jueves, 13 de marzo de 2014

CARTA A UN JOVEN ARGENTINO QUE ESTUDIA FILOSOFÍA


LA CUARTA Y ÚLTIMA PARTE APARECE AL PRINCIPIO (Las primeras tres leerlas abajo) *************************************************************************************************************** CARTA A UN JOVEN ARGENTINO QUE ESTUDIA FILOSOFÍA (CUARTA Y ULTIMA PARTE) Yo espero mucho de la juventud intelectual argentina: pero sólo confiaré en ella cuando la encuentre resuelta a cultivar muy en serio el gran deporte de la precisión mental. Más de una vez-y por cierto con anterioridad a las voces que ahora comienzan fuera de España a insinuar algo parecido- he hecho notar que la historia avanza según grandes ritmos biológicos, de los cuales es uno el de la edad. "Hay tiempos de jóvenes y tiempos de viejos", decía yo en EL TEMA DE NUESTRO TIEMPO. La menera de reconocer a qué sazón vital pertenece una época es determinar si las ocupaciones que en ella dan el tono son de tono "serio" o de tono alegre. Porque las cosas todas del mundo se pueden repartir en esas dos clases de tonalidad. Hay paisajes tristes y paisajes jocundos.Y esta diferencia de matiz expresivo no proviene como ha solido creerse, de una mera proyección sobre el paisaje indiferente de nuestros estados subjetivos. El paisaje triste- ciertos puertos lívidos y cardenosos de España-, Somosierra, Piqueras por ejemplo, lo son por sí mismos. El que va alegre por ellos nota su trsteza, sólo por el hervor d su interno regocijo le defiende e inmuniza de la triteza invasora que el paisaje comprime contra su persona. Del mismo modo, al salir de una habitación caldeada, el fuego acumulado en nuestro cuerpo impide que sea penetrado por el frìo exterior que percibimos, pero,por decirlo así,mantenemos a raya, sin transitar las frontera de nuestra piel. Pues bien; en ese sentido hay ocupaciones "serias", como son la política y la industria en general, el derecho y la economía. Son puros formalismos, y como tales, tristes, grises, sin interior suficiencia. La "seriedad" del magistrado y del contable; en general, gravedad del burgués es un reflejo de sus serias preocupaciones. En cambio, la ciencia, por ejemplo la filosofía, ríe y sonríe en los diálogos de Platón con un ruido de algazara escolar.Cosa nada sorprendente si se advierte que la filosifía se inventó por unos viejos sonrientes en conversación con los muchachos que salían del gimnasio triscando delante de sus ayos o " pedagogos".(Véase el LYSIAS) El predominio del deporte físico, con su tono de alegrìa muscular, es, acaso, un síntoma de cariz que la vida va a ir tomando. Parece como si Europa se entregase a una salvadora puerilidad.Éste es un punto sobre el que algún día quisiera hablar largamente, porque lo considero de sumo interés. Un profundo instinto hace entrever a nuestras viejas naciones que necesitan, después de una etapa de triste trabajo, dominada por el burgués y el obrero, una etapa de puerilidad y juventud. Pero es el caso que el espíritu- en cuanto cabe distinguirlo de la carne-es siempre más viejo que el cuerpo, y, desde luego, un exceso de espiritualidad avejenta. Bien; y ¿qué inconveniente hay en que sobrevenga una época durante la cual el cuerpo se anteponga al espíritu a fin de equilibrar la exageración de que éste, que en los últimos sIglos han padecido? sazón de convalecencia para Europa. Toda convalecencia mima al cuerpo, y, además tiene no sé qué de admirablemente pueril. 1924. DE "REVISTA DE OCCIDENTE" Madrid. 1957

CARTA A UN JOVEN ARGENTINO QUE ESTUDIA FILOSOFÍA


