lunes, 6 de junio de 2016

CAPÍTULO DIECINUEVE - RODOLFO BENAVIDES (Fin de la primera parte)


Capitulo XIX UN RELOJ CÓSMICO INALTERABLE. LAS ERAS Y LAS EDADES ¿Se inició lo que hoy se conoce como astrología por mero senti- miento religioso primitivo o por una necesidad y deliberada intención científica? ¿Es posible aceptar, siquiera hipotéticamente, que tal cosa haya podido suceder hace más de 6,000 años y, más aún, hace 9,000 o 12,000 años? Aceptar sin más investigación que la astrología empezó en los súmenos y que luego fue continuada y desarrollada por tos caldeos, asirios, etc. —que es la opinión más generalizada—, significa que no se está partiendo del origen mismo, sino de un tiempo intermedio, y hasta quizá de un momento ya decadente de la propia astrología. Algunas rápidas consideraciones parecen demostrarlo: por ejemplo, que el pais de Sumer se encontraba demasiado hacia el sur como para poder observar completamente todas las constelaciones zodiacales, Por otra parte, si la astrología nació como religión o dentro de alguna,, religión hoy desconocida, entonces igualmente se les habría concedido valor religioso a otras muchas constelaciones y, sobre todo, a otras estrellas que por encontrarse situadas en el hemisferio celeste más hacia el sur terrestre, estaban a mejor alcance de la obser- vación visual de los sumerios. Estas consideraciones sugieren que el estudio y conocimiento de las constelaciones zodiacales tuvo su origen en observaciones realiza- das necesariamente en puntos geográficos mucho más hacia el norte de donde se encontraba el país de Sumer o de los asirios o caldeos. (191) Pero es que además hay que tener en cuenta que este estudio siempre tuvo una intención científico-astronómica de primer orden, y la reali- dad es que ni los sumerios ni otro pueblo de la Mesopotamia se encontraban en condiciones de hacerlo. Como luego se verá, tampo- co los egipcios pudieron haber dado principio a ese trabajo. Normalmente se piensa que en aquella época la vida humana, hablando en términos generales, era todavía un tanto primitiva y que el hombre se enfrentaba a los fenómenos naturales simplemente lamentándose o agradeciendo, pero sin entenderlos. Por esta razón las estrellas y las constelaciones zodiacales llamaron su atención, considerándolas como dioses en movimiento, causantes de los fenó- menos naturales específicamente repetitivos. Posteriormente las observaciones zodiacales obedecieron más que a una abstracta y pri- mitiva concepción religiosa a la imperiosa necesidad de encontrar un medio que permitiera señalar, si no fechas precisas, al menos épocas. De ahí resultaría que las constelaciones zodiacales habrían pasado a convertirse en un calendario-reloj cósmico inalterable, que además de señalar edades en la infinitud del tiempo, permitían señalar aconteci- mientos de trascendencia especialmente de origen astronómico o pla- netario. La ilustración que aparece en la página siguiente, muestra la forma gráfica que la astrología usó tradicionalmente desde muy anti- guo para representar las constelaciones zodiacales. Como ya se dijo, se trata de un circulo dividido en 12 partes iguales, división arbitraria si se la juzga desde el ,punto de vista astronómico, pues la vigencia de cada constelación no es ni puede ser uniforme, debido a que las más extendidas, como Escorpión, Virgo, etc., invaden áreas correspondientes a constelaciones vecinas. Análo- gamente, las hay tan reducidas, que no llenan su propia área, como son Cáncer, Libra, etc. Esto hace que cada una tenga su propia longi- tud en grados y su propia duración en tiempo, lo que en varios de los casos hace imposible una perfecta, clara y definida separación para establecer exactamente el principio y fin de cada una. Así también, (192) Las constelaciones zodiacales quizá sirvan para fijar fechas aproximadas Acerca de acontecimientos de origen cósmicos sucedidos a lo largo de 26,000 años, susceptibles de repetición en nuestro tiempo. algunas aparecen justamente sobre el Ecuador Sideral, como Gémi- nis, por ejemplo, mientras que otras están hacia el sur y otras más hacía el norte. Teniendo en cuenta estas diferencias, las repetidas constelacio- nes pasan a ser meramente puntos de referencia en el cielo relativos a épocas de tiempo, pero sin secuencia ni continuidad, pues no se mue- ven una tras otra de manera ligada y uniforme. Asi, pues, para juzgar de la realidad del principio y fin de cada constelación habría que estudiarlas a cada una por separado. Para el caso, más adelante se presenta una tabla con números aproximados en grados y menos aproximados en años, pero que sirven para dar una idea general del problema. Independiente del significado que otros libros y diccionarios den a las palabras era y edad, en este libro se entenderá por era