martes, 10 de mayo de 2011

CANTORES DE SALTA-ARGENTINA





TURISMO- PROVINCIA DE SALTA- ARGENTINA

Ciudad de Salta
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Localización de Ciudad de Salta en Provincia de Salta- ARGENTINA



Salta es una ciudad argentina, capital de la provincia de Salta y una de las más importantes ciudades del noroeste del país.

Se encuentra ubicada al este de la cordillera de los Andes, en el fértil Valle de Lerma, a unos 1.187 msnm. En las últimas décadas el área urbana se ha extendido hasta alcanzar localidades vecinas, conformando lo que se denomina el Gran Salta.
Contenido


Por su ubicación geográfica, domina las comunicaciones con Bolivia y el norte de Chile. Centro de una importante región agro-ganadera: maíz, tabaco, cereales, caña de azúcar, soja, etc., que se exportan a Europa vía Buenos Aires o a California y los mercados del Pacífico por el puerto chileno de Antofagasta. El aeropuerto Gral. Güemes, situado al sudoeste de la ciudad, ofrece vuelos regulares a otras ciudades argentinas: Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, San Carlos de Bariloche, Iguazú, y Santa Cruz de la Sierra (Bolivia). Además de vuelos estacionales a ciudades de otros paises de la región como Iquique, Santiago de Chile, Florianópolis, entre otros.

Es sede episcopal. Cuenta con dos universidades (Universidad Nacional de Salta y la Universidad Católica de Salta), y numerosas instituciones educativas de nivel superior incluyendo varios museos y bibliotecas.

Famosa por su arquitectura colonial, en años recientes se ha convertido en un importante centro de turismo.

LITERATURA INTERESANTE-PÍO BAROJA

Obra

Baroja cultivó preferentemente el género narrativo, pero se acercó también con frecuencia al ensayo y más ocasionalmente al teatro, la lírica (Canciones del suburbio) y la biografía.

El propio autor agrupó sus novelas, un poco arbitrariamente, en nueve trilogías y una tetralogía, aunque es difícil distinguir qué elementos pueden tener en común: Tierra vasca, La lucha por la vida, El pasado, El mar, La raza, Las ciudades, Agonías de nuestro tiempo, La selva oscura, La juventud perdida y La vida fantástica.

* Tierra vasca agrupa La casa de Aitzgorri (1900), El mayorazgo de Labraz (1903) y Zalacaín el aventurero (1909).
* La lucha por la vida integra La busca (1904), Mala hierba (1904) y Aurora Roja (1904).
* La raza está formada por El árbol de la ciencia (1911), La dama errante (1908) y La ciudad de la niebla (1909).
* El pasado agrupa La feria de los discretos (1905), Los últimos románticos (1906) y Las tragedias grotescas (1907).
* La vida fantástica está formada por Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox (1901), Camino de perfección (pasión mística) (1901) y Paradox rey (1906).
* Las ciudades agrupa César o nada (1910); El mundo es ansí (1912); La sensualidad pervertida: ensayos amorosos de un hombre ingenuo en una época de decadencia (1920).
* El mar: Las inquietudes de Shanti Andía (1911); El laberinto de las sirenas (1923); Los pilotos de altura (1931); La estrella del capitán Chimista (1930).
* Los amores tardíos: El gran torbellino del mundo (1926); Las veleidades de la fortuna (1927); Los amores tardíos (1942).
* La selva oscura: La familia de Errotacho (1932); El cabo de las tormentas (1932); Los visionarios (1932).
* La juventud perdida: Las noches del Buen Retiro (1934); Locuras de carnaval (1937); El cura de Monleón (1936).

A las novelas de la última etapa de la vida del escritor se las suele llamar «Novelas sueltas» porque no terminaron de formar trilogía, pero no por intención del autor, ya que debido en primer lugar a su agotamiento como escritor propio de un hombre de más de 70 años, como por razones de censura (así las de tema de la Guerra Civil) u otras razones no se hicieron así: Susana y los cazadores de moscas (1938), Laura o la soledad sin remedio (1939), El caballero de Erlaiz (1943), El puente de las ánimas (1944), El hotel del Cisne (1946) y El cantor vagabundo (1950). Tanto el Puente de las ánimas como El cantor vagabundo formarían con otra no publicada o nunca escrita la trilogía Saturnales. El hotel del cisne serie la primera pieza de otra inconclusa trilogía que llevaría por nombre Días aciagos. En sus últimos años intentó escribir una nueva trilogía sobre la Guerra Civil, pero la censura franquista impidió la publicación; sin embargo, con la llegada de la democracia, han empezado a imprimirse algunas de ellas; la primera ha sido Miserias de la guerra, y se anuncia la publicación de la siguiente, A la desbandada.

