miércoles, 15 de junio de 2016

ÚLTIMO CAPÍTULO . RODOLFO BENAVIDES


Capítulo XXXI LINEAS FINALES Dijimos al principio de este libro que, a medida que se investiga sobre este tema tan complejo, se van encontrando huellas que obligan a meditar profundamente. Todo hace suponer que desde muy antiguo alguien vino a estudiar el mundo Tierra para conocer sus posibilida- des de vida, como quien quiere comprar una propiedad rural para tra- bajar y vivir en ella. Luego aparece una zona ideal, un verdadero paraíso, propicio para que la vida se desenvuelva sin muchos tropie- zos, y finalmente se procede a una especie de distribución de la tierra habitable. Este escenario que aparece sin tiempo sugiere que ese alguien quiso garantizar la vida de su propia simiente. Aunque todo esto parezca exagerado, hay motivos para pregun- tarse: sí en el inmenso universo, según ha visto la ciencia, todo se mueve a ritmo y en perfecta armonía, ¿por qué la vida humana habría de quedar al garete en manos tan infantiles como primitivas? Si todo lo existente, visible o invisible, pbedece a leyes inmutables ¿iba a desarrollarse la vida humana en el caos? Cuando desde lo alto de una montana, con serenidad en la men- te y paz en el corazón, se contempla en panorámica a nuestro peque- ño mundo y la vida que en él se ha desarrollado a lo largo de las eda- des, da la sensación de que ciertamente somos como niños en una guardería infantil limitados por vastos horizontes de los que muchos quisieran escapar. Y, sin embargo, temen hacerlo, porque han enca- denado su pensamiento al incierto presente en que juegan, ríen, lloran y sufren sin distinguir que son dueños de su libertad de pensar y que (359) sus ataduras son artificiales, que el pensamiento es la facultad de volar. Volar sobre todo obstáculo, tanto hacia el lejano pasado como hacia el infinito porvenir. En esta guardería infantil en que vivimos se halla también el cuerpo docente, los maestros catedráticos y naturalmente los vigilan- tes. No los vemos —o no queremos verlos— pero están ahí, al otro lado de esos vastos horizontes. Será suficiente que rompamos los eslabones que nos encadenan a los tabúes y al miedo a lo desconoci- do para que podamos verlos. Estos maestros se nos han manifestado de muchas maneras a lo largo de la historia. Pero... ¿los hemos entendido? A unos los hemos envenenado para acallar sus voces, porque nos asustaban. A otros los hemos crucificado o asesinado de mala manera, para evitar que sus luces rompieran las tinieblas y el miedo que nos invade. Y a otros los hemos deificado y luego adorado, después de haberlos sacrificados, tal vez para acallar la voz de nuestra conciencia y disminuir nuestros remordimientos. Somos todavía niños que lamentablemente estamos manejando juguetes peligrosos sin tener la más insignificante idea del peligro en que estamos ni de lo que sucederá mañana. No tenemos cabal idea de lo que significa el eterno futuro de nuestra vida, no la de la carne, sino la del espíritu, manifestación de la energía que mueve al universo. Sí, muchos maestros a lo largo de los milenios han intentado hacernos reflexionar sobre nuestra manera de vivir en sociedad. Nos han querido hacer pensar en el punto cero de la conducta como deslinde del bien y del mal, de la justicia y de la injusticia, del pasado y del futuro, ya que, si para el ser humano después de la muerte el futuro no existe, entonces el pasado carece de significado y de valor. Pero si no existe el pasado antes de nacer ni el futuro después de morir, ¿qué sentido tiene lo que mal llamamos vida del presente? ¡La vida! ¿No es entonces una estupidez de la naturaleza? Si lo es, enton- ces mejor es vivir la vida durmiendo, vegetando. Y en realidad cuan- do dormimos es cuando envejecemos, para despertar un día arras- trando barbas polvorosas por el tiempo y, al vernos asi, reflexionar que ni el haber vivido ni dormido sirvió a nadie de nada. Que si hubo (360) goces y sufrimientos, nada valieron. Que si hubo amor u odio, de nada sirvió ni a nada condujo. Cuando la reflexión tiene como premisa