miércoles, 17 de junio de 2015

Iglesias: "Los caladeros de votos de Podemos y Ciudadanos son muy difere...

Manuel Belgrano, primer economista argentino


http://www.lanacion.com.ar/1276589-manuel-belgrano-primonomista-argentinoer-ec Manuel Belgrano, primer economista argentino Como funcionario, aplicó las ideas de los mercantilistas, los fisiócratas y de Adam Smith, cuenta Ovidio Giménez José de San Martín y Manuel Belgrano son los únicos próceres argentinos indiscutidos. Hoy se cumplen más de 190 años del fallecimiento de este último. Abogado por formación, militar por imperio de las circunstancias, es también considerado el "primer economista argentino". Para entender esto último consulté al argentino Ovidio Giménez (1909-1998), de cuya obra Vida, época y obra de Manuel Belgrano , Enrique de Gandia afirmó que "es un formidable esfuerzo de erudición; tal vez el más grande que se haya hecho después del de Bartolomé Mitre", y eso que sobre este último afirmó que "su obra es imperecedera, guía y fundamento de toda investigación que se escriba sobre Belgrano". -También admiro a Belgrano, pero usted le dedicó buena parte de su vida a investigarlo y la remató con una obra de 800 páginas, lo cual muestra mucho más que admiración. -Manuel Belgrano ocupa un merecido lugar destacadísimo en la historia argentina porque fue el boy scout de su época. Donde nadie quería ir, él iba [ejemplo: condujo el Ejército del Norte]. Con su formación y su prestigio podría haber hecho carrera en Buenos Aires, pero prefirió encarar los desafíos, adaptándose como pudo. Es la actitud, más allá de los logros, lo que hace que su figura sea inmensa. -El general José María Paz fue duro con él, por la derrota de Ayohuma. -Hizo un análisis profesional del accionar del creador de la bandera. En sus Memorias póstumas , Paz se pregunta si fue un error o un acierto su decisión de presentar batalla: «Para contestar no quiero apelar al resultado, porque sería indispensable condenarla, como se debiera aprobar si hubiésemos ganado». Brillante: la evaluación de un proceso decisorio se debe hacer sobre la base de la información que tenía quien decidió en el momento en que lo hizo. -¿Qué fue lo que criticó? -Dice Paz: «Hay generales que forman el plan de batalla en su cabeza, y si algún incidente los obliga a salir del teatro que habían elegido, generan una cadena de errores. Belgrano debió haber tomado la iniciativa y batido a Joaquín de la Pezuela cuando éste bajaba una cuesta exponiendo a su ejército. Ayohuma se perdió antes de comenzar». Lo cual no le impidió a Paz afirmar: «Estábamos en el aprendizaje de la guerra. Belgrano era el mejor general que tenía entonces la República. Estaba solo y solo llevaba todo el peso del ejército». -Además propuso crear una monarquía. -Calificar el pasado con ojos del presente es un peligroso deporte que lamentablemente se practica con mucha frecuencia. Belgrano vivía sumamente preocupado por la anarquía reinante en los años inmediatamente posteriores a la Revolución de Mayo. Nadie puede pensar que él, o San Martín, estuvieran a favor del despotismo o de la dictadura; buscaban mecanismos políticos para encauzar la anarquía, problema al cual todavía no le hemos encontrado la vuelta. -¿Por qué se lo considera el primer economista argentino? -Por la labor que desarrolló como funcionario público [durante 16 años, a partir de 1794, fue secretario general del Consulado Real de Buenos Aires]. -No conozco ningún teorema, principio o efecto asociado con su apellido. -Porque fue básicamente un economista práctico. Fluido en francés, inglés y en italiano, mientras estudió abogacía en Salamanca y en Valladolid se familiarizó con la literatura económica de la época: los mercantilistas, los fisiócratas y La riqueza de las naciones , de Adam Smith. No pretendamos atribuirle el desarrollo pionero de principios teóricos, de la misma manera que no cualquiera que afirmó que "todo depende de todo" es un precursor de la teoría del equilibrio general creada por Marie-Esprit-Léon Walras. -En una palabra. -No era mercantilista, fisiócrata o liberal a ultranza, sino que aplicaba lo que había aprendido de cada uno de ellos a lo que verdaderamente le importaba: la realidad económica de la colonia durante los últimos años del virreinato, y los desafíos que plantearía el comienzo de la vida política independiente. -Don Ovidio, muchas gracias. . Por Juan Carlos de Pablo

Manuel Belgrano: la actualidad de su pensamiento- Fuente: Felipe Pigna.


