sábado, 21 de mayo de 2011

CÁBALA X

En Fama Fraternitatis, primer manifiesto rosacruz, la hermandad es anunciada por las trompetas que a los cuatro vientos dan noticia de la Reforma del conocimiento universal, dirigida "a los regentes, órdenes y hombres de ciencia de toda Europa", invitados a leer el Liber Mundi o regla de todas las artes, como se dice hiciera Paracelso. Libro inmemorial, cuyas enseñanzas los hermanos difunden por todo el continente y cuyo secreto conservan en la cripta en la que yace Christian Rosenkreutz y donde se guarda la Tradición misma confiada a Adán después de la caída y que siendo transmitida por Enoc, Abraham, Moisés, Salomón, Pitágoras, y Platón fue perpetuada por los diferentes maestros continuadores hasta hoy.
Puerta de la cripta en cuyo dintel figura la inscripción "me abriré dentro de ciento veinte años", sucedidos los cuales es descubierta en el relato de la Fama. Cripta descrita como un recinto abovedado en heptaedro con un sol brillante en todo lo alto sobre un altar central a la vez que sepulcro en el que está el cuerpo incorrupto de C. R. en cuyas manos se halla un libro en pergamino en letras de oro llamado T, el tesoro más preciado, después de la Biblia. Las paredes de la cripta, subdivididas en campos cuadrangulares cubiertos por inscripciones en figuras y sentencias, dan paso por sendas puertas a unos cofres que contenían objetos diversos: "todos los libros que poseemos y, además, el 'Vocabulario' de Teoph. P. ab Ho. y diferentes escritos que no cesamos de difundir lealmente, entre otros su 'Itinerario' y su 'Vida', fuente principal esta última de todo lo que precede". "Otro cofre contenía espejos de propiedades múltiples, campanillas, lámparas encendidas, compendios de cantos maravillosos, dispuesto todo de tal manera que, si la orden o la fraternidad entera vinieran a desaparecer, todo se pudiera reconstituir aunque pasaran varios siglos, sobre la única base de esta sala abovedada".
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La Fama Fraternitatis fue traducida a seis lenguas y la Confessio al latín, exhortándose en esta a los hombres de ciencia europeos "para que sometan su arte a un examen preciso y riguroso, antes de comunicar con la hermandad y a través de obras impresas el resultado de sus meditaciones".
Cabe decir que aquel legado contribuía a amalgamar en un vasto movimiento de reforma cultural, toda una profusión de saberes que devenían dispersos e inconexos en una época de recientes descubrimientos geográficos y científicos, tributarios por otra parte, de un racionalismo que dejaba de reconocer los principios comunes en que descansa toda ciencia de corte tradicional. Ello mismo era ejemplificado en la narración de las Bodas de C. R. cuando en el vestíbulo de la entrada a Palacio algunos invitados conversan entre la vanagloria y presunción, mientras discuten y divagan sobre puntos de vista cuyo miope exclusivismo hacía irreconciliables.
Apertura de la cripta y con ella de una puerta que da acceso al saber inmemorial, a la vez que sentido profundo a las nuevas ciencias es una idea que encontramos ilustrada en la obra de H. Khunrath, el Anfiteatro de la Eterna Sabiduría. Texto constituido por los comentarios al Libro de Proverbios y al Libro de la Sabiduría de Salomón, junto a doce planchas, nueve de las cuales resumen la ciencia hermética tras el velo de la simbólica cristiana y cabalista.
En la plancha número cuatro podemos contemplar la figura del Cristo, encarnación del Verbo, aureolado por una rosa de cinco pétalos en quien están grabadas las letras del Nombre Sagrado I H S V H, centrando la entera manifestación, y que procede del triángulo que corona la esfera y que contiene el Tetragrama, símbolo del Todo, dispuesto a la vez como Tetraktys pitagórica.
Se dice que Khunrath visitó al sabio John Dee, a la sazón viajero por Alemania en su camino de retorno desde Bohemia a Inglaterra.
