domingo, 8 de mayo de 2016

LA VIRGEN DE LUJÁN - Historia


Consagración de la Ciudad de Buenos Aires a la Smma. Virgen María de Luján Querida Madre Nuestra, Virgen de Luján. A tu inmaculado corazón maternal consagro esta ciudad de Buenos Aires. Te consagro a cada uno de sus hijos. Tú nos conoces bien y sabemos que nos quieres mucho. Hoy, después de haber adorado a Tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano mayor y nuestro Dios, te pido que nos mires a todos y a cada uno de nosotros. Te pido por cada familia de esta ciudad. Te pido por nuestros niños y nuestros ancianos; por nuestros enfermos; por los que están solos; por lo que están en la cárcel; por los que tienen hambre y no tienen trabajo. Por los que han perdido la esperanza; por los que no tienen fe. Te pido también por los que nos gobiernan y los que nos enseñan. Madre nuestra te pido que nos cuides a todos con ternura y nos contagies tu fortaleza. Somos hijos tuyos. Nos ponemos bajo tu amparo. No nos dejes solos en este momento de tanto dolor y dificultades. Confiamos en tu Corazón de Madre y te consagramos todo lo que somos y tenemos. Y sobre todo, Madre, muéstranos a Jesús, y enséñanos a hacer lo que El nos diga. Amén. Buenos Aires, 1º de junio de 2002. Card. Jorge Mario Bergoglio, s.j. Historia
Con Maria, en la carreta de mi vida... El milagro de Luján, en Argentina, se produce en el año 1630 cuando, al trasladar dos imágenes de Maria Santísima desde Buenos Aires a Santiago del Estero, frente al río Lujan, la carreta que las transporta no puede ser movida por los bueyes. Cuando bajan una imagen de Maria, la carreta se mueve, si la suben nuevamente, la carreta queda inmóvil. Allí entonces se comprende la voluntad de Maria de quedarse en esas tierras... Esta tarde me acerco a ti, Madrecita, en el silencio de la Parroquia... Tu imagen de la Inmaculada Concepción tiene unos rayos dorados que nos recuerdan los rayos de la rueda de la carreta... La carreta. Y me pregunto que pueden significar para mí, pues no alcanzo a comprender. Los rayos. La carreta... una carreta inmóvil que significó un milagro aquel lejano 8 de mayo de 1630. - 8 de mayo, hija mía, habrá en tu vida tantos 8 de mayo como sean necesarios para la salvación de tu alma. - ¿Qué significa eso, Señora mía? - Que detendré la carreta de tu vida tantas veces como sea necesario ¡Ay, hija mía, si supieras cuantas veces lo he hecho! - ¿Qué dices, Madre?¿La carreta de mi vida? Explícame, por favor... - Verás, para mis devotos fieles y sinceros, el milagro de Lujan lo repito una y otra vez en sus vidas. Algunas veces lo notan y otras no. Pero mi amor de Madre y mi gran deseo de la salvación de sus almas, hace que no tenga en cuenta sus olvidos... - ¿Podrías ser más explícita, Madre querida? Es que.. no llego a comprenderte. - Te explicaré con más detalle. Cuando tú me subes a la carreta de tu vida, no me quedo allí como simple pasajera, sino que me subo y tomo la mitad de las riendas del carruaje. - ¿Y la otra mitad? - Pues, la tienes tú. Prosigo. Cuando veo que vas por el camino acertado, no solo te ayudo sino que te muestro atajos y descansos. Hago tu viaje placentero y no te sientes fatigada. Pero cuando noto que no escoges el mejor camino para la salvación de tu alma, pues, detengo la carreta. - ¿De veras?¿Eso haces? Y yo ¿Qué puedo hacer entonces? - Tienes las mismas opciones que tuvo la gente al lado del río Luján. O te detienes allí mismo y replanteas el viaje, o me bajas y sigues tu camino. - ¡Vaya, Madre! Te aseguro que jamás lo había visto así. Pero sigue, sigue contándome. - Tal como te decía, si tomas la primera opción, de detener el viaje, entonces abro ante ti los caminos que conducen a la salvación de tu alma, si tu diriges el carruaje en la dirección que te propongo, entonces vuelvo a acompañarte. Como sabes, los caminos a veces son pavimentados, o sea, lisos y sin baches, pero también tienen partes con piedras o con lodo. A veces avanzas en medio de tormentas de lluvia y granizo que hace patinar la carreta y hasta amenaza con volcar. No debes temer en estos tramos, querida hija, pues estoy contigo. Aunque por la violencia del viento apenas si tengas fuerzas para sostener el carruaje y no reparen en mi presencia, allí estoy. Entonces, cuando amanece y el sol calienta el cuerpo y el alma, te voy curando las heridas que te dejó el