jueves, 23 de noviembre de 2017

ÉRAMOS...RECUERDOS DE LA ARMADA ARGENTINA


EFEMÉRIDES: 1899-Muere el vicealmirante Mariano Cordero. Fue comandante General de Marina; jefe de Estado Mayor General de la Armada Estamos a tiempo de recuperar la historia y hacerla presente en valores... VISITA A OTROS BLOGS: https://cortitoyalpie.com/2016/11/22/el-vice-almirante-cordero/
Santiago Cordero (en Hablemos sin saber 22 noviembre, 2016 ) El Vice-Almirante Cordero Las campañas navales de “la nueva y gloriosa nación”, según el cantor de Mayo, habían sido hasta 1816, una serie de triunfos interminables; y si el pabellón argentino no consiguió algunas veces la victoria sobre cuádruple número de buques y cañones, siempre había quedado dueño de las aguas en que ondeara. La gigantes figura del Almirante Brown, que hoy se encuentra tallada por el cincel del tiempo sobre el mármol de la historia, entonces ya era admirada por el pueblo; aunque estuviera demasiado cerca de él para abarcar su talla de héroe. Nuestra inmortal epopeya había sido coronada por el éxito. El sol de Mayo iluminaba la República; pero los viejos campeones, en vez de descansar sobre los laureles del triunfo, y el santo fuego que había hecho derretir uno a uno, los eslabones de le pesada cadena. Así, cuando diez años más tarde, Brown volvió a surcar las aguas con su flota, el éxito más completo coronó sus nuevos combates: eran los mismos soldados de la revolución los que luchaban contra la poderosa armada del imperio. El combate naval del 11 de junio (1826) en que seis cañoneras argentinas hicieron emprender la fuga a la escuadra brasilera, probó una vez más el genio y la enerjía del Almirante Brown y el temple de los marinos de la patria. Estos hechos brillantes, que enumeramos ligeramente, y otros, decidieron la vocación de Mariano Cordero por la marina, carrera que entonces sí se presentaba llena de peligros, también lo estaba de gloria. Cuando Cordero tuvo apenas la suficiente edad para sostener un fusil y hacer una guardia, en 1836, entró a la armada en calidad de guarda marina. — Era 1842. La escuadra de la República al mando de Brown, sitiaba á Montevideo, en combinación con el ejército de Oribe Garibaldi, gefe de la legión italiana y de la flota oriental, fue sorprendido por la nuestra, en las aguas del Río Paraná, cerca del arroyo de la Esquina. Para salvarse de los destrozos que pudiera ocasionar esta sorpresa, Garibaldi aconderó sus buques en la costa saliente de Costa Brava, guardando su flanco desde tierra con una trinchera hecha con tercios de yerba y en la cual había colocado la infantería. Debido á esta hábil disposición, la escuadra argentina vino a quedar en muy malas condiciones; como había calmado el viento no podía subir aguas arriba, y al tratar de aproximarse a la costa, donde estaba guarecido Garibaldi, era víctima de un vivísimo fuego que no podía contestar, por que la corriente no permitía dar el costado á los buques; a pesar de esto, la escuadra siguió avanzando bajo una lluvia de balas. Era necesarios apagar aquel fuego nutrido que estaba causando perjuicios de consideración; era preciso sacrificar una docena de hombres para salvar la vida de muchos más. Un guarda marina, al mando de una guerrilla, descendiò del buque de Brown. Los viejos lobos de mar sintieron pena por la suerte de aquel joven, imberbe todavía, á quien ya consideraban víctima del peligro que iba a desafiar, impávido y sereno. Pero Mariano Cordero, que él era el guarda marina, después de una prolongada lucha, en que cayeron muchos de sus compañeros, volvió a bordo, sonriente, satisfecho de haber salvado con su arrojo la escuadra de la República. El Almirante Brown, apreciando debidamente aquel hecho, felicitó a Cordero, y le regaló su propia espada. Desde entonces, Cordero fue muy distinguido por Brown, que llegó a considerarlo como un hijo. El se había hecho digno de ello. — Al día siguiente del hecho que relatamos, el Almirante dió orden para abordar la escuadra de Garibaldi. Este, no pudiendo resistir un momento más por falta de municiones, incendió todos sus buques haciendo volar un bergantín y una goleta. Al aproximarse Brown á los buques abandonados, notó que en el pailebot “Jóven Estéban” humeaba una mecha. El golpe estaba bien preparado; no había tiempo que perder: el “Jóven Estéban” iba a estallar y sepultaría en las aguas á nuestra escuadra. Entonces, se dió órden a un guarda marina para que fuera a apagar aquella mecha, antes que llegara á la Santa Bárbara del buque abandonado. Cuando el guarda marina partió en un bote á cumplir la órden, se encontró, con otro que, adelantándose á él, iba á realizarla también. Ese otro, era Mariano Cordero. Allí, sobre las aguas, empezó entonces una lucha: los dos valientes