martes, 2 de agosto de 2016

¿QUIÉN ES LA HERMANA INÉS APARICIO?


La fundación fantasma de la hermana Inés... 01/08/2016 - 03:15hs Fue constituida en 1999 y no tiene empleados. La religiosa deberá presentarse hoy en los Tribunales de Comodoro Py Todo lo relacionado al convento es oscuro”, dicen fuentes allegadas a la investigación sobre el origen de los casi nueve millones de dólares que el exsecretario de Obras Públicas, José López, intentó esconder en General Rodríguez. A la causa se le suma una nueva paradoja: una fundación fantasma que une al exobispo Di Monte, ya fallecido, con la religiosa Inés Aparicio, acusada por el delito de encubrimiento, quien, según las cámaras de seguridad, ayudó al exfuncionario K a ingresar el dinero. Se trata de Misioneras de Nuestra Señora de Fátima, constituida en 1999 como “servicio de organizaciones religiosas”. Lo llamativo es que no se registran empleados ni movimientos, sino solo una cuenta bancaria y una propiedad de más de 1.800 m2 en Lomas de Zamora, presunta donación al exobispo. A estas irregularidades se le agrega que, según la documentación oficial del Arzobispado, el convento era una “asociación pública de fieles”, pero por pedido exclusivo de Di Monte en 2011 el tomó la figura de “asociación privada de fieles”. Las dos asociaciones legales se diferencian por la administración de los bienes. En la primera de ellas, las autoridades eclesiásticas tienen un papel más importante: deben aprobar los estatutos e intervienen en las decisiones sobre el destino de los activos, incluyendo las ofrendas y limosnas recibidas. Por el contrario, en una “asociación privada de fieles” (actual figura del convento) la institución maneja libremente sus bienes, incluyendo la administración y el gasto de los mismos. Fue durante esos años que el exobispo anunció el inicio de la construcción de una casa de ejercicios espirituales en el mismo predio de General Rodríguez. Según declaró el propio sacerdote, la propiedad fue una donación y se puso a nombre del monasterio, cuyos titulares eran Di Monte y la madre Alba Martínez. Las irregularidades continúan: sumado a la arbitrariedad con la que se movían, no existen libros contables ni se declararon las supuestas donaciones. A partir de esto, surge la duda de si Di Monte “privatizó”, de alguna manera, el convento para que la Iglesia no estuviera al tanto de sus finanzas. Hoy, con el fin del receso judicial, comenzará una nueva ronda de indagatorias a José López, y el juez federal Daniel Rafecas tomará declaración a la religiosa Inés por el delito de encubrimiento. Su testimonio será vital para la causa, ya que fue quien ayudó al exsecretario de Obras Públicas a ingresar los bolsos con dinero al convento. Mañana deberá presentarse la mujer del exfuncionario, Amalia Díaz, para explicar la decena de llamados que hizo al celular de la madre Alba, la jefa del monasterio. Durante la semana, también será el turno del contador Andrés Galera y del empresario Eduardo Gutiérrez. Ambos son dueños de la casa que alquilaba López en Dique Luján y se sospecha que podrían haber sido testaferros para que el exfuncionario ocultara su patrimonio. La colaboradora del convento La amistad de Di Monte con Ana Pronesti data de 2011. La mujer era gestora de los trámites automotores del exobispo y además manejaba las cuentas del monasterio. Luego de que estos vínculos se estrecharan, Pronesti mejoró su nivel de ingresos y se transformó en una acaudalada prestamista hipotecaria. Desde esa posición ejecutó judicialmente la vivienda de al menos cinco de sus clientes. Según declaraciones de los vecinos de General Rodríguez, la mujer estuvo en el convento la noche en que López intentó esconder los bolsos. La Justicia, por su parte, presume que es quien mantuvo las llamadas telefónicas con María Amalia Díaz, mujer del exfuncionario K, desde el celular de la madre Alba. Los testigos, además, declararon que vieron salir a una persona por la parte trasera del convento al mismo tiempo que la Policía entraba por la puerta principal: esa persona sería Ana Pronesti. El “fatimóvil” En 2011, mismo año en que Di Monte pidió el cambio de figura legal del convento, los ministerios de Planificación y de Acción Social, con aportes también del gobierno de Daniel Scioli, donaron al monasterio una combi con la que las religiosas viajaron varias veces a Uruguay y a la Costa Atlántica. La camioneta era manejada por Mauro Combet, un gendarme con el cual podrían haber eludido controles fronterizos en los viajes al exterior. La Justicia, por su parte, trata de determinar si se le daba otro uso además del de la peregrinación de la virgen de Fátima. Los vínculos con exfuncionarios K aparecen más evidentes: durante esos años aumentaron las donaciones para la construcción y reformas del monasterio, consecuencia directa de la estrecha relación del exobispo con el ministro de Planificación...