John Dee, cabalista cristiano en la tradición de Pico, Reuchlin, Agrippa, Giorgi y Durero. Sabio matemático que prologó la traducción de los Elementos de Euclides a la lengua inglesa, donde se explicita la importancia del número como "modo de investigar que permite comprender cualquier cosa que pueda ser conocida". Estudioso de la teoría de la proporción y de la perspectiva geométrica según el arte del romano Vitruvio, aplicó la ciencia matemática a las artesanías de su tiempo, refiriéndose también a una más alta matemática al servicio de la invocación a los intermediarios divinos, aspecto este en resonancia con la Cábala llamada "luriánica" centrada en Galilea alrededor de Isaac Luria y que en el siglo XVII difundiría por Europa alcanzando la Bohemia donde reinaba Rodolfo II el que fue gran protector de la Cábala y de la Alquimia.
Símbolo de la sabiduría tradicional que sintetiza ambas ciencias es el de la Monas Hieroglyphica que muestra el despliegue del Ser en los tres mundos, combinando el septenario de los planetas y la triunidad de sus principios en el hieroglifo Monas o signo sagrado de la unidad. Llave a su vez, por quien hallan su mutua correspondencia los números, la geometría, la gramática, la astrología y la alquimia quienes, reflejando simbólicamente el orden universal nos acercan a su sabiduría.
Símbolo hermético que, como en la obra de Khunrath, encontramos también grabado en las Bodas Químicas de Andreas, a la vez que se describe también en un tratado anexo e introductorio a la Confessio y que lleva por título Breve consideración de la filosofía más secreta.
Símbolo que enlaza reunidos la Cábala, el Hermetismo y el Cristianismo. Los que fluyendo desde oriente y occidente vuelcan todo el contenido simbólico que impregna la atmósfera del Palatinado del Rhin. Y ello a través de diversas obras entre cuyos autores son de destacar a Robert Fludd, venido desde la corte de la Inglaterra Isabelina y a Michael Maier, médico de Rodolfo II rey de Bohemia, los que correspondiendo al ofrecimiento de la Fama Fraternitatis hallaron la oportunidad de que sus trabajos fueran grabados por Mateo Merian y editados en los talleres de Teodoro de Bry.
Robert Fludd compuso La historia del macrocosmos y el microcosmos en la que se ilustran las obras de Dios, en su creación de la naturaleza y las del hombre en Artes y Ciencias...
EL TEMA ES INMENSAMENTE LARGO. CONTINUARLO SI TE HA INTERESADO...
FUENTE: "EL LIBRO DEL ESPLENDOR".DOC

CÁBALA IX

En cuanto a la etimología de la palabra mago, tomamos su raíz del avéstico "maga", cuyo significado es Gracia, Don o Riqueza Espiritual. Los magos constituían la casta sacerdotal del pueblo Medo del Irán, representantes, como otros pueblos de la antigüedad, del Hombre Verdadero, que opera en su gesto arquetípico, la unidad del mundo, renovándolo así permanentemente.
Gran mago del Renacimiento fue Enrique Cornelio Agrippa (1486-1535), que viajando por toda Europa, conoció en Italia a los cabalistas cristianos, siendo discípulo también, del Abad Trithemius, a quien dedicó su obra principal De Occulta Philosophia, tratado en tres libros, en los cuales la magia natural o elemental y la celeste, reciben las influencias de un ámbito superior, el de los intermediarios divinos, aspecto éste ceremonial y más elevado de la Magia por la invocación de los nombres de Dios en hebreo, coronados por el de Jesús, como I H S V H .
El mago operaba en la construcción de talismanes, y para ello tenía en cuenta a los elementos de la naturaleza, que eran signados y regidos por las fuerzas celestes y planetarias en correspondencia; siendo a su vez éstas producto de las entidades angélicas, con lo que el acto mágico implicaba al hombre entero, por su reconocimiento más allá de los influjos cósmicos, de las energías supracelestes, emanaciones de Dios, a partir de las cuales toda magia devenía esencial y sin cuyo concurso toda operación resultaría inconclusa.
