martes, 17 de octubre de 2017

LA OTRA CARA DEL PERONISMO


HISTORIA // TRIBUNA ABIERTA Dos caras del peronismo y el 17 de Octubre de 1945 El Decreto 33.302 y el Congreso de la Productividad de 1955. El peronismo desde su origen ha tenido varias caras, ya sean de sus dirigentes, planes económicos, políticos y sociales, como de las leyes impulsadas, o de las acciones de los integrantes del movimiento justicialista. Leónidas Ceruti Historiador Sábado 17 de octubre de 2015 | Edición del día
https://www.laizquierdadiario.com/Dos-caras-del-peronismo-y-el-17-de-octubre-de-1945 En el llamado primer peronismo, tenemos un ejemplo claro, una cosa fue lo acontecido en los días previos a la gran movilización obrera del 17 de Octubre de 1945, en defensa de las conquistas logrados y para apuntalar las que vendrían, y otra muy diferente es lo acontecido en marzo de 1955, cuando se realizo el Congreso de la Productividad, impulsado desde el Ejecutivo Nacional, la Confederación General Económica y los dirigentes de la CGT, un encuentro para programar mas productividad, mas explotación y presión empresario-gubernamental sobre los logros obreros. El peronismo mostraba dos de sus caras. Perón y el Decreto 33.302 Desde que fuera designado, por el presidente de facto Gral. Farrell, al frente de la Secretaría de Trabajo y Previsión, el Gral. Perón, desarrollo una intensa actividad con los trabajadores y los gremios. Pero desde fines de septiembre y principios de octubre de 1945, se produjo una crisis dentro del gobierno nacional. El 10 de octubre a la mañana, los intentos del gobierno por solucionar la crisis se diluían y corrían rumores de que existían deliberaciones entre gremialistas. Al mediodía, dicho grupo sindical, se entrevisto con Perón y se decidió la realización de una concentración frente a la Secretaría de Trabajo y Previsión para que se dirija a los trabajadores, anunciando su renuncia. La calle Perú entre Victoria y Julio A. Roca fue el lugar elegido, para el acto, que se realizo en condiciones especiales: se convoco el mismo día, se logro la transmisión por la red oficial de radios. Se reunieron 70.000 trabajadores, convocados por la CGT. Perón pronuncio un discurso que no ha sido valorado históricamente, ya que fue uno de los más importantes que dio. Comento primeramente las tareas desarrollas desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, destacando las conquistas sociales que se consideraban más perentorias para los trabajadores. Y luego agregó: “También dejo firmado un decreto de una importancia extraordinaria para los trabajadores. Es el que se refiere al aumento de sueldos y salarios, implantación del salario móvil, vital y básico y la participación en las ganancias. Dicho decreto, que he suscripto en mi carácter de secretario de Estado tiene las firmas de los ministros de Obras Públicas y de Marina, y beneficia no solamente a los gestores de la iniciativa -la Confederación de Empleados de Comercio-, sino a todos los trabajadores argentinos. “Pensamos que los trabajadores deben confiar en sí mismos y recordar que la emancipación de la clase obrera está en el propio obrero. (…) Y si algún día, para despertar esa fe, ello es necesario, me incorporaré a un sindicato y lucharé desde abajo”. “Debo decirles que he hablado con el excelentísimo señor Presidente de la Nación, quien me ha prometido que la obra social realizada y las conquistas alcanzadas, serán inamovibles y seguirán su curso. Pido, pues, el máximo de tranquilidad a todos los trabajadores del país”. “Pido orden para que sigamos adelante en nuestra marcha triunfal; pero si es necesario, algún día pediré guerra. Y ahora quiero que demos una vez más ese ejemplo de cultura que han exhibido en esta ciudad las masas de trabajadores. Recuerden y mantengan grabado el lema "de casa al trabajo y del trabajo a casa" y con eso venceremos”. Ese discurso entusiasmo tanto a los dirigentes gremiales como a los trabajadores, y por supuesto, produjo una reacción en contrario de los sectores que se le oponían. Entre la dirigencia de la Unidad Democrática (UCR, Demoprogresistas, Partido