domingo, 14 de enero de 2018

DESTELLOS PATAGÓNICOS - Un hombre de aire (16)


Sergio Pellizza Un Hombre de Aire Cuento corto por Sergio Pellizza El hombre, ancho de espaldas, elevada estatura, sus brazos colgados a lo largo del cuerpo, caminaba enfrentando el viento y disfrutando su castigo de más de 30 nudos en su cara. Pensaba - En este espacio geográfico, el desierto es el privilegiado encuentro de connotaciones asombrosas, donde el hombre se mide a sí mismo. El hombre propio de este espacio es la Patagonia, extensión inmensa que le recuerda el Sahara Africano. Había despegado hace dos días del Aeródromo de General Pacheco en Buenos Aires. No era el primer vuelo que hacia al sur pero este fue especial. Por fin estaba en Rio Gallegos Patagonia pura. Un lugar lejos de todas partes y cerca de ninguna. En estas tierras donde el viento es tan fuerte y en el único lugar donde le encontró incomparable sabor, por eso quizás pensó que este era el verdadero sabor de la Patagonia Austral el de su viento. Recordó la reciente maniobra de aterrizaje. Totalmente distinta a las que había hecho antes. Para aterrizar debía embestir el avión frente a las ráfagas. Una vez aterrizado el carreteo se realizaba con las alas niveladas y la cola del avión bien alta que encajaban en un carrito varios operarios, al que se agregaban todo el personal del aeródromo y veinte o treinta soldados según la circunstancia. Se trataba de sujetar el avión con sogas puestas en argollas fijadas a las alas. Después se iniciaba la marcha hacia el hangar con movimientos zigzagueantes y evitando que el viento lo tomara de costado, lo que significaría una seria avería en la estructura del avión. Sabía que al día siguiente tendría que hacer una maniobra parecida. Habría que salir del hangar con el motor en marcha con la mayoría del personal concentrado en la cola ya que los vientos castigaban especialmente esta parte y podrían lograr que el aeroplano capotara antes de iniciar el carreteo. En estos días ventosos se iniciaba el vuelo casi sin carreteo ya que el viento como una mano gigante arrancaba prácticamente el avión del suelo. Era el 31 de marzo de 1930 Los habitantes de este inmenso espacio llamado Patagonia Austral nunca más se sintieron “lejos de todas partes y cerca de ninguna” El hombre piloto que se llamaba Antoine de Saint –Exupéry desde su espíritu de escritor pensaba; cuanto espacio cuanta libertad toda junta. Sin barreras… fue así que entre otras cosas la geografía del lugar le ofreció imágenes. Una de ellas es la de la Península de Valdez, fue, según algunos dicen que inspiró el primer dibujo del “Principito” que quizás solo los niños puedan saber sin preguntar que no se trata de un sombrero.