lunes, 8 de junio de 2015

Fray Claude Frollo adoptando a Quasimodo - "JOROBETA"


domingo, 3 de julio de 2011 "FRAY CLAUDIO FROLLO" Y UNA ENSEÑANZA Carlos Raúl Atwell Ocantos (tal su verdadero nombre), nació en Buenos Aires el 8 de junio de 1887. Tras finalizar sus estudios, se graduó de abogado y durante toda su vida continuó ejerciendo su profesión con la dedicación que su vocación le exigía, al punto de haber sido durante varios años juez de instrucción en los tribunales de la capital argentina. Escritor, redactó libros relacionados con la ciencia del derecho, fundó la revista “Legislación y jurisprudencia” y editó el “Diccionario de la legislación”. Amante de nuestra música popular, se vinculó a ella en calidad de poeta, condición bajo la cual dejó algunas obras de interesante valor. Pese a esto, no fue favorecido por el máximo intérprete de la canción, Carlos Gardel, quien le grabó solamente una obra: el tango “Sólo se quiere una vez”, con música del celebrado maestro Carlos Vicente Geroni Flores (autor de piezas fundamentales en la historia del tango, como “La cautiva” y “Melenita de oro”), registrado el 10 de marzo de 1930 en dos tomas, de las cuales se editó la segunda (matriz N° 5197-1). Mas de todas maneras su inspiración se vio recompensada, dado que la mayor parte de su producción autoral fue interpretada por algunos de los más ilustres representantes de la música argentina. Ignacio Corsini le grabó el tango “A eso de la oración” y la canción “El moño de terciopelo” (ambas con música del mencionado maestro Flores) y “Rubí”, tango (con Juan José Guichandut). Azucena Maizani le registró los tangos “Danza maligna” y “El pendantif” (con sendas músicas de Fernando Randle). Párrafo aparte merece Agustín Magaldi quien le grabó “Marisabel”, vals (nuevamente con C. V. G. Flores); “Guitarreando”, triunfo (con el mismo Magaldi y Pedro Noda); “Mi buena estrella”, tonada (con Alberto Hilarión Acuña); “Indiferencia”, tango (con Francisco Pracánico) y “Jorobeta”, tango (de nuevo con música de Magaldi-Noda). Este último fue firmado por Atwell Ocantos bajo el apelativo de “Fray Claudio Frollo”. Registrado por Agustín Magaldi el 3 de octubre de 1933 (Víctor 37514/74326), significó para el cantor uno sus más resonantes éxitos y para el poemario de nuestra música y la sociedad en general, deja una enseñanza que merece ser analizada. Cuenta la historia de un muchacho de la calle que tenía una joroba y trabajaba en un negocio de venta de billetes de lotería, cuyo dueño lo recogió y adoptó. Cabe aclarar que la asociación que el autor establece entre su seudónimo y la historia de un jorobado recogido y adoptado no es mera coincidencia: en la novela “Notre-Dame de Paris” (1831), original del insigne literato francés Víctor Hugo, uno de los principales protagonistas es Fray Claude Frollo (arcediano de la catedral de Notre Dame) quien recoge de la calle, adopta y educa a Quasimodo, un niño huérfano y jorobado a quien convertiría en el campanero de la misma. Fray Claude Frollo adoptando a Quasimodo En el tango referido, “Jorobeta” es un muchacho huérfano y jorobado (como quedó dicho: recogido y adoptado por el dueño del negocio) y cuya joroba significa para el éxito del mismo una suerte de talismán. El autor realiza una implacable crítica a los patrones que explotan a sus trabajadores (representados en el dueño del comercio, que limita a sólo un peso y “de lástima”, según sus propias palabras, las propinas que debe recibir “Jorobeta”); a la sociedad que supone que sólo puede ser “un señor muy respetable” aquel que ha hecho fortuna o acumulación de bienes materiales; al fomento de la cultura del juego por sobre la del trabajo (tristemente actualizado por algunos gobiernos de turno que, olvidando sus deberes para con sus pueblos, han fomentado y fomentan este vicio convirtiéndose los mismos gobernantes en capitalistas o banqueros) y a quienes depositan sus esperanzas de progreso económico en el azar y están dominados por la superstición (representados por quienes frotan su billete de lotería en la giba del joven en la creencia de que esta acción les deparará buena ventura). El último verso (en el que se devela el misterio de la joroba), deja una fundamental enseñanza para quienes practican este mal hábito. Carlos Raúl Atwell Ocantos o “Fray Claudio Frollo” o simplemente “Claudio Frollo”, falleció en Buenos Aires el 20 de marzo de 1942. “JOROBETA”; tango (1933) Letra: "Fray Claudio Frollo" Música: Agustín Magaldi – Pedro Noda I Lustraba los botines, estaban las propinas, un peso, nunca dos, dejábale ganarse la vida más o menos “de lástima” decía, hipócrita, el patrón. Lo cierto es que el muchacho, mascota de la casa, feote y jorobado llamaba la atención al verlo en los umbrales, el trapo sobre el hombro, “la grande” pregonaba a fuerza de pulmón. II Aumentaba la clientela, se vendían las decenas sin cesar, daba gusto aquel negocio cuya suerte residía en la giba del muchacho, nada más. Menudearon las propinas y el paciente “Jorobeta” se prestaba dócilmente y sin doblez a que algún supersticioso le pasara por el lomo aquel número elegido por la humana estupidez.