Socialista y Partido Comunista) y en los altos mandos de la Marina creció la idea de que Farrell había sido cómplice de Perón, y que era urgente poner fin al gobierno militar, y la solución era que la Corte Suprema debía asumir el poder. En cambio, en el Ejercito prevalecía la idea de sostener a Farrell, designar un nuevo gabinete y fijar fecha cierta para las elecciones. Lo que preocupaba a los empresarios, era fundamentalmente la frase en que Perón anuncio que dejaba firmado un decreto que incluía un aumento de sueldos, el establecimiento del Salario Mínimo Vital y Movil y la participación en las ganancias de las empresas por parte de los trabajadores. Ese párrafo sería el desencadenante de debates, acusaciones, lock out por tres días en todo el país y respuestas de los trabajadores. Los trabajadores ganaron las calles: el 17 de Octubre Los acontecimientos que se sucedieron después de la renuncia de Perón, el 10 de octubre, y del discurso que tendrían gran trascendencia para los trabajadores, el país y la sanción del Decreto 33.302. Vale la pena hacer un repaso de lo acontecido: entre el 10 y el 12, Perón estuvo clandestino, el 13 fue detenido y llevado a Martin García, el 15 el presidente Farrell ordeno que sea trasladado a Buenos Aires por enfermedad. El 16 de octubre de 1945, se reunió el Comité Central Confederal de la CGT para tratar la propuesta del Comité Administrativo de realizar un paro en defensa del coronel Perón. Luego de un debate de varias horas, se votaron dos mociones, y el resultado fue de 16 votos contra 11, a favor de la postura de declarar la huelga general por 24 horas a partir de la hora cero del día jueves 18. A la vez, se aprobó por unanimidad este comunicado "El Comité Central de la Confederación General del Trabajo declara la huelga general de los trabajadores por 24 horas para el día 18 de octubre desde las cero horas hasta las 24 horas del mismo día para expresar el pensamiento de la clase obrera en este momento excepcional que vive el país y por las siguientes razones: 1) Contra la entrega del gobierno a la Corte Suprema. 2) Formación de un gobierno que sea una garantía de democracia y libertad para el país y que consulte la opinión de las organizaciones sindicales de trabajadores. 3) Realización de elecciones libres. 4) Levantamiento del estado de sitio. Por la libertad de todos los presos civiles y militares que se hayan distinguido por sus claras y firmes convicciones democráticas y por su identificación con la causa obrera, 5) Mantenimiento de las conquistas sociales y ampliación de las mismas. Aplicación de la Reglamentación de las Asociaciones Profesionales. 6) Que se termine de firmar de inmediato el decreto-ley sobre aumentos de sueldos y jornales, salario mínimo básico y móvil, y participación en las ganancias y que se resuelva el problema agrario mediante el reparto de la tierra al que la trabaja y el cumplimiento integral del Estatuto del Peón”. Acontecería, luego la jornada histórica del 17 de Octubre, con la gran movilización obrera y popular, marchado desde los barrios obreros, las fabricas, hacia la Plaza de Mayo, en una manifestación que mudaría la situación política, económica y sobre todo social del país. En Rosario, La Plata, Ensenada, Berisso, y en otros lugares, se dieron importantes movilizaciones populares. La licenciada Carina Capobianco, investigo lo acontecido en esas jornadas en Rosario, y comenta que “el 9-10, tras la renuncia de Perón, se produjo el cierre de negocios, y manifestaciones por el centro rosarino de los opositores al gobierno reclamando elecciones. En los días siguientes, se dieron manifestaciones de apoyo a Perón y de aquellos que estaban en contra. Los sindicatos rosarinos tuvieron las posiciones más firmes de paro y movilización en las reuniones en la CGT en Buenos Aires, y el 17 de Octubre, se dieron movilizaciones hacia el centro, pasando frente a los diarios La Tribuna y La Capital, canticos hostiles, con una importante concentración en Plaza San Martin. Todo continúo el 18, con manifestaciones en Barrio Nuevo, La Tablada, Villa Manuelita, y concentraciones