CARTA A UN JOVEN ARGENTINO QUE ESTUDIA FILOSOFÍA Publicado en 20 abril, 2008 de amparorules JOSÉ ORTEGA Y GASSET ( Algunos de sus párrafos) Me ha complacido mucho su carta, amigo mìo. Encuentro en ella algo que hoy es insólito encontrar en un joven, y especialmente en un joven argentino. Pregunta usted algunas cosas, es decir,admite usted la posibilidad que las ignora. Ese poro de ignorancia que deja usted abierto en el área pulimentada de su espìritu, le salvará. Por él se infiltrará el superior conocimiento. Créame: no hay nada más fecundo que la ignorancia consciente de sí misma. Desde Platòn hasta la fecha , los más agudos no han encontrado mejor definición de la ciencia que el título antepuesto por el gran Cusano a uno de sus libros: "DE DOCTA IGNORANTÍA". La ciencia es, ante y sobre todo, un docto ignorar. Por la sencilla razón de que las soluciones, el saber que se sabe, son en todos sentidos algo secundario con respecto a lo problemas. Si no se tiene clara noción de los problemas, mal se puede proceder a resolverlos. Además ,por muy seguras que sean las soluciones, su seguridad depende de la seguridad de los problemas. Ahora bien,: darse cuenta de un problema es advertir ante nosotros la existencia concreta de algo que no sabemos lo que es; por lo tanto es un saber que no sabemos.Quien no sienta voluptuosamente esta delicia socrática de la concreta ignorancia, esa herida, ese hueco que hace el problema en nosotros, es inepto para el ejercicio intelectual. La juventud argentina que conozco me inspira-¿por qué no decirlo?- más esperanza que confianza. Es imposible hacer nada importante en el mundo si no se reúne esta pareja der calidades: fuerza y disciplina. La nueva generaciòn goza de una espléndida dosis de fuerza vital, condición primera de toda empresa histórica; por eso espero en ella. Pero, a la vez, sospecho que carece por completo de disciplina interna- sin la cual la fuerza se desgrega y volatiliza- por eso desconfío de ella. No basta curiosidad para ir hacia las cosas: hace falta rigor mental para hacerse dueño de ellas. En las revistas y libros jóvenes que me llegan de la Argentina- respetando alguna excepciones-demasiado énfasis y poca precisión. ¿Cómo confiar en gente enfática? Nada urge tanto en Sudamérica como una general estrangulación del énfasis. Hay que ir a las cosas, sin más. CONTINUARÁ…

CARTA A UN JOVEN ARGENTINO QUE ESTUDIA FILOSOFÍA. ( Segunda parte ) JOSÉ ORTEGA Y GASSET


CARTA A UN JOVEN ARGENTINO QUE ESTUDIA FILOSOFÍA. ( Segunda parte ) JOSÉ ORTEGA Y GASSET El americano, amigo mío-por razones que no es ocasión para enunciar-,propende al narcisismo y a lo que ustedes llaman "parada".Al mirar las cosas, no abandona sobre éstas la mirada, sino que tiende a usar de ellas como en un espejo donde contemplarse. De aquí que, en vez de penetrar en su interior, se quede casi siempre ante la superficie, ocupado en dar representación de sí mismo y ejecutar cuadros plásticos. Pero la ciencia y las letras no consisten en tomar posturas delante de las cosas, sino en irrumpir frenéticamente dentro de ellas, merced a un apetito de penetración. Son ustedes más sensibles que precisos y, mientras esto no varíe, dependeràn ustedes integramente de Europa en el orden intelectual- único al que me refiero-. Porque, al ser sensibles toda idea graciosa y fértil que se produzca en Europa conmoverá, quieran o no, el fino receptor que es su organismo; pero al querer reaccionar frente a la idea recibida- juzgarla, refutarla, valorarla y oponerle otra- encontrarán ustedes dentro de sí esa impresión, esa vaguedad- llamemosló por su nombre-, esa falta de criterio certero, firme, seguro de sí mismo, que sòlo se obtiene mediante rigurosas disciplinas.