Entre 1913 y 1935 aparecieron los 22 volúmenes de una larga novela histórica, Memorias de un hombre de acción, basada en la vida de un antepasado suyo, el conspirador y aventurero liberal y masón Eugenio de Aviraneta (1792–1872), a través del cual refleja los acontecimientos más importantes de la historia española del siglo XIX, desde la Guerra de la Independencia hasta la regencia de María Cristina, pasando por el turbulento reinado de Fernando VII. Son las siguientes: El aprendiz de conspirador (1913), El escuadrón del «Brigante» (1913), Los caminos del mundo (1914), Con la pluma y con el sable (1915), que narra el período en que Aviraneta fue regidor de Aranda de Duero, Los recursos de la astucia (1915), La ruta del aventurero (1916), Los contrastes de la vida (1920), La veleta de Gastizar (1918), Los caudillos de 1830 (1918),La Isabelina (1919), El sabor de la venganza (1921), Las furias (1921), El amor, el dandysmo y la intriga (1922), Las figuras de cera (1924), La nave de los locos (1925, en cuyo prólogo se defiende de las críticas hacia su forma de novelar vertidas por José Ortega y Gasset en El Espectador), Las mascaradas sangrientas (1927), Humano enigma (1928), La senda dolorosa (1928), Los confidentes audaces (1930), La venta de Mirambel (1931), Crónica escandalosa (1935) y Desde el principio hasta el fin (1935).

Baroja apareció publicado en 1938 en la editorial Reconquista: Comunistas, judíos y demás ralea, libro formado por fragmentos de obras y artículos de Baroja anteriores a 1936 y del tiempo de la propia guerra.[2]

Baroja publicó también cuentos, como los que recogió en Vidas sombrías (1900) e Idilios vascos (1902); libros autobiográficos y de memorias (Juventud, egolatría y los ocho volúmenes Desde la última vuelta del camino, compuestos por El escritor según él y según los críticos, 1944; Familia, infancia y juventud, 1945, Final de siglo XIX y principios del XX, 1946; Galería de tipos de la época, 1947; La intuición y el estilo, 1948; Reportajes, 1948; Bagatelas de otoño, 1949; y La Guerra Civil en la frontera, 2005).[3] Además redactó biografías como Juan van Halen o Aviraneta o la vida de un conspirador (1931); ensayos, como El tablado de Arlequín (1904), La caverna del humorismo (1919), Momentum catastrophicum, Divagaciones apasionadas (1924), Las horas solitarias, Intermedios. Vitrina pintoresca (1935), Rapsodias. Pequeños ensayos, El diablo a bajo precio, Ciudades de Italia, La obra de Pello Yarza y otras cosas, Artículos periodísticos y algunas obras dramáticas: La leyenda de Jaun de Alzate (1922), Nocturnos del hermano Beltrán, Todo acaba bien... a veces, Arlequín, mancebo de botica, Chinchín, comediante y El horroroso crimen de Peñaranda del Campo.

Defensor de una novela abierta, ya que considera ésta como un fluir en sucesión («La novela en general es como la corriente de la historia: no tiene principio ni fin; empieza y acaba donde se quiera.»), compone sus obras a través de una serie de episodios dispersos, unidos, muchas veces, por la presencia de un personaje central.

La mayor parte de los personajes barojianos son seres inadaptados, que se oponen al ambiente y la sociedad en la que viven, aunque impotentes, incapaces de demostrar energía suficiente para llevar lejos su lucha, acaban frustrados, vencidos y destruidos, en ocasiones físicamente, en muchas otras moralmente, y, en consecuencia, condenados a someterse al sistema que han rechazado.