en varias esquinas de la ciudad y frente a la Intendencia, para que se sumaran a los manifestantes los empleados Municipales”. Son muchas las interpretaciones del significado de esa jornada, por nuestra parte pensamos que esa movilización demostró la capacidad de los trabajadores para actuar en defensa de lo consideraban sus intereses, fue un rechazo a las formas aceptadas de jerarquía social y símbolos de autoridad, se dio en un tono dominante de irreverencia e irónico, sentido del humor que caracterizo a los manifestantes, hubo un clima de fiesta grande, de murga, de candombe, de alegría. Se partió desde los barrios obreros pasando por los barrios de la oligarquía: canciones y consignas insultantes para los ricos, se dio una recuperación del orgullo y la autoestima de la clase obrera, y nació una relación especial entre el líder, Perón, y el pueblo. La pelea continuó. Sanción del Decreto 33.302 Los gremios siguieron movilizados, para que se hiciera efectivo el Decreto. Con ese objetivo, el 11 de diciembre, se realizo un acto en Plaza de Mayo, convocado por la CGT, el sindicato de Empleados de Comercio y la Federación de Empleados Telefónicos. Las movilizaciones y reclamos, dieron sus frutos cuando se dio a conocer el 20 de diciembre de 1945, el Decreto 33.302. Por el mismo se aumentaban los salarios, la aplicación del Salario Mínimo, Vital Y Móvil, se creaba el Instituto Nacional de Remuneraciones, y se instituía el sueldo anual complementario o aguinaldo. Esta medida provoco gran júbilo entre los asalariados, indigno a los sectores patronales e incluso el escritor Jorge Luis Borges, ironizó acerca del absurdo que significaba suponer que “el año tenía trece meses”. Tanto lo realizado por Perón, desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, las leyes que incrementaron los derechos laborales, los aumentos salariales, el crecimiento de los delegados en las fábricas, fueron hechos a favor de los trabajadores. Pero lo que podemos decir, es que eso se dio en una economía en bonanza, y había para distribuir. Pasaron los años, las dificultades salariales llegaron y ahí la cosa fue distinta, había que gobernar con un capitalismo en crisis, y es lo que veremos a continuación. El Congreso de la Productividad La contracara es a lo que nos referiremos El proceso de crecimiento capitalista en la Argentina cambia radicalmente a partir de 1952. De esa fecha en adelante toda expansión significativa en el desarrollo de las fuerzas productivas debía pasar necesariamente por la acumulación de capital en la Industria Pesada. En efecto, ya en ese momento la economía argentina había desarrollado una industria liviana que producía todos los bienes de consumo durable que en el 30 aún se importaba. Para esa época, solo se importaban todos los elementos necesarios no ya para el consumo sino para mantener en funcionamiento la economía que producía bienes de consumo (petróleo, acero, maquinarias, o sea productos de la industria pesada). Y la inversión capitalista en infraestructura e industria pesada tiene muy profundas diferencias en su desarrollo con los de la industria liviana como ser: a.- Gran magnitud de inversión de capital constante b.- Bajo grado de aumento en la ocupación de mano de obra con relación a la magnitud del capital invertido c.- Rendimiento tardío en la inversión del capital, a pesar del carácter reproductivo de esas inversiones, etc. En definitiva el proceso de acumulación capitalista necesaria e inexorable en la industria pesada, que comienza a arrastrarse fundamentalmente desde el 52, necesitaba contar con inversiones masivas provenientes de la transformación de plusvalía interna o externa en capital. El gobierno de Perón buscó intensificar ambos mecanismos de acumulación a partir de 1952 sobre todo. Por un lado comienza a llevarse adelante un plan tendiente a aumentar la productividad del trabajo de tal modo que se genere un mayor excedente de plusvalía necesaria para la acumulación capitalista en las nuevas condiciones. Esto se reflejo en una tendencia, no muy profundamente desarrolladas, pero perceptibles, a la disminución