CARTA A UN JOVEN ARGENTINO QUE ESTUDIA FILOSOFÌA de JOSÉ ORTEGA Y GASSET


CARTA A UN JOVEN ARGENTINO QUE ESTUDIA FILOSOFÌA ( Tercera parte) de JOSÉ ORTEGA Y GASSET AMIGO: Siempre me ha sorprendido la desproporción que suele haber entre la inteligencia, a menudo espléndida, del americano y esa otra facultad de "mese au point" que es su criterio. Tal vez en horas de sinceridad consigo mismo,percibe todo buen intelectual americano ese extraño fenómeno secreto de la insuficiencia de su criterio. Cualquiera que sea su énfasis hacia el exterior-énfasis que en ocasiones se eleva a la petulancia-,el fondo insobornable que arrastra todo hombre consigo le advierte de que no está seguro de sí mismo en el difícil manejo de las ideas. ¿Por qué es esto así? Yo aventuraría una explicación, pero su desarrollo me forzaría a entrar en cuestiones un poco abstrusas de psicología étnica. Sería preciso contrarestar la tradicional noción que supone idénticas, poco más o menos, las almas humanas en todos los tiempos – sin más diferencias que la de sus contenidos- e ignora que son ,a veces, de estructura (de anatomía y fisiología) sumamente diversas.Además hay cosas que conviene hablar sólo entre pocos y no aventarlas con riesgo de que sean mal entendidas.En fin, usted por sí sólo, puede reconstruir mi intento de explicación fijàndose en que la función ya exquisitamente desarrollada en el argentino,la sensibilidad,habría que localizarla en la periferia de la psique, por ser función receptiva, mientras que el criterio, aùn imperfectamente desenvuelto (repito en el orden propiamente cientìfico y literario)es una operación de dentro a fuera y afecta a las zonas màs centrales, más personales de la conciencia.Esto significa que la nueva generaciòn necesita completar sus magníficas potencias con una rigurosa disciplina interior.Yo quisiera ver en éstos jovenes la severa exigencia de ella.Pero acontece que veo todo lo contrario: un apresurado afàn por reformar el universo, la sociedad, el Estado, la universidad, todo lo que fuera, sin previa reforma y construcciòn de la intimidad. En este punto no pactaré jamás con ustedes, y me hallarán irreductible. Todo el que incita a los jòvenes para que abandonen el sublime deporte còsmico que es la juventud y salgan de ella a ocuparse de las cosas llamadas "

TANGO ARGENTINO – (LIGAZÓN ENTRE EL TANGO Y EL FÚTBOL)http://milongueroybailarin.wordpress.com/2013/08/24/33-tango-argentino-ligazon-entre-el-tango-y-el-futbol/


TANGO ARGENTINO – (LIGAZÓN ENTRE EL TANGO Y EL FÚTBOL) agosto 24, 2013Artículos de Tango Argentino y la actualidad Hay pasiones que dominan la mente superando todas las barreras, desorganizando el justo balanceo de la equidad y siendo un sentimiento muy intenso puede hasta quebrar la voluntad, perturbando la razón en cuanto a la imparcialidad al juzgar un hecho. Porque cuando no tenemos equilibrio, respeto ni educación, tampoco tenemos diálogo y solo prevalece el autoritarismo, el mal trato y todo aquello que genera la violencia del patoterismo, más allá del poder que lo ejerza, sea político, sindical, empresarial, corporativo, etc. Los “barra brava” nacen a principios de los sesenta con el nombre de “barra fuerte” y estas personas en el fútbol argentino actual, mezclando pasión con intereses personales, están desvirtuando el concepto base de la emoción y el delirio que produce ver en la cancha, un partido de fútbol, que a su vez es similar al encendimiento y paroxismo de bailar un tango, más allá del lugar donde lo haga. La temática del tango hasta la década del 40 incluida, abarcaba TODO lo que acontecía en Buenos Aires, por lo tanto no resulta extraño que el deporte más reconocido por los argentinos, tenga una gran cantidad de tangos dedicados a clubes de primera división y a sus grandes figuras, uniendo a dos de los tres berretines de los porteños, con mayor adhesión popular por aquellos años. De hecho las dos primeras películas argentinas del cine sonoro (sin discos) fueron temas que tratan la pasión por el tango y el fútbol. El título de la primera es “Tango” y la segunda “Los tres berretines” estrenada en el cine Astor en 1933. Bajo la dirección de Enrique T. Susini trabajaron entre otros, los artistas Luis Arata, Luis