Manuel Belgrano: la actualidad de su pensamiento Fuente: Felipe Pigna.
“Mucho me falta para ser un verdadero padre de la Patria; me contentaría con ser un buen hijo de ella.” Manuel Belgrano La otra historia ha condenado a Manuel Belgrano a no ser. Belgrano no tiene día en el calendario oficial. El día de su muerte es el día de la bandera. Y ya sabemos de la importancia que el símbolo patrio adquiere entre nosotros más allá de los festejos deportivos y las declamaciones patrioteras de ocasión. No nos han enseñado con ejemplos a querer nuestra bandera, ha sido violada y usurpada por los gobiernos genocidas que han hecho abuso de su uso. Hay que recuperarla para nosotros. Es esa una tarea imprescindible pero larga y, mientras tanto, Belgrano sigue sin ser recordado como se merece. Manuel Belgrano, uno de los más notables economistas argentinos, precursor del periodismo nacional, impulsor de la educación popular, la industria nacional y la justicia social entre otras muchas cosas, ha sido condenado a convertirse en una especie de sastrecillo valiente. La operación es simple. Se trata claramente de un ideólogo de la subversión americana y no conviene que desde la más tierna infancia, los niños aprendan a honrar la memoria de pensadores, innovadores y revolucionarios, portadores, como en este caso, de una coherencia meridiana entre sus dichos y sus hechos. Las ideas de Belgrano estaban cargadas de profunda sensibilidad social como lo demuestra este informe al consulado: “He visto con dolor, sin salir de esta capital, una infinidad de hombres ociosos en quienes no se ve otra cosa que la miseria y desnudez; una infinidad de familias que sólo deben su subsistencia a la feracidad del país, que está por todas partes denotando la riqueza que encierra, esto es, la abundancia; y apenas se encuentra alguna familia que esté destinada a un oficio útil, que ejerza un arte o que se emplee de modo que tenga alguna más comodidad en su vida. Esos miserables ranchos donde ve uno la multitud de criaturas que llegan a la edad de pubertad sin haber ejercido otra cosa que la ociosidad, deben ser atendidos hasta el último punto”. Pero no se quedaba en la crítica, proponía inmediatamente la solución: “la lana, el algodón, otras infinitas materias primeras que tenemos y podemos tener con nuestra industria, pueden proporcionar mil medios de subsistencia a estas infelices gentes que, acostumbradas a vivir en la ociosidad, como llevo expuesto, desde niños, les es muy penoso el trabajo en la edad adulta, y son y resultan unos salteadores o unos mendigos”. Belgrano fue el primero por estos lares en proponer una verdadera Reforma Agraria basada en la expropiación de las tierras baldías para entregarlas a los desposeídos: “es de necesidad poner los medios para que puedan entrar al orden de sociedad los que ahora casi se avergüenzan de presentarse a sus conciudadanos por su desnudez y miseria, y esto lo hemos de conseguir si se le dan propiedades ( ...) que se podría obligar a la venta de los terrenos que no se cultivan, al menos en una mitad, si en un tiempo dado no se hacían las plantaciones por los propietarios; y mucho más se les debería obligar a los que tienen sus tierras enteramente desocupadas, y están colindaras con nuestras poblaciones de campaña, cuyos habitadores están rodeados de grandes propietarios y no tienen ni en común ni en particular ninguna de las gracias que les concede la ley: motivo porque no adelantan...”. El 1º de septiembre de 1813, La Gaceta 1 publicó un artículo que Belgrano había escrito unos años antes y que no pudo pasar la censura del período colonial. Es un documento de un valor extraordinario donde aparece expresada una conciencia política que dejaba atrás a cualquier pensador de su tiempo. Decía don Manuel Belgrano: “Se han elevado entre los hombres dos clases muy distintas; la una dispone de los frutos de la tierra, la otra es llamada solamente a ayudar por su trabajo la reproducción anual de estos frutos y riquezas o a desplegar su industria para ofrecer a los propietarios comodidades y objetos de lujo en cambio de lo que les sobra. (...) Existe una lucha continua entre diversos contratantes: pero como ellos no son de una fuerza igual, los unos se someten invariablemente a las leyes impuestas por los otros. Los socorros que la clase de propietarios saca del trabajo de los hombres sin propiedad, le parecen tan necesarios