sábado, 16 de diciembre de 2017

DESTELLOS PATAGÓNICOS(7) -Los colores del sonido del amor-


Sergio Pellizza 11 de noviembre · · LOS COLORES DEL SONIDO DEL AMOR 11 de noviembre LOS COLORES DEL SONIDO DEL AMOR Por Sergio Pellizza En ese deslumbrante aparecer del sol de febrero, bien temprano, por el este, pintando con pinceladas de oro liquido el cielo que goza con ese contacto de amaneceres patagónicos; los trabajadores que se habían levantado antes de que fuera disuelta la última estrella por ese liquido color dorado, lo vieron siluetearse entre la hilera de álamos que bordeaba el acceso a la tranquera grande. Venia aproximándose, pareciendo que sus pies no tocaran el suelo en ese tranquilo caminar… ¿o flotar? … Prudencio el capataz de la estancia se levantó mate en mano para ver mejor eso que parecía una aparición. El viento que con la salida del sol apenas era suave brisa se detuvo produciendo una calma de total atención… Como Prudencio todos los hombres se pararon como para saludar al que se acercaba por la tranquera grande. Ya, más cerca se pudo identificar a un hombre alto vestido como paisano común y corriente, salvo por un brillo extraño que parecía emanar de sus hombros. Cuando estuvo cerca de la paisanada, saludo con un… -Buenos días, me llamo Gabriel y vengo desde lejos, solicito refugio por unos días para después continuar mi camino que de verdad es largo. Prudencio dijo- - Claro amigo Gabriel la hospitalidad patagónica es sagrada, así que tómese unos mates con nosotros y luego, Luisito el joven aprendiz de domador y ovejero lo acomodará en el dormitorio de la gente. –Yo soy Prudencio el capataz. Luisito lo presentara con el personal de la cocina por si necesita algo de lo que podemos ofrecer. - Muchas gracias, respondió Gabriel. -Estaré solo un par de días, tratare de compensar con trabajo su hospitalidad. Prudencio mando llamar a Luisito, que aun estaba en la cocina y cuando vino le dio las instrucciones. Luego ambos, Luisito y Gabriel se fueron hacia la cocina. Andando, Gabriel pregunto. -Dime Luisito, ¿cómo esta Clarisa? Bien Don Gabriel, solo que nadie está contento aquí desde que llegó Clarisa de Buenos Aires y nos enteramos que la operación para devolverle la vista no sirvió. – Continúa ciega como nació. -Deben tener la misma edad, me parece, dijo Gabriel. -No, yo soy mayor tengo 14 años, Clarisa tiene 13. Vino de la ciudad de bebe, yo nací aquí, la conozco desde siempre. -Siempre jugamos juntos y yo le cuento cómo son todas las cosas que ella no puede tocar para darse cuenta. Como la luz de la luna, las estrellas la altura de los montes, las nubes. Lo que nunca pude contarle es como son los colores.-Ella dice que nunca los vió y que no los puede imaginar. –Este es el único tema que le quita la sonrisa y eso me duele mucho don Gabriel. –Además es tan hermosa… aunque no ve pareciera que sus ojos siempre estuvieran llenos de estrellas. -No Te aflijas Luisito, Solo Dios sabe como son estas cosas. –Te pido que me busques cuando termines tus tareas. Luego de pasar por la cocina, Luisito guió a la visita hasta el dormitorio de la gente lo ubico, se despidió con un hasta luego y notó como Gabriel lo seguía con la mirada hasta que se perdió detrás del molino. Luisito se dijo: - Medio raro este Gabriel, aunque vista de paisano, lo que menos parece ser, es un hombre de campo, pero es simpático y todo parece estar bien cerca suyo. Al atardecer Luisito fue en busca de su visita. Lo encontró agachado a la orilla del arroyo buscando entre el pasto con una flauta de caña en la mano. - ¿que busca Don Gabriel? -Algunos elementos -Para enseñarte como ayudar a Clarisa a que pueda imaginar los colores Luisito. -¿Se puede hacer eso Don Gabriel? -Te cuento Luisito. –Todo lo que nos rodea es vibración.