Sandrini y los músicos Osvaldo Fresedo y Aníbal Troilo. Wikipedia dice que hasta ese entonces además de los dos señalados, el otro berretín era la radio y a partir de allí paso a ser el cine, aunque muchos dicen que el tercero en discordia era: el Turf (Carlos Gardel fue uno de sus apasionados) y esto será tema de otro artículo. También se menciona que antes de los citados, hubo varios films con otros tipos de sonidos. Volviendo a los tangos dedicados a clubes y a sus estrellas, podemos comenzar por el más grande, diciendo: Carlos Gardel grabó dos tangos con circunstancias directas de fútbol, como fueron “Patadura” (1928) de J. López Ares y E. Carrera Sotelo y “Mi primer Gol” (1933) de Pettorossi, Fattorini y Bonano. Y como “EL Mudo” era hincha de La Academia de Avellaneda, tenemos a “Racing Club” de Vicente Greco y Carlos Pesce. Grabado primero por Roberto Firpo (1913), luego lo hicieron Fco. Canaro, Carlos Di Sarli, Ángel D´Agostino, Alfredo Gobbi hijo y Rodolfo Biagi en 1950). Racing Club 1950 Y para su clásico rival de barrio (Los Diablos Rojos), Agustín Bardi compuso “Independiente Club”. Años más tarde Héctor Varela con su orquesta graba otra versión con el mismo título. La Academia de Avellaneda La Academia de Avellaneda Los Diablos Rojos Los Diablos Rojos Los Azulgrana Los Azulgrana Boca Juniors, tiene una gran cantidad de temas dedicados a Los Bosteros, el más antiguo en 1916 lo compuso J. Quevedo, bajo el título “Boca Juniors Club”. El maestro Cauvilla Prim, a finales de los años 20, escribe un pasodoble que luego pasa a ser la Marcha Oficial del club bajo el nombre de “Boca Juniors”, ya con música de Ignacio Goyeche y letra de Jesús Fernández Blanco. Osvaldo Fresedo compuso en 1928 “Tarasca Solo”. Alfredo Bigeschi (1931) le dedica el tema “Campeón” y Juan D´Arienzo (1946) graba “Azul y Oro”. Miguel Caló (1952) grabó otro tango y Floreal Ruíz, con la orquesta de A. Troilo “Muchachos, yo soy de Boca”. El poeta Arturo Antelo, escribe en 1918 unos versos para River Plate y recién en 1931 Fco. Canaro lo graba como El Himno Oficial del club. Luego Leopoldo Díaz Vélez compone “River Plate”, tango grabado por Armando Pointer. Además tiene tangos dedicados a José M. Moreno, Ángel Labruna, Bernabé Ferreyra y al arquero Amadeo Carrizo, cuyo título es “Tarzán”, (justo el apodo de Antonio Roma, arquero de Boca) Los Bosteros Los Bosteros Los Millonarios Los Millonarios En 1933 el bandoneonista Horacio Pezzi compone con Carlos Espíndola (letra) un tango para Gimnasia y Esgrima, titulado “El Expreso de La Plata”. Y para el pincha de la ciudad de las diagonales, Francisco Rotundo graba “Estudiantes de La Plata” (1952). El Expreso de La Plata El Expreso de La Plata El Pincha Platense El Pincha Platense En 1946, Banfield gana el torneo de primera B y asciende a primera A, y don Alfredo De Angelis compuso un tango instrumental, bajo el nombre “El Taladro”, dedicado a club del sur del Gran Bs.As. Al Huracán campeón de 1928, los hermanos Pedro y Roberto Sassone escriben “Me Elevo a Las Nubes”, tango grabado por la orquesta de Juan Guido y en honor al famoso artillero Herminio Masantonio, se graba “El Mortero del Globito” compuesto por Miguel Padula y un desconocido hincha del Globo. El Taladro El Taladro glorias del fútbol argentino Para las conquistas de la selección nacional, al equipo ganador del campeonato Sudamericano de 1955, jugado en Chile, Omar Maderna escribió el tema “Argentina Campeón”. Y en 1978 Astor Piazzola escribe varios temas en tiempo de tangos, referidos al triunfo Argentino en ese campeonato mundial. La película “El Hincha” estrenada en 1951, cuyo protagonista fue Enrique S. Discépolo (autor de memorables tangos), marca a fuego el entusiasmo, la exaltación y fanatismo que “vive” un auténtico hincha de fútbol. El equipo que jugó los Juegos Olímpicos de 1928 en Amsterdam se queda con dos tangos “Olimpicos” de P. Zarate y Alberto González y el titulado “Monti Solo” de A. Scarpino. Destaco que Argentina al perder la final frente a Uruguay se quedó con la medalla de plata.Y los Uruguayos enhebraron a este triunfo el juego anterior en 1924 y luego el primer campeonato mundial de fútbol de 1930 jugandose la final en el Centenario ante más de noventa mil personas, derrotando nuevamente a la Argentina por 4 a 2.