Camino de retorno a la Unidad de los Principios, recorrido por el héroe, impulsado por el amor de la Verdad, lo cual es explicitado en los Heroicos Furores, obra literaria de Giordano Bruno, otro gran mago del Renacimiento, que prosigue en la tradición de los Tratados del Amor, como lo fueron: el Fedro y el Symposio de Platón, el Libro del amigo y del amado de Llull, el Tratado del Amor de Ibn Arabî, la Vita Nuova de Dante y los Diálogos de Amor de León Hebreo entre otros.
Amor heroico que surge invicto, por la concentración de todas las potencias del alma en la voluntad de purificación y de renuncia al amor vulgar. Proceso que transcurre en la intimidad del ser humano, y que parte de un estado referido por los antiguos como humor melancólico, de carácter saturnino y que nace de la nostalgia por lo elevado a la vez que de la negación del aspecto cambiante y aparente de las cosas, es decir de la negación de lo que no es permanente.
Ascesis del alma, que, tomada en rapto por el heroico furor, abandona en su ascenso todo vínculo imaginario con el mundo, penetrando así en la contemplación de Diana, la Luna, en la pura desnudez de su reflejo solar.
Melancolía que fuera representada en la perspectiva visual del arte pictórico por la magia de Durero y de la escuela flamenca, en cuyas obras de arte se simbolizaba la proporción y fundamento de la belleza en el lazo armonioso asegurado por el número; esto mismo hallamos en el marco teatral de Shakespeare, en este caso representada por el heroico Hamlet, símbolo del alma humana, que aspira a desembarazarse de sus estados pasionales e inferiores, asimilados a los personajes de la obra y ello a través de la "venganza", que yendo más allá del literalismo tiene como fin la restitución del hombre en la pureza de su estado original. Testimonio de la lucha entre el ser y el no-ser, debate entre el día y la noche, ámbito donde se da el proceso regenerativo del despertar, por medio de un fuego o furor heroico y transformador surgido de la melancolía del protagonista.
Extensión del Arte sagrado, que en esta obra y en otras del repertorio de Shakespeare, como La Tempestad, El Rey Lear, Othelo, El Sueño de una Noche de Verano, etc. era escenificado a diversos niveles, que se correspondían con el sentido literal, alegórico y simbólico del contenido del drama, en una didáctica de enseñanza ejemplar que prefiguraba para el entendimiento del espectador su propio proceso de elevación por el esclarecimiento interior.
Es decir, teatro, poesía, literatura, música, arquitectura y pintura en los que resplandecía aquella luz renacentista que asimismo se reveló por medio del Arte de la medicina tal y como fue concebido en aquellos tiempos por Paracelso, gran representante de la magia alquímica-cabalista y cristiana que operaba a través de una Medicina universal presidida por el origen divino y trascendente, principio de toda vida.
La medicina de Paracelso constituyó el crisol donde amalgamaron los estudios de Cábala y Hermetismo promovidos por Tritemio, cuya biblioteca, de caracteres enciclopédicos, se dice era visitada por todos los sabios de la época.
Tritemio, que practicaba la "Esteganografía", o especie de arte cabalístico adaptado al latín, cuya combinación de letras y números permitía hallar en las cosas nombradas su naturaleza simbólica velada a ojos superficiales.
En el libro De Polygraphia Cabalística, Tritemio hace la siguiente sinopsis del esoterismo hebreo:
"Ante todo, existe el Inefable, el Indeterminado. Después viene el mundo supremo, que es el modelo del mundo inferior. Los dos forman dos caras homólogas: el Macroposopo y el Microposopo. Están unidos por el lazo del amor recíproco entre el universo y el hombre. La creación tomada en su totalidad, es un ser todos cuyos rasgos están marcados por el sello divino, siendo el hombre la síntesis de todas las criaturas. Como él ha sido modelado a imagen del centro divino, su forma está compuesta de elementos copiados de la forma superior. La forma humana, referida a sus principales órganos: cabeza, cerebro, corazón, brazos, tórax, vientre, miembros, órganos sexuales, etc. corresponden a tipos que la Cábala designa con el nombre de Sephiroth, que los sabios de Israel llaman Corona, Sabiduría, Inteligencia, Clemencia, Rigor, Belleza, Victoria, Majestad, Fundamento y Reino."
