miércoles, 10 de agosto de 2016

LOS CALABOZOS DE LANGEAIS - CAPÍTULO CINCO


. El segundo año, más sabio y 12. 12. templado, había forzado el ángel de llegar a él. Chauncey había sufrido el dolor antes de que el ángel siquiera llegara. Todavía había líneas en las paredes del castillo donde él había incrustado sus uñas en la agonía. El caballerizo tuerto, salió cojeando de entre las sombras, con el ceño fruncido. Posando su mano sobre una viga, Chauncey hizo un gesto breve en dirección a los establos. Esperaba que su sirviente fuera lo suficientemente inteligente como para interpretar su gesto. Respiraba con dificultad y no tenía ningún deseo de hablar. El caballerizo parpadeó su ojo bueno. —Pero es casi la medianoche, su Señoría. —Caballo —su voz sonaba áspera, tensa. —Va a tomar un minuto, mi señor. Yo… no lo esperaba. Es decir, es un poco tarde… —No tengo un minuto —le espetó Chauncey. Un relámpago crepitó a través del cielo. El sirviente alzó los ojos y rápidamente se persignó. Chauncey lo fulminó con la mirada. El hombre insolente aún estaba en pie en su lugar, temeroso de Dios más que de él. Chauncey se hundió de repente en una de sus rodillas, jadeando. La tierra daba vueltas. Sintió como la bilis le subía hasta la garganta. El dolor era tan brillante que lo arrastraba desde el interior. El caballerizo dio un paso hacia adelante. —¿Milord? —¡Caballo! —ahogó él, pensando que le habría arrancado el cuello a su asistente si este hubiera estado a su alcance. Minutos más tarde, Chauncey salía del establo, azotando un caballo a una velocidad vertiginosa. Se dirigió hacia el bosque con la sensación de que el ojo bueno del caballerizo lo seguía hasta donde comenzaban los árboles, sintiendo su miedo latir sobre su espalda. *** El ángel había llegado a tiempo. Se encontraba sentado sobre una lápida adornada del rústico cementerio, protegido por el bosque. Sus manos estaban entrelazadas entre sus rodillas, sus ojos se veían oscuros y vigilantes, pero no nerviosos. Su cabello estaba húmedo por la lluvia, y a pesar del frío, tenía la camisa abierta en el cuello. Su boca se curvó hacia un lado, la sonrisa de un pirata. Fácil y cruel a la vez. —¿Dónde está? —preguntó. Chauncey estremeció. ¿Quería decir Jolie? No era así como había planeado su conversación. Había planeado ser él quien le dijera al ángel que Jolie Abrams había sido encerrada en algún lugar entre allí y París, con el alimento limitado y que, a menos que el ángel cooperara, iba a morir inevitablemente. Había dejado a Jolie con alimentos más que suficientes, pero no podía permitirse pensar en ello por temor a que el ángel tuviera alguna manera de descifrar su mente. —Tuviste suerte de encontrarla a tiempo —dijo con calma—. Voy a preguntarte una vez más— hablaba casi en silencio— ¿Dónde está? Chauncey rió. 13. 13. —Espero que... no le tenga miedo de las ratas. El músculo de la mandíbula del ángel dio un vuelco. —¿Ella a cambio de mi palabra de no poseerte? La adrenalina picaba en la piel de Chauncey. ¿Estaba preguntándole? ¿Estaba de acuerdo con la negociación? ¿Así de simple? Chauncey había previsto algún tipo de lucha. Sacudió la cabeza. —No confío en tu palabra. Libérame de mi juramento. Nunca más vas a tomar posesión de mi cuerpo durante Jeshvan. Algo menos que eso, y la chica muere. He oído que el hambre puede ser muy doloroso — Chauncey levantó las cejas, como si estuviera pidiendo la opinión de los ángeles al respecto. Los ojos del ángel eran tan negros que la noche parecía pálida en comparación. Chauncey le sostuvo la mirada con recelo mientras el estómago se le agitaba. ¿Había hablado demasiado pronto? ¿Había pedido demasiado? Pero era su cuerpo, ¡su vida! —¿Es tu oferta final? —Sí, es mi última oferta —gruñó Chauncey impaciente. ¿El ángel se estaba retirando? ¿Estaba tan corrompido que no le importaba dejar morir a la chica? Chauncey sintió la medianoche caer sobre él, el dolor se llevó hasta la última gota de paciencia y cordura en él. Apretó los dientes, jurando que mataría al ángel si este se reía de él por aquellos humillantes espasmos y sacudidas. ¡Date prisa y toma una decisión! La posesión pasó muy rápido. Chauncey se estrelló contra un árbol y no hubo forma de escapar. Le ordenó a sus piernas que corrieran, pero era como si una gran pared de hielo separara su mente de su cuerpo. Trató de mover la cabeza, para ver dónde estaba el ángel, pero su estómago se enfermó con la verdad. Estaba sucediendo de nuevo. El ángel no estaba allí. El ángel estaba dentro de él. Aquí viene la lucha, pensó Chauncey. El ángel golpeó su cuerpo contra el árbol por segunda vez. Otra