- El Centenario-Uruguay1930_montevideo club de mi amigo Daniel Yorio y flia Habiendo comenzado nombrando a “El que cada día, canta mejor”, para terminar vuelvo a relacionarlo con el fútbol: Carlos Gardel falleció un 24 de junio de 1935, justo… el día que debutó en la primera de River Plate, uno de los más grandes jugadores de esa época, me refiero a Adolfo Pedernera.- Boca campeón1954Independiente-1952 href=”http://milongueroybailarin.files.wordpress.com/2013/08/huracan_gr.jpg”>El Globo de Parque Patricios El Globo de Parque Patricios[/caption] (Datos de Wikipedia-internet, sin interés comercial, al solo efecto de ilustrar y difundir) Con un abrazo milonguero los saluda Alcides Ferrari prodtango@hotmail.com Blog en Google: milongueroybailarin.wordpress.com (en menú, opción milonguero porteño) Contiene: artículos, letras propias y fotos)

Matilde Montoya, la primera mujer médico mexicana


Mèdico Ajfredo Martinez — Matilde Montoya, la primera mujer médico mexicana. Matilde Petra Montoya Lafragua nació en la Ciudad de México el 14 de marzo de 1857. Su madre, Soledad Lafragua, era originaria de la Ciudad de Puebla, quien al quedar huérfana fue traída al Convento de la Enseñanza en la Ciudad de México, donde aprendió a leer y escribir. A los 13 años, Soledad conoció al joven militar José María Montoya, de 19 años quien era un hombre conservador, con quien meses después se casó, siendo aún una niña. Tuvieron tres hijos. El primero fue un varón, quien de inmediato pasó al cuidado de su abuela paterna, la segunda hija de Soledad y José María falleció a corta edad y poco después nació Matilde quien fue educada como hija única; su madre empezó a transmitirle a su hija la educación que había recibido en el convento. A los cuatro años, Matilde ya sabía leer y escribir, convirtiéndose en una ávida lectora. El padre de Matilde no comprendía ese interés por estudiar y con frecuencia se disgustaba con su esposa, ya que no le veía sentido a la educación que pretendía darle a la niña. Años más tarde Matilde no pudo ser inscrita en la Escuela Primaria Superior, equivalente en ese entonces a la Secundaria actual, debido a su edad, ya que sólo tenía 11 años, asi que con la ayuda de maestros particulares, Matilde terminó sus estudios para presentar el examen oficial para Maestra de Primaria, el cual aprobó sin dificultad, pero su edad, 13 años, nuevamente fue un impedimento para que le dieran un puesto. Ese año murió su padre y Matilde se inscribió en la carrera de Obstetricia y Partera, que dependía de la Escuela Nacional de Medicina, obligada a abandonar esa carrera debido a dificultades económicas, la joven se inscribió en la Escuela de Parteras y Obstetras de la Casa de Maternidad que se encontraba en las calles de Revillagigedo, un lugar que se conocía como de "atención a partos ocultos", es decir, que atendía a madres solteras. A los 16 años, Montoya recibió el título de Partera. Empezó a trabajar como auxiliar de cirugía con los Doctores Luis Muñoz y Manuel Soriano, con el objetivo de ampliar sus conocimientos de Anatomía, ya que en sus estudios de Obstetricia sólo le habían enseñado los conocimientos relativos al aparato reproductor femenino. Con el poco dinero que contaba, se dio tiempo para tomar clases en escuelas particulares para mujeres y completar sus estudios de Bachillerato. Al cumplir los 18 años, Matilde Montoya buscó acomodo en la ciudad de origen de su madre, Puebla. La joven partera se hizo rápidamente de una numerosa clientela de mujeres que se beneficiaban con su amable trato y sus conocimientos de medicina, más avanzados que los de las otras parteras y aún que los de muchos médicos locales. Algunos médicos orquestaron una campaña de difamación en su contra en varios periódicos locales, publicando violentos artículos en los que convocaban a la sociedad poblana a no solicitar los servicios de esa mujer poco confiable, acusándola de ser "masona y protestante". La presión fue muy grande y el trabajo de Matilde Montoya se hizo insostenible, por lo que se fue a pasar unos meses a Veracruz. De regreso en la capital poblana, pidió su inscripción en la Escuela de Medicina de Puebla, presentando