El hombre que, caído en el olvido de su origen y en quien "ser" y "conocer" están separados, deviene obligado por el dolor profundo de esta existencia, a rememorar su estado original. Constituyendo ello un arte alquímico capaz de transformar la cualidad de su energía, a través de un proceso natural marcado figuradamente por los signos y planetas del zodíaco. Astrología y Alquimia, aspectos ambos del Cosmos incluidos en la Cábala hebrea, quien corona a este universo con los principios de la Unidad misma y de los que por emanaciones e hipóstasis sucesivas se irá desenvolviendo la creación, desde el plano de las ideas al de las formas que descienden sobre la materia, cauce por donde discurre la divinidad misma, haciéndose inmanente en todo objeto natural, minerales, plantas o animales que se resumen en el hombre dotado de intelecto y por medio de quien la naturaleza se desvela y reconoce a sí misma.
De los símbolos de esta ciencia cabalística, mágica, astrológica y alquímica derivó Paracelso todo un lenguaje poligráfico reconociendo un principio supremo llamado Yliaster de quien proceden lo positivo, lo negativo y lo neutro, análogos en el macro y microcosmos, y que son simbolizados por el azufre, el mercurio y la sal, a partir de los cuales es dispuesto el cuaternario de la creación en la multiplicidad de las formas.
En su Tratado de las Entidades, orígenes de la enfermedad, nos habla de cinco, de entre ellas cuatro naturales: De Ente Astrorum, De Ente Veneni, De Ente Naturali, De Ente Spirituali y una quinta sobrenatural, De Ente Dei, "entidad que debemos considerar con la mayor atención y antes que toda otra cosa, pues en ella está la razón de todas las enfermedades".
Enuncia también, los siete órganos del hombre en relación con las siete esferas planetarias, cuyo desequilibrio por desproporción es responsable de padecimiento tanto anímico como corporal. En cuanto a los métodos de curación, descansan en las cuatro columnas sobre las que se edifica la verdadera medicina y que son: la Filosofía de la Naturaleza, la Ciencia de los Astros, la Alquimia y la Virtud del médico.
Triple medicina que por la línea de Apolo, Esculapio y de Quirón, es decir, por el espíritu, por el alma y por el cuerpo, consideraba al ser humano en la integridad de todas las dimensiones que le constituyen y que operará en la construcción de talismanes, simbolizados por el cuadrado mágico del planeta al que corresponde la enfermedad a tratar. Signaturas celestes que en el ámbito de la Farmacopea fundamentaban la obtención de extractos vegetales y de productos minerales, según los principios de correspondencia basados en el Similia Similibus Curantur, antecedentes de la Homeopatía o método de curación por lo mismo que ocasiona la enfermedad, sólo que en dosis infinitesimales cuya potencia esencial y dinámica es capaz de disolver aquella.
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La Rosa y la Cruz son símbolos que se entretejen en el telar del occidente europeo, donde en los albores del siglo XVII gobiernan Federico V y la que fue princesa de Inglaterra, Isabel, a través de quienes, y en el Palatinado del Rhin, confluyen las diversas expresiones de la Tradición, expresándose la unidad cabalista, cristiana y hermético-alquímica, esta última reelaborada por el Islam a su paso por Alejandría.
Herencia que recibe Christian Rosenkreutz, personaje legendario, y como tal, referido directamente a la historia sagrada de la humanidad; vivió en Damasco, Jerusalén, Arabia, Egipto, Libia, Túnez y España; recogiendo en estos viajes, emprendidos desde Alemania, la antigua sabiduría de Pitágoras, de la Cábala y de la Tradición Hermética, conservadas por el esoterismo árabe en el Liber Mundi que él traduce al latín.
Christian Rosenkreutz, hilo conductor de la leyenda de las Bodas Químicas, atribuido a Valentín Andreas. Escrito que apareció poco después de la Fama Fraternitatis y de la Confessio Fraternitatis, por quienes se manifestó públicamente la Orden de la Rosacruz.
En las Bodas se cuenta el viaje de un peregrino, quien tras la invocación de Sabiduría e Inteligencia, dice:
"Después me preparé para el viaje; vestí mi ropa de lino blanco y me ceñí una cinta color rojo sangre dispuesta en cruz que pasaba por mis hombros. Até cuatro rosas rojas en mi sombrero, esperando que todas estas señales servirían para que se me distinguiera rápidamente entre la muchedumbre. Como alimento tomé pan, sal y agua."