El escepticismo barojiano, su idea de un mundo que carece de sentido, su falta de fe en el ser humano le llevan a rechazar cualquier posible solución vital, ya sea religiosa, política o filosófica y, por otro lado, le conducen a un marcado individualismo pesimista, y no por ello anarquizante.

A menudo se ha reprochado a Baroja su descuido en la forma de escribir. Eso se debe a su tendencia antirretórica, pues rechazaba los largos y laberínticos periodos de los prolijos narradores del Realismo, actitud que compartió con otros contemporáneos suyos, así como el afán de crear lo que denomina una «retórica de tono menor», caracterizada por:

* Empleo del período corto.
* Sencillez y economía expresiva: «El escritor que con menos palabras da una sensación de que es mejor».
* Impresionismo descriptivo: selección de rasgos significativos más que reproducción fotográfica al detalle característica de los minuciosos y documentados narradores del Realismo.
* Tono agrio, selección de un léxico que degrada la realidad a tono con la actitud pesimista del autor.
* Breves ensayos e intensos intermedios líricos.
* Tempo narrativo rápido, cronotopo dilatado.
* Diálogos respetuosos con la oralidad y la naturalidad.
* Deseo de exactitud y precisión, rasgos estilísticos que confieren la amenidad, el dinamismo y la sensación de naturalidad y vida que el escritor pretendía para sus novelas.

Cabe destacar también su colaboración con el cine en las dos adaptaciones de su novela Zalacaín el aventurero. En la versión de finales de los años veinte de Francisco Camacho él mismo interpreta el papel de carlista. En la de Juan de Orduña de los cincuenta hace de sí mismo junto con el propio director, que va a visitarle como prólogo a la historia.

EL PERSONAJE-PÍO BAROJA Y NESSI

Pío Baroja y Nessi

Célebre novelista guipuzcoano, de proyección universal, nacido en Donostia-San Sebastián el 28 de diciembre de 1872 y fallecido en Madrid el 30 de octubre de 1956.
Estudió la carrera de Medicina en Madrid y Valencia, doctorándose en 1893. Era hijo de Serafín Baroja, un ingeniero de Minas de alma un tanto ingenua y bohemia, cuya verdadera vocación era también la literatura, que cultivó como second métier, y preferentemente en lengua vasca.
Se recibe de médico.Como quiera que fuese, el caso es que al terminar la carrera, el joven Baroja fue destinado a Zestoa, en calidad de médico titular. Y ocurrió que, al poco tiempo de instalarse en aquella villa balnearia, tuvo tres importantes revelaciones. Tan importantes que decidieron el futuro de su vida. La primera de ellas consistió en percatarse que había estudiado una carrera para la que no tenía afición ni, por consiguiente, aptitudes. "Yo casi siempre empleaba los medicamentos a pequeñas dosis -confesaría muchos años después, con sinceridad y escepticismo de médico frustrado-, muchas veces no producían efecto; pero al menos, no corría el peligro de una torpeza. No dejaba de tener éxitos; pero me confesaba ingenuamente a mí mismo que, a pesar de mis éxitos, no hacía casi nunca un diagnóstico bien, un diagnóstico perfilado de buen médico". La segunda de sus revelaciones fue la de dar con su auténtica vocación. "Tenía allá -explica Baroja, veinticinco años después de su estancia en Cestona- un cuaderno grande que compré para poner la lista de las igualas, y como sobraban muchas hojas me puse a llenarlo de cuentos". Así nació su primer libro, Vidas sombrías. La tercera revelación implicaba su "reencuentro" con el país. Volvía a sentirse precisamente vasco. El joven que a los nueve años abandonara su Donostia natal, para pasar toda su niñez y adolescencia de la Ceca a la Meca -de San Sebastián a Pamplona; de Pamplona a Madrid; de Madrid a Valencia; de Valencia otra vez a Madrid...- regresa a Gipuzkoa lógicamente desarraigado, sin mostrar demasiado entusiasmo ni por el vascuence, ya semiolvidado, ni por las costumbres y el modo de ser de un país que le resultaba nuevo, ajeno y desconocido. Pero, de pronto, se produce el trauma psíquico que pondrá de manifiesto la esencialidad irrefragable de su propio vasquismo.
Así, sus primeras obras pasaron completamente desapercibidas para el público. Pero hubo gente de la profesión que intuyó que allí había algo desacostumbrado. Y escritores como Unamuno, Azorín, Valle-Inclán y Marquina, se ocuparon con interés de nuestro joven don nadie. Después apareció Camino de perfección (1902) y esta novela ya despertó cierta curiosidad. En realidad, fue su primer éxito y le valió un banquete de homenaje que, organizado por Azorín y por el editor Rodríguez Serra, congregó en una vieja posada madrileña á un heterogéneo grupo de artistas y escritores, en el que, junto a consagrados como Galdós, Ortega y Munilla y Cavia, había un tropel de jóvenes bulliciosos e iconoclastas.
Compró la casa de Vera de Bidasoa, la hermosa y célebre Itzea, convertido hoy en Meca de peregrinos barojianos de todo el mundo, recluyéndose en aquella apartada y deliciosa comarca bautizada por él mismo con el eufórico nombre euskeldun de Bidasoadi. A esa época suya cimera de su retiro navarro pertenecen, entre otras producciones, Juventud, egolatría, la trilogía intitulada Las agonías de nuestro tiempo, César o nada, El mundo es ansí y las novelas de marinos vascos, con sus famosos personajes Shanti Andía, Chimista, Embil, Juan de Aguirre, Galardi, etc.
En 1934, Baroja fue elegido numerario de la Academia Española de la Lengua.
[Itzea, casa de los Baroja, en Bera/Vera de Bidasoa. Fot. Mariano Estornés Lasa]

