jueves, 3 de julio de 2014

JUÁN (TATA) CEDRÓN


http://www.lanacion.com.ar/838029-juan-cedron-la-historia-tanguera-de-un-repatriado Por Mauro Apicella | LA NACION - 0 NOTA DEL 2006 El Tata, con proyectos porteños. Foto: Fernanda Corbani Más notas para entender este tema Tesoros escondidos de Homero Hace casi dos años volvió a Buenos Aires luego de tres décadas de estada en Francia. Volvió para quedarse. El barrio pudo más. Por eso, Juan "el Tata" Cedrón es un repatriado. Y no sólo por el retorno físico al pago, sino también por lo artístico. Por un lado, su estilo tanguero es inimitable, aunque su presencia se puede notar a modo de influencia o de admiración en el trabajo de músicos mucho más jóvenes. Por otro, Cedrón anda con varias actividades. Semanas atrás estrenó "Orejitas perfumadas", una obra en homenaje a Roberto Arlt, con dirección de Roberto Saiz y canciones con textos de Mario Paoletti y músicas interpretadas por el Cuarteto Cedrón. Además, este guitarrista y cantor tiene ganas de dar clases de música, de volver a Francia (sólo para una gira de conciertos que dará a partir de octubre) y de estrenar su nuevo disco, "Frisón, frisón", compuesto por poesía inédita de Homero Manzi y música propia. De "Orejitas perfumadas", que se presentó en el Teatro Presidente Alvear, dice: "Lo nuestro no es una cosa pretenciosa, sino un homenaje verdadero. Leí a Arlt toda mi vida. Me identifico con su literatura, con su lenguaje, con los planteos que hace y las angustias que pinta, con la visión que tiene de Buenos Aires y la cosa agresiva. Somos de una generación fuerte; al menos, cuando éramos jóvenes tuvimos una visión fuerte de la realidad". Todo lo porteño nunca dejó de estar en la vida de Cedrón a pesar de la distancia. "No me quedó acento, la ere [francesa] -dice- , y mis hijos hablan perfectamente el castellano, aunque se criaron allá. Yo tengo un lenguaje de los sesenta y los setenta. Recién ahora me estoy acostumbrando un poquito. Pero todavía tengo giros de esos años." El músico repara en estos detalles porque es un apasionado de la palabra y el sonido. Luego cuenta que volvió a la Argentina en 1984, con el retorno de la democracia, para tocar con su cuarteto. Dio un par de recitales, que define como "memorables", en Obras Sanitarias y desde entonces volvió cada año, pero sólo para tocar. "Intenté quedarme un par de veces. Lo hablamos con quien entonces era mi mujer, Margarita. Pero fue para los años de los alzamientos militares de Rico y de Seineldín. Después de eso me dijeron: «Si querés, volvé solo»." La siguiente oportunidad para el regreso recién fue en 2004, atraído por ciertos fantasmas de Boedo. Hace dos años que está instalado en una casa de la calle Colombres, con su actual esposa, Antonia, y una hija de 8 meses, Azul. "Después de 30 años en Francia algunos preguntaron: «¿Por qué volvés?». Y yo me pregunto por qué me fui; por qué me tuve que ir. Ahora siento que en mi entorno hay un buen clima. La gente está muy creativa, positiva, tirando para adelante sin hacerse el coco con triunfalismos. Por eso me siento bien en la Argentina. Si hay algún dolor es porque pasé 30 años afuera, aunque la pasé muy bien. Allá me respetan, me quieren. Tengo que agradecer al pueblo francés, que me permitió trabajar, comer, crear y grabar. Fue una estadía enriquecedora." Allá quedaron sus hijos mayores, Román, de 42 años, contrabajista y luthier, y Emilio, violinista (ambos tocaron en el Cuarteto Cedrón durante algunos años). "Decidieron no seguir para hacer sus cosas", dice. Y acá está el "Tata", que observa los títulos del disco de Manzi mientras Antonia juega con Azul en otra habitación. "Estoy feliz. Me siento bien. Tengo posibilidades de trabajar. Hice una gira por el país. Estuve presentándome con Suma Paz. Ahora estamos haciendo lo de Arlt y pronto saldrá el disco." Las letras inéditas de Homero Manzi llegaron a su guitarra de manos de Acho (el hijo de Homero), que es muy amigo de Cedrón. "De hecho, yo hice un disco con poemas de él [de Acho]. El primer poema que me dio fue «Padre». Acho también me hizo pata cuando vine a vivir acá. Caminando por Boedo salieron los fantasmas del pasaje San Ignacio, de la avenida San Juan, de las calles Boedo, Agrelo y México. Aunque ahora hay mucho tráfico, las casas, en un 80 por ciento, siguen siendo las mismas. Hay un clima Manzi, Cátulo Castillo, Maffia, Piana... toda esa gente que uno quiere y que fue importante para mí y para Acho. Y un día Acho sacó un poema [de Homero]: «Palabras sin importancia»." El resto de los títulos del CD llegó poco después, en 2004, tiempo en que el cantor viajó a Europa para festejar en Francia los 40 años del Cuarteto Cedrón. Ahí, durante una gira, comenzó a revisar los poemas de Manzi y, entusiasmado, llegó a musicalizar dos en un solo día. "Después comencé a pulirlos", aclara. En las letras, la palabra frisón se repite varias veces, de ahí el nombre elegido para el CD. "Un corralón de barracas" es el tema donde Manzi y Cátulo Castillo más hablan de esos caballos de Frisia, de cascos grandes y mucha fuerza. "Qué siempre fue tu vivir, arena. Un tirón y otro tirón." De este álbum, "Palabras sin importancia" es el único que no está fechado. El resto del repertorio fue escrito entre 1934 y 1945. "Pienso que es importante que se hagan este tipo de cosas en este momento. Es creación de belleza y no tiene por qué ser actual", aclara Cedrón. Además, el músico proyecta un espectáculo para 2007, año del centenario del nacimiento de Manzi. "Me gustaría que fuera dedicado a su vida. Su niñez de campo, su adolescencia en Pompeya, su participación en el yrigoyenismo, la fundación de FORJA y su participación en el peronismo sin ser peronista." Piensa en un espectáculo sencillo para que también se pueda trasladar, a modo de clínicas, a los colegios. Todo esto lleva la charla con LA NACION a la actualidad de la música. Entonces Cedrón cuenta: "Hubo un desastre cultural durante más de treinta o cuarenta años. Yo pude mamar lo que hicieron Pugliese, Troilo o Di Sarli. Lo llevo en el alma. No preciso tocar lo que hicieron ellos. Pero está bien que los chicos más jóvenes toquen eso para empezar. Aunque no hay que confundir esto con la avidez y el deseo de triunfar. Cuando en Estados Unidos triunfó el tango danza, todo el mundo se hizo bailarín para ganar dólares. Hay una leyenda mapuche que habla de cuando querían hacer el color azul del lapislázuli para crear el poncho de Calfucurá. Mezclaron un montón de cosas hasta que consiguieron el color. Pero después de cuatro generaciones se destiñó. La leyenda habla de lo genuino. De lo que no se puede imitar. Cuando algo no es genuino, se destiñe". .