al tiempo teórico pero generalmente aceptado, que registra cada cuadrante según el sistema astrológico, o al tiempo de vigencia según se haya calculado la longitud aparente, que naturalmente no coincide con los números del cuadrante, aunque el signo si coincida. Se llama edad a la vigencia de tres constelaciones consecutivas. Estas dos definiciones parten en primer lugar de los símbolos que pre- senta la Gran Esfinge, y en segundo lugar de la indicación que hace la Gran Pirámide. El Año de años o Gran año es conocido porque aparece en escri- tos de origen ocultista. No obstante, en este libro uno y otro están refiriéndose específicamente a la precesión equinoccial, y todo hace pensar que hace mucho más de 6,000 años este fenómeno ya era conocido. ¿Cómo y cuándo supieron lo relativo al movimiento equi- noccial en su totalidad? Véase este asunto, aunque sólo sea a muy grandes rasgos: para que una constelación sea vista en el mismo sitio del espacio (relativo) en que antes fue observada, preferentemente desde el hemisferio nor- te, se requieren cerca de 26,000 años. La precesión equinoccial o Gran año se debe a que el eje polar tiene un movimiento oscilatorio, como si su extremo sur estuviera fijo en un punto y su extremo norte estuviera describiendo una circunfe- (194) rencia en el espacio, produciéndose un movimiento de balanceo, de modo que, para volver el eje a un punto antes tocado, necesita 25,827 años (teóricamente muy aproximados). Sin embargo, no se repite nin- guno de los doce signos, aunque cada estrella conserva su particular movimiento, que hace que las figuras vayan cambiando de forma a lo largo del tiempo. Para mejor comprender lo expuesto, al final de este capítulo aparece un cuadro sinóptico que permitirá al lector distinguir con facilidad y aceptable aproximación la real extensión aparente de cada Cuando una peonza pierde velocidad, adquiere un movimiento de balanceo que obliga a su eje a describir en e! espacio una circunferencia. Este movi- miento, igual al de la Tierra, se ¡lama precesión equinoccial, o ano de anos. y tarda en cada retorno u un mismo punto 25,827 unos aproximadamente. Este dalo aparece claramente anotado en el interior de la Gran Pirámide. (195) constelación y de cada edad, tanto en grados sobre el ecuador celeste, como las respectivas vigencias en años. Las diferencias que aparecen en grados y años se deben a la diferencia de extensión de las constelaciones, además de que en algu- nos casos hay grandes espacios vacíos que sólo fueron considerados en la Edad de Leo, porque esa constelación está muy claramente simbolizada en la Gran Esfinge. En las otras edades los espacios vacios fueron promediados o no se tuvieron en cuenta. Asimismo, no se consideraron ni las fracciones de grado ni las fracciones de año, todo lo cual, como es natural, produce diferencias. Pero, en todo caso, son tan insignificantes dentro del tema, que en nada afectan al concepto general. El zodiaco, que aparece con un reloj en el centro, fue acomoda- do a las fechas del cuadro sinóptico, y por ello no son las mismas que daría un zodiaco astrológico. Se ha hecho así, para que al considerar- se como Reloj cósmico noten las coincidencias que puede haber en el tiempo con acontecimientos terrestres ya sean los que en este libro se mencionan o los que el lector investigue por si mismo. Como fácilmente puede apreciarse en esta tabla comparativa, existe una notable diferencia en la extensión de unas a otras constela- ciones, con la consiguiente diferencia de duración en años. No obs- tante, esta realidad astronómica no se toma en consideración cuando se divide el ecuador celeste en 12 partes iguales, que es como acostum- bra a hacerlo la astrología para calcular grosso modo cuándo estuvo vigente la constelación de que se trate. Este mapa zodiacal tiene por objeto mostrar gráficamente la respectiva extensión astronómica de cada constelación zodia- cal. Algunas de e/las son tan alargadas, que invaden e! área vecina, impidiendo una secuencia uniforme. (197) Edades Constelaciones Grados Años de De extensión Vigencia TAURO Piscis 50 grados 3,587 Aries 17 “ 1,212 Tauro 26 “ 1,861 --------------------------------------------------- 93 6,660 LEO Géminis 22 1,578 Espacio vacío 12 861 Cáncer 12 861 Espacio vacío 14 1,004 Leo 32 2,296 ----------------------------------------------------- 92 6,600 ESCORPIO Virgo 50 3,587 Libra 13 933 Escorpio 29 2,080 --------------------------------------------------------- 92 grados 6,600 ACUARIO Sagitario 12 861 Capricornio 20 1,435 Acuario 34 2,439 ---------------------------------------------------------- 66 grados 4,735 SUMAS 343 grados 24,595 DIFERENCIAS 17 1,232 ---------------------------------------------------------- 360 grados 25,827 (198) FIN DE LA PRIMERA PARTE-CONTINUARÁ...

