jueves, 7 de junio de 2012

MARIANO MORENO SEGÚN FELIPE PIGNA


www.me.gov.ar/efeme/7dejunio 7 de Junio Día del Periodista El Día del Periodista fue establecido en 1938 por el Primer Congreso Nacional de Periodistas celebrado en Córdoba, en recuerdo del primer medio de prensa con ideas patrióticas. El 7 de junio de 1810 Mariano Moreno fundó la "Gazeta de Buenos Ayres", primer periódico de la etapa independentista argentina. La Primera Junta indicó por decreto su fundación por ser necesario anunciar al público los actos oficiales y las noticias exteriores y locales. Sus primeros redactores fueron Mariano Moreno, Manuel Belgrano y Juan José Castelli. "¿Por qué se han de ocultar a las Provincias sus medidas relativas a solidar su unión, bajo nuevo sistema? ¿Por qué se les ha de tener ignorantes de las noticias prósperas o adversas que manifiesten el sucesivo estado de la Península?... Para el logro de tan justos deseos ha resuelto la Junta que salga a la luz un nuevo periódico semanal, con el título de la Gaceta de Buenos Aires". (Mariano Moreno, Gaceta de Buenos Aires del 07 de Junio de 1810) ----------------------------------------------------------------------------------------------------------- MORENO SEGÚN FELIPE PIGNA "Es interesante hablar de la obra de la Junta, como ponen en los manuales, parano hablar de “la política” de la Junta, como si la obra no fuera una acción política.Evidentemente en la obra de la Junta, en la cual tiene mucho que ver Moreno, hay decisiones políticas importantes, como: fundación de bibliotecas y de escuelas. Elsueño de Belgrano, la Escuela de Dibujo y de Matemáticas, abortado por la colonia,finalmente es concretada por la revolución de la mano de Moreno, y es sugestivo cuando decimos Escuela de Dibujo, de Náutica, de Matemáticas, están pensando un país distinto,un país con Marina (Escuela de Náutica), un país con Ingenieros y Arquitectos(Matemáticas y Dibujo) es decir, un país que apunte a la industria, no solamente a la ganadería, que era la configuración del poder en Argentina.Tanto Belgrano como Castelli y Moreno pretenden otro modelo de país, un país industrial, sin dejar de lado la actividad ganadera, entendiendo que había que transformarla materia prima, como decía Belgrano, como hacen las grandes potencias del mundo,que no exportan materias primas, sino que exportan esas materias primas transformadas en manufacturas, porque es muy triste y peligroso, afirmaba Manuel: “...vivir de los riesgos de la naturaleza, los pueblos inteligentes manejan su economía, y una forma de manejar la economía es transformar las materias primas en productos elaborados, lo cual tiene además valor agregado, incrementa la población, mejora la calidad de vida, torna a la sociedad más horizontal, reparte la fortuna. ...”, estas ideas estaban presentes en el pensamiento de estas personas, y evidentemente en el de Moreno. Observamos así, que el tema de la educación se convierte en un punto clave para todos ellos, y si bien en Argentina vemos que los políticos siempre hablan de educación,como si fuera un cliché, para estos fundadores, esta cuestión constituía una política de gobierno concreta. Creo que es interesante distinguir a Moreno y Belgrano de otros ilustrados que se conformaban con juntar libros, es decir, que cumplían con su función ilustrada de publicar libros, que rara vez llegaban a la gente, por supuesto; en cambio,ellos están preocupados para que esos libros, esa educación llegara a todo el mundo.Tenemos dos ejemplos concretos de esta visión, podemos ver un caso, cuando Moreno funda La Gazeta de Buenos Ayres, un periódico muy interesante, que tenía información política y era órgano de la revolución, pero también era una tribuna de critica,él plantea ahí la publicación de “El contrato social” de Rousseau, en entrega semanales,pero tenía muy claro que el pueblo de Buenos Aires era en un ochenta por ciento analfabeto, entonces impulsaba la lectura de los libros en los templos para que todo elmundo pudiera escuchar las palabras de esos textos.Otro ejemplo sobre cómo propulsar la educación, es la acción de Belgrano, que,cuando recibe las compensaciones por haber ganado las batallas de Salta y Tucumán las dona para construir escuelas, y no se contenta con esto, sino que además sugiere cómo debe ser el reglamento de ellas, cómo se debe enseñar, incluso, los métodospedagógicos, cual debe ser el sueldo del docente, etc. Una preocupación por la educación, en serio, haciéndose cargo, hablando de los concursos, de donde van a salir,cómo se van a aplicar, temas que tanto influyeron en San Martín, cuando le toca gobernar Perú, porque cabe recordar que San Martín además de militar fue un político que gobernó tanto en nuestro país como en Perú.