constancias de su recorrido profesional, cumpliendo con el requisito de acreditar las materias de Química, Física, Zoología y Botánica y aprobando el examen de admisión. Fue aceptada en una ceremonia pública a la que asistieron el Gobernador del Estado, todos los Abogados del Poder Judicial, numerosas maestras y muchas damas de la sociedad que le mostraban así su apoyo. Sin embargo, los sectores más radicales redoblaron sus ataques, publicando un artículo encabezado con la frase: "Impúdica y peligrosa mujer pretende convertirse en médica". Agobiada por las críticas, Matilde Montoya decidió regresar con su madre a la Ciudad de México, donde por segunda vez solicitó su inscripción en la Escuela Nacional de Medicina, siendo aceptada por el entonces Director, el Dr. Francisco Ortega en 1882, a los 24 años. Las publicaciones femeninas y un amplio sector de la prensa la apoyaban, pero no faltaban quienes opinaban que "debía ser perversa la mujer que quiere estudiar Medicina, para ver cadáveres de hombres desnudos". En la Escuela Nacional de Medicina no faltaron las críticas, burlas y protestas debido a su presencia como única alumna, aunque también recibió el apoyo de varios compañeros solidarios, a quienes se les apodó "los montoyos". Varios docentes y alumnos opositores solicitaron que se revisara su expediente antes de los exámenes finales del primer año, objetando la validez de las materias del Bachillerato que había cursado en escuelas particulares. A Montoya le fue comunicada su baja. La joven solicitó a las autoridades que si no le eran revalidadas las materias de Latín, Raíces Griegas, Matemáticas, Francés y Geografía, le permitieran cursarlas en la Escuela de San Ildefonso por las tardes. Su solicitud fue rechazada, ya que en el reglamento interno de la escuela el texto señalaba "alumnos", no "alumnas". Desesperada, Matilde Montoya escribió una carta al Presidente de la República, General Porfirio Díaz, quien dio instrucciones al Secretario de Ilustración Pública y Justicia, Lic. Joaquín Baranda, para que "sugiriera" al Director de San Ildefonso dar facilidades para que la Srita. Montoya cursara las materias en conflicto, ante lo que no le quedó más remedio que acceder. Tras completar sus estudios con buenas notas y preparar su tesis, Matilde Montoya solicitó su examen profesional. Nuevamente se topó con el obstáculo de que en los estatutos de la Escuela Nacional de Medicina se hablaba de "alumnos" y no de "alumnas", por lo que le fue negado el examen. Una vez más, dirigió un escrito al Presidente Porfirio Díaz, quien decidió enviar una solicitud a la Cámara de Diputados para que se actualizaran los estatutos de la Escuela Nacional de Medicina y pudieran graduarse mujeres médicas. Como la Cámara no estaba en sesiones y para no retrasar el examen profesional de Montoya, el Presidente Díaz emitió un decreto para que se realizara de inmediato el 24 de agosto 1887 Hubo quien publicó que Matilde Montoya se había recibido por decreto presidencial, cuando no fue así; dicho decreto tan sólo era para que se le permitiera recibirse si cumplía con los requisitos de presentar sus exámenes teórico y práctico ante un jurado académico. Por supuesto, le fue asignado el jurado más exigente y riguroso. En lugar de disponer el Salón Solemne de Exámenes Profesionales, con sillones de maderas preciosas colocados en forma de herradura sobre una tarima para el jurado y las autoridades académicas, así como fina sillería para el público asistente, se le negó a Matilde el derecho a disfrutar de esa simbología de jerarquía profesional, disponiendo para su examen un salón menor. Esto ocurría durante la tarde del 24 de agosto de 1887. Faltando pocos minutos para las cinco, hora fijada para el examen, llegó un mensajero avisando que el Señor Presidente Porfirio Díaz salía a pie de Palacio Nacional, acompañado de su esposa Carmelita y algunas amistades, para estar presente en el examen profesional de la Srita. Montoya. Rápidamente abrieron el salón de actos solemnes, donde se realizó el examen durante dos horas, cumpliendo con todos los puntos reglamentarios. Matilde Montoya contestó correctamente todas las preguntas que se le hicieron y fue aprobada por unanimidad. Cuando