CAPÍTULO DIECIOCHO - RODOLFO BENAVIDES


Capitulo XVIII EL ZODIACO DEL TEMPLO DE HATHOR, EN DENDERAH Algo sobre las constelaciones zodiacales Antes de hablar del Zodiaco del Templo de Hathor, también lla- mado de Denderah, conviene mencionar aunque sea muy brevemente todo lo relativo a las constelaciones zodiacales, que ciertamente no existen en la forma física con que se las representa fuera de los medios científicos. Observando las estrellas a simple vista, sin conocimientos pre- vios al respecto, vemos que aparecen sin perspectiva en la bóveda celeste: no se pueden apreciar sus dimensiones reales ni mucho menos las distancias laterales ni las de profundidad, tan grandes en todos los casos que ni siquiera las podemos imaginar aunque se nos proporcio- nen datos y cifras. Algunos autores han apuntado que la observación constante de la aparente e invariable posición de estos puntos luminosos en el cie- lo. sin distinguir distancias, sugirió a' los antiguos pueblos nómadas -los cazadores e incluso los agricultores— formas imaginarias flotan- tes que vigilaban la vida humana, a la que castigaban o premiaban a capricho. Después se creyó que de esas tan primitivas como defectuo- sas observaciones nacieron las fantasías y leyendas que acabaron por atribuir poderes mágicos y divinos a ciertos supuestos agrupamientos de estrellas. Igualmente en alas de la fantasía, se creyó ver en esos aparentes agrupamientos formas definidas, figuras tanto de animales como de (183) El Zodíaco de Denderah. seres humanos y se dice que fue así como la imaginación primitiva pobló el cielo de formas de dioses y de animales fabulosos. Este fenó- meno se dio de manera especial en el caso de las constelaciones zodiacales, o sea las que se encuentran en la franja celeste correspon- diente a la proyección ideal del plano de la eclíptica terrestre, franja que se conoce con el nombre de Zodíaco, así llamada porque los nombres dados a las constelaciones que allí se mueven son en su mayoría de animales. (184) En definitiva, las constelaciones zodiacales fueron en su origen figuras solamente imaginarias que servían para facilitar la identifica- ción de las estrellas. ¿Intentaban con ello solucionar una necesidad de orientación en la navegación marítima? ¿Acaso también en la aérea? Esas observaciones fueron realizadas hace unos 14,000 años aproxi- madamente lo que demuestra que está equivocada la tan generalizada suposición que atribuye a los caldeos o a los sumerios, la invención de la astrología. El Zodiaco de Denderah E! Zodiaco de Denderah es una enorme piedra que actualmente se encuentra a la vista en e! museo del Louvre en París (Francia), a la entrada de la sala egipcia, y que sirvió de techo al templo de Hathor. Al observarlo detenidamente se advierte que fue tallado por manos expertas y dirigido el trabajo por mentes muy avanzadas en astronomía, a juzgar por los detalles que presenta la piedra, que tiene cincelados en relieve los signos astronómicos en forma de espiral. Según los cálculos matemáticos y astronómicos realizados por los expertos, este zodíaco indica que la constelación de Leo aparece en el equinoccio vernal hacia el año 12,907 antes del reciente año 1953 de la era actual. Hacia el año 484 a. C-, los sacerdotes egipcios informaron a Heródoto, el llamado padre de !a historia, que los textos egipcios más antiguos fueron escritos 12,000 arios antes, o sea hace ahora 14,000 años. Y sucede que el zodiaco mencionado coincide curiosa y admi- rablemente en lo astronómico con la información dada a Heródoto por los sacerdotes egipcios. Los cálculos han resultado bastante exactos debido a que la pie- dra contiene además del zodiaco, otras constelaciones y estrellas no zodiacales que han sido magníficos puntos de referencia astronómica. Así pues, aunque a esa piedra se la siga llamando Zodiaco, en reali- dad es un plano astronómico correspondiente al hemisferio Norte, lo cual complica mucho las ideas, pues no hay manera de entender có- mo pudo realizarse esa labor tan compleja hace 14,000 años aproxi- mádamente. (185) Ahora bien, nosotros entendemos que un trabajo tan pulcro