viernes, 30 de marzo de 2018

DESTELLOS PATAGÓNICOS (34)


LA LUZ EN LA FRENTE
Sergio Pellizza: El niño, Robertito de 15 años, sin mamá, que no conoció, falleció después del parto. Llevaba en los últimos 2 años, un sinnúmero de tratamientos que intentaban corregir, los daños que le habría producido un tumor en su cerebro que apareció en su lóbulo frontal al cumplir los 13 años. Según el pronóstico médico su expectativa de vida no era mucha… Cuando el padre vio eso que parecía un chichón sin golpe lo llevó de inmediato al hospital de El Calafate, donde le tomaron unas radiografías que no indicaban casi nada. No obstante el padre preocupado lo llevó hasta el Hospital zonal de Rio Gallegos donde le hicieron una tomografía computada, lo revisaron varios médicos especialistas y vieron que lo que ya suponían un tumor, extendía, como raíces hacia la profundidad de su cerebro. Recomendaron enviarlo a un centro con más recursos en Buenos Aires. Allí repitieron los pasos con aparatología de última generación, y vieron con más detalle lo mismo que parecía ser, lo que no debería ser, algo así como una enorme célula neuronal gigante nunca vista antes. Intentaron hacer una biopsia, pero era como si “la célula neuronal” se retirara al interior del cerebro apenas comenzaba el intento de penetración. Desde ese centro de alta especialización enviaron comunicaciones a todos los centros de investigación del mundo explicando lo que tenían entre manos. El caso para los médicos era tan especial que vinieron varios especialistas en tumores infantiles de varias partes del mundo a ayudar. Hubo coincidencia en que lo más indicado era la quimioterapia aplicada con muchísimo cuidado. Con el inicio del tratamiento comenzaron los dolores de Robertito. “El tumor” crecía con el tratamiento a la par de los dolores. El último tratamiento a que lo habían sometido era doloroso y no mostraba resultados notables. En consideración a todo esto el padre, que había sufrido tanto como su hijo estos años de duro peregrinar tras una esperanza que se le escapaba como arena entre los dedos, decidió dejar todo en las manos de Dios y volvió a su estancia en Santa Cruz. Con Robertito. El niño tuvo los años más felices de su vida feliz en este paisaje maravilloso al norte del lago Viedma, hasta que le apareció esa protuberancia en la frente que, según él, solo le molestaba para ponerse la gorra. Robertito llego por fin a su lugar en el mundo, totalmente desmejorado. Los primeros días solo deseaba dormir, prácticamente no comía. Solo tomaba agua pura del arroyo que le alcanzaba, siempre fresca, Filomena, la cocinera de la estancia que estaba siempre pendiente del niño. Ambos se querían mucho así como también Estela de la misma edad que Robertito, su compañera de juegos de siempre, hija de Filomena. Sin ningún medicamento, salvo unas vitaminas que los médicos insistieron en que debería tomarlas para “durar” un poco más. El niño permanecía en un estado de letargo rozando la inconsciencia. Filomena sin preguntar nada, le daba con una cuchara, caldo de pollo liviano y al ver que aparecía algún color en las mejillas, lo fue haciendo más sustancioso. El padre. Notó también los colores que aparecían en las magras mejillas de su hijo. No dijo nada, pero suspendió los servicios de la enfermera que lo inyectaba todos los días y hablo con Filomena para que dejara la cocina y se mantuviera cerca del niño en todo momento, y también Estela cuando quisiera. Se dio cuenta que siempre que ellas estaban cerca se esbozaba una sonrisa en los labios de Robertito. Un día, Robertito despertó como de un pesado sueño y lo primero que vio fueron los ojos de Estela y dijo… No te recordaba tan hermosa, tu nombre viene de estela y es como si un cometa gigante hubiera depositado en ellos machismos puntitos de luz que brillan más que diamantes. Tienes los ojos llenos de estrellas… -¡Mamá ¡…¡ mama ¡ gritó… gritó Estela… Roberto despertó… Acudieron de inmediato, su padre y filomena casi atropellándose. Roberto estaba sentado en su cama, aunque débil aun tenia colores y hasta parecía que había engordado. La protuberancia seguía allí. El joven al tocársela solo dijo. -No me molestará más que para ponerme la gorra. -Papa, compra abundante forraje para el ganado este invierno vendrá muy fuerte. No había ningún indicio ni científico en los pronósticos estadísticos, ni señales que da la naturaleza a los que la saben leer. No obstante el padre se proveyó del forraje. Sabía que Roberto quería que los animales fueran siempre bien tratados. Ni lo quiso pensar, pero era como acceder a los últimos deseos del joven. Vino el invierno, fue durísimo y los animales no sufrieron. El joven se reponía rápidamente; ya era un muchacho de 16 años, algo flaco pero de muy buen aspecto. En un momento en que vio el ceño fruncido de filomena… le dijo. - Ahora te dormirás y me escucharas en tu sueño… -Querida Filo tienes dos grandes preocupaciones que vamos a hablar pero en secreto. -No necesitaras hacer ningún ahorro más para aliviar la crítica situación que vive tu familia en Chile después del terremoto. No le pediré nada a mi padre, que se lo mucho que te ha ayudado, solo tienes que hacer lo que te diré y no decirlo a nadie. -Solo compra en el pueblo, cuando vayan, cuatro decimos de la lotería de Navidad que ya está próxima, cualquier número… ese, es el que saldrá. -La otra preocupación que tienes es Estela, sabes que nos amamos y que somos muy jóvenes. Respetare totalmente a Estela porque realmente la amo y en su momento me casaré con ella, seremos felices y tendrás hermosos nietos. -Yo ya estoy bien y mejorando cada día más y más, debo disimular un poco para que nada raro se le ocurra a mi padre. - Todo esto de saber algo que pasará, se lo debemos al “chichón sin golpe” que me creció en la frente, también se irá. En mis periodos de inconsciencia he viajado mucho de una forma que no te sé explicar pero que tú me crees. Estuve en el Tíbet, en La India… viendo cosas que solo tu inteligente inocencia podrá intuir. Viajes astrales le llaman en esos países. -También es verdad que he sufrido, era necesario para depurar cosas que tenía que depurar. Hubo que hacerlo de forma rápida, por eso la quimioterapia. - Este chichón es una especie de tercer ojo, fui elegido para esta misión que es ahora y en este lugar. – Debo cuidar que nadie invada este paisaje. Habrá muchos que lo intenten. Debo vigilar e impedir que nada altere el paisaje.- Tengo un gran aliado y consejero es el Chalten, los pueblos originarios ya sabían muchas cosas sobre su magia; él me ayudara en la tarea.- También te tengo a ti y a Estela. Mi padre sería muy valioso pero sé que su momento en este plano finalizará después de las fiestas. También sé que se irá contento. Además su espíritu con el de mamá se quedarán albergados en el Chalten y junto con otros seres especiales ayudaran en esta tarea. Nosotros también cuando termine nuestro momento estaremos allí cuidando que el producto del amor de tu hija y el mío continúe con la tarea… Cuando Filomena despertó solo dijo, tengo que ir urgente al pueblo, debo hacer algo importante. – ¿Que es mamá? Pregunto Estela, -Solo comprar un billete de lotería, - -¿Qué número mamá?... - El que saldrá hija. -El que saldrá… Sergio Pellizza