- Esta flauta tiene una vibraciones que pueden ser graves o agudas. Un sonido no es nada más que una vibración de aire que nuestros oídos pueden captar, así como los colores son otras vibraciones que nuestros ojos pueden percibir y dependiendo de algo que se llama frecuencia y longitud de onda; podríamos imaginar colores graves y colores agudos. Solo haremos corresponder los sonidos graves como el “do” en la escala de notas de la flauta al color más grave que sería el rojo y la nota “si”, más aguda con el azul. -Ahora Luisito cierra los ojos tapa con tus dedos todos los agujeros de la flauta menos el primero que es el “do”, piensa en el mejor rojo de tu vida y suspíralo con todo lo que sientes por Clarisa. -Bien Luisito, lo estoy imaginando y es un rojo hermoso. Ahora haz lo mismo, pero tapando todos los agujeros menos el último que es un “si” y vuelve a suspirarlo con todo lo que sientes por clarisa… Muy bien Luisito, magino un azul hermoso. También te digo que en la mitad hay otro color el amarillo. Suspira un “fa” con la misma emoción y puedo imaginarlo como un amarillo maravilloso. Suspirando con el mismo sentimiento tu solo descubrirás otros “colores tonales” como el verde que sería una mezcla de azul y amarillo por ejemplo. -No le digas nada a Clarisa Luisito, solo acércate ella que está allí dormitando, tomando el sol de la tarde. Aproxímate en silencio suspírale el “si” suave y sostenidamente hasta que ella lo perciba… Ella no te escuchó venir, pero sabes que tu estas cerca como siempre. El viento mantuvo su estado de completo reposo y máxima atención…Solo el “si” sostenido se suspendía en el aire… De repente Clarisa se para de golpe y dice. -Luisito, estoy viendo el cielo y es de un hermoso color azul…

DESTELLOS PATAGÓNICOS (6) -Agustín del Castillo-


Sergio Pellizza 23 de noviembre · · AGUSTÍN del CASTILLO 23 de noviembre Por Sergio Pellizza De pequeño miraba de afuera, como esos sueños lejanos que nunca se alcanzan. Muchos cuadros de goletas, fragatas, hermosos veleros en azules mares que se confundían con celestes cielos. Agustín deseaba con toda su alma navegar esos mares, más allá del horizonte de celestes cielos. Imaginaba el viento susurrando entre las velas y entre el humo de una tímida caldera y los aparejos, escuchaba un mensaje, como una letanía, sur…sur…sur… A los 17 años, su sueño se hizo tangible, estaba ingresando en la Escuela naval militar, tal como lo había soñado. La Escuela estaba instalada en el vapor de guerra General Brown; una especie de combinación de vela y vapor. Tres mástiles y 6 calderas 176 Hp de potencia, 78 m de eslora (largo) 9,3 m manga (ancho) 570 toneladas de desplazamiento. Permaneció 7 años en este barco y siempre escuchaba entre el humo y los aparejos que el viento decía: sur…sur…sur. El momento en que se gradúa constituye un acontecimiento inesperado, una circunstancia especial, única de evidente gravitación en el destino de la marina de guerra y el destino personal de Agustín. El viento se lo venía anunciando. El hecho es el envió de una División Naval al lejano territorio de Santa Cruz, con el propósito de iniciar una real ocupación de nuestro litoral marítimo en esas latitudes. El 8 de noviembre de 1878 partía de Buenos aires la División Naval por orden del Presidente Nicolás Avellaneda, al mando del Comodoro Luis Py. Desde el año anterior La Escuela Naval había sido trasladada a la cañonera Uruguay que formaba parte de la división. Entre el reducido plantel de alumnos se encontraba Agustín. El 17 de noviembre de 1877, en la desembocadura del Rio Santa Cruz, frente al cañadón de los misioneros, rinde sus exámenes