Así, parte invitado para asistir como testimonio a las bodas reales entre Sponsus y Sponsa. El enlace se festeja en siete días, tiempo en que los invitados visitan el castillo, descubriendo en sus estancias, maravillosas obras de arte, asistiendo también a las representaciones teatrales "de los músicos, cómicos, trágicos y habilidosos actores de la época".
Prefigurándose en siete actos, el despliegue en acción de las fases alquímicas, en las que se desenvuelve toda la obra hasta su consumación por la reunión de los esposos, del Azufre y del Mercurio, en la Sal.
También por aquel entonces, en 1613, tuvieron lugar las bodas reales entre Federico e Isabel, siendo celebradas a través de diversos festejos, que incluían representaciones teatrales a cargo de actores ingleses que daban vida a los personajes de Shakespeare, siendo escenificadas por Iñigo Jones en los jardines del palacio de Heidelberg. Organizados y musicados ingeniosamente en el arte de la proporción y de la perspectiva, según la ciencia matemática, por el que fue jardinero palatino y arquitecto Salomón de Caus; en estos jardines se incluían grutas, fuentes, laberintos y estatuas parlantes que emitían sonido al recibir los rayos del sol. Conjugándose la técnica al servicio de la obra de arte, simbolizando estados de la mente que conducen a lo mítico y suprahumano.
CONTINUARÁ...

CÁBALA VIII

Doctrina, procedimiento y modo de conducirse el hombre que desde el Renacimiento Florentino, sólidamente establecido en sus fundamentos Hermético-cabalístico-cristianos, hallará su difusión natural por toda Europa a través de Johannes Reuchlin en Alemania, Francesco Giorgio en Venecia, G. Postel en Francia y John Dee en Inglaterra, entre otros.
El renacimiento europeo es, desde el punto de vista de la Filosofía Perenne, una época histórica propicia al diálogo establecido desde las diferentes voces de la Tradición Unánime, por medio de las cuales se difunde el mismo espíritu de concordia vaticinado por Pico y que rebasa ampliamente el marco de la erudición clásica con que algunos pretendían suplir una escolástica rígida y decadente.
Una de estas voces fue la de Juan Reuchlin, que en llegando a Florencia tuvo acceso a toda la riqueza de la literatura hebrea y cabalística, incluyendo al Sepher ha Zohar o Libro del Esplendor, y al Sepher Yetsirah o Libro de la Formación, testimonios principales de la antigua sabiduría hebraica, de la que fueron portadores aquellos judíos conversos procedentes del exilio producido en 1492 desde España. Fruto de lo cual fueron obras como De Verbo Mirifico o la "Palabra Maravillosa", donde Reuchlin, llamado el "Pitágoras redivivo", elabora un diálogo entre la Grecia de raíz Órfico-Pitagórica, la Cábala judía y el Cristianismo, en el que se establece el elevado poder de las palabras y letras de la lengua hebrea.
A partir de lo cual Reuchlin, desarrollando las Conclusiones de Pico, hace ver, en De arte cabalística, que el Sagrado Tetragrama I H V H, impronunciable en hebreo se hace audible en el nombre de Jesús, que en esta misma lengua es I H S V H, el Verbo hecho carne; y cuya pronunciación, Iosua, es significación de la Misericordia, según la escritura del Talmud.
En ambos libros, Reuchlin expone la esencia simbólica del número, presente tanto en la Cábala como en la Doctrina pitagórica. En I H V H, nombre de Elohim revelado, se resumen las veintidós letras del Alefato:
"Desde Aleph a Iod se encuentran los órdenes de los ángeles. Desde Caph a Zade, el orden de los cielos, y por último, desde Zade a Thau el mundo de los elementos."