la no existencia del espí- ritu, conduce al caos y a la anarquía mental. El espíritu es, en el peor de los casos, un estimulo para vivir, una esperanza, quizá una quime- ra a la que tenemos derecho en esta dolorosa vida, que huele a pólvo- ra y hiede a sangre coagulada. Algunos de los grandes maestros han salido de las escuelas im- ciáticas antes de manifestarse al mundo. Hablemos un poco de esas escuelas que tanto valieron y tanto hicieron en su labor callada. Las sociedades secretas místicas, esotéricas, iniciáticas, etc., nacieron como consecuencia de la necesidad de conservar los conoci- mientos adquiridos, algunos considerados como misterios, que des- pués se habrán perdido o corrompido al pasar al dominio público. Muchos de esos misteriosos conocimientos tal vez no fueron logros propios de terrícolas, sino recibidos del exterior e interpretados como regalo de dioses. Isis en Egipto y Ceres en Grecia fueron ejemplos de cómo los sacerdotes de los respectivos cultos guardaban absoluto silencio y secreto en derredor de los misterios que se les encomendaban. La indiscreción en esos casos era castigada con la muerte. El esoterismo moderno se ha alejado mucho de las antiguas escuelas iniciáticas debido a la amplia divulgación de los logros cien- tíficos. Por eso, en el esoterismo moderno va quedando solamente un anhelo de superación hacia lo espiritual. Este anhelo consiste en lograr un equilibrio razonable entre lo material —en ese medio vivi- mos - y lo espiritual —lo que nos anima y da vida—. La tarea consiste en llegar al gran equilibrio de ambos valores. Por desgracia, la humanidad —hablando en términos generales y con las naturales excepciones— no está preparada todavía para reci- bir ciertos conocimientos y hacer en su mente los cambios correspon- dientes. Con facilidad se alarma cuando choca cualquier nueva idea con su vieja formación ideológica oficial, por más equivocada que pueda estar. Por ejemplo, ¿cómo reaccionarían las personas de mentalidad religiosa cuando se les diga que el espíritu es meramente (361) energía individualizada, originada y alimentada por el centro de nuestra galaxia? En lo que se refiere a las sociedades secretas iniciáticas ha habi- do muchos intentos de explicarlas, tarea sumamente difícil, si es que se quiere llegar a la verdad, simplemente porque los iniciados nunca hablaban de ello. No obstante, algo se desprendió de los muros y el público se enteró. Por ejemplo, el boletín Geselischaftfür Interplane- taríc, en su editorial de julio-agosto de 1963, dice: «Existe en la Tierra un mito que se adaptaría a los propósitos "espa- ciales", bajo cuya influencia podría dar resultado el reclutamiento de "ayudantes". Nos referimos a una sociedad que desde hace siglos se ha vanagloriado de preparar la reforma de todo el mundo Tierra y cuyos miembros no sólo se reunían en una fortaleza suspendida en el aire, sino que se ocupaban del trabajo en todo el sistema solar y poseían, además, mil piezas que harían palidecer de envidia a nues- tros técnicos actuales.» Varios cabalistas hablan de fenómenos igualmente desconcer- tantes. Henri Sérouya, famoso cabalista, afirma que el conocimiento de El carro de Dios era un máximo secreto que solamente podía ser transmitido de manera oral a los propios iniciados y nunca por escri- to, o a lo sumo mediante símbolos convenidos, de significado comprensible solamente para los propios iniciados. Hasta no hace muchos años, todos esos fenómenos concernien- tes a hermandades iniciáticas estaban totalmente relacionados con el espiritismo. Toda comunicación, toda visión y todo efecto recibido a través de médiums, así como toda intervención que fuera considerada como paranormal, era atribuida a intervención directa de seres espirituales, de mayor o menor jerarquía según la enseñanza y el nombre que dejaran. Pero, para el autor y para otras muchas perso- nas, un día vino la gran sorpresa. Fue hacia 1942 estando el mundo en plena Segunda Guerra Mundial. Sucedió que en muchos centros espiritistas y espiritualistas se empezaron a recibir mensajes