terminó el examen, se escuchó el aplauso de varias damas, maestras de primaria y periodistas que se habían reunido en el patio, festejando el veredicto de "aprobado". Al día siguiente, Matilde realizó su examen práctico en el Hospital de San Andrés ante la presencia del jurado y, en representación del Presidente, su Secretario Particular y el Ministro de Gobernación. Después de recorrer las salas de pacientes, contestando las preguntas relacionadas con distintos casos, la examinada pasó al anfiteatro, donde realizó en un cadáver las resecciones que le pidieron, siendo aprobada por unanimidad. El Ministro de Gobernación leyó un discurso elogiando a la Profesora en Medicina y Cirugía Matilde Montoya y, al día siguiente, la mayoría de los periódicos festejaron la victoria final después de tantas batallas de la Señorita Matilde Montoya, Primera Médica Mexicana. Su título profesional, otorgado por parte de la Dirección General de Instrucción Pública del Gobierno del Distrito Federal, que entonces dependía del Ministerio de Gobernación, fue recogido semanas más tarde en la Escuela de Medicina por Paz Gómez, una amiga de Matilde Montoya, quien nos imaginamos ya no quiso volver a poner un pie en ese lugar. El Gral. Díaz y su esposa le obsequiaron después de la ceremonia de graduación una carretela y el tronco de caballos. Después de titulada, Matilde Montoya trabajó en su consulta privada hasta una edad avanzada. Siempre tuvo dos consultorios, uno en Mixcoac, donde vivía, y otro en Santa María la Ribera. Atendía a todo tipo de pacientes, cobrándole a cada uno según sus posibilidades. Participó en asociaciones femeninas como el "Ateneo Mexicano de Mujeres" y "Las Hijas de Anáhuac", pero no fue invitada a ninguna asociación o academia médica, aún exclusivas de los hombres. En 1923 asistió a la controvertida Segunda Conferencia Panamericana de Mujeres, que se realizó en esta ciudad. Dos años después, junto con la Dra. Aurora Uribe, fundó la Asociación de Médicas Mexicanas. Acta constitutiva de la Asociación de Médicas Mexicanas. Donde participó la Dra. Matilde Montoya. A los 50 años de haberse graduado Matilde Montoya, en agosto de 1937, la Asociación de Médicas Mexicanas, la Asociación de Universitarias Mexicanas y el Ateneo de Mujeres le ofrecieron un homenaje en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. Matulde Montoya murió cinco meses después, el 26 de enero de 1938, a los 79 años. Aunque nunca se casó, adoptó cuatro hijos, de los cuales le sobrevivieron un hijo en Puebla y una hija en Alemania, Esperanza, a quien envió a ese país para que se preparara como concertista, pero durante la II Guerra Mundial fue retenida en un campo de concentración y nunca se supo más de ella. La Dra. Montoya fue de gran importancia en el impulso para que otras mujeres estudiaran medicina en una época en la que la sociedad reprobaba la participación de la mujer en actividades fuera del hogar. Llegaron al grado de apedrear a las mujeres que estudiaban medicina; fue necesario unirse para apoyarse; en adelante, iban acompañadas por otras médicas al examen de cada una, para hacer frente a las agresiones de que eran objeto. La participación de la Dra. Montoya en el impulso a la actividad profesional de las médicas, le valió múltiples reconocimientos de organizaciones de mujeres, la prensa y la entonces Secretaría de Salubridad y Asistencia. Con motivo del centenario de la titulación de Matilde Montoya, el 24 de agosto de 1987, la Federación de Asociaciones de Médicas Mexicanas inició con toda anticipación los trámites para la instalación de un busto en bronce de su ilustre colega, pero debido a la destrucción por los sismos del 85, su develación tuvo que posponerse hasta 1988. El busto en bronce se encuentra en el Jardín José Martí, enfrente del Centro Médico Siglo XXI, sobre Av. Cuauhtémoc. El 23 de octubre de 2003 se develó otro busto de Matilde Montoya en el Patio de la Secretaría de Salud, junto con los de otros médicos ilustres de nuestro país. “Matilde P. Montoya, Ejemplo de tenacidad en la persecución de un sueño ridículo para unos, imposible para otros y reprobado por los demás abrió a la mujer mexicana el camino de la ciencia en las postrimerías del pasado siglo.