finales y se convierte en uno de los 4 primeros egresados de la Escuela Naval Argentina, en tierra patagónica. Un año después Agustín con su grado de alférez de fragata es enviado a Londres. Ya su espíritu había sido sellado por el viento patagónico que siempre le recordaba en todos lados su destino de, sur…sur…sur… susurrado en todas partes. En agosto d 1886, el ya teniente de fragata Agustín del Castillo fue enviado a Rio Gallegos a fin de cumplir una misión de relevamiento hidrográfico, misión que solo pudo cumplirse parcialmente y solo producto de su férrea voluntad de entrar en la piel del paisaje. Los instrumentos indispensables para la tarea no le fueron enviados. Después de inútiles reclamos, se prepara con medios propios y algunas escasas ayudas de viajeros y pobladores; comienza a prepararse para una expedición que diera como resultado un mayor conocimiento geográfico de la región hasta ese momento prácticamente desconocida. De esta manera pudo dar cumplimiento a su patriótico anhelo. De regreso a Buenos Aires solo ansiaba que el gobierno nacional se interesara en los resultados de su viaje y como consecuencia de esto proponer la realización de un segundo que a la par de completar sus observaciones, le permitiera comprobar algunas de las hipótesis geográficas de verdadera importancia para los intereses geopolíticos del país. El gobierno nacional parecía no entender como muchos en el norte que el sur existe, que esta inmensa costa, meseta, ríos y precordillera debía realmente conocerse y consolidar la argentinidad en ellos. Primero conociendo el terreno y volcar sus características en mapas reales. En 1887, mientras cumplía tareas hidrográficas en Río Gallegos, efectuó una expedición a Río Turbio durante la cual descubrió los yacimientos de carbón. Por ese motivo y en consideración a sus actividades posteriores relacionadas con la actividad minera en la región se lo considera el propulsor de Yacimientos Carboníferos Fiscales. Falleció en la ciudad de Buenos Aires el 22 de enero de 1889, poco después de su segundo viaje a la zona de Río Turbio y Lago Argentino y mientras preparaba una conferencia que debía pronunciar en el Instituto Geográfico Argentino referida a sus recientes exploraciones. En la Asamblea Extraordinaria del Instituto Geográfico Argentino efectuada el 8 de mayo de 1889 el doctor Felipe Yofre informó que: "la expedición llevada a cabo bajo las órdenes del malogrado teniente de navío don Agustín del Castillo, recorrió una vasta extensión de la Patagonia austral, comprendiendo las cuencas de los ríos Gallegos y Santa Cruz, los lagos del Sur, Argentino, Viedma y San Martín con el propósito de seguir los cursos de agua hasta el macizo de la Cordillera de los Andes y resolver definitivamente si existe una vía de comunicación entre el Atlántico y el Pacífico por el río Santa Cruz (...) Esta expedición que estuvo de regreso hace apenas unos meses soportó los rigores del invierno en la falda de los Andes e inmediaciones del lago Argentino a fin de obtener los más exactos datos posibles sobre la climatología de aquellas regiones(...) Sus resultados iban a hacerse públicos en una conferencia que debía dar el intrépido jefe de la expedición, don Agustín del Castillo y estaba trabajando activamente para ordenar sus datos y confeccionar el plano de la región recorrida cuando la ley inexorable de la naturaleza tronchó su existencia; privando a la Armada Argentina de uno de sus más distinguidos oficiales y a la geografía nacional de uno de sus más ilustres representantes". No obstante lo prematuro de su muerte a los 34 años, y lo corto de su obra. El nombre de Agustín del Castillo debe ocupar hoy un lugar importante entre los hombres que lucharon por la integración de la Patagonia al país. Salvo raras excepciones su presencia ha pasado casi inadvertida. Este modesto relato es una pequeñísima contribución a rescatar su recuerdo y su trabajo que hizo tomar conciencia territorial de que este sur existe y es argentino. La Patagonia austral fue la región de país que despertó esa actitud generacional de la que Agustín del Castillo formó parte y a la que contribuyó a prestigiar. 23 Noviembre 2017