de la participación del salario en el total del producto en lo que al aspecto económico se refiere y a un aumento de las luchas obreras en el plano social. Las cifras de huelgas que fueron en ascenso en los últimos años del gobierno de Perón, y el Congreso de la Productividad, son expresiones de lo afirmado. Desde los mandos medios sindicales a las bases, había una sensación de inseguridad, que creció en la medida en que las fuerzas productivas frenaron su ritmo expansionista. Los trabajadores y los dirigentes sindicales que habían surgido en los últimos años bajo la euforia del primer plan quinquenal no se adoptaban fácilmente a la nueva situación creada por las dificultades económicas. En 1954 se computaron 1.444.949 jornadas por conflictos de trabajo, sin sumar los paros generales, de un total de 119.701 trabajadores. Con esta incertidumbre, basada en hechos muy concretos: el salario real del obrero industrial, tomando como base 1943: 100, era en 1954 de 102, 4 cuando en 1948 estaba por encima de 130. Surgió la necesidad de incrementar la productividad, y los sindicatos comenzaron a inquietarse, e incluso hubo resistencias por parte de organizaciones gremiales formalmente peronistas, pero con ciertas bases que no estaban de acuerdo con el partido oficial. Por eso se convocó el Congreso de la Productividad, que se realizo en marzo de 1955, y fue convocado por la CGT, la Confederación General Económica (CGE) y el Ejecutivo Nacional. Así llega a 1955 la clase obrera, silbando a sus traidores en la plaza y resistiendo en las fábricas con sus cuerpos de delegados. En 1954, el cuello de botella en cuanto a la actividad económica que se había producido en 1951 y 1952, había sido superado, según lo demostraba, por ejemplo, la caída de la inflación. Ya en 1952 aparece el objetivo del aumento de la producción. El tema se reitera en el 2º Plan Quinquenal y culmina en el Congreso Nacional de la Productividad. El 1º de octubre de 1954 Perón había pronunciado un discurso en el que decía que "ya no es posible que se beneficie un determinado sector de la actividad económica mediante el aumento de su participación en la distribución de la renta nacional en detrimento del resto". Se había llegado al límite de la etapa distribucionista y había que aumentar la productividad, por el esfuerzo de los trabajadores, agrandar -como se dice vulgarmente- la torta a repartir. El Congreso, fue inaugurado por Perón el 21 de marzo, diciendo que "... es inútil pensar en mejoramientos de ningún orden si no nos ponemos de acuerdo para crear abundantemente los medios de ese mejoramiento". Estuvieron representados 620.000 empresarios y seis millones de afiliados a la CGT, respectivamente, según sus propios cálculos. José Gelbard, presidente de la CGE, como indiscutido líder empresario, definió su concepción del capitalismo humanista: "La productividad no constituye, en sí misma, un fin sino un medio para fomentar el progreso social, consolidar el bienestar general, desarrollar la justicia social y afianzar la independencia económica del país". Se pusieron de manifiesto, tanto las exigencias de mayor esfuerzo por parte del sector empresario, como la desconfianza de los trabajadores de que se intentaba despojarlos de sus conquistas. Gelbard afirmó que los empresarios querían garantizar su “derecho a la dirección y organización de la empresa sin interferencias”. Y advirtió “No es aceptable que, por ningún motivo, el delegado obrero toque un silbato y la fábrica se paralice…otro factor negativo que no podemos silenciar es el ausentismo…Hay que terminar con los lunes de huelga…”. Al finalizar el encuentro, él mismo afirmaba que “el incremento de la producción no se traduciría de ningún modo en el aumento de salarios”. En eso estaban de acuerdo patrones, dirigentes sindicales y el gobierno, que promovía el congreso acosado por una realidad: la pérdida de ritmo en el crecimiento económico. Las jornadas dieron por resultado un Acuerdo Nacional de Productividad. Sus efectos no alcanzaron a conocerse, ya que seis meses después el gobierno era derrocado. En el acto de Clausura