viernes, 7 de marzo de 2014

MARCOS SASTRE-El Historiado​r (info@elhistoriador.com.ar


La Gaceta histórica “La señal más distintiva, más característica de la época presente en todas las naciones civilizadas, es la regeneración de las masas populares, antes humilladas, envilecidas, reducidas a la condición de bruto. (…) El reconocimiento gradual de sus derechos, la difusión creciente de los medios de progreso y bienestar, hace hoy surgir del seno de todas las naciones una nueva influencia, la más legítima y santa de todas: la influencia del pueblo.” Estas palabras fueron pronunciadas en 1860 por Marcos Sastre en su carácter de inspector de escuelas. Recordado infinidad de veces como dueño de la Librería Argentina, aquella donde cobró vida el Salón Literario, antecedente directo de la Asociación de Mayo, Sastre debiera ser mejor recordado como uno de los más destacados precursores de la educación en el país a la que consagró su existencia. A él dedicamos una parte de esta Gaceta en ocasión de cumplirse un nuevo aniversario de su nacimiento. Las reflexiones en torno a la llegada de los españoles al continente americano el 12 de octubre 1492 son inagotables y la resignificación de aquel episodio es todavía una deuda pendiente. Se sigue hablando hoy del descubrimiento de América, aunque la región había sido descubierta unos 20.000 años antes por sus primeros pobladores. Entre los pueblos originarios, esta tierra recibía tan bellos y variados nombres como pueblos habían florecido en ella. El pueblo Kuna de las actuales Panamá y Colombia la llamaba Abya Yala (tierra en florecimiento) pero se le impuso el nombre de uno de los exploradores. Se sigue hablando de “Nuevo Mundo”, aunque sólo fue nuevo en el sentido en que lo describe Germán Arciniegas: “Todo, hasta el paisaje ha cambiado, los indios han conocido los caballos, hierro, pólvora, frailes, el idioma español, el nombre de Jesucristo, vidrio, cascabeles, horcas, carabelas, cerdos, gallinas, asnos, mulas, azúcar, vino, trigo, negros de África, gentes con barbas, zapatos, papel, letras. Los caciques se acabaron colgados en las horcas. Nació una ciudad de piedra. La isla es para los indios un nuevo mundo. Más nuevo para ellos que para los españoles. Marcos Sastre Marcos Sastre fue un escritor y educador argentino de origen uruguayo, fundador, junto con Juan B. Alberdi, Juan María Gutiérrez y Esteban Echeverría, del Salón Literario, inicio de la Generación del 37. Wikipedia Fecha de nacimiento: 2 de octubre de 1808, Montevideo, Uruguay Lugar de la muerte: Buenos Aires

Por Eduardo Sanguinetti, Filósofo


Homo responsabilus Publicado el 7/10/2011 - 14:26 Por Eduardo Sanguinetti, Filósofo Sentir, razonar y pensar libremente, interpelar lo real como lo imaginario, asumir las responsabilidades teóricas y prácticas de vivir entre los hombres, existir en un Estado de derecho, donde se cuide a la comunidad en educación, salud, medio ambiente equitativamente en los límites de lo necesario y verdadero, para hacer de esta vida […] Por Eduardo Sanguinetti, Filósofo Sentir, razonar y pensar libremente, interpelar lo real como lo imaginario, asumir las responsabilidades teóricas y prácticas de vivir entre los hombres, existir en un Estado de derecho, donde se cuide a la comunidad en educación, salud, medio ambiente equitativamente en los límites de lo necesario y verdadero, para hacer de esta vida algo digno de ser experimentado. Este planteo inicial, que representaba un horizonte de millones de destinos, hoy destruidos, fueron aniquilados por prácticas de un sistema atroz, instalado en aquel pequeño mundo en el que aún era posible formular por y para la humanidad un destino de plenitud en ética y armonía. Pequeño mundo en el cual sus términos estaban basados en una realidad para todos en poesía. Más aún eran la base de esa realidad en poesía. Pequeño mundo, cuyos vestigios fueron archivados por un sistema genocida global, puesto en acto sin piedad para los que disienten, resisten y cometen el