jóvenes se esforzaban por llegar primero á aquel buque humeante que encerraba la muerte; y los remeros, entusiasmados por el valor de sus oficiales, redoblaban sus esfuerzos. El que recibiera la orden de Brown, por las condiciones mejores del bote en que iba, llegó primero que el otro: cuando este último pisaba la borda del pailebot ya los marinos con baldes y hachas estinguian la mecha y los regueros de pólvora; había sido cuestión de dos minutos: un instante más y hubiera volado todos. El oficial á quien le disputó ese peligro Mariano Cordero, era su propio hermano Bartolomé, que hoy ocupa también una alta posición en nuestra armada. Por eso, la tradición ha conservado ese hecho con el nombre de la Regata de los dos hermanos. — El 28 de diciembre de 1846, tuvo lugar la heroica defensa de Paysandú, esa Numancia del Plata, como con justicia la han llamado. Quinientos hombre estenuados por las fatigas de una campaña que duró cerca de una década, escudados por débiles murallas, pero oponiendo sus fuertes pechos al enemigo, resistieron ocho largas horas el poderoso ataque llevado por dos mil hombres del General Rivera y el bombardeo de la “Tactique” y “Paindure” a las órdenes del Almirante Laines. Mariano Cordero se encontraba entónces transitoriamente en Paysandú. Su valor indomable lo llevó a una trinchera. Allí soportó el asalto terrible de los “Vascos” de Rivera y del batallon de negros que mandaba La bandera. La escuadra continuaba el bombardeo. el-vice-almirante-cordero-1 Desalojada la primera trinchera, ante la irresistible fuerza del número se formaron cantones, que también fueron tomados; entonces, los defensores de la plaza no tenían mas que rendirse, y no se rindieron. Comenzaron á batirse en retirada, aspillando algunas casas para defenderse; en una de estas casas, la de la señora Maquea Marote de Raña, esposa del coronel del mismo nombre, la sangre llegó á correr como agua por los albañales. Sangre generosa que purificaba aquel suelo. Esta lucha asombrosa hubiera durado quien sabe cuanto tiempo todavía, pero el Parque de Paysandú cayó en poder de los asaltantes y los valientes defensores se encontraron sin recursos de ninguna especie; sinembargo, continuaron disputando palmo a palmo aquella tierra, y recien cuando eran apénas un puñado de hombres en el centro de Paysandú, hasta donde llegaron defendiéndose, abandonaron sus armas y fueron prisioneros. Mariano Cordero tuvo la gloria de ser uno de esos últimos héroes; cuando los soldados de Rivera lo tomaron, recien conoció que estaba gravemente herido. — Allá á la conclusion del año 59, era cosa poco menos que imposible para la escuadra de la Confederacion forzar el pasaje de la Isla de Martin Garcia, que con la separacion de Buenos Aires había quedado en su poder, encontrándose poderosamente artillada y amparada por varios pontones armados. Los buques de la Confederacion necesitaban forzar el paso de Martin Garcia, para remontar el Paraná é ir en busca de la escuadra de Buenos Aires á objeto de batirla. La escuadra argentina, al mando del entónces teniente coronel don Mariano Cordero, el 14 de octubre á las 6 de la mañana, verificó dicho paso, bajo los fuegos de los pontones, las baterias y mosqueteria de la isla. La simpatica figura del coronel Cordero, pues dicho paso le valió este título, desde entónces empezó á adquirir mayores contornos. Los diarios del estado de Buenos Aires, a pesar de su antagonismo á la Confederacion, no tuvieron inconveniente en manifestar su admiración por Cordero, á quien creian muerto, porque durante el combate no salia de encima de las ruedas del Pampero (el buque donde iba), dando las voces de fuego con una serenidad admirable. El “Pampero” en esta jornada recibió mas de veinte cañonazos, muriendo su bravo comandante el teniente coronel Mauricio. — Abreviando, llegamos al año 1876 en que el superior gobierno, teniendo en cuenta los servicios prestados á la patria por el Coronel Cordero, y sus escelentes condiciones personales, lo nombró Comandante General de Marina, con el honroso encargo de dar estable organizacion á la armada Nacional. Como se desempeñó en esta laboriosa tarea, lo dice claramente el estado actual de nuestra escuadra. Luego, en 1880, fue ascendido a Contra-Almirante, empleo equivalente á Teniende General, categoría que hoy reviste aunque bajo la designacion de Vice-Almirante. Tales son simplemente bosquejados, algunos hechos de la vida del viejo marino que tuvo la gloria de formarse al lado de Brown, tomándolo por ejemplo é imitándolo en horizontes mas estrechos pero no menos brillantes. Publicación “La ilustración Argentina” Año 6, N° 32. Buenos Aires, 20 de noviembre de 1886. Agradezco a Martina Granados Beacon por acercarme una copia de la publicación.