extraños que decían proceder del espacio exterior. Luego empezaron a nom- brar otros mundos y hasta otras galaxias. Había en el pueblo de Tacuba, México, D.F., un circulo espiritista en el que semana tras (362) semana se producían materializaciones y en algunos casos hasta voz directa, pero siempre de espíritus terrícolas. Pues bien, allí también llegaron a materializarse esos mismos seres que se decían procedentes de otros mundos. Y los nombres eran sumamente raros y hasta difíciles de pronunciar. La verdad es que en ese entonces nadie entendió de qué se trata- ba, Decían por ejemplo: «—Somos viajeros del espacio. Venimos de un mundo de Orion. Esta- mos tratando de ayudar al terrícola en estos momentos difíciles y angustiosos...» Expresiones semejantes, agregando siempre palabras de amor y fraternidad, fueron repetidas en círculos diversos, en algunos de los cuales estuvo presente el autor y hasta llegó a entablar diálogo, incluyendo el caso de las materializaciones. La idea dominante en esa época era que todo lo parapsicológico, paranormal, metapsiquico o metafísico era de origen absolutamente espiritual, o sea, de intervención directa de espíritus. Y asi, se creyó en todos los casos que se trataba de espíritus originarios de otros mundos o galaxias, pues nadie entendía que fuera posible la creación de naves mecánicas capaces de cruzar los infinitos espacios siderales. Cuando el autor, dudoso, decidió investigar el asunto, conversó con astrónomos importantes en México, comentando la posibilidad de que aparatos mecánicos fueran capaces de viajar interplanetaria- mente. Como es natural, se ironizó sobre el caso y recibió siempre, en cada conversación, una rotunda negativa, ya que las matemáticas demostraban que esos viajes no eran factibles. No obstante tan autorizadas opiniones, quince años después fue lanzado el primer satélite ruso, el Sputnik, que vino a abrir las rutas del espacio. Varios anos después fueron vistos los primeros platillos voladores. Con justicia es lícito pensar que aquellos primeros mensa- jes fueron telepáticos o de alguna otra índole todavía desconocida para nosotros, pero que fueron empleados para comunicarse con los terrícolas y de esta manera comenzar a anunciar su ya próxima visita en forma física. ¿No es esto inquietante? (363) Es una realidad que las hermandades secretas han recibido des- de muy antiguo esta clase de mensajes y visitas invisibles. De todos modos siempre se han diferenciado, según se trate de espíritus terrícolas desencarnados, a los que por lo general siempre se les ha llamado maestros, o de viajeros del espacio, a los que siempre se les ha llamado simplemente ellos. Actualmente,hasta en el recinto más modesto en que se presente Este fenómeno mediúmnico, los asistentes distinguen fácilmente cuán- Do se trata de un espíritu terrícola desencarnado o encarnado, y cuán- Do es un efecto producido, quizá telepáticamente, por un viajero extra- Terrestre, cuya base de operación ellos mismos suelen mencionar. Negar esta realidad demuestra simplemente que no se ha estudiado el Asunto con una mente libre de tabúes. La risa, que en estos casos es Muy frecuente, se usa para ocultar las cadenas mentales. A juzgar por los sucesos modernos mencionados – y otros de los Que no se habla, pero que son muy conocidos-, se llega a la conclu- Sión de que los terrícolas, desde siempre, sabiéndolo o no, negándolo O aceptándolo, hemos estado en contacto con ellos. A los mediums Especializados en el caso, se les viene llamando en la actualidad con- Tactos, y quienes suelen hablar de sí mismos en este sentido dicen: yá Estoy contactado. Esto se va escuchando cada día con mayor frecuen- Cia, aunque en muchos de los casos tales contactos no resistan ningún Análisis por tratarse de personas que solamente andan buscando ven- Tajas personales. Como regla general, quienes en verdad son contac- Tos, nunca lo dicen, como siempre sucedió con los verdaderos inicia- Dos. Al hablar de seres extraterrestres se pueden hacer algunas consi- Deraciones importantes, por ejemplo, que el número 