pecado de vivir acorde a sus ideas e ideales. Hoy, todo cuanto afecta a los dueños del mundo el ‘homo consumus’ y sus riquezas es criminal. Tienen que conservarlas a toda costa, incluso creando crisis de activos incorpóreos y jamás poniendo en tela de juicio su legitimidad. Fingir que se olvida que siempre los beneficiados son las mismas corporaciones asesinas, cuyo poder se acrecienta con la sangre derramada de miles de hombres, mujeres y niños en guerras fabricadas, en hambrunas evitables y en desapariciones en serie de sujetos-objetos traficados para el turismo sexual, de ese reducido grupo de delincuentes. Garantes de la siniestra democracia procedimental. ¿Por qué sendero se arribó a tal estado de amnesia, a esta ausencia de memoria, a olvidar el presente? La resistencia no tiene espacio alguno, salvo la que reivindica todo el planeta, para la economía de mercado, hoy triunfante, y que por cierto posee una lógica propia a la cual no se enfrenta ninguna otra. Todos parecen participar de estas ceremonias fúnebres, considerar que el estado actual de las cosas es el único viable y posible, que el punto al que ha llegado la Historia es el que aparentemente la humanidad adormecida esperaba, deseaba y anhelaba. El milenio nos ha enseñado que todo es fugaz, hasta el ‘nunca más’. El crimen contra el hombre siempre es un crimen perpetrado por el hombre. Todo es viable en el espacio de la aventura humana, en el orden de la bestialidad, que, como nunca se desencadenó y sin miras de cambiar su rumbo…a menos que todos, en un preciso instante, resistiendo, actuemos en sintonía, simultáneamente en todas partes, contra el mundo del libre mercado y de sus operadores, sintomáticos humanoides el ‘homo consumus’, los privilegiados de un sistema genocida y sin retorno. Ha llegado la hora de tener en cuenta que todo es pasado abolido, debemos dejar de ‘hacer el juego’ a las democracias fingidas, con tintes totalitarios, a los denominados políticos de los movimientos populares de pocos y para pocos, que mienten y engañan a diestra y siniestra en nombre del ¿pueblo? y sus derechos inexistentes, con pánico a reflexionar sobre la verdad. Ha llegado la hora de reflexionar en verdad sobre la verdad, manifestando lo que los dueños de la tierra temen oír y ver. En consecuencia, estos delincuentes aceitan las máquinas de represión y la seguridad ‘para todos’ con su aparato policial y la tecnología de última generación, traducida en cámaras que visualizan nuestras vidas como medida de prevención del ‘delito’, que ellos consumaron en prólogo. Causa que dispara de inmediato el efecto no deseado de lo que a diario nos comentan los artículos de los medios denominados de ¿comunicación?, hasta el hartazgo, acerca de tal o cual noticia de un ilícito cometido por un desesperado, ya sin salida, pero sí con entrada a la prisión y de ese modo legitimando y amortizando un sistema penitenciario caduco y medieval. Debemos correr el riesgo de ser muy precisos al verificar la realidad, a pesar de provocar cierto malestar inicial, en el camino de la resistencia y de modificar rumbos, sería hoy el único referente lúcido para preservar el futuro, nuestro futuro. Hoy se impone hablar francamente, sin dobleces, sentir, pensar y decir, son la consigna. Mantener la lucidez, no desesperar y soportar con dignidad este tiempo de transición, con lucidez, sin dejarse llevar por la embestida del aparato represor del capitalismo que, repito, triunfó hoy sin dudas en esta aldea global, con su política de exterminio de todo lo maravilloso que tenía la vida en términos de naturalidad y principios éticos de relación. Lo único que se le escapa a este tiempo sin tiempo, es una actitud plena de dignidad y ética, en temple y conocimiento. Esta es la coherencia, la fuerza de cohesión que nos sostiene. Un instante de verdad equivale a la eternidad es la eternidad en un instante, enfrentada al instante mercantil descartable, desechable y perentorio. Es la última oportunidad de nuestra especie, que