y Preciso como el efectuado en dicha piedra no pudo haber sido hecho Hace 14,000 años o más sino por gentes de una cultura muy elevada, Pues según lo que hasta hoy se sabe, en ninguna parte del mundo Existían ni las herramientas ni la tecnología indispensable entonces Para poder simbolizar con dibujos de animales y de seres humanos La situación en que se encontraban en el cielo los agrupamientos de Estrellas. Hay autores que afirman que dicha piedra no es de Egipto y que Seguramente fue llevada desde muy lejos. ¿Desde dónde fue arranca- Da y de qué medios se valieron para transportarla hasta Hathor, en Egipto? Como se podrá comprobar, el Zodiaco de Denderah, la Gran Esfinge y la Gran Pirámide, correspondientes las tres a la época más Antigua de Egipto, forman un complejo y admirable sistema Astronómico-geométrico-simbólico, al que hasta hoy se había presta- Do ninguna atención. Y, sin embargo, la Gran Pirámide, tan majes- Tuosa en su construcción como profunda en la ciencia astronómica Coincide con los conocimientos igualmente astronómicos que apare- Cen en la enorme piedra de Denderah. ¿Qué pueblo concibió y realizó el Zodiaco de Denderah? Quizá resulte importante saber que la observación de las cons- Telaciones zodiacales solamente pudo efectuarse de manera natural Y fácil desde el hemisferio Norte, particularmente hacia el paralelo 45 norte, que precisamente en esa época estaba cubierto de panta- Nos y estepas. Por consiguiente, si alguna vez existió una cultura Semejante a la actual debió desarrollarse hacia el sur del paralelo 45 Norte, y cuanto más hacia el Ecuador la situemos, más difícil resultaría La observación zodiacal. Tal sería el caso de Sumeria, que para poder efectuar un estudio Tan particular y detallado se encontraba muy hacia el Ecuador. No se Han encontrado huellas de elevada cultura en época tan temprana en Región alguna sobre la línea del Ecuador, ni hacia el hemisferio Sur. A Este respecto obsérvese que el cultivo de la tierra comenzó, según la (186) Opinión más generalizada, hace 12,000-15,000 años, o sea durante la Era de Leo, en la que el nivel científico era francamente bajo. Entre los paralelos 43 y 44 norte, encontramos la provincia de Santander (España), donde hay varias cuevas con claros vestigios De culturas correspondientes a unos 12,000 años atrás. Particularmen- Te la cueva de Altamira es muy importante por las figuras de animales Y seres humanos magistralmente trazados sobre la roca. ¿Qué fue del pueblo que trazó dibujos tan interesantes? ¡Nada Se sabe al respecto! Si se sucedieron las generaciones en la región fue Sin dejar ninguna otra huella de su existencia. Cabe pensar que se tra- Tara de muy reducidos grupos que estuvieron solamente de paso, Mientras emigraban hacia tierras menos frías. En todo caso, esa cul- Tura no pudo haber ideado ni mucho menos tallado el Zodiaco de Denderah. Entonces la humanidad vivía en el período paleolítico Secundario y por lo tanto aún no se conocían los metales. En esas Condiciones era prácticamente imposible realizar un trabajo de tan Alta tecnología. En conclusión, podría decirse o que existió una cultura muy Superior de la que lamentablemente nada se sabe o que desde el espa- Cio exterior vinieron seres inteligentes que esculpieron esa piedra para Dejar clara huella de su visita. En fin, por el camino de lo hipotético se puede llegar muy lejos y Hasta quizá perderse, sin embargo, puesto que el zodiaco existe, lo Entendamos o no, algo querrá decir a nuestra conciencia. Conviene Entonces ver el asunto con sentido crítico y mente abierta. Sistemas calendáricos americanos Al hablar de las edades registradas en el Zodiaco de Denderah, Conviene recordar que en América fueron los mayas los primeros en Desarrollar un sistema calendárico capaz de prever con mucha antela- Ción y acercamiento a la realidad visual los acontecimientos natura- Les, o si se prefiere, de conocer por anticipado el futuro. En cierto Modo, eso debió dar a los sacerdotes astrónomos una aureola profé- Tica a la vez que fomentaba una mentalidad y una tendencia fatalista. (187) en el pueblo. En efecto, al no poder