9 es dominante En la construcción de los llamados OVNI. Efectivamente, varios auto- Res han repetido que hace varios años cayó en Nuevo México (EE. UU), un OVNI y, aunque no sepamos lo destruido que haya Quedado, se sabe que toda la construcción de dicho aparato se basa En el número 9 como factor de medida: tenía de ancho 99´99 pies; la Cabina de mando tenía o tiene un diámetro de 18 pies y una altura de (365) 72 pulgadas, con un sobrealzado respecto de la estructura de 45 pul- Gadas. Como fácilmente se puede apreciar, el número 9 es el eje y fac- tor de medida de todo el OVNI, pero para el tema de este libro lo más importante es que dicho factor se basa precisamente en pulgadas modernas. Ahora bien, recuérdese que la pulgada inglesa moderna, con muy insignificante diferencia, es la misma que sirvió como uni- dad de medida en la construcción de la Gran Pirámide, y que es con esa misma pulgada como se han obtenido todos los valores astronó- micos y en general cósmicos de que se habla en este libro y en el ante- rior del mismo autor. Por consiguiente, si la Gran Pirámide se basa en la pulgada y los OVNI también, obviamente tuvieron un mismo origen, una misma motivación. Volviendo al misterio del número 9, resulta que en la cabala numérica este número es básico. En la hermandad de dicha cabala, y en otras hermandades menos herméticas y, por ello, más conocidas, se explica que al morir asesinado Hiram, el rey Salomón ordenó que nueve maestros lo buscaran. También fueron nueve los constructores, albañiles o masones que construyeron la bóveda secreta. Otro ejemplo es el Enoc bíblico, que escondió el nombre indecible bajo nueve arcos grabados dentro de un triángulo. Si se habla de nueve maestros y de nueve arcos, obviamente se trata de personas iniciadas en los grandes misterios dentro de escuelas herméticas, en este caso judias. Ahora, recuérdese que desde muy antiguo, los hebreos parecen haber estado en contacto directo con los extraterrestres, hasta el grado de que Noé parece descender de extraterrestres por parte de uno de sus progenitores. En algunas de las sociedades secretas modernas^ por tradición, todavía se ilumina el centro de la Gran Sala del Gran Consejo con 81 velas encendidas (8 +1 == 9; 81 : 9 = 9). Además, generalmente en esos sitios se ponen adornos que de alguna manera expresan el núme- ro 9. El número 9 ha sido tradicionalmente usado como Gran Símbolo dentro de las sociedades iniciáticas desde muy antiguo. Esto sugiere sin rebuscamientos que existe muy estrecha relación mística, (366) esotérica, etc., entre los humanos terrícolas y los viajeros del espacio exterior. Obviamente, ellos no son tan extraños a nosotros como generalmente se les ha querido suponer. El número 9 ha sido sagrado para el hombre desde muy antiguo y ese mismo número es el factor básico de los OVNI, además de que, por estar en pulgadas, se relaciona estrechamente con la Gran Pirá- mide. No cabe la menor duda de que dicho número y la unidad de medida de la Gran Pirámide fueron tomados de los viajeros del espa- cio por los terrícolas. Por otra parte, si los OVNI tienen como unidad de medida el número 9, será seguramente porque existe alguna relación vibratoria con lo cósmico. Vibración o algún tipo de energía que dio afinidad a las sociedades secretas al relacionarlas con un algo de valor cósmico, que coincide con el libro de Thoth. En el «Tarot» (libro de Thoth) En el «libro» de Thoth (Hermes Trismegisto) el número 9 corres- ponde a uno de los 22 grandes arcanos o misterios. Significa: el maes- tro oculto que trabaja silencioso en busca de la verdad, la sabiduría y los secretos de lo no visible. El símbolo de ropaje es el gris y el azul. El gris alude a la tierra, a lo material y tangible; el azul, al cielo, a lo espiritual y sublime. (Pa- ra mayores detalles al respecto, véase esto último en el libro El Tarot profetico.) Lo dicho se refiere naturalmente a escuelas herméticas iniciáti- cas que tal vez aparecieron en su "principio en Egipto, puesto que Thoth es uno de los dioses más antiguos de Egipto. Por