"Veintidós letras que junto a las cincuenta puertas de la inteligencia, constituyen los setenta y dos nombres divinos que Reuchlin encuentra en el Psalterio y que cual escala de Jacob eran recorridos por los ángeles. Cincuenta puertas de la inteligencia, de las que se dice que 'por ellas penetra el misterio del Dios vivo en el mundo'. Todas menos una, abiertas a Moisés, por quienes le fuera transmitido todo lo comprendido en la Ley. La quincuagésima puerta no está abierta más que para el Mesías, Luz de Dios y Luz de los pueblos, que conoce a Dios y hace conocer a Dios."
Escala de Jacob, que el monje franciscano Francisco Georgio de Venecia, establece entre la unidad y el mundo elemental, por medio de las jerarquías angélicas análogas a los Sephiroth y que anteceden a las estrellas en su recorrido de descenso hasta la tierra. Armonía del mundo, que dio nombre a la obra de Georgi y que fue modelo inspirador de la arquitectura con que se edificó el templo de San Francisco de la Vigna, según el orden y proporción de la Ciencia Sagrada del Número y de la Geometría, vehículos de la sabiduría hermético-cabalístico cristiana en su camino de retorno al Uno o Monas. Recorrido ascendente, o bien descendente por extensión a los tres mundos, que desde el Uno y por los Angeles o intermediarios divinos, fluyen sobre las energías celestes, que representadas por los doce signos zodiacales y por sus siete planetas regentes, conforman el mundo elemental.
De Harmonia Mundi fue conocida por el renacimiento isabelino y también traducida al francés por Guy Le Fèvre de la Boderie; ámbito en el que encontramos a Guillermo Postel, quien sabio en ciencias como la matemática, botánica, medicina y en lenguas fue un gran viajero por Oriente, traduciendo los manuscritos árabes que de esas materias trajo consigo, así como tradujo el Zohar al francés, escribiendo entre muchas otras obras El Candelabro, donde "Cristo, la Luz del Mundo, ilumina desde su interior a las almas que lo habitan".
Labor iluminadora del renacimiento, a cuya difusión contribuyeron obras como De Coelesti Agricultura, de Paulus Rici, la cual sería comentada por el jesuita Athanasius Kircher; el Salterio Políglota de Giustiniani, en ocho columnas y que precedió en su publicación a la Biblia Políglota de Alcalá; el Comentario sobre el Apocalipsis de Pedro Galatino; La Cábala Desvelada de Knorr Von Rosenroth en la que se vierten al latín fragmentos del Zohar. La labor del cardenal Egidio de Viterbo, que reunió, favoreciendo su estudio, gran número de tratados cabalísticos. Pléyade de obras, todas ellas, significadas por el Espíritu de la concordia universal, que dio su aliento al renacer del hombre, vínculo en el microcosmos de todos los aspectos de la Creación.
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Renacimiento de un mundo, que participa de una idea iluminadora de la consciencia del hombre, la que, adecuada a su tiempo, se hizo patente a través de las Artes y de las Ciencias aplicadas a la arquitectura del templo al principio y luego a la de palacios y jardines, según el número y la geometría, donde hallaban lugar de expresión las alegorías pictóricas con que los artistas de la época simbolizaban los mitos de la antigüedad y también los emblemas trazados en planchas representando el orden universal; de igual modo la medicina, que era elaborada como Panacea o remedio de todos los males, por los sabios alquimistas que estudiaban la "quinta" esencia de los elementos. En el teatro, donde se escenificaba renovado el drama del hombre-cosmos. O a través de obras literarias, que en la tradición de la leyenda, referían la aventura y viaje del alma por éste y por el otro mundo. Sin olvidar la música, en cuyo sonido reververaban todas aquellas expresiones del saber.
Manifestaciones, todas ellas, de las siete Ciencias y Artes heredadas del Medioevo, llamadas liberales, porque según se decía "requerían la libre disposición de la mente para su aprendizaje".
Vehículos de la Cosmogonía, a su vez compendiados por la Astrología y la Alquimia, que estudiaban al universo en sus grandes aspectos celeste y terrestre, que la Magia del Renacimiento realizaba en coexistencia.
Arte por medio del cual, el Mago vincula el poder del cielo con el de la tierra, por medio de la vara-eje que encontramos representada en la primera lámina del juego del Tarot, y que manifiesta como lo hacen tantos otros juegos tradicionales, el despliegue de una cosmogonía en número, letra, forma y color, análoga a la constitución del hombre, quien, reflejándola enteramente, puede reconocerla en sí mismo.