DESTELLOS PATAGÓNICOS (5) -Conmoción en el pueblo-


Sergio Pellizza 25 de noviembre · · CONMOCIÓN EN EL PUEBLO 25 de noviembre CONMOCIÓN EN EL PUEBLO Por Sergio Pellizza En 1905 Rio Gallegos era una coqueta población de alrededor de 900 habitantes que recibió con los brazos abiertos a los adinerados caballeros, daban bondadosas propinas, hacían gala de una abultada cuenta bancaria y se mostraban decididos a invertir en los campos de Santa Cruz. Se trataba del encantador matrimonio Lindem y algunos amigos, todos inversores norteamericanos. Se alojaron en el Hotel Argentino, el mejor del pueblo y frecuentaban el club El Progreso. Un día martes, 14 de febrero de 1905… “Ponga el dinero en la bolsa”, gritó el señor Lindem apuntando con una Colt 44 al subgerente del Banco Tarapacá de Río Gallegos. Detrás el señor Brady ya tenía en sus manos una caja de metal con libras esterlinas. En pocos minutos robaron 30 mil monedas de peso nacional.. En la puerta, un jinete con la cara cubierta los esperaba (luego se sabría que era la señora Lindem, tal el sobrenombre elegido por Etta Place) con caballos en los que escaparon al galope por la Avenida Roca, para tomar luego dirección Noroeste en busca del vado del Río Gallegos. Pasaron varios meses antes que los Riogalleguenses supieran que habían sido víctimas de la Black Jack, famosa banda que a finales de 1800 asaltó trenes y bancos en Estados Unidos. Según cuentan las crónicas de la época, el gendarme apostado en el Café de París, a metros del banco, vió pasar a los gringos al galope, pero no se alarmó, pensó que se trataba sólo de una apuesta. Según relata la periodista Marta Aguilar Torres en el artículo: Del salvaje oeste a la lejana Patagonia- “El subgerente Bishop había utilizado uno de los 70 teléfonos habilitados en el pueblo para comunicar lo acontecido a la Jefatura de Policía. El jefe de la fuerza, Dámaso Lechaga, organiza para buscar a los fugitivos una patrulla de emergencia en la que los agentes policiales son menos que los vecinos, entre ellos Víctor Fenton, hermano del primer médico que tuvo Santa Cruz. No llega muy lejos esta comisión y la persecución la continúa el sargento Eduardo Rodríguez que, al llegar al Bajo de la Leona, se encuentra con la noche y el caballo cansado. Hace un alto y a así pierde oportunidad –si de verdad tuvo alguna- de seguirle el rastro a los malhechores”. De acuerdo a la reconstrucción que realiza sobre el hecho el investigador santacruceño Osvaldo Topcic: Cassidy, el Kid y Etta Place llegaron a la ciudad a finales de diciembre de 1904 y se alojaron en el mejor hotel del pueblo el Hotel Argentino, gracias a su despliegue de propinas y cuentas bancarias fueron invitados al Club Progreso por lo más selecto de la población. Estos hechos, junto a la promesa de inversiones, crearon un clima de euforia y confianza que facilitó la consumación del asalto al banco. Según cuenta el archivo de la agencia de investigación norteamericana Pinkerton, los tres integrantes de la banda buscados por numerosos robos y asaltos, se embarcaron el 20 de febrero de 1901 en el paquete barco Soldier Prince que partiría desde Nueva York a Buenos Aires. Para mayo desde ese año ya eran tres distinguidos huéspedes del