ello, se ha pensado que Thoth y sus escuelas herméticas son mucho más anti- guas que todo lo que se sabe de Egipto. Las sociedades secretas iniciáticas no fueron jamás ni lo son hoy privilegio de algún pueblo o raza en particular, pues las ha habido en todos los pueblos que alguna vez manifestaron un avance notable. En la India, fue un personaje llamado Kríshna quien fundó ese mismo modelo de sociedad, dejando a su vez una filosofía que sigue vigente (367) hasta nuestros días. Después, en los días del emperador Ashoka, exis- tió la escuela hermética llamada «de los, nueve desconocidos». Todas esas escuelas herméticas antiguas han tenido tradicional- mente como común denominador el número 9. En algunas de ellas simboliza al ser humano, que para llegar a ser, o sea, nacer, tiene que pasar por nueve ciclos. En la construcción de las antiguas catedrales europeas se usó mucho el número 9 como factor de medida tal vez más que nada por su tradición de número sagrado, pues se le consideraba como el últi- mo de los números sagrados superiores. Amable lector: aqui termina este libro; pero no el tema...FIN

OTRAS CONSIDERACIONES - 30/3 - RODOLFO BENAVIDES


Otras consideraciones Consideremos ahora el ya muy conocido y plenamente aceptado fenómeno de la telepatía. Sí nosotros podemos practicarla —aunque todavía con muchas deficiencias, sobre todo por falta de educación apropiada—, ¿qué razón puede haber para que las unidades de ener- gía o viajeros del espacio no la puedan ejercitar y hasta con mucha mayor experiencia y eficacia? Veamos este asunto en el nivel en que en estos momentos se encuentra en nuestro planeta. Se ha venido repitiendo con frecuencia en los medios astronáutícos de varios países, particularmente en Esta- dos Unidos y Rusia, que la telepatía podría llegar a ser el más eficaz medio de comunicación interespacial, en los casos de fallos mecáni- cos o por interferencia de la Luna, de algún planeta o de otro imprevi- sible fenómeno estelar. En un articulo publicado en Ausia se subraya la importancia y atención que la ciencia debe conceder a la telepatía, a fin de resolver lo más pronto posible los naturales problemas que se crearán al cru- zar las enormes distancias que ya se están planeando y en aparatos que ya se están diseñando. Se piensa asi, debido a que las ondas eléc- tricas han sufrido serias interferencias en los experimentos realizados, mientras que la proyección del pensamiento —la telepatía— no parece verse afectada ni sufrir interferencias, ni siquiera bajo los hielos pola- res en la región ártica. Esto ha hecho suponer que para la telepatía no (355) existe el espacio-tiempo al menos como hasta hoy se le ha entendido. Se trata, pues, de una dimensión distinta. Es sobradamente conocido que tanto los norteamericanos como los rusos están trabajando intensamente en esta área tratando de encontrar la técnica apropiada para lograr el rápido desarrollo de la telepatía. Como casos concretos se pueden citar las experiencias realizadas por la tripulación del Apolo XI y la del Apolo XIV, esta última en febrero de 1971, en la que el astronauta Edgar Mitchell, tripulante del Apolo XIV, realizó cerca de 150 experimentos de tele- patía con el psíquico y telépata Olaf Johnson, ingeniero sueco resi- dente en Chicago. Estos y otros muchos experimentos semejantes demuestran que la energía que anima al ser humano corresponde a una dimensión dis- tinta de las ya conocidas y que no obedece al concepto espacio- tiempo como ya antes se dijo, hipótesis que por cierto viene a ser la misma que se refiere al espíritu dentro de las doctrinas ocultistas. Y hablando de espíritus, resultan interesantes los experimentos realizados en Japón y en México, que han consistido en la reunión de muchas personas afines entre si, pero a la manera espiritista, para invocar la presencia de fuerzas superiores. Hasta hace pocos años eran entendidas como espirituales, pero hoy se van aceptando como extraterrestres, pues se han dado casos en que han aparecido en el espacio algunos platillos voladores, que, aunque no hayan