CONTINUARÁ...

CÁBALA VII

¿Quién no sería admirador de este nuestro camaleón? Fuera de ello a qué otra cosa mayor podríamos admirar. De él no se equivoca Asklepio de Atenas, que por el aspecto cambiante y la naturaleza mutante dice que en los Misterios era el símbolo de Proteo, de quien las metamorfosis eran celebradas por los Hebreos y los Pitagóricos."
Cantos como este, contribuyeron -en la atmósfera postescolástica-, al verdadero Renacimiento de Occidente, en el reconocimiento del cristianismo por el judaísmo, del judaísmo por el cristianismo, y de ambos según el hermetismo, configurándose para entonces un método de ascenso espiritual o suprarracional, fundado en las Ciencias y en las Artes así como en la Magia Teúrgica.
Se distingue que este discurso era elaborado desde la "concordancia" de símbolos que posibilitaba el diálogo fecundo al que nos referíamos, y del que son muestra algunas palabras hijas de las diversas tradiciones que se dan cita en él, como son la egipcia, caldea, persa, hebrea, pitagórica y platónica, neoplatónica, romana, cristiana y árabe; todo ello es confirmado por los nombres que van apareciendo a lo largo de la Oración sobre la Dignidad del Hombre: Hermes, Asclepio, David, Moisés, Timeo, Adán, Hebreos, Pitagóricos, Enoch, Empédocles, Mahoma, Apóstol Pablo, Dionisio Areopagita, Osiris, Heráclito, Homero, Platón (Fedro, Alcibíades, Carta VII, Cármides), Angeles, Musas, Apolo, Sócrates, Zoroastro, Abraham, Aristóteles, Cicerón, Tomás de Aquino, Duns Scoto, Alberto Magno, Averroes, Avempace, Al Farabí, Avicena, Simplicio, Temistio, Ammonio, Teofrasto, Porfirio, Plotino, Hermias, Damascio, Olimpiodoro, Séneca, Mercurio Trismegisto, Boecio, Aglaofemo, Filolao, Zalmoxis, Abaris el Hiperbóreo, Bacon, Apolonio, Esdrás, Hilario, Orígenes, Zorobabel, Pitágoras, San Agustín, Orfeo, Jámblico, y aún otros. Nombres llevados por los símbolos o ideas, sephiroth, musas, ángeles o números, Intermediarios entre lo Supremo y el hombre. Testimonios a través de sus obras, de las diversas palabras o claves, con que cada forma tradicional refiere la cosmogonía a partir de sus principios. Punto de vista desde el que cada nombre ocuparía el lugar correspondiente en el orden jerárquico que estipula toda realidad, tanto en el ámbito de lo divino -en el sentido inmanifiesto y manifiesto- como en el de lo heroico, y también en el de lo humano lineal e histórico.
CONTINUARÁ...

CÁBALA VI

Afirmando más adelante: Idem est nox apud Orpheum et Ensoph in Cabala. "Lo mismo es la noche en Orfeo que Ensoph en la Cábala". Y: Sicut hymni Dauid operi Cabale mirabiliter deseruiunt, ita hymni Orphei opere vere licite et naturalis Magie. "Como los himnos de David sirven maravillosamente para la obra de la Cábala, así los himnos de Orfeo son verdaderamente útiles para una Magia lícita y natural".
Asimismo y de acuerdo a la tradición hebrea, Pico reconoce dos vertientes en la Cábala; una el "sendero de los nombres" al que se refiere como ya desarrollado por Abulafia y Llull, en el Ars Combinandi; y otra el "sendero de las numeraciones puras", las sephiroth, a su vez en correspondencia a los atributos divinos nombrados por Dioniso Areopagita, y que son la parte suprema de la magia natural, capaz de captar el poder de las cosas superiores y supracelestes, y que es una magia altamente operativa basada en el poder de la lengua hebrea para invocar a las jerarquías angélicas intermediarias entre el mundo divino por una parte y el cósmico centrado en el hombre por la otra. Magia buena y Teúrgica -de Theos, Dios, y Ergon, Obra- a no confundir con la nigromántica que basa sus operaciones en una lengua hebrea degenerada y en la inversión perversa de sus fines y que es una forma desnaturalizada de la verdadera magia natural.