Jorobeta

Aurelia Vélez Sarsfield - La novia de Sarmiento


http://www.areaeducativa.com.ar/sitio/noticia_detalle.php?id=1319&t=Aurelia%20V%C3%A9lez%20Sarsfield:%20mujer%20rebelde Aurelia Vélez Sarsfield: mujer rebelde, amante apasionada y mente brillante Aurelia Vélez Sarsfield: mujer rebelde, amante apasionada y mente brillante Dicen que los amores cobardes no llegan a ser historias. Tal vez, el caso de Aurelia Vélez Sarsfield y Domingo Faustino Sarmiento careció del valor suficiente para trascender los umbrales de una época en la que las mujeres, pagaban con soledad sus sueños de libertad. Sin embargo hoy, la pasión que envolvió a los amantes, se hace piel en la tinta de Aracelli Bellota. Aurelia Vélez Sarsfield, hija del autor del Código Civil argentino, y partícipe clara de su redacción, es una de las féminas que aportaron luz en aquellos años en los que el país comenzaba a escribir su historia con pluma propia. Testigo privilegiada del devenir nacional, nace en 1836 y muere en 1924, convirtiéndose en cronista legítima de los tiempos de Rosas hasta los de Marcelo T. de Alvear. De esta manera, Araceli Bellota, historiadora y autora del libro “Aurelia Vélez Sarsfield, la amante de Sarmiento”, describe a aquella mujer: “Aurelia era libre, amaba el conocimiento, era brillante”. Y agrega: “Su tiempo no le perdonó tener la espectacularidad intelectual que tenía”. Bellota, cuenta que Aurelia era una dama inusual para sus años. En sintonía con ello, la escritora describe las historias de amor que la hija del autor del Código Civil protagonizó, y que escandalizó a las señoras de la época. Al respecto, la referente, detalla el frustrado matrimonio de Aurelia y su primo, Pedro Ortiz. De esta manera, sostiene que se trató de “una boda desapasionada y peligrosa”. Según argumenta la historiadora, la tradición oral divulgó varias versiones sobre la relación de ambos, entre las cuales circuló la existencia de un embarazo que nunca llegó a término, un asesinato y la declaración de demencia de Pedro. En alusión a lo anterior, Bellota explica que las habladurías de entonces, acusaban a Pedro Ortiz de asesinar a Cayetano Echenique, su secretario, tras ver a Aurelia en sus brazos. En todo caso, la importancia de los hechos, señala la entrevistada, radica en la declaración que realiza la legislatura porteña, al afirmar que Pedro era insano. La académica es clara en este punto: “Lo que se hizo fue salvar a ambos de la cárcel. No se puede olvidar que en esos tiempos, las mujeres pagaban con prisión el adulterio”. Con la vuelta de Sarmiento al país, en 1855, tras su segundo exilio en Chile, comenzaría la verdadera historia de amor que el padre del aula protagonizó con Aurelia. Historia que permaneció en la eternidad, esa que sólo los amantes voraces pueden escribir indefinidamente por siglos. A pesar de la pasión y la complicidad, el amor y el deseo que penetraba a ambos, se mantuvo en tinieblas, como esos secretos a voces, que deben permanecer ocultos aunque las ansias de traspasar los muros del silencio, devoren a sus protagonistas. Es así, como Aracelli Bellota describe el fuego que unió por siempre a Aurelia y a Sarmiento. De todos modos, la profesional agrega que aquella era también una historia de complicidad y de amistad. En este sentido, la historiadora señala que Aurelia fue quien propuso y sostuvo la candidatura de Sarmiento a presidente mientras este se encontraba en Estados Unidos. La correspondencia entre ambos da cuenta de la ansiedad con que el autor del Facundo, esperaba las noticias de su amada. En referencia a ello, Bellota esgrime que Aurelia, oficiaba como relatora de los acontecimientos que acaecían en el país y que revestían vital importancia para el docente inmortal. Una de las últimas cartas que existe, redactadas desde el Paraguay, describe a un Sarmiento abatido y con complicaciones de salud. La historiadora reproduce textualmente la letra del escrito: “La invito a inaugurar mi casa. ¿Qué tiene que hacer allá, Aurelia? Juntemos nuestro desencanto y veamos juntos pasar la vida”. Bellota, cuenta que Aurelia acude pronta al llamado de su hombre y viaja a Asunción, donde pasa junto a Sarmiento un mes de quietud y mansedumbre. El amor entre ambos, agrega la historiadora, era profundo, tanto que una semana después del regreso de Aurelia a Buenos Aires, Sarmiento