aterrizado o por lo menos no sabemos que lo hayan hecho, parecen haber queri- do demostrar que recibieron y entendieron la llamada, presentándose brevemente para dejar constancia de su presencia y lo que supone- mos un saludo fraternal. Si han dado tantas muestras de su existencia sin habernos perjudicado nunca, será porque tienen interés en que nos acostumbremos a ellos, preparando el encuentro que se producirá cuando establezcamos contacto directo. Podemos estar seguros que eso no ocurrirá sobre la corteza terrestre, en la que ellos corren gran peligro, sino que será en alguno de nuestros vuelos espacíales en un futuro cercano. Abundando en el tema, se sabe, al menos parcialmente, que los geólogos chinos encontraron hace algunos años en la región monta- (356) ñosa de Bayan-Kara-Ula más de 700 discos aparentemente de piedra o simplemente petrificados. Conteman un alto porcentaje de cobalto y tenían símbolos grabados, tal vez jeroglíficos, pero colocados en progresión espiral del centro hacia la periferia. Estudiado el sitio en que fueron encontrados, resultaron tener una antigüedad de 10 a 12,000 años. En un principio se les supuso de origen religioso tibetano anti- guo, pensando que habrían contenido oraciones, a la manera de las grandes ruedas de oraciones que hoy todavía se usan en los lamaste- rios. Pero un paciente trabajo de investigación, según el profesor Tsum-Um-Nuy, dio como resultado que esos signos grabados son una escritura muy antigua, que habla de viajeros y naves espaciales que descendieron a la Tierra hace 10 ó 12,000 años. Un detalle muy importante es que, mientras se estaban investigan- do dichos discos, éstos produjeron pulsaciones eléctricas, que aun- que muy débiles, revelan que alguna vez formaron parte de algún complejo eléctrico. Cabe pensar que son algo asi como las cintas magnetofónicas usadas en las computadoras. Esos símbolos tal vez sirvieron para ser proyectados al espacio exterior o para manejar naves de manera automática. Para confirmar lo dicho, en la misma región se han encontrado tumbas de hace 12,000 años, que contenían restos de cuerpos huma nos adultos, de baja estatura y de cabeza grande. Recuérdese que los mayas en América son de las mismas características. Por otra parte, existen en algunas regiones de China leyendas que dicen que, en tiempos muy^remotos, bajaron del cielo hombres enanos de rostro amarillo y gran cabeza. Estas leyendas siempre se habían tomado como una manera de explicar el origen del pueblo chi- no. Hoy parece ser otra la realidad. Los 10,000 ó 12,000 años revelados por los repetidos discos y por los restos humanos vienen a coincidir admirablemente en el tiem- po con lo señalado por el Zodíaco de Denderah. Corresponde tam- bién al principio de la Constelación de Leo, simbolizada en el pecho y garras de la Gran Esfinge egipcia. ¿Casualidad? ¿Qué sucedería en el mundo en esa lejana época de hace unos (357) 12,000 años, cuando aparece con tanta frecuencia en los símbolos, en Las indicaciones astronómicas antiguas, en las tradiciones, en los mi- Tos, en los viajeros y naves espaciales? (358)

CAPÍTULO TREINTA bis - RODOLFO BENAVIDES


El rollo de Lamec Existe un documento conocido como Texto de Qumram, en el rollo de Lamec, que fue un personaje bíblico. Según el relato, sucedió que Lamec estuvo ausente de su hogar durante largo tiempo, seguramente más de un año. Al regresar a él, se encontró con que su esposa había dado a luz un hijo que no se pare- cía a nadie de la familia: era completamente distinto y, a lo que pare- ce, muy hermoso. Como es natural, Lamec, no obstante sel polígamo, exigió expli- caciones a la esposa, quien aseguró que no era hijo de ningún extran- jero, aunque dejando en duda si era o no hijo de alguno de los hijos del cielo, quienes por esos días parece que convivían normalmente con el pueblo. Lamec, inconforme, se aconsejó con su padre Matusalén, quien, incapaz de decidir, pidió opinión a Enoc. El cual, al igual que Lamec, supuso que se trataba de un hijo de alguno de los hijos del cielo, y así se dio por terminado el