vez, y otra, y otra, hasta que Chauncey sintió como la sangre comenzaba a correr por su rostro. Su hombro palpitaba. Sentía moretones brotando a lo largo de cada parte maltratada de su cuerpo. Quiso gritar para que el ángel se detuviera, pero su voz no le respondía. A continuación, el ángel metió el puño Chauncey de lleno dentro del árbol. Hubo un sonido espantoso, y Chauncey vio como los huesos le sobresalían de la piel. Aulló, pero era un sonido silencioso, atrapado en su interior. Sabía lo que venía después y trató de prepararse para eso. El ángel lo obligó a patear el árbol, una y otra vez, hasta que sintió los huesos de su pie roto. Gritó y balbuceó, pero había sido arrancado de si. Él no era más que razón y sentimiento. No podía actuar, sólo estaba obligado a hacerlo en consecuencia. Tan rápido como había perdido el control, estaba respirando por sí mismo de nuevo. Se quedó tendido en el suelo y en seguida acunó la fractura de la mano contra su pecho. El ángel estaba sobre él. Le dirigió una mirada significativa al árbol, ahora pintado con la sangre de Chauncey. —¡Nunca voy a decirte dónde está! —escupió. Chauncey sintió el tormento vertiginoso de la herida en el muslo mientras ésta se desgarraba. El ángel había tomado el control nuevamente, para comenzar a azotar la pierna de Chauncey con una rama. La herida se abrió, y la sangre floreció a través de sus pantalones de terciopelo. La sien le latía de pánico, y 14. 14. podía sentir el aroma al terror saliendo de su piel. ¡No hables! No hables! se gritó a sí mismo a través del zumbido del miedo sacudiéndolo. ¡No dejes que te gane! Chauncey se derrumbó, nadando dentro y fuera de su conciencia. La mitad de él anhelaba la oscuridad del sueño, la otra mitad temía la pérdida del control. ¿Qué pasaría si revelaba la ubicación de Jolie en sueños? No podía. No podía... Con la mejilla adormecida por la tierra helada, los ojos de Chauncey revoloteaban. Le pareció ver correr al ángel a lo lejos. Trató de sonreír. Había ido a buscar el paradero de Jolie, ¿verdad? Su boca formó las palabras “Buena suerte”, pero éstas se quedaron en sus labios. A pesar de su bruma, Chauncey sabía que aquel era un momento crucial. El ángel tenía que poseerlo, ahora o nunca. El plazo era de una hora. El ángel nunca lo había desaprovechado en el pasado, pero ahora... esta vez... Incluso si adivinaba el paradero de Jolie, para el momento en que fuera y volviera del castillo, sería demasiado tarde. Él iba a perderse este Jeshvan... Chauncey rodó los ojos. Había pasado por ese tipo de dolor muchas veces antes. No iba a morir, pero iba a perder una gran cantidad de sangre, y el sueño duraría incluso una semana o dos, dependiendo de la gravedad de sus heridas, mientras que su cuerpo poco a poco se cosía y se convertía en uno solo otra vez. *** Chauncey despertó en el cementerio. Estaba apoyado contra una lápida color pizarra y el frío se filtraba por la espalda de su camisa. Entre las rendijas de sus ojos, el mundo se veía negro y plata. Algunos copos de nieve caían hacia abajo, y se fusionaban con sus pantalones, camisa, y hasta con sus propias manos. Las giró lentamente, observándolas emocionado de que se encontraran bajo su poder. Se arrastró en posición vertical y supo que todo había terminado. No sabía cuánto tiempo había dormido, pero la mañana helada y el paisaje transformado lo hizo adivinar que habían sido varios días. Había escapado del Jeshvan. Había desafiado al ángel. La piedra que había colgado en su interior todos esos años, se agrietó, convirtiéndose en polvo. Si pudiera hacerlo una vez más, lo haría con gusto. Sonrió a los árboles, sin importarle que su ropa estuviera rasgada y manchada con sangre, o que su cuerpo apestara. Se pasó las manos por el rostro, cegado por el brillo de la mañana. Todo era fresco. Aspiró el olor embriagador de la selva, lo sostuvo, y lo dejó ir. Por primera vez en su vida, estaba fascinado por la austera belleza del mundo que poco a poco se congelaba. Dio vueltas en círculos mientras su mente gritaba y saltaba de alegría, hasta que lo alcanzó un mareo y se dejó caer en el barro medio congelado, riendo. Se quedó así durante bastante tiempo, el sol en el bosque ya no se sentía como un enemigo. Estaba inmensamente feliz. Entonces sus ojos se abrieron de golpe. Jolie. El castillo. Las mazmorras. Sus pies ya lo estaban llevando en una carrera desesperada. *** Chauncey no podía recordar el camino. Agarró la antorcha. Sus botas salpicaban a causa de la acumulación de agua en la parte inferior de los túneles. —Jolie… —su voz hizo eco como la de un espíritu sin cuerpo.CONTINUARÁ...