RAY BRADBURY


LA NACIÓN Subido por MrSienkiewicz el 28/01/2010 Corto de animación ruso, realizado en 1984 por la productora Uzbekfilm, y dirigido por Tulyakhodzhayeu. Basado en el relato de Ray Bradbury "There will come soft rains", incluido en su libro Las Crónicas Marcianas. Subtitulado al castellano para cinegárgola.blogspot.com Jueves 07 de junio de 2012 | Publicado en edición impresa Ray Bradbury: "Ansiaba salir volando y llegar a Marte" En la última edición de New Yorker, el escritor explicó cómo nació su pasión por la ciencia ficción Comentá3 Más notas para entender este tema El terror y la soledad que deleitaron a Borges Invitado de honor en Buenos Aires Bradbury por Bradbury: reportaje a un profeta Tal vez como una premonición del final, Ray Bradbury reveló, en la última edición de la revista New Yorker , qué lo había arrastrado hacia la ciencia ficción cuando era muy pequeño y tenía apenas seis o siete años. Al parecer, su pasión nació mientras hojeaba las revistas del género que traían los huéspedes de la pensión que tenían sus abuelos en Waukegan, Illinois. El escritor sitúa el comienzo de lo que caracteriza como una obsesión, una verdadera fiebre creativa que lo trastornaba durante días enteros, en el otoño de 1928, con las historias de Buck Rogers. "Ahora, cuando miro atrás, reconozco que debo haber sido una pesadilla para mis amigos y familiares -escribe Bradbury en ese artículo para la revista neoyorquina titulado "¡Llévenme a casa!"-. Yo era una sucesión ininterrumpida de frenesí, euforia, histeria y entusiasmo. Siempre estaba a los gritos y a las corridas porque temía que la vida fuese a terminarse esa misma tarde." Dice también que tres años más tarde tuvo un "acceso de locura" cuando aparecieron las primeras historietas dominicales en colores de Harold Foster basadas en el Tarzán de Edgar Rice Burroughs. Confiesa que simultáneamente descubrió los libros de John Carter de Marte en la casa de uno de sus tíos, que vivía al lado de sus abuelos, y que también en ese momento Burroughs tuvo en él un enorme impacto. A tal punto que le atribuye la inspiración para sus Crónicas marcianas . "Me aprendía de memoria todo John Carter y todo Tarzán y me sentaba en el jardín de mis abuelos a repetirle esas historias a cualquiera dispuesto a escuchar. Salía a ese jardín, las noches de verano, y extendía el brazo hacia la rojiza luz de Marte, diciendo: «¡Llévenme a casa!». Ansiaba salir volando y aterrizar allá, sobre el extraño polvo que se alzaba desde el fondo de los mares muertos hacia las ciudades antiguas", agrega, más adelante. VIAJERO DEL TIEMPO Bradbury se concebía a sí mismo como un viajero en el tiempo, aunque estuviera en tierra firme. Sus desplazamientos imaginarios ocurrían mientras, en las noches de calor, escuchaba a los adultos que se reunían en los jardines y porches para charlar y recordar. Después de las charlas filosóficas y los festejos con fuegos artificiales, dice, llegaba un momento especial, "el momento de la tristeza, de la belleza. Era el momento de los globos chinos". "A esa edad yo ya empezaba a percibir el final de las cosas, como esas bellísimas luces de papel -prosigue-. Ya había perdido a mi abuelo, que se fue para siempre cuando yo tenía cinco años. Lo recuerdo perfectamente: mi abuelo y yo, parados en el jardín que estaba frente al porche, con veinte parientes de público alrededor, sosteniendo entre los dos y hasta último momento ese globo de papel lleno de cálidos suspiros, listo para partir." Como suelen hacerlo los nietos de todo el mundo, ayudaba a su abuelo a cargar la caja el papel de seda de un globo chino que esperaba ser inflado para flotar a la deriva en el cielo de medianoche. "Mi abuelo era el sumo sacerdote y yo, su monaguillo", dice Bradbury, y recuerda cómo su abuelo encendía la paja seca del calentador que colgaba por debajo, y cómo el globo, una vez que empezaba a arder, se hinchaba con el aire caliente y comenzaba a elevarse. "Pero -dice- yo no lo podía dejar ir. Era tan hermoso, con esas luces y sombras bailando en su interior. Sólo cuando el abuelo me miró a los ojos e hizo un suave gesto de asentimiento con la cabeza yo solté finalmente el globo, que flotó sobre el porche, iluminando las caras de mi familia. Pasó sobre los manzanos, sobre la ciudad a punto de dormirse, y atravesó la noche, en medio de las estrellas. Lo seguimos con la mirada como diez minutos más, hasta que ya nadie lo veía. A esas alturas, yo ya era un mar de lágrimas, y mi abuelo, finalmente y sin mirarme, se aclaró la garganta y se alejó arrastrando los pies. Sólo entonces los parientes entraron en la casa o se fueron por el jardín rumbo a sus casas, dejándome solo y enjugándome las lágrimas con los dedos todavía sulfurosos por los petardos. Más tarde, esa noche, soñé que el globo volvía y pasaba flotando junto a mi ventana." Veinte años después, Bradbury escribiría "Los globos de fuego", una historia en la que un grupo de sacerdotes viaja a Marte en busca de criaturas de buena voluntad. Ese, explica, fue su tributo a los veranos que pasaba con su abuelo. De hecho, se inspiró en su abuelo para crear uno de sus personajes, un sacerdote al que llevó a Marte para que viera nuevamente esos maravillosos globos chinos, salvo que en la ficción los globos eran marcianos "flotando a la deriva sobre los mares muertos".