tiene la posibilidad de cambiar su destino convirtiéndose en ‘homo responsabilus’, digno, solidario y respetuoso, capaz de cambiar el destino degradante de nuestra Tierra. El ‘homo responsabilus’ vive de forma coherente con la civilización que se está gestando, con valores en los que prima el bienestar de la comunidad y la naturaleza y los hábitos de vida son ecológicos y equitativos. El tránsito hasta este modelo social que plantea el ‘homo responsabilus’ no es en absoluto traumático y está pleno de posibilidades de permanecer en esta tierra, sin ser esclavos de un sistema de aniquilación, como lo es el bestial aparato capitalista en acción criminal. Siendo ‘homo responsabilus’ nos asimilamos a la posibilidad de existir en austeridad y conocimiento, adquiriendo en el presente, ante el ataque sistemático del liberalismo y sus personeros una cualidad y condición que marquen un destino, la realización de un estilo, una conducta “heroica” que establezca un camino a seguir.

Perón proclama los Derechos del Trabajador Por Luis María de la Puente (h) (*


« Punto de vista Imprimir Enviar por E-Mail Perón proclama los Derechos del Trabajador Por Luis María de la Puente (h) (*) Los Derechos del Trabajador. Nuestra Unidad Básica "Padre Carlos Mugica", tratando de mantener presente fechas que hicieron grande la historia de nuestra Patria, en la conducción de Juan Domingo Perón, el 24/02/1946, Perón gana las primeras elecciones. La formula Perón-Quijano triunfa por el 52% sobre la fórmula Tamborini-Mosca. Un año más tarde, ya hace 65 años, el general Juan Domingo Perón, en un acto organizado por la C.G.T. en el Teatro Colón, de la ciudad de Buenos Aires, proclamó los Derechos del Trabajador el día 24 de febrero de 1947. El original del documento, fue entregado por Perón en custodia, al secretario general de la Confederación General del Trabajo (C.G.T) de la República Argentina, durante el acto de su elección La proclama sintetizaba 10 derechos básicos: derecho al trabajo, a una justa distribución, a la capacitación, a condiciones dignas de trabajo y de vida, a la salud, al bienestar, a la seguridad social, a la protección de la farnilia, al mejoramiento económico y a la defensa de los intereses profesionales. Estos derechos, fueron posteriormente formalizados a través de un decreto del Poder Ejecutivo Nacional, el día 7 de marzo de 1947, bajo el número 4.865, y luego fueron incorporados en el artículo 37 de la Constitución de la Nación Argentina, sancionada por la Convención Constituyente, el 11 de marzo de 1949. El Presidente de la Nación Argentina, haciéndose intérprete de los anhelos de justicia social que alientan los pueblos, y teniendo en cuenta que los derechos derivados del trabajo, al igual que las libertades individuales, constituyen atributos naturales, inalienables e imprescriptibles de la personalídad humana, cuyo desconocimiento o agravio es causal de antagonismos, luchas y malestares sociales, considera necesario y oportuno, enunciarlos rnediante una declaración expresa, a fin de que, en el presente y en el futuro, sirva de norma, para orientar la acción de los individuos y de los poderes públicos, dirigida a elevar la cultura social, dignificar el trabajo y humanizar el capital, como la mejor forma de establecer el equilibrio, entre las fuerzas concurrentes de la economía y de afianzar, en un nuevo ordenamiento jurídico, los principios que inspiran la legislación social. Por ello, y de acuerdo con estos propósitos y fines, formula solemnemente la siguiente declaración: I. Derecho de trabajar El trabajo es el medio indispensable para satisfacer las necesidades espirituales y materiales del individuo y de la comunidad, la causa de todas las conquistas de la civilización y el fundamento de la prosperidad general; de ahí que el derecho de trabajar, debe ser protegido por la sociedad, considerándolo con la dignidad que merece, y proveyendo ocupación a quien la necesite. II. Derecho a una retribución justa Siendo la riqueza, la