cuyo salió el coronel Ignacio Rivas y hacia Catamarca el general Wenceslao Paunero, que enviaron varias expediciones contra La Rioja. Mientras tanto, Peñaloza ofreció mediar en la guerra entre los federales y unitarios del norte del país. Pero a pedido del gobernador tucumano Celedonio Gutiérrez, se unió a éste; fueron derrotados por los unitarios. Regresó a La Rioja, perseguido por sus enemigos, que los derrotaron en varias batallas; los oficiales prisioneros eran fusilados, mientras muchos soldados eran torturados y degollados. La represión fue increíblemente feroz, y eso mismo dio fuerzas a los federales para seguir luchando. El mismo Domingo Faustino Sarmiento aconsejaba: Si Sandes mata gente, cállense la boca. Son animales bípedos de tan perversa condición, que no sé qué se obtenga con tratarlos mejor. Pese a su superioridad numérica y de movimientos (Peñaloza llegó reunir una fuerza de 2 000 a 6 000 combatientes),2 Peñaloza fue derrotado repetidas veces por las tropas mitristas mucho mejor y más modernamente armadas (armas a repetición, ametralladoras). Tras sitiar la ciudad de San Luis, logró firmar un tratado de paz llamado Tratado de La Banderita a principios de 1862, en que se le ofrecían garantías. Cuando llegó la hora de cambiar prisioneros, se dice que Peñaloza entregó los suyos, pero no recibió ni uno: todos sus hombres habían sido fusilados. En 1863, el gobernador puntano, Juan Barbeito, repelió una nueva invasión de tropas leales a Peñaloza, unos 1 600 montoneros3 habían incursionado con éxito parcial en la zona norte de la provincia. [editar]La derrota Los militares que debían hacer cumplir el tratado continuaron con la persecución a los aliados de Peñaloza, por lo que este volvió a alzarse en armas en marzo de 1863. Logró varios éxitos en San Luis, Córdoba, Catamarca y Mendoza, e incluso depuso al gobernador riojano. A fines de marzo, el Chacho escribió al presidente Bartolomé Mitre: los gobernadores de estos pueblos, convertidos en verdugos de las provincias... destierran y mandan matar sin forma de juicio a ciudadanos respetables sin más crimen que haber pertenecido al partido federal... Los hombres todos, no teniendo ya más que perder que sus existencia, quieren sacrificarla más bien en el campo de batalla. El llamado a la lucha se hacía en nombre de Urquiza, con cuya ayuda contaban, pero éste no apoyó en nada la revuelta, e incluso la condenó en público. El gobernador Sarmiento, designado Director de la Guerra contra Peñaloza por el Ministro de Guerra Gelly y Obes, escribió al presidente: no economice sangre de gauchos, es lo único que tienen de humano. Mitre respondió: Quiero hacer en La Rioja una guerra de policía. Declarando ladrones a los montoneros, sin hacerles el honor de partidarios políticos, lo que hay que hacer es muy sencillo. Quedaban fuera de la ley, y por consiguiente se los podía matar en cuanto se los capturaba. Los oficiales del ejército nacional repitieron las masacres entre los vencidos. El 20 de mayo de 1863, las tropas del Chacho se enfrentaron en Lomas Blancas —en Los Llanos— con un contingente de 600 hombres de infantería y caballería de las fuerzas de Paunero, comandadas por Ambrosio Sandes, Pablo Irrazábal, Ignacio Segovia y Julio Campos. Peñaloza obtuvo una efímera victoria cuando el 10 de junio se produjo en Córdoba una revolución, encabezada por el partido federal —apodado "ruso"— y los liberales moderados, que depuso al gobernador Justiniano Posse; éste había sido impuesto el año anterior por la fuerza de las armas del ejército nacional comandado por Paunero. Convocado por los revolucionarios, el Chacho entró a la ciudad de Córdoba el 14 de junio. Mientras tanto, Paunero reunió un ejército de 3 000 hombres y marchó sobre él. Queriendo evitar sufrimientos a la ciudad, Peñaloza salió a su encuentro en campo abierto, al frente de 2 000 hombres.2 Fue derrotado el 28 de junio, en la Batalla de Las Playas sufriendo los montoneros 300 muertos, un número no precisado de heridos y 720 prisioneros. Los oficiales prisioneros fueron fusilados. El caudillo huyó a los Llanos, de allí al norte, hacia la Cordillera de los Andes, y por el oeste de la provincia, nuevamente a los Llanos, donde reorganizó su montonera, reclutando 2 000 gauchos.4 De esa forma destruyó los caballos de sus enemigos y los desorientó por completo. Luego invadió la provincia de San Juan, donde estuvo a punto de tomar la capital. Pero el coronel Irrazábal lo derrotó en Los Gigantes. Se estima que unas mil personas murieron durante su última rebelión.5 [editar]El asesinato El vencedor lo persiguió hasta Los Llanos, y Peñaloza se rindió al comandante Ricardo Vera, entregándole su puñal, la última arma que le quedaba. Una hora más tarde llegó Irrazábal y lo asesinó con su lanza; a continuación hizo que sus soldados lo acribillaran a balazos. Era el 12 de noviembre de 1863. Su cabeza fue cortada y clavada en la punta de un poste en la plaza de Olta. Una de sus orejas presidió por mucho las reuniones de la clase "civilizada" de San Juan. Su esposa, Victoria Romero, fue obligada a barrer la plaza mayor de la ciudad San Juan, atada con cadenas. Al conocer la noticia, Sarmiento escribió al presidente Mitre:6 7 No se que pensaran de la ejecución del Chacho, yo inspirado en los hombres pacíficos y honrados he aplaudido la medida precisamente por su forma, sin cortarle la cabeza al inveterado picaro, las chusmas no se habrían aquietado en seis meses. Carta de Domingo Faustino Sarmiento a Bartolomé Mitre, 18 de noviembre de 1863. Pocas semanas más tarde, el poeta José Hernández publicó en un periódico entrerriano su Vida del Chacho, un folleto en defensa del caudillo riojano, en que advertía a Urquiza que los mismos que habían asesinado a aquél buscaban la oportunidad para asesinar al ex presidente. Poco después, el poeta Olegario Víctor Andrade escribía en su homenaje uno de sus poemas más bellos. A mediados del siglo XX, la provincia de La Rioja lo convertía oficialmente en un héroe. En su facón, que se exhibe en el Museo de Historia de La Rioja, puede leerse la inscripción que definía su carácter: "Naides, más que naides, y menos que naides". [editar]