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- SU MONUMENTO EN EL CONGRESO

ALFREDO PALACIOS


ALFREDO PALACIOS PRIMER DIPUTADO SOCIALISTA Alfredo Palacios Primer Diputado SocialistaPolémico, a veces un tanto impredecible, el legislador, escritor, jurista y docente socialista Alfredo Lorenzo Palacios fue un ferviente defensor de los trabajadores. Su figura política intachable lo convirtió en una de las personalidades más reconocidas y respetadas de la Argentina durante el siglo XX. Alfredo Palacios fue uno de los más populares dirigentes sindicalistas del país. La legislación del trabajo debe mucho a su acción y su estudio.
El 2 de mayo, el joven abogado Alfredo Lorenzo Palacios asume su banca de legislador por el Partido Socialista en el Congreso Nacional. LUCHADOR POR LA JUSTICIA SOCIAL: Con su bigote enhiesto, un mechón de cabello rebelde cayéndole sobre la amplia frente, su poncho de vicuña sobre el hombro y su chambergo mosqueteril, Alfredo Lorenzo Palacios fue considerado un referente moral ineludible para la política argentina del siglo XX. Luchó contra la injusticia social. Defendió la libertad y la dignidad humana. Se opuso al peronismo y a las torturas que éste infligía a los opositores, por lo que fue perseguido y debió partir al exilio. Nunca transigió en sus principios e ideales, ganándose el cariño del pueblo y el respeto de los que no compartían su pensamiento. Palacios nació el 10 de agosto de 1880 Buenos Aires. Estudió en la Facultad Derecho de la Universidad de Buenos (UBA) a la que escandalizó con su tesis doctoral: La miseria, situación de las clase trabajadora, la cual fue rechazada. LOS PRIMEROS PASOS LEGISLATIVOS En 1904, siendo muy joven, al ganar en la circunscripción de La Boca, y convertirse así en el primer diputado socialista de América llevó a su amigo Florencio Sánchez a decir:«La Boca ya tiene dientes». Fue responsable de la sanción de las primeras leyes que regularon el trabajo femenino e infantil; logró el descanso dominical suya la famosaLey de la Silla, que procuraba un asiento para el personal en los lugar de trabajo, especialmente para las mujeres embarazadas. Muchos de sus proyectos aprobados en el Congreso fueron aprobados y convertidos en leyes, sin reconocerle crédito alguno por el peronismo. A poco de asumir su banca interpeló al ministro Joaquín V. González por la represión policial contra los trabajadores en la jornada del 1 de mayo de 1904. Interpelaba así al que había sido su admirado maestro en la Facultad y al ministro cuya iniciativa había podido ocupar un escaño en el Congreso. Se lo respetaba porque en sus denuncias fundamentadas de injusticias social de las libertades públicas conculcadas nunca descendía al agravio personal o la pulla ofensiva. Orador fogoso, siempre actuó como un caballero. ILUSTRE PROFESOR UNIVERSITARIO : Su carrera docente tuvo una larga y honrosa trayectoria, pero en 1910 otra vez rozaría el escandalo. Al ser nombrado profesor de Historia de las Instituciones resultó inadmisible, por ese entonces, que un socialista dictara cátedra en la Facultad. Por ello renunciaron figuras de notable prestigio. Llegaría a ser decano de la UBA en 1930. Ya en 1916 había creado la cátedra de Legislación del Trabajo en la Facultad de Ciencias Económicas de Buenos Aires. También fue profesor en la Universidad Nacional de La Plata, de la cual fue decano en 1925. El régimen peronista lo separó de las aulas, pero fue restituido por la Revolución Libertadora en 1955. Su férrea independencia de carácter se vio acentuada aún más en 1915 cuando Palacios aceptó batirse a duelo. Esto estaba reñido con el reglamento del Partido Socialista. En un gesto inusual renunció al partido y a su banca. Luego, Palacios crearía el Partido Socialista Argentino. Quince años después se reconciliaría con su viejo partido, siendo su candidato en las elecciones de 1931, lo que le