vendaval. - ¿Y si tomo la segunda opción? - Tienes amplia libertad para tomar la opción que quieras. Si eliges bajarme de la carreta, entonces seguirás tu camino, aunque te lleve al dolor y la desilusión. - ¿Y ya no te veré mas? - No, hija, eso jamás. Siempre estaré, en cada recodo del camino, en cada tormenta del alma, siempre podrás detener el carruaje y subirme a él. Siempre tendré para ti caminos de salvación. Siempre tendré pronta gasas y vendas para curar tus heridas. Siempre seré puente entre tu corazón entristecido y dolorido y el de mi Hijo, lleno de misericordia y amor. - Señora, es que, muchas veces ni yo misma sé que opción tomo. A veces siento que ni siquiera tengo opción. ¿Cómo saber si vas conmigo en la carreta o si te ha bajado mi orgullo y vanidad, para ocupar ellos tu sitio y dejarme el alma vacía, sin música ni perfumes? - Mira, en el camino de la vida, como en todo camino, el conductor prudente va atento a las señales. Si ves que las señales que adornan tu camino agradarían a mi alma, entonces es que voy contigo. Si esas señales me entristeciesen, pues... entonces vas en otra compañía. - Ay, Madre, seguro soy la más torpe de todas tus hijas, otros te entenderían más fácilmente, pero a mí debes explicarme con más paciencia. ¿A qué señales te refieres? Suspiras y me miras. Es tan dulce tu mirada que me alegro de mi gran torpeza, pues me permite retenerte un ratito mas a mi lado oyendo tu dulce voz en el alma. - Son muchas, y están encadenadas unas a otras. Si, por ejemplo, tu compañera de la oficina te trata mal, tu puedes elegir, llenarte de enojo y rabia y salpicar a todos con tu orgullo herido, o perdonar, sonreír, y acercarte a tu compañera, cuando este más tranquila, para arreglar el asunto. Recuerda, el asunto termina siendo excusa, prueba, para ver tu respuesta. Si tu corazón se llenó primero de rabia y luego perdonó, es buena señal. Si se llenó de rabia y no pudo perdonar, pero lo acercas al confesionario en busca de ayuda, es buena señal. Si luego de la confesión buscas el abrazo de Jesús en la Santa Eucaristía, y ruegas por tu compañera, es preciosa señal. - Comprendo, Madre. No es la ausencia de rabia, de enojo o de orgullo la mala señal. No. La mala señal es no buscar el perdón, la calma, la amistad. La mala señal del camino es sentir que no me acerco al confesionario porque “no tengo pecados”, siendo éste el gran pecado de la vanidad. En todo caso, mejor me acerco al Sacramento de la Reconciliación y le digo al sacerdote “vengo a confesarme, padre, pero mi orgullo y vanidad no me permiten ver mis pecados, así que le confieso éste como el primero de la lista, dígame usted por donde sigo, pues yo no lo sé”. ¿Es así, Madre querida? - Así es. Tan simple como una carreta, unas riendas, y muchas señales, verdaderas unas, engañosas otras... La oración y los sacramentos como brújula del alma. Recuerdo, en silencio, cuantas veces te baje de la carreta de mi vida. Pero también cuántas te supliqué, en un recodo del camino, que subieras nuevamente, que no quería la mitad de las riendas, que te las daba todas. Recuerdo que cada vez te subiste, cada vez me consolaste. Recuerdo como me acompañabas al confesionario y te alegrabas conmigo cuando mi alma se hallaba en estado de gracia. - Madre querida. Toma la otra mitad de mis riendas. De una vez y para siempre. Guía tú la carreta de mi vida, llévame por los caminos que conducen al Corazón de Jesús. Me miras silenciosa, desde tu sencilla imagen de Lujan. Los rayos de la rueda que acompañan tu imagen pareciera que comienzan a girar. Vamos caminando, Madre, vamos caminando y tú marcas el camino. Yo... yo sólo te sigo. Perdóname por todas las veces que te bajé de la carreta. También perdóname, de antemano, por todas las veces que intentare bajarte en el futuro. Perdóname y vamos, que ya giran los ejes, ya trotan los caballos, ya se inicia el viaje de este día. Sé que llegaré a un refugio seguro cuando se esconda el sol. Mañana emprenderemos nuevamente la marcha. Y así por todos los días de mi vida. Gracias Madre, porque desde el silencio de tu imagen, me enseñas a seguirte, a escucharte, a tomarte de la mano, para no errar el camino... María Susana Ratero susanaratero@yahoo.com.ar NOTA de la autora: "Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a mi imaginación, sin intervención sobrenatural alguna."