como el suelo mismo que poseen; pero favorecida por la concurrencia, y por la urgencia de sus necesidades, viene a hacerse el árbitro del precio de sus salarios, y mientras que esta recompensa es proporcionada a las necesidades diarias de una vida frugal, ninguna insurrección combinada viene a turbar el ejercicio de una semejante autoridad. El imperio de la propiedad es el que reduce a la mayor parte de los hombres a lo más estrechamente necesario”. En sus Escritos económicos hay notables párrafos dedicados a la educación: "Los niños miran con fastidio las escuelas, es verdad, pero es porque en ellas no se varía jamás su ocupación; no se trata de otra cosa que de enseñarles a leer y escribir, pero con un tesón de seis o siete horas al día, que hacen a los niños detestable la memoria de la escuela, que a no ser alimentados por la esperanza del domingo, se les haría mucho más aborrecible este funesto teatro de la opresión de su espíritu inquieto y siempre amigo de la verdad. ¡Triste y lamentable estado el de nuestra pasada y presente educación!" Mientras su primo, el también morenista Juan José Castelli, decretaba la libertad e igualdad de los indios y el fin del tributo y los servicios personales en el Alto Perú, Belgrano hacía lo propio con los naturales de las Misiones. En el camino hacia el Paraguay redactó las bases del primer proyecto constitucional del Río de la Plata: el Reglamento para el régimen Político y Administrativo y Reforma de los 30 pueblos de las Misiones, firmado el 30 de diciembre en el campamento de Tacuarí, fue agregado por Juan Bautista Alberdi en 1853 como una de las bases de la Constitución Nacional. Para que no quedaran dudas sobre sus intenciones decía Belgrano en la introducción de este extraordinario documento: “A consecuencia de la Proclama que expedí para hacer saber a los Naturales de los Pueblos de las Misiones, que venía a restituirlos a sus derechos de libertad, propiedad y seguridad de que por tantas generaciones han estado privados, sirviendo únicamente para las rapiñas de los que han gobernado, como está de manifiesto hasta la evidencia, no hallándose una sola familia que pueda decir: ‘estos son los bienes que he heredado de mis mayores’. (...) Mis palabras no son las del engaño, ni alucinamiento, con que hasta ahora se ha tenido a los desgraciados naturales bajo el yugo de fierro, tratándolos peor que a las bestias de carga, hasta llevarlos al sepulcro entre los horrores de la miseria e infelicidad, que yo mismo estoy palpando con ver su desnudez, sus lívidos aspectos, y los ningunos recursos que les han dejado para subsistir”. Los ricos de la Argentina, enriquecidos a costa del país y del trabajo de su gente, se enorgullecen en decir que Belgrano murió pobre. Según sus leyes de la obediencia y el ejemplo, no hay nada mejor para los demás que morir pobre. Aprender a morir como se nace, sin disputarles los ataúdes de roble, los herrajes de oro, las necrológicas de pago y las exclusivas parcelas en los cementerios privados, es una gran virtud, en la escala de valores de los que viven de la Bolsa de valores. El desprendimiento, el desinterés y la abnegación son virtudes que nuestras “familias patricias” dicen admirar en los demás pero que no forman parte de su menú de opciones. Ellas, por su parte, morirán mucho más ricas de lo que nacieron porque el resto de los argentinos morirá mucho más pobre. Leyes de las matemáticas, de la suma y de la resta. Claro que omiten decir que Belgrano nació rico y que invirtió todo su capital económico y humano en la revolución. No dicen que Belgrano no se resignó a morir pobre y reclamó hasta los últimos días de su vida lo que le correspondía: sus sueldos atrasados, y que se aplicaran a los fines establecidos los 40.000 pesos oro que había donado para la construcción de escuelas y que le fueron robados por los perpetradores de la administración pública. Tampoco nos recuerdan que Belgrano no se cansó de denunciarlos y no ahorró epítetos para con ellos. Los llamó “parásitos”, “inútiles”, “especuladores” y “partidarios de sí mismos” entre otras cosas. Las banderas de Belgrano, la de la honestidad, la coherencia, la humildad llena de dignidad, los siguen denunciando. Referencias: 1 José Carlos Chiaramonte, Ciudades, provincias, estados: orígenes de la Nación Argentina (1800-1846), Biblioteca del Pensamiento Argentino, Tomo I, Buenos Aitres, Ariel Historia, 1997.