viernes, 30 de marzo de 2018

DESTELLOS PATAGÓNICOS (28)


LOS KAMI DE LA PATAGONIA AUSTRAL
l Por Sergio Pellizza: El quipo de médicos miraba la serie de placas que mostraban parte de la estructura ósea de Cho: Nombre de doble significado. Por un lado, "mariposa", y por el otro, "nacida en la madrugada", jovencita de 12 años. El veterano profesional jefe del equipo trataba de encontrar algo para dar una información coherente al ansioso padre, poderoso empresario, dueño de una de las más grandes fábricas de electrónica con oficinas en Osaka, Japón, que miraba desde atrás, las mismas placas. El jefe de quipo de médicos dijo. -En realidad Ingeniero, los aquí reunidos hemos hechos todos los estudios posibles a su hija, usando toda la más moderna tecnología disponible, incluso varios equipos que en sus plantas se fabrican y no encontramos razón para que la joven no pueda caminar. –También sabemos de los estudios neurológicos y otros que se hicieron a estos efectos tampoco encontraron nada. El ingeniero sufría un dolor terrible por su hija, no transparentado, como disimulado, detrás de su ser oriental. Dijo: -La verdad es que no se qué hacer. – De todas maneras doctores agradezco su preocupación y dedicación. Hizo una inclinación de cabeza y se reiteró. El poderoso empresario era Sintoista, segunda religión del Japón después del Budismo. Basada en la veneración de los Kami, espíritus de la naturaleza, pensando en ellos como buscando ayuda, se mezcló con el rio de gente que pululaba por la ciudad. De repente sintió como una especie de señal en su nuca que lo hizo girar. Al hacerlo vio la vidriera de la agencia de viajes que ofrecía viajes a Argentina, en particular un lugar donde un cartel decía: “Sienta la pura naturaleza de la Patagonia Austral”. Se quedó como clavado al piso frente a la vidriera. La fotografía que estaba bajo el cartel atrajo de inmediato su atención. Era como un inmenso océano de color ocre salpicado por algunos manchones verdes y blancos que se extendía hasta el horizonte infinito, incluso parecía prolongarse detrás de la foto. No había más letras comentando el paisaje… Su mente se las agregó…- Horizonte infinito donde la vista flota sin tener donde posarse… Esa sensación sintió. Sin pensarlo sus pasos lo dirigieron al interior de la agencia. Esperó unos minutos mirando la fotografía espejada en el vidrio y fue aún más profunda la sensación de profundidad. -¿En qué puedo serle útil señor? Mi nombre es Aiko, Le preguntó una agradable señorita de inmaculada sonrisa. -Solo deseo toda la folleteria que me pueda suministrar de esa región llamada Patagonia Austral por favor. -Enseguida señor, dijo la sonrisa impecable de la señorita que parecía estar prendida en sus labios. Agrupó los folletos, los coloco en un elegante sobre y al entregárselo, pensó. – Esta cara la he visto antes y sin saber porque agregó – Si dispone de unos minutos señor, sería un placer poder contarle un poco de la vivencia que se siente en esos lugares que no puede reproducirse con las cámaras. He estado allí y los conozco. Sin siquiera responder al hábito de mirar el reloj, dijo un cortes, -si por favor. Y a partir de ese momento Todo comenzó. Desde la misma agencia hizo una llamada de celular a su asistente ejecutivo y le dijo. – Voy a estar muy ocupado con un asunto de vital importancia para mí; por favor prepare los documentos para delegación de la conducción empresaria en el Director General. Compre la agencia de turismo que está en la calle, Mido-Suji Dori, es la única que ofrece en la zona viajes a la Patagonia Austral en Argentina. También informe a la señorita Aiko que la atiende, que los nuevos dueños desean hablar con ella pasado mañana a las 11:30 horas en la misma agencia. Llegó a su casa en el barrio exclusivo de Osaka con una liviandad de espíritu que hacía tiempo no sentía. Abrió la puerta de su piso y desde el fondo del amplio living sintió el amoroso “papá” casi gritado y enseguida el zumbar del motorcito de la silla de ruedas de Cho, su hija que a toda velocidad venia a su encuentro. Casi lo tira cuando extendió sus brazos para abrazarla. -Cada día más hermosa mi pequeña. Vamos a sentarnos cómodamente porque tenemos que hablar… Hablaron mucho tiempo, los ojitos de Cho se iluminaban cada vez más a medida que papa contaba sus próximos proyectos. Lo que más le gustaba era que dejarían esos molestos y continuos exámenes médicos, y además un viaje no sabía bien a donde pero su corazoncito anhelaba que fuera un lugar donde los Kami fueran libres, y no presos de tanto edificio, tanta gente, donde los únicos arboles eran los del parque y que le habían confiado que estaban cansados del sabor químico del abono y de tanta poda para que fueran en una dirección. Pobres arbolitos se sentían encerrados y aburridos como ella… El tiempo voló mucho más rápido que el jeet privado que los aterrizó suavemente en el aeropuerto de El Calafate. El papá, La señorita Aiko su amiga y guía junto con Chó Descendieron alegremente. Había viento. La señorita Aiko le dijo: -Este Kami, Cho, se llama viento del oeste y está dándote la bienvenida, su saludo es un poquito áspero pero es su naturaleza en estado puro. Al llegar al hermoso lugar que había rentado su papa; lo primero que vió fue un hermoso y añoso álamo que parecía decirle con sus ramas ven que tengo algo que decirte. Fue hasta el árbol y desde su sillita lo tocó suavemente, sintió el fluir de su sabia en sus venas de madera y de pronto el álamo dijo ¡abrázame Cho¡ y siente toda la energía vegetal que está esperando que la tomes. No alcanzó a pronunciar las palabras…no pue…,…¡se paró¡ y se fusionó en un estrecho abrazo con el álamo. El viento se convirtió en brisa e hizo que las ramas bajas acariciaran suavemente las trensitas de cho. Todo fue tan rápido, que no dio siquiera lugar a la sorpresa. El padre sintió tanta alegría que dejó que las lágrimas corrieran libremente y llenara de emoción expresada, su reservado rostro oriental y sin saber cómo se dibujo en sus labios una sonrisa tan luminosa como la de la señorita Aiko. Se dejó abrazar por los Kami de la Patagonia Austral sin reservas y solo con un sentimiento de profunda gratitud hacia ellos.