evitar los acontecimientos todo quedaba sometido a la voluntad de los dioses considerados como causantes directos de todos los fenómenos de tipo cíclico, tanto favo- rables —las buenas cosechas por ejemplo— como desfavorables —las sequías u otro cualquier desastre— La afición a querer conocer por anticipado lo que ocurriría en e] futuro seguramente partió del recuerdo vivo, consignado en las tradi- ciones, de algo catastrófico y muy doloroso acaecido en el pasado lejano. Esto puede apreciarse con facilidad tanto en el Popo! Vuh, como en el Chílam Balam de los mayas o en el Zodiaco de Denderah de los egipcios. En todos pareciera existir un casi idéntico sentimiento de trage- dia. Sin duda todo partió de una misma y muy amarga experiencia en el pasado, que impulsaba a los mayas a querer conocer el porvenir, ya que de esa manera estarían mejor preparados comenzando por halagar con ofrendas a los dioses ancestrales. En función de esta manera de pensar tuvieron pasión por fechar todos los acontecimientos que revistieran alguna importancia para ellos. En primer lugar, los fenómenos naturales que de alguna manera hubieran afectado su vida, pues creían que todo acontecimiento suce- dido fatalmente volvería a repetirse, como el día y la noche, las esta- ciones del año, la aparición del sol, de la luna, de las estrellas, de los eclipses y —muy importante— el periodo cíclico undecimal de activi- dad solar (que es una pulsación rítmica de la energía solar que afecta a la forma de la «corona solar", más conocido actualmente como "mareas solares»), cuyos efectos sobre la mente del hombre —según los mayas- eran más notables cada 22-23 años, hasta el punto de que ellos temían a ese ciclo, al que llamaron nefasto. ¿Cómo adquirieron tales conocimientos? ¡Es todavía un miste- Rio! Algo más se podrá saber si se comprueba que desarrollaron su cultura en otro sitio, muchos siglos antes de su ¡legada a Centroamérica, Y bien, pensando ahora como los mayas y otros pueblos de su misma época, se podría generalizar diciendo que si en el universo todo (188) Se mueve a ritmo cíclico, ¿por qué los cataclismos no habrían de obe- Decer a esa misma ley? ¿por qué los desastres de origen cósmico, su- Cedidos en la tierra, no habrían de repetirse? El problema quizá no reside tanto en confirmar que ciertos cata- Clismos y desastres han sido periódicos, cuanto en identificar las cau- Sas que los han producido para luego intentar determinar aproxima- Damente las fechas de una probable repetición en el cercano futuro. En este aspecto se puede afirmar que la Gran Pirámide y la Gran Esfinge, combinados sus símbolos, resultan un buen auxiliar Para despejar incógnitas. (189)

CAPÍTULO DIECISIETE - RODOLFO BENAVIDES


Capitulo XVII DIVERSAS PIRÁMIDES EN EL MUNDO La palabra pirámide parece haber tenido su origen en el idioma fenicio, es decir época ya muy tardía, en el correspondiente vocablo Pirimi-din, cuya probable traducción es luces y medidas divinas- Si se aplica esta definición de manera particular a la Gran Pirámide, geo- métricamente hablando, diremos que es la única construcción que recibe apropiadamente dicho nombre. Las pirámides construidas en América fueron hechas como plata- formas que servían de base a un templo, de donde se deduce que la motivación psicológica de las mismas es completamente distinta a las egipcias. Sin embargo, la pirámide de Sakara, en Egipto —por cierto gigantesca y anterior a la Gran Pirámide— está hecha de platafor- mas (mastabas, nombre por el que generalmente se las conoce) y pre senta así la misma forma que todas tas pirámides de América. Por otra parte, existen pirámides americanas que nunca tuvieron templo alguno en su cima, como en .Tikal (Guatemala). Hay también pirámides con función de templos funerarios, como son las de Palenque, Monte Albán, Chichén Itzá, etc., en Méxi- co. No solamente en Egipto y en América se han construido pirámi- des, también en la Mesopotamia están los Zigurats, que sirvieron de base a templos y tumbas; en Asia, las de China y Java. Todas ellas posteriores a las egipcias. En Fin. las hay en casi todo el mundo ¡hasta en Roma