del Congreso de la Productividad y el Bienestar Social, el general Perón se esperanzaba que los trabajadores y empresarios comenzarán una etapa positiva conjunta. El tema fue discutido y no aceptado totalmente por los trabajadores, periódicos y publicaciones de las empresas como La Pulga de Alpargatas, Unión y Lucha de los Gastronómicos, La Voz del Vestido, El Metalúrgico, Sudan todos menos los Patrones, de Sudamtex, fueron tribunas desde donde se alertaba, a veces con cautela y otras duramente, sobre el hecho de que, en ese acuerdo, las únicas víctimas serían los trabajadores. La situación para los trabajadores se agravó y fue por la aplicación de la racionalización capitalista, aceptada por el gobierno nacional en el Congreso de Productividad y Bienestar Social. Se hacía notoria la baja del nivel de vida de los trabajadores, ya que los salarios eran totalmente insuficientes para hacer frente al costo de los artículos de consumo familiar. La aplicación de los métodos propiciados por el Congreso de la Productividad amenazaba con provocar despidos en masa. El Congreso de la Productividad, fue el epílogo de una campaña patronal-sindical-gubernamental realizada durante varios meses. Aprobó el llamado “Acuerdo Nacional” que daba carta blanca a las grandes empresas para implantar métodos tendientes a incrementar la producción, aun a costa de intensificar la explotación de los trabajadores y anular sus conquistas sociales y económicas. Mediante dicho “acuerdo” los sindicalistas de la CGT y los empresarios se comprometían a actuar armónica y solidariamente; se aceptaban las técnicas de racionalización capitalista para obtener “índices óptimos de productividad” mediante el aprovechamiento máximo de la fuerza de trabajo; se aceptaba la “reducción de personal de acuerdo con las exigencias tecnológicas”, o sea, el desempleo. En lugar de aumentar los sueldos y salarios de acuerdo con el costo de la vida, se determinaba el “incremento indirecto” mediante el destajo y los sistemas de premios; se creaba el Instituto Nacional de la Productividad, formado por dirigentes sindicales, representantes patronales y gubernamentales; se autorizaban los acuerdos entre las empresas y las direcciones gremiales, “independientemente de los convenios en vigencia”, o sea, violando los convenios. Una mirada puede concluir en que “las conquistas no se tocan, pero a trabajar mejor y producir más”, con todo lo que ello implicaba. Otros plantean que los empresarios se retiraron descontentos del congreso. Pero hubo un guiño de Perón a los empresarios y otro a los trabajadores. No tocar conquistas pero a producir más. Ante las nuevas necesidades que se plantean para el desarrollo capitalista, a partir del ‘52, comienza un proceso cuyo signo es la profundización progresiva y creciente de las antinomias económicas del capitalismo argentino que tendía a separar socialmente cada vez más al proletariado de la burguesía. Aquí está la otra cara del peronismo, que muchos no quieren ver ni reconocer. Dossier 17 de Octubre Ver también El 17 de Octubre de 1945, por Alicia Rojo. La clase obrera y el 17 de Octubre, por Facundo Aguirre. La izquierda ante el 17 de Octubre y el nacimiento del peronismo, por Hernán Camarero.

Silvia Mercado sobre el kirchnerismo y el uso político de los artistas

Silvia Mercado - «El peronismo, la democracia y los medios de comunicación»

17 de octubre de 1945: El día en que dividimos la historia argentina en dos...


17 de octubre de 1945: El día en que dividimos la historia argentina en dos El 17 de octubre de 1945, cientos de miles, algunos cuentan millones, de trabajadores, fueron a la Plaza de Mayo a exigir la libertad de Perón, preso por el gobierno militar del que había formado parte; y la obtuvieron. Nada sería igual en la Argentina posterior a ese día. por MDZ Política 17 de Octubre de 2009 | 04:45 https://youtu.be/G0EQQildKCE (VER APARTE) Perón durante el discurso de aquella noche. -En esa mañana del 17 de octubre vino a verme un dirigente de Lanús, Pedro Arnaldi, obrero de la construcción, artesano especialista en chimeneas de casas-habitación. Serían las 9 y 30 de la mañana. Entra y me dice: - Doctor, nos venimos todos al centro. - ¿Quiénes? -Nosotros, todos, los obreros, los bolicheros, la gente del barrio, los maestros de escuela, todo el barrio se viene al centro. Porque ya no hay más radicales, no hay más conservadores, no hay más socialistas. Hay peronistas. La gente está con Perón y no hay más remedio. O Perón o la oligarquía ¿Qué hago, doctor?