permitió ocupar su escaño en el Senado. La carrera legislativa fue notable: diputado entre 1904-1908, luego entre 1912-1916 y finalmente, entre 1963-1965. FUERTE OPOSITOR A LOS GOBIERNOS DICTATORIALES: Fue un fuerte oponente al radicalismo cuando éste tenía el poder, pero denunció, tras el derrocamiento de Yrigoyen, las arbitrariedades del gobierno militar de Uriburu. Combatió la posición neutralista argentina durante la Segunda Guerra mundial; estuvo de parte de los aliados. Duro crítico del gobierno de Perón por el avasallamiento de las libertades individuales y la demagogia del régimen, Palacios debió exiliarse hasta 1955. Con la misma fuerza denunció las arbitrariedades cometidas, posteriormente, contra los partidarios del gobierno derrocado. El político ocupó una banca en el Senado en tres períodos: 1932-1935; 1935-1943 y 1961-1963. Caído Perón, Alfredo Palacios fue nombrado embajador ante el Uruguay. En 1957 fue convencional para la reforma de la Constitución. Iconoclasta hasta el último hálito, antes de morir, Palacios transgredió otro dogma socialista al recibir la absolución y el sacramento de la extremaunción. EL ULTIMO ROMÁNTICO DE LA POLÍTICA ARGENTINA: Socialista de férreos principios, eligió sin embargo, entre sus amigos más queridos al poeta Leopoldo Lugones y Joaquín V. González, ubicados en las antípodas de su pensamiento político. Se mezcló en el ambiente teatral porteño con bohemios y actores como el genial humorista Florencio Parravicini. Eximio bailarín de tango entreverado con compadritos del bajo, también incursionó como aeronauta con Jorge Newbery.
Al ser designado embajador en el Uruguay por el presidente Lonardi, infringió reiteradamente el protocolo establecido, burlándose de la etiqueta. Anticlerical, como todo buen socialista, fue sin embargo amigo pernal de sacerdotes a los que recibió y alentó. Cuando agonizaba, en marzo de 1965, lo asistió espiritualmente amigo personal, el teniente coronel capellán (RE) Amando González Paz, juntos rezaron a la Virgen de Luján (de la que Palacios era devoto) y luego recibió la extremaunción.
Cronología de Alfredo Palacios 1880 Los trabajadores se organizan ensociedades de resistencia y mutuales 1889 Se funda la Segunda Internacional obrera 1890 Comienzan los movimientos huelguísticos 1894 Fundación de La Vanguardia 1896 Primer Congreso del Partido Socialista Obrero Argentino El Partido Socialista en la Argentina surge como respuesta a la transformación económica que trajo aparejada el desarrollo del modelo agroexportador. Todos estos cambios produjeron nuevas situaciones para los trabajadores que, amenazados por el desempleo, los bajos salarios y la falta de apoyo estatal, tuvieron que organizarse para hacer frente a las arbitrariedades patronales. En su mayoría, la mano de obra estaba formada por inmigrantes que traían de Europa ideas socialistas y anarquistas. Las agrupaciones socialistas se diferenciaron del anarquismo por adoptar una postura favorable al parlamentarismo. Influidos por la socialdemocracia europea, para los socialistas los trabajadores debían confiar en la política. Surgido de diversas agrupaciones con ideas socialistas, para 1900 ya existía el Partido Socialista Argentino, que llevó a Alfredo Palacios, en las elecciones de 1904, a ser el primer diputado socialista de América. 1900 El Partido Socialista Argentino adhiere a la Internacional Socialista 1901 Palacios se afilia al Partido Socialista 1904 Palacios es el primer diputado socialista en América 1908 Octavo Congreso del PSA, se adopta el nombre de Partido Socialista Fuente Consultada: Hicieron La Historia de Larousse Tomo II – (La Nación)

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Alfredo Palacios: Quijote

1952 Alfredo Palacios denuncia al gobierno Perón

Alfredo Palacios: "Discurso en Radio Belgrano" (15 de julio de 1955)

DiFilm - Historia de Alfredo Palacios