Hotel Globo de Trelew, y en la primavera tomaron posesión de seis mil hectáreas de tierras vírgenes en la zona de Cholila, dispuestos a cumplir con el mandato colonizador. Pero la vida tranquila de colonos norteamericanos duró poco, y en 1905 con el robo del Tarapacá iniciaron una serie de asaltos que los convertiría otra vez en una banda peligrosa. Así como sobre sus vidas se tejieron cientos de fantasías, sobre sus muertes prosperan las más fantásticas historias. Mientras Etta Place, esposa del Sundance Kid regresaría a Estados Unidos, la suerte de su marido y de Butch Cassidy, nunca se supo a ciencia cierta. Algunas versiones indican que encontraron la muerte en Bolivia, o en Uruguay o en Argentina, otros creen que Butch Cassidy murió de viejo en un pueblito de Montana, EE.UU, criando caballos.- Este episodio robado de una película del Lejano Oeste, famosa; protagonizada por Robert Redford y Paul Newman ‘Butch Cassidy & The Sundance Kid. Ocurrió hace más de un centenar de años y aún hoy se lo recuerda como uno de las famosas causas policiales sin resolver. Ese día, además del dinero, los pistoleros se llevaron en la bolsa la credulidad de una coqueta población que había recibido con los brazos abiertos a los famosos pistoleros que se ocultaron bajo el disfraz de adinerados caballeros, daban bondadosas propinas, hacían gala de una abultada cuenta bancaria y se mostraban decididos a invertir en los campos de Santa Cruz. El tiempo trascurrido después de la llegada de los norteamericanos al sur de la Patagonia, su asalto en el banco ingles de Rio Gallegos, su actuación en la provincia de Chubut, hizo que poco a poco, los acontecimientos fueran tomando forma de leyenda, creada por la exageración de los comentarios alrededor de los fogones de los campamentos de trabajo, en los corrales, o los mostradores de los boliches de las “gueyas” largas. Esto también lo guarda en su memoria el viento del oeste que, de vez en cuando sopla de manera diferente para que estos hechos que en su esencia ocurrieron, no se pierdan y se hace voz en algún bisnieto de esta generación y que lo escucho de su abuelo, lo cuente.

DESTELLOS PATAGÓNICOS (4) -La tabeada-


Sergio Pellizza 28 de noviembre · · LA "TABEADA" 27 de noviembre LA "TABEADA" Por Sergio Pellizza La" taba" es un juego muy antiguo traído a estas tierras por los españoles, muy popular en las zonas rurales de todo el país, también en la Patagonia, jugado normalmente por plata. Está hecha de un hueso del pié del caballo llamado astrágalo. Se juega en cancha de tierra alisada: se denomina “suerte” si cae con la parte lisa o ganadora hacia arriba, “culo” si es la parte hueca o perdedora y “pinino” si queda vertical que se suele pagar doble o triple. ¡Voy por 3 pesos el tiro¡… pago y cuatro más al que espera…¡pago¡… Está en pleno auge la “tabeada”, detrás del galpón de esquila. También en un galponcito de al lado se había armado unas mesas para jugar al cacho (un juego de dados), al pase ingles y monte criollo. Todo festejando el fin de la temporada de esquila. El tirador de la taba se prepara. Sujeta con la mano izquierda la parte la parte baja del saco para que no le estorbe al tirar el “gueso”. El hombre sostiene la taba, en la palma de la mano derecha extendida hacia adelante y haciendo dar a la misma unos saltitos de ensayo sin largarla, con el cuerpo ligeramente inclinado hacia adelante, mientras mira fijamente a los reunidos en el extremo opuesto de la “cancha”, donde su oponente espera el tiro. Se cruzan nuevas apuestas entre el que tira y el que espera. Después el hombre se inclina un poco más listo para tirar… se detiene un instante esperando que alguien aumente la apuesta… se escucha… cinco