LA VIRGEN DE LUJÁN


Santuario de Luján Argentina Basílica de Nuestra Señora de Luján, en Argentina, lugar acuden millones de peregrinos que desean encontrar a la Madre de Dios y de profundizar en la propia fe. Por: P. Sergio Rosiles | Fuente: Catholic.net En tierras Argentinas; se encuentra la Basílica de Nuestra Señora de Luján, situada a unos 60 kilómetros de Buenos Aires. Haremos una breve reseña histórica para conocer el origen de este santuario Mariano que tanta importancia reviste, especialmente para el pueblo argentino. Alrededor de 1630 un portugués de nombre Farías pidió a un amigo suyo que le mandase desde Brasil una imagen de la Concepción de María para colocarla en una capilla que estaba construyendo en Sumampa. Al poco tiempo recibió no sólo una sino dos imágenes, una bajo la advocación de la "Inmaculada Concepción" y otra de la de "Madre de Dios". Una vez llegadas las imágenes los troperos las montaron en una carreta y emprendieron el viaje hacia el norte; se detuvieron a las orillas del río Luján para pasar la noche; pero a la mañana siguiente se dieron cuenta de que los bueyes no podían mover la carreta a pesar de que le quitaran peso. Con gran esfuerzo bajaron la caja que contenía la imagen de la Inmaculada Concepción y sólo así pudieron los animales mover la carreta. Los troperos entendieron esto como una señal de que la imagen debía quedar en ese lugar para ser venerada. Comenzaron a divulgar lo sucedido y a venerar a la Virgen en un pequeño oratorio construido en el mismo sitio; acción a la cual Ella correspondió con varios prodigios y milagros. Pero 50 años después el lugar quedó despoblado, hasta que la señora Ana de Matos compró la imagen y la llevó a Luján, donde, ayudada por un mayordomo, un fraile carmelita y un capellán, le construyó una capilla digna. En 1762 Juan de Lezica erigió otro templo en el cual se veneró la imagen por más de un siglo, hasta que en 1874 el P. Jorge Salvaire construyó la basílica actual en cumplimiento a un voto hecho a Nuestra Señora si lo salvaba de morir en manos de los indígenas. La basílica fue construida al estilo gótico del siglo XII con dos torres que miden 106 metros de alto. La fiesta se estableció para el día 8 de mayo. El santuario de Luján se impone a los demás santuarios del país; se ha convertido para los argentinos no sólo en historia, sino en identidad, aun para los no católicos. Es el lugar donde se toma conciencia histórica de la patria, es decir del pasado, presente y futuro de la nación; "es principio de solidaridad de los argentinos, donde el espíritu se encarna para llamar a la Gracia a los demás mediante ese "estar juntos" en el santuario, esperando que Dios mueva los corazones con gracias de unidad, pacificación y reconciliación". Existen algunos datos peculiares acerca de este santuario mariano de Luján, por ejemplo que es considerado por los argentinos como un lugar especial para que los niños reciban el sacramento del Bautismo; es también considerado como lugar de penitentes, pues allí se llegan para obtener la reconciliación con Dios y para pedirle el auxilio en la perseverancia en la fe y en la vida moral. Existe un sentimiento popular de que para que una visita a Luján sea "completa" se requiere confesar los propios pecados, escuchar la Palabra de Dios, acercarse a la Eucaristía y presentar la acción de gracias por medio de María. Al lugar acuden cada año unos 8 millones de peregrinos que desean encontrar a la Madre de Dios y de profundizar en la propia fe, porque quieren ser felices como Ella que fue "dichosa por haber creído". Desde el momento de la Anunciación y de la Concepción, desde el momento del Nacimiento en la cueva de Belén, Ella siguió todos los pasos de Jesús en su maternal peregrinación de fe; a través de su vida en Nazaret, durante la separación externa, y sobre todo en el Gólgota. En noviembre de 1995 los obispos argentinos que hicieron su visita "ad limina" a Roma llevaron consigo la estatua de Nuestra Señora de Luján para que fuese bendecida por el Papa Juan Pablo II. En octubre de 1998, durante su visita a la Iglesia Nacional Argentina de Roma - que concluyó con la entronización de la Virgen de Luján-, el Santo Padre expresó su afecto especial por el pueblo argentino y profundizó en la maternidad espiritual de María. La Santísima Virgen María juega un papel decisivo en la tarea de la Nueva Evangelización del continente Americano; a Ella debemos pedir que todo cristiano se convierta en protagonista del mundo nuevo que Jesús, Señor de la Historia vino a proponernos. Esperamos que el Santuario de Luján les sirva para reavivar ese deseo de crecer en la fe, que es común a todos los peregrinos que lo visitan.