Se puede suponer que todas ellas fueron copiadas unas de otras debido a la influencia de unos pueblos sobre otros. (175) Sucede con frecuencia que al hablar en público de la Gran Pirá- mide, siempre hay alguien que pregunta sobre la relación que puede existir o que se puede establecer desde un punto de vista psicoiógico o religioso entre las pirámides egipcias y las de Teotihuacán o las mayas en México, las de Macchu-Picchu en Perú, etc. Desde luego, es notorio que existe una enorme diferencia tanto en el tiempo como en la distancia, ya que las pirámides egipcias son unos 3.000 años más antiguas que las americanas, por cuya razón podría asegurarse que no es factible influencia alguna de las egipcias sobre las de América. Sin embargo, mirando el tema desde nuestro particular punto de vista, quizá lleguemos a comprobar que las más antiguas pirámides podrían tener un origen único, a partir de una misma religión y una misma cultura, un día dispersadas por causas que todavía se ignoran. Muchos investigadores se han preguntado, sin encontrar todavía una respuesta clara y definitiva, cuándo y de dónde llegaron los teoti- huacanos, creadores de las grandes construcciones de Teotihuacán, todavía hoy existentes. Y es que cuando los aztecas llegaron a la región, encontraron que todo aquello, antes sagrado, había sido abandonado desde mucho tiempo antes. ¿Cuál fue la razón? ¡Nadie la conoce' Los mismos inte- rrogantes pueden plantearse respecto a los mayas, que abandonaron Chichón Itzá sin que hasta hoy se conozcan los motivos, aunque hayan muchas hipótesis que intentan explicarlo. Al ahondar en las investigaciones suelen encontrarse antropólo- gos e incluso historiadores que ligan la cultura teotihuacana con la cultura de Tiahuanaco, próspera ciadad que antiguamente se hallaba a la orilla del lago Titicaca, a unos 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar y a poco más de 500 kilómetros de Nazca. Perú (a pro- pósito, en este lugar se encuentra la ya famosa y antigua pista de aterrizaje de naves espaciales, que por cierto todavía no ha recibido una clara explicación científica, muy por el contrario ha habido muchas contradicciones y dudas al respecto). Sí aceptamos aquella teoría aunque sólo sea como hipótesis y la hacemos extensiva a Nazca, resultaría que Teotihuacán. Tiahuanaco (176) y Nazca tal vez estuvieron de alguna manera ligadas cultural y hasta racialmente. Cuando se observa el detalle superior de la Puerta del Sol de Tiahuanaco, la primera impresión que se recibe es que se trata de un trabajo maya, tolteca o azteca. En lodo caso, las variaciones podrían ser consecuencia del tiempo o de la distancia. Cualquier explicación que se intenta parece muy difícil; en Tia- huanaco por ejemplo, se han encontrado dibujos con técnicas muy avanzadas respecto de su época. Uno de esos dibujos enigmáticos es un tozodon, de cuyo esquele- to se han encontrado partes- Esos esqueletos pertenecieron a especies que vivieron hace 250,000 años, o sea cuando el ser humano aún no había aparecido sobre el planeta o al menos sin que se sepa con certe- za que existiera entonces. ¿Quiénes hicieron esos dibujos que impli- can la presencia de seres inteligentes, poseedores de la técnica necesa- ria para hacer las construcciones y esculpir los dibujos en la piedra y que además conocían la existencia del tozodon) Hay quienes complican más el problema sosteniendo que se ha encontrado estrecha relación entre las antiguas culturas de Abisinia. la de Tiahuanaco, la teotihuacana y la incaica. Esta teoría hasta hoy no parece haber recibido aprobación científica, sin embargo algo habrán encontrado esos investigadores para opinar así. Quizá pudie ra ser un buen indicio la escritura incaica. Según los investigadores Carlos Chewander, Ernesto von Wedemayer, Francisco Valencia y otros, existen en Pantiacollo, departamento de Madre de Dios, Perú, ciertos grabados en piedra de más de 20 metros de largo por unos 2 metros de ancho. Estos grabados son de tipo jeroglífico, presentan mucha semejanza con los encontrados en Ur —ciudad bíblica de la Mesopotamia— y datan de más de 3,000 años