pesos más al tiro…. El hombre se tiene fe espera un momento mas y viendo que nadie aumenta la apuesta, mirando fijamente al frente, el hombre se inclina un poco más hacia adelante, hace balancear nuevamente la “taba” en su palma y la arroja suavemente. Esta sale describiendo un semicírculo abierto hacia arriba seguido por los ojos abiertos de todos, da una vuelta sobre sí misma en el aire y cae en el extremo opuesto de la “cancha” con sonido apagado se pega a la tierra. Cae marcando suerte, pero la traicionera inercia la inclina de costado, lo que significa que no fue buena ni mala. Apenas la taba ha tocado tierra, varios pies se ponen encima, pues en el caso de haber salido suerte o mala el que tira o el que espera debe retirarse cediendo el lugar al que pisó la taba primero. Pero como el tiro no salió suerte ni mala, ambos contendientes siguen mirándose… Se encrespa el hombre que ha hecho el tiro, pues le parece que le pisaron la taba antes de tiempo impidiéndole que salga suerte… -¡ “Oiga… carajo¡…¡ No me pise la taba antes de tiempo si no quiere salir con las tripas como pañuelo¡” … El aludido ya nervioso porque estaba perdiendo respondió irritado… ¡No me grite que no soy palenque para rascarse… ¡ soy capaz de pisarle la taba y la cabeza también¡…Hubo un cambio de palabras gruesas…Un acercarse de miradas torvas mientras las manos derechas se iban para atrás y la izquierda enrollaba el poncho. Ambos se sentían ofendidos y con ganas de hacerle tragar las palabras al otro. Esto solo significaba una cosa, un duelo criollo a cuchillo que, solía terminar mal, muy mal, con heridos graves o muerte. El viento se aquieta de golpe y se siente en el ambiente un presentir de tragedia. ¡ Cuidado viene la policía ¡ grita un paisano a toda garganta…guarden los facones y disimulen. La palabra policía sujeta a los contendientes que se quedan en su sitio mirándose bravamente. Pasan unos instantes que son aprovechados por unos comedidos apaciguadores amigos de los enfrentados que despacio van llevando a los contrincantes en sentidos opuestos. Pasa un rato… No aparece la policía… todos entienden sin preguntas. Se serenan los ánimos y alguien dice. Es nuestra fiesta paisanos… no la estropeemos, y se reanuda la tabeada. El que esperaba es el que ahora tiene la taba en la mano, se siente ahora tranquilo y seguro. ¡Voy 10 pesos más al tiro¡ Nadie contesta. Todos saben que el que tira ahora lo hace muy bien… Insiste haciendo jugar la taba en la mano…Vamos no se achiquen… La taba es como mujer chueca y con mal aliento. No se casa con nadie. ¡diez pesos más al tiro ¡… silencio total. Viendo que nadie le copa la parada el hombre se inclina ligeramente al tiempo que lanza la taba, esta baja como un proyectil de artillería en blanco bien calculado llega al extremo de la cancha y se clava precariamente en suerte, pero al asentarse en caprichosa pirueta, se da vuelta y cae en “mala”, al mismo tiempo varias voces dicen “culo” y muy despacio varios píes se posan sobre la “taba” Tranquilamente, el hombre que ha tirado y ha perdido, verifica la posición de “mala”. Se hace a un lado diciendo. Ven paisanos… La “taba” no se casa nadie. El largo crepúsculo de mediados de febrero va entregando su paleta de rojos intensos, anaranjados brillantes, algún rosado reflejo alguna nube baja y el sol termina majestuosamente por desaparecer por el oeste seguido de ese majestuoso y colorido telón crepuscular, como cerrando el espectacular día patagónico. La paisanada va al fogón matero detrás del molino esperando el asado. Aparece alguna guitarra o alguna historia interesante, como la acontecida hoy por una apresurada pisada de “taba” que casi termina en duelo… 27 Noviembre 2017