- -Le dije...- -¡Agarrá la bandera y ponete al frente…! Así empezó esa marcha increíble, gente que vino desde La Plata, columnas que venían a pie, desdé todos los ángulos... Pedro Arnaldi, que movía treinta votos en Gerli, pasó el Puente Pueyrredón con su bandera al frente de diez mil almas...” (El recuerdo de Arturo Jauretche)
El 17 de octubre de 1945 el país partió su historia por la mitad. Ese día, una marea de trabajadores paró el cordón industrial de Buenos Aires, y se lanzó a la Plaza de Mayo a pedir la libertad de Juan Domingo Perón, por entonces coronel, el hombre que les había dado dignidad y derechos sociales en el trabajo. Perón estaba preso, capturado por el mismo gobierno militar del que había formado parte. Su proyecto político, y –sobre todo- los nuevos derechos de los trabajadores, incomodaban, y mucho. La gente se convocó en la plaza más política del país. Muchos, cruzaron el Riachuelo a nado para llegar. Perón fue liberado, y a las nueve y media de la noche dio un discurso. Desde entonces, la fecha se recuerda como el Día de la Lealtad. Lo que sigue, es el 17 de octubre de 1945 contado por un obrero, a la sazón, los protagonistas de ese día, en el testimonio recogido por El Historiador. El 17 de octubre de 1945 - Testimonio de un obrero A principios de octubre, durante el gobierno de Edelmiro J. Farrell, Perón fue obligado a renunciar a todos los cargos públicos que ocupaba con el objetivo de desarticular su programa político. Fue detenido y trasladado a la isla Martín García. El Comité Central Confederal de la CGT declaró una huelga general a partir de la hora cero del 18 de octubre “como medida defensiva de las conquistas sociales amenazadas por la reacción de la oligarquía y el capitalismo”. La iniciativa sindical fue, sin embargo, desbordada por las bases, y desde la tarde del 16 de octubre los obreros empezaron a dejar sus lugares de trabajo. El 17 de octubre de 1945, miles de trabajadores provenientes principalmente del cordón industrial del Gran Buenos Aires se acercaron a Plaza de Mayo reclamando la presencia de Perón. El gobierno debió finalmente ceder a la presión popular y el general fue trasladado a la capital. Por la noche, Perón pudo estrenar su saludo con los brazos en alto. (Video del discurso de Perón, con una explicación del propio Perón dada años más tarde) Relato testimonial de Sebastián Borro, un obrero que participó de la jornada aquel 17 de octubre, aparecido en La Opinión Cultural el 15 de octubre de 1972. El 17 de octubre de 1945 me encuentra cumpliendo tareas en un establecimiento metalúrgico ubicado en Constitución, sobre las calles Luis Sáenz Peña y Pedro Echagüe. Yo tenía entonces 24 años de edad. Mi oficio era oficial tornero mecánico… En la mañana del 17 de octubre, aproximadamente a las 9, grupos de personas venían desde Avellaneda y Lanús avanzando hacia el centro de la ciudad. Pasaron por la calle Sáenz Peña, observaron que había un taller mecánico (donde trabajaban 130 personas) se acercaron a nosotros y nos dijeron: “Muchachos hay que parar el taller, hay que salir a la calle a rescatar a Perón”. Las noticias que teníamos en ese momento eran que Perón estaba detenido y que todo lo que se hacía era para rescatarlo. Efectivamente, el taller paró y la gente salió a la calle. Algunos fueron a sus casas. Pero la gran mayoría siguió con los compañeros que venían del sur. Fuimos caminando hacia Plaza de Mayo y habremos llegado aproximadamente a las once y media, porque en el camino íbamos parando los diversos establecimientos de la industria metalúrgica y maderera que había por Constitución. A esa hora no había tanta gente como la que hubo por la tarde, que cubrió toda la Plaza.