a, C. Es decir, que coinciden con la llegada a Egipto de la primera dinastía, con el brusco despertar de los sumerios y quizá con la llegada de los mayas a Cen- troamérica. En caso de confirmarse que estos signos de escritura son idénti- cos o muy parecidos entre si y que formaron parte de un mismo len- guaje y de una misma cultura, significaría que esos pueblos a pesar de (177) la enorme distancia geográfica que los separa actualmente, tuvieron su origen en un mismo tronco cultural. Otro motivo de incógnita y de misterio son las enormes cabezas de serpientes emplumadas esculpidas en piedra, que abundan en Teoti- huacán y que representan a Quetzalcóatl; otras parecidas representan a Kukulkan entre los mayas y otras también semejantes en Tiahuana- co representan quizá a Kon-Tiki. Los tres personajes representados con las cabezas de serpiente eran entendidos como de tez blanca y muy barbados, o sea de tipo nórdico. Por su parte los incas en Perú tenían como deidad a Viracocha, entendido igualmente como un hombre blanco y barbado. Ahora bien, si se unen con cierta imaginación esotérica los frag- mentos un tanto dispersos de muy antiguos mitos, leyendas, tradiciones religiosas, etc., con este conjunto de dioses de nombres tan dispares como Quetzalcóatl, Kukulkan, Kon-Tiki, Viracocha en América o Ra, Rama, Krishna, Osiris, etc. en Oriente, podría inducir a conside- rarlos como seres de una misma raza y apariencia física, que llegados del espacio exterior, visitaron todos los pueblos que en ese entonces existían- De haber ocurrido así las cosas, habría razón suficiente para que los deificaran y los perpetuaran en las religiones. Esos personajes habrían sido los maestros inspiradores de las ciclópeas construccio- nes más antiguas, lo que explicaría el sentido y el simbolismo astronó- mico de casi todas ellas. Pero esos monumentos no fueron construidos de manera simultánea o en la misma época. De ahí quizá pueda sospecharse que fueran varías las visitas de los misteriosos viajeros de aspecto nórdico llegados del cielo. Esto parece posible cuando se observan construcciones como la Puerta del Sol, enorme pórtico en Tíahuanaco que señala con gran exactitud fenómenos astronómicos, como son los solsticios y equi- noccios, las fases lunares y el transcurso de las horas igual que lo haría un reloj de sol, además de representar el año venusino de 225 días terrestres y meses de 24 días cada uno. (178) El motivo de serpiente esculpido en piedra, tan frecuentemente en Mesoamérica fue durante milenios un símbolo extendido a todo el mundo. . Fue edificada además con piedras tan enormes que muchos in- vestigadores han supuesto que la construyeran gigantes, única ma- nera de explicar el empleo y la utilización de piedras de más de veinte toneladas de peso. El acarreo y acomodo de piedras de tanta dimensión y peso es todavía una incógnita, lo mismo en Tiahuanaco que en Stonehenge, Wiltshire (Inglaterra). Las más recientes investigaciones sugieren que estos dólmenes megalíticos tuvieron una Finalidad absolutamente astronómica, por cierto de gran precisión. El tema ha quedado envuelto en una aureola de misterio, porque lla- ma la atención que pueblos tan antiguos y que siempre fueron juzgados como primitivos, hayan manifestado tanto conocimiento de la astrono- mía y un grado de aplicación de la misma tan altamente científico (179)

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Actualizado el 18 ene. 2012 Los YES MAN es como se hacen llamar Andy Bichlbaum y Mike Bonanno, dos activistas que practican lo que ellos llaman "corrección de identidad", que consiste en hacerse pasar por portavoces de importantes empresas para que sus reivindicaciones tengan cobertura en los medios. Así, sus declaraciones son explosivas y ponen en evidencia tanto a las grandes corporaciones como al poco rigor de los medios en Estados Unidos. En el documental veremos algunas de sus misiones más memorables, misiones que en muchos casos hicieron tomar decisiones a grandes corporaciones. https://youtu.be/lm-L9RLIVJg /PARA ABRIR APARTE...Buscarlo

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