Magia natural que decíamos establece y asegura los vínculos entre cielo y tierra, mediante la confección de objetos rituales según las leyes de afinidad, por ejemplo de talismanes, a base de grabar en sustancias elementales los caracteres o imágenes de los astros correspondientes, mientras se refuerza su efecto con la invocación de los Himnos Orficos.
Pico della Mirandola también tuvo acceso al espacio revelador del Corpus Hermeticum, de cuya traducción se encargó el scriptorium de Marsilio Ficino.
La Sabiduría es revelada a Hermes por Poimandrés, el Noûs, en una iluminación; en el curso de cuyo relato se hace referencia a la generación del Universo por parte de un segundo Demiurgo creador, y a la del Hombre, obra directa del Padre Noûs, que lo engendró similar a Él Mismo y al que amó como a su propio hijo; el cual penetrando y descendiendo por la armadura de las esferas llegó a encarnar en la naturaleza. El hombre, único ser de entre todos los terrestres dotado de una doble constitución, inmortal en cuanto a su esencia trascendente y mortal en cuanto su cuerpo perecedero.
A continuación, Poimandrés muestra a Trismegistos el comportamiento que debe llevar en acuerdo al gran misterio que acaba de serle revelado, diciéndole que deberá conocerse a sí mismo, ya que quien se conoce a sí mismo va hacia sí mismo, es decir hacia su propia naturaleza, que es luz y vida. Lo mismo que el Dios Padre de quien nace el Hombre.
Ascensión en la que, dejando atrás el cuerpo mortal, ya purificado de las influencias materiales que las esferas planetarias habían impreso en él, culmina en la suprema y ogdoádica esfera, donde percibe a las Potencias Divinas que cantan himnos a Dios.
Entre las que podemos encontrar analogías correspondientes a las Potestades del cristianismo.
Enseñanza acerca del ascenso del alma en regeneración hasta la esfera ogdoádica que asimismo se encuentra en los Palacios Celestes de la Cábala, lo que es otra muestra de la estrecha relación establecida entre las tradiciones, hermética y mosaica.
Un año después de la elaboración de sus novecientas tesis, Pico redacta la Oración o Discurso sobre la Dignidad del Hombre, como introducción y apología de aquellas, vista la desaprobación que sufrieron por parte de los prejuicios de la religiosidad de aquel entonces. Discurso en el que se manifiesta la Idea renacentista del hombre, y de su posición en el mundo, que, como centro y reflejo del cosmos entero, fue dotado de todo aquello con que se revestía a la misma creación, pudiendo el hombre, lo mismo degenerar en los seres inferiores que son las bestias o bien regenerarse en las realidades superiores que son divinas, y ello gracias al intelecto, "el alma intelectiva única para todos los hombres", reflejo de la "mens divina", y que es vínculo de los mundos celeste y terrestre por medio de la magia establecida entre las ciencias de la Astrología y de la Alquimia.
"¡Oh Suma liberalidad de Dios padre, suma y admirable felicidad del hombre! a quien es concedido obtener aquello que elija, ser aquello que quiera.
Igual que las bestias en el mismo momento de nacer llevan consigo, según dice Lucilio, todo aquello que tendrán después, los espíritus superiores desde el inicio o poco después, fueron aquello que debieran ser en las perpetuas eternidades. En el hombre naciente el Padre depositó semillas de toda especie y gérmenes de toda vida; y según como cada joven las haya cultivado, fructificarán en él. Si fueran vegetales, será planta. Si sensibles, será bruto. Si racionales, devendrá animal celeste. Si intelectuales, será ángel e hijo de Dios, y si no contento de la suerte de ninguna de las criaturas se recogiere en el centro de su unidad, hecho un espíritu con Dios, en la solitaria oscuridad del Padre, él, que está puesto sobre todas las cosas, las sobrepujará a todas.

OVNIS- MANISES