muere. “El sentimiento que los unía era tan verdadero que quizás ella, no lo quería ver morir”, sentencia la escritora. En Argentina, los albores del siglo diecinueve se presentaban a los ojos de sus contemporáneos como una etapa fructífera y llena de posibilidades para todos los hombres que habitaban su suelo. Sin embargo, el olvido y el silencio, seguían siendo el lugar destinado para las mujeres de entonces. Rompiendo las cadenas de su tiempo, Aurelia Vélez Sarsfield, irrumpe desde la oscuridad que le estaba signada por meras cuestiones de género, y se presenta a la sociedad porteña, como una de las mentes más privilegiadas de aquellos años, como una mujer con capacidad y coraje de amar y desear a quien su tiempo, no le perdonaría. Wikipedia-Aurelia Vélez Sársfield Aurelia Vélez Sársfield Nombre de nacimiento Aurelia Vélez Sársfield Nacimiento 8 de junio de 1836 Bandera de Argentina Buenos Aires, Argentina Fallecimiento 6 de diciembre de 1924 (88 años) Bandera de Argentina Buenos Aires, Argentina Nacionalidad Argentina Padres Manuela Velázquez Piñero Dalmacio Vélez Sársfield Cónyuge Pedro Ortiz Vélez (1853) Domingo Faustino Sarmiento (1857-1888) Aurelia Vélez Sársfield (n. 8 de junio de 1836 en Buenos Aires, Argentina — f. 6 de diciembre de 1924 en Buenos Aires, Argentina1 ) fue una escritora, hija del legislador Dalmacio Vélez Sársfield y de Manuela Velázquez Piñero. Era la segunda hija del legislador. Desde sus primeros años recibió una formidable educación, que junto con las enseñanzas de su padre, servirían para que este decidiese asociarla a sus trabajos en calidad de secretaria —que posteriormente serviría para la redacción del Código Civil de Argentina en 1869. A la edad de diecisiete años, en 1857, se casó con su primo hermano, el doctor Pedro Ortiz Vélez, hijo del secretario de Facundo Quiroga.2 Por causas desconocidas, su matrimonio duró sólo unos pocos meses; sin embargo, una de las causas relacionadas con la separación es que Pedro Ortiz mató al secretario de Aurelia luego de que los viese abrazados.3 4 Tras la ruptura, Aurelia regresó a la casa de sus padres. La desunión de Domingo Faustino Sarmiento y su esposa Benita Martínez Pastoriza se concretó cuando esta sorprendió la correspondencia que su esposo mantenía con Aurelia:5 He debido meditar mucho antes de responder a su sentida carta de usted, como he necesitado tenerme el corazón a dos manos para no ceder a mis impulsos. No obedecerlo era decir adiós para siempre a los afectos tiernos y cerrar la última página de un libro que sólo contiene dos historias interesantes. La que a usted se liga era la más fresca y es la última de mi vida. Desde hoy soy viejo."6 Esta se volvería un "complemento espiritual para este".5 Tiempo después, la misma Aurelia preparó la candidatura a la presidencia de Sarmiento, mientras este se encontraba en Estados Unidos. Sarmiento le envió una carta cuando este tenía 77 años: Venga al Paraguay y juntemos nuestros desencantos para ver sonriendo pasar la vida. Venga pues a la fiesta donde tendremos ríos espléndidos, el Chaco incendiado, música, bullicio y animación. Venga, que no sabe la bella durmiente lo que se pierde de su príncipe encantado.7 Sarmiento murió el 11 de septiembre de 1888. Aurelia realizó un largo viaje por Europa, Egipto y Palestina, regresando casi veinte años después. Esta publicó trabajos que fueron piezas fundamentales y referentes de la época política por la que pasaba el país. Murió el 6 de diciembre de 1924, aunque en el libro de registros de ese cementerio aparece inscripta como "Aurelia Vélez de Ortiz, sepultada el 7 de diciembre de 1924, en la parcela 19-3-35/36, que no es la que ocupa Dalmacio Vélez Sarsfield".4 Los sobrinos de Aurelia acataron una de sus órdenes, "pero no pensaron en su voluntad implícita de descansar en la bóveda familiar y de que su nombre no apareciera acompañado por su apellido de casada". En 1964 los descendientes dispusieron la cremación de sus restos y los colocaron en un nicho sin placa. Finalmente, existen suposiciones de que Aurelia fue a parar al osario común, debido a que sus herederos no renovaron la tenencia del nicho innombrado.4 Los literatos la califican como una mujer "libre, amaba el conocimiento, era brillante".7 Asimismo, "su tiempo no le perdonó tener la espectacularidad intelectual que tenía"