A poco de empezar la guerra civil y tras sortear algún contratiempo grave, Baroja hubo de refugiarse en Francia, desde donde, previendo la inminencia del cataclismo bélico que se cernía sobre Europa, intentó sin éxito embarcar para América. Fracasado en su empeño, al volver a cruzar la frontera, se entregó de lleno a su vocación de siempre y, unas veces recogido en la serena paz de su biblioteca de Itzea, y otras en su alegre despachito madrileño de la calle de Alarcón, tuvo todavía aliento para escribir una treintena adicional de obras, entre ellas, sus famosas Memorias. Con lo que su producción, al morir, rebasaba los cien títulos. Anciano ya, su candidatura fue propuesta, infructuosamente, para el Premio Nóbel. Baroja ha sido traducido al francés, inglés, alemán, italiano, neerlandés, portugués, ruso, polaco, sueco, noruego, checo, japonés y húngaro, así como al euskera. Ha sido condecorado por la República de Colombia, y la ciudad chilena de Valparaíso le tiene dedicada una calle, cosa que todavía no ha ocurrido en su patria.
En 2005, en el cincuentenario del fallecimiento de Baroja, se celebró en la Fundación Camilo José Cela en Santiago de Compostela, la exposición Pío Baroja, amigo y maestro, donde se muestra la relación de amistad y admiración entre ambos escritores, a través de libros, manuscritos o cuadros procedentes de los propios fondos de la institución.

La muestra contó con una serie de cuadros pertenecientes a la pinacoteca de la Fundación de la época de Baroja, como dos óleos de Ricardo Baroja y Julio Caro Baroja, hermano y sobrino de Pío Baroja; y también de autores como Isaac Díaz Pardo, Juan Esplandiú, Josep Guinovart, Eduardo Vicente, Rafael Zabaleta y Benjamín Palencia.

En julio de 2005, la editorial Caro Raggio dentro de su colección "Memorias" (VIII), publicó un libro inédito de Pío Baroja, La guerra civil en la frontera, donde narra -tras lo conocido en otros libros anteriores, como Aquí París (1998), Ayer y hoy (1998) y Desde el exilio (1999),- aspectos del conflicto personal y colectivo de 1936-1939, considerado por el propio novelista como un continuo de sus memorias.

La primeras memorias de Baroja, con el título general Desde la última vuelta del camino, comenzaron a publicarse por entregas en la revista Semana, dirigida por Manuel Aznar, en los primeros años cuarenta del siglo XX. Con algunos recortes de la censura, fueron publicadas posteriormente en ediciones sucesivas.