lunes, 1 de abril de 2013

KELPER- SUS FORMAS DE VIDA


Kelper Kelp. Kelper en argot inglés es un gentilicio que suele utilizarse para referirse a un habitante de las islas Malvinas. El término, que se viene utilizando desde al menos 1960,[cita requerida] se hizo mundialmente conocido durante la guerra sostenida entre la Argentina y el Reino Unido por la soberanía sobre este archipiélago. Sin embargo, los mismos malvinenses prefieren los términos Islander (isleño) o Falkland Islander (isleño de las Malvinas). Los kelpers, generalmente de origen británico y lengua inglesa, se consideran a sí mismos británicos, pero con una identidad particular.1 2 Por tanto, son mayoritariamente partidarios de la posición británica en el conflicto. Los primeros llegaron a las islas en el desembarco británico de 1833, y se unieron con los pocos individuos de la colonia argentina que escogieron permanecer en las islas dspués del alzamiento de Antonio Rivero en 1834. Otros grupos étnicos que han contribuido a su origen son los gibraltareños, los uruguayos, los chilenos y los escandinavos. Los isleños son apodados kelpers porque las islas están rodeadas por grandes algas marinas, llamadas kelp.3 4 Su idioma es un dialecto del inglés, con influencia del español y una pronunciación que se parece a la del inglés australiano. CÓMO VIVEN HOY LOS KELPERS Al llegar los turistas a las islas, el guía que los recibe les recomienda que no utilicen el término ’kelper’ para dirigirse a los isleños. Les explica que el kelp es una especie de alga que crece en la costa, en abundancia y con alto valor nutritivo. "Así como antes se burlaban de los irlandeses por vivir de la patata, se mofaban de nosotros por consumir kelp al desayuno, al almuerzo y a la cena. Fue por eso que nuestros hermanos londinenses nos colgaron el mote de kelpers", les explica Tom Fisher a los que vienen a conocer las famosas pingüineras de las islas. El apelativo llegó a ser considerado como sinónimo de pobreza y de rusticidad y así quedó hasta el estallido de la Guerra de Malvinas. Quién hubiera pensado que el conflicto que comenzó con la invasión argentina del archipiélago el 2 de abril de 1982 y concluyó con su derrota a manos de la fuerza expedicionaria británica dos meses más tarde, abriría una nueva etapa en la vida de los sufridos isleños. Antes de la guerra su estatus era el de ’ciudadanos asociados’ al Reino Unido. Una especie de súbditos condicionales de la corona inglesa. El 16 de junio de 1982, dos días después de la rendición de las fuerzas argentinas, se les concedió la plena ciudadanía. Ahí fue cuando empezó la bonanza económica de Falklands (Malvinas para los argentinos). "Nos empezaron a mirar con respeto, como a los herederos del coraje que demostraron los ingleses durante los bombardeos alemanes de la Segunda Guerra Mundial. Una delegación de veteranos de esa guerra vino de visita. Se tomaban fotos abrazados a los lugareños", recuerda Jeff Paterson, cuyos antepasados se afincaron en el rocoso archipiélago a comienzos del siglo XX. Desde la metrópoli les enviaron un ejército, esta vez de ingenieros y de obreros especializados, para transformar la pequeña pista de aterrizaje que utilizaban los aviones militares en Mount Pleasant en un aeropuerto internacional. Y la caleta de Puerto Stanley en modernos muelles para el amarre de barcos de carga, petroleros y embarcaciones turísticas. ¿De qué vivían hasta entonces? En las dos islas mayores del archipiélago pastaban unas 500.000 ovejas de las que se obtenía una lana esponjosa y suave que los criadores exportaban a Inglaterra. También practicaban la pesca artesanal, para consumo interno. "Las pocas frutas que se vendían en la tienda venían envueltas en papel celofán cómo si fuesen joyas", acota Paterson. Pero lo más insólito es que en la preguerra, los por entonces ’kelpers’ recibían cuantiosa ayuda de... Argentina. El vecino sudamericano reclamaba la soberanía de las islas, pero al mismo tiempo proporcionaba gas y productos frescos a los pobladores. La compañía argentina LADE realizaba dos vuelos semanales llevando medicinas y servicio médico gratuito. Antes de la guerra, los isleños se consideraban muy ’british’ pero en la práctica eran una colonia argentina. El cambio que sobrevino después de la guerra es de no creerlo. Por las licencias de pesca que concede a compañías extranjeras, Falkland recibe 70 millones de dólares al año. No están incluidos los ingresos que obtienen por las capturas de sus propios barcos. "En otoño y en primavera las tripulaciones se refuerzan con trabajadores del continente y con jóvenes que vienen de Nueva Zelanda o Australia. Con el sueldo que ganan pueden recorrer luego Sudamérica y hasta les queda un ahorro", dice Mark, tripulante del Moody Brook, pesquero con bandera de Falkland. El turismo también es una actividad lucrativa; en el 2011 más de 50.000 personas visitaron las islas, la mayoría llegaron a bordo de gigantescos cruceros. Gracias a la bonanza pesquera y turística el ingreso per cápita en Falkland –de 69.500 dólares anuales- es el cuarto del mundo después de Qatar, Luxemburgo y Lichtenstein. Debido a las desavenencias entre las partes, los acuerdos suscritos por Argentina y Gran Bretaña para la explotación conjunta de la plataforma marítima se convirtieron en letra muerta. En el 2006 Gran Bretaña estableció para sus súbditos de ultramar una zona económica de 320 kilómetros de diámetro. Dentro de esa zona subyacen grandes napas petrolíferas, con reservas estimadas de 60.000 barriles de crudo. La estatal ’Falkland Oil & Gas’ licitó a tres compañías británicas para la exploración y explotación de los yacimientos. De momento no se ha extraído petróleo en cantidades comerciales. Pero los técnicos confían en que tarde o temprano brotará el sifón de oro negro. Pese a los recursos con que cuentan, los ’falklanders’ –ya no ’kelpers’- mantienen una vida sencilla. La educación es gratuita y los seguros médicos están al alcance de los 3.145 pobladores permanentes o transitorios. Pero las viviendas son sumamente sencillas y funcionales al clima frío y tempestuoso. A diferencia de otros países, donde los vehículos 4X4 son símbolo de estatus, en Falkland son herramientas de trabajo. "La vida al aire libre, las excursiones y la vida en familia forman parte de nuestra genética. Para mí tiene más encanto encender una fogata en la cima del Monte Kent, que alojarme en un hotel de cinco estrellas", afirma el guía que mencionábamos al principio. Pero cualquiera de estos días una de las plataformas alejadas de la costa destapa el corcho de una gigantesca napa de crudo y los parientes pobres del Reino Unido se convierten en los jeques del Atlántico Sur. Fuente: http://www.elmundo.es/america/2012/03/31/argentina/1333193974.html