Peroninterior En la marcha hacia allí se pintaban sobre los coches, con cal, leyendas como “Queremos a Perón”. También sobre los tranvías. La gente se paraba y reaccionaba a favor de la manifestación que iba a Plaza de Mayo para tratar de cumplir con la idea que tenían los que habían organizado eso. Perón había aplicado leyes nuevas y otras las había ampliado: pago doble por indemnización, preaviso, pago de las ausencias por enfermedad. Eran cosas que antes no se cumplían; hasta ese momento, donde yo trabajaba, no se cumplía ninguna de esas leyes. Le voy a decir más: creo que pocos días antes de su detención, Perón había conseguido un decreto por el que se debían pagar al trabajador los días festivos: 1º de mayo, 12 de octubre, 9 de julio, etcétera. Recuerdo que uno de los patrones nos dijo entonces: vayan a cobrarle a Perón el 12 de octubre (ya estaba detenido). Después del 17 de octubre cobramos ése y muchos días más. Eran tan reaccionarios los patrones (me aparto un poco del 17 de octubre) que en enero de 1946, estando el capitán Russo en la Secretaría de Trabajo, la empresa en la que yo trabajaba fue citada tres veces. No se había presentado. Tuvo que ser intimado por la fuerza pública a concurrir a la Secretaría de Trabajo, donde algunos de nosotros éramos representantes del personal; no elegidos, porque no había organización gremial, sino porque éramos los más decididos. Uno de los patrones dijo que no tenía tiempo para pagar aguinaldo, vacaciones, a última hora. Le contestaron que la ley 11.729 fue aprobada en 1932. Y que todas las cuentas que no se habían hecho desde entonces habría que hacerlas ahora. Efectivamente, el 1º de febrero de ese año cobramos aguinaldo, pagos por enfermedad y tuvieron vacaciones los que quisieron tomárselas. Siguiendo con el 17, llegamos a la Plaza; cada vez se hacía más entusiasta; había alegría, fervor. Frente a la Casa Rosada empezaron a armar los altavoces. Hablaron distintas personas, el coronel Mercante, Colom, que fue uno de los últimos oradores. Trataban de ir calmando a la gente: por cada intervención de los oradores, la reacción era más fervorosa a favor de Perón. Se decía que venían trabajadores del interior del país. No lo puedo probar. Recuerdo, sí, que era una tarde muy calurosa y la gente se descalzaba y ponía los pies en las fuentes, muchos por haber caminado tanto. Concretamente lo que yo presencié era la gente que venía del sur. Berisso, Avellaneda, Lanús, Lomas de Zamora. A medida que crecía la cantidad, en la Plaza de Mayo aparecían los carteles. Por primera vez yo observaba algo igual: nunca había visto una asamblea tan extraordinaria. Cuando el coronel Perón apareció en los balcones sentí temblar a la Plaza. Fue un griterío extraordinario que nos emocionó de tal manera. Todo parecía venirse abajo. Critica Unos días antes se decía que Perón estaba gravemente enfermo. Por los parlantes se había anunciado que el coronel Perón se encontraba bien de salud y que estaba en el Hospital Militar. En un momento, Colom dijo, más o menos: “Quédense que vamos a traer a Perón”. Mucha gente gritaba por Perón –quizá por primera vez- sin tener todavía conciencia clara de su actividad. Porque, además, la gran prensa trataba de desvirtuar la figura de Perón. La gente se enteraba a través de los delegados o los activistas pero no por la prensa, que casi en su totalidad estaba en contra. Aunque él había hablado en distintas oportunidades desde la Secretaría de Trabajo. Y se había hecho carne que era un auténtico defensor de los derechos del trabajador. Nos causó mucho dolor saber que lo habían detenido pero –en lo que respecta a mí y un grupo de compañeros- sinceramente nos considerábamos impotentes, porque recién estábamos despertando, después de muchos años, en el país. Para otros –quizá- con anterioridad, pero a partir de ese 17 de octubre despierta la conciencia para nosotros. Se hace carne que al pueblo tiene que respetársele como tal, cosa que Perón proclamaba diariamente. De ahí que, si bien nos sentíamos impotentes, podíamos hacer algo: sacar a Perón de las garras de la oligarquía y colocarlo en el lugar que correspondía para que sea permanente una auténtica justicia. Es decir, ese idealismo que teníamos nunca lo habíamos vivido en el país. No creí que iba a haber tanta gente en la Plaza; lo que sí pensaba era que el agradecimiento del pueblo a Perón tenía que ser auténtico. Pero yo no conocía la reacción de la gente, hasta que la viví. La Opinión Cultural, 15 de octubre de 1972 Fuente: www.elhistoriador.com.ar