renta y el interés del capital, fruto exclusivo de trabajo humano, la comunidad debe organizar y reactivar la fuente de producción en forma de posibilitar y garantizar al trabajador, una retribución moral y material que satisfaga sus necesidades vitales y sea compensatoria del rendirniento obtenido y del esfuerzo realizado. III. Derecho a la capacitación EI mejoramiento de la condición humana y la preeminencia de los valores del espíritu, imponen la necesidad de propiciar la elevación de la cultura y de la aptitud profesional, procurando que todas las inteligencias puedan orientarse hacia todas las direcciones del conocirniento, e incumbe a las sociedades, estimular el esfuerzo individual proporcionando los medios para que, en igualdad de oportunidades, todo individuo puede ejercitar el derecho a aprender y perfeccionarse. IV. Derecho a condiciones dignas de trabajo La consideración debida al ser humano, la importancia que el trabajo reviste como función social y recíproco entre los factores concurrentes de la producción, consagran el derecho de los individuos a exigir condiciones dignas y justas para el desarollo de su actividad y la obligación de la sociedad, de velar por la estricta observancia de los preceptos que las constituyen y reglamentan. V. Derecho a la preservación de la salud El cuidado de la salud física y moral de los individuos, debe ser una preocupación primordial y constante de la sociedad, a la que corresponde velar para que el régimen de trabajo, reúna los requisitos adecuados de higiene y seguridad, no exceda las posibilidades normales de esfuerzo y posibilite la debida oportunidad de recuperación por el reposo. VI. Derecho al bienestar El derecho de los trabajadores al bienestar, cuya expresión mínima se concreta en la posibilidad de disponer de vivienda, indumentaria y alimentación adecuadas, de satisfacer sin angustias sus necesidades y las de sus familias, en forma que les permita trabajar con satisfacción, descansar libres de preocupaciones y gozar desmesuradamente de expansiones espirituales y materiales, impone la necesidad social de elevar el nivel de vida y de trabajo, con los recursos directos e indirectos que perrnita el desenvolvimiento económico. VII. Derecho a la seguridad social EI derecho de los individuos a ser amparados en los casos de disminución, suspensión o pérdida de su capacidad de trabajo, promueve la obligación de la sociedad de tomar unilateralmente a su cargo, las prestaciones correspondientes o de promover regímenes de mutual obligatoria destinados, unos y otros, a cubrir o complementar las insuficiencias o inaptitudes de ciertos períodos de la vida o las que resulten de infortunios provenientes de riesgos eventuales. VIII. Derecho a la protección de la familia La protección de la familia, responde a un natural designio del individuo, desde que en ella genera sus más elevados sentimientos afectivos y todo empeño tendiente a su bienestar, debe ser estimulado y favorecido por la comunidad, como el medio más indicado de propender el mejoramiento del género humano y a la consolidación de principios espirituales morales, que constituyen la esencia de la convivencia social. IX Derecho al mejoramiento económico La capacidad productora y el empeño de superación, harán un natural incentivo en las posibilidades del mejoramiento económico, por lo que la sociedad debe apoyar y favorecer las iniciativas de los individuos, tendientes a ese fin y estimular la formación y utilización de capitales, en cuanto constituyen elementos activos de la producción y contribuyen a la prosperidad general. X. Derecho a la defensa de los interes profesionales El derecho de agremiarse libremente, y de participar en otras actividades lícitas, tendientes a la defensa de los intereses profesionales, constituyen atribuciones esenciales de los trabajadores, que la sociedad debe respetar y proteger, asegurando su libre ejercicio, y reprimiendo todo acto que pueda dificultarlo o impedirlo. (*) Presidente Unidad Básica