asunto, puesto que eso resultaba muy honro- so. Pusieron al niño por nombre Noé. Con el tiempo, Noé se convirtió virtualmente en padre del pueblo hebreo a consecuencia del diluvio. A juzgar por este relato —que si no está precisamente en la Biblia, corresponde a episodios bíblicos—, resulta que los^hebreos, por lo menos a media sangre, son descendientes de extraterrestres. Pero si eso fue posible, naturalmente se debió a que genéticamente había compatibilidad, es decir, que la otra media sangre a su vez tuvo su origen en extraterrestres. Ahora bien, si los hebreos fisiológicamente nunca han sido distintos del resto de la humanidad, es porque la humanidad es toda extraterrestre con domicilio provisional en la Tie- rra. Aquel caso de Noé, como descendiente de quienes llegaron del (350) cielo, vendría a justificar que los hebreos se hicieran llamar pueblo escogido de Dios, y también justificaría los diversos fenómenos de apariencia paranormal de que habla la Biblia, que, aunque siempre fueron atribuidos a Yavé, ahora se van entendiendo y explicando mejor. En Sumeria Otros muchos pueblos antiguos tuvieron la misma idea de haber sido escogidos por Dios para la realización de algo importante. Justi- ficadamente podemos pensar que, si no en todos los casos, por lo menos en algunos de ellos —en los Sumerios, por ejemplo—, ocurrió el mismo fenómeno, en el sentido de que viajeros del cielo tuvieron hijos con terrícolas. En Corea – Asia En época antigua, los pueblos, no pudiendo explicarse a si mis- mos la realidad de su origen, le daban forma de leyendas que siempre los conectaban con la máxima divinidad, atribuyéndose de esa mane- ra un origen divino y un destino mesiánico. En Corea, el ser divino que dio vida a ese pueblo, fue Tan-Gun, quien, según la leyenda, descendió del firmamento hace unos 4,500 años. Algunos autores señalan 5,000. Este dato coincide en la fecha con la epopeya sumeria; con la llegada a Egipto de Menes, el primer faraón; con la presencia de Krishna en la India, y tal vez con la llegada de algunos de los pueblos a Amencia, como los olmecas o los mayas. Como quiera que sea, ese Tan-Gun da la sensación de haber sido en verdad un viajero del espa- cio. En la Biblia Ezequiel, el personaje biblico, presenció la llegada de viajeros del espacio exterior. Véase la descripción que no deja lugar a duda de que todo fue en sentido material y nada en sentido espiritual. (351) Ezequiel 1, 4-21: «Y miré, y he aquí que un viento tempestuoso venía del aquilón [norte] una gran nube, con fuego envolvente y en derredor suyo un resplandor, y en medio del fuego una cosa que parecía como de ámbar. Y en medio de ella, figura de cuatro animales. Y éste era su parecer; había en ellos semejanza de hombres. Y cada uno tenía cua- tro rostros y cuatro alas. Y los pies de ellos eran derechos y la planta de sus pies como la planta del pie de becerro; y centelleaban a mane- ra de bronce muy bruñido- Y bajo sus alas, a sus cuatro lados, tenían manos de hombre; y sus rostros y sus alas por los cuatro lados. Con las alas se juntaban el uno al otro. No se volvían cuando andaban; cada uno caminaba en derecho de su rostro. Y la figura de sus rostros era rostro de hombre; y rostro de león a la parte derecha en los cua- tro; y a la izquierda rostro de buey en los cuatro, asimismo había en los cuatro rostro de águila. Tales eran sus rostros y tenían sus alas extendidas por encima, cada uno dos, las cuales se juntaban; y las otras dos cubrían sus cuerpos. Y cada uno caminaba en derecho de su rostro: hacia donde el espíritu era que anduviesen andaban; cuan- do andaban, no se volvían. Cuanto a la semejanza de los animales, su parecer era como de carbones de fuego encendidos, como parecer de hachones encendidos: discurría entre los animales; y el fuego resplan- decía, y del fuego ^salían relámpagos. Y los animales corrían y torna- ban a semejanza de relámpagos. Y estando yo mirando los animales he aquí una rueda en la tierra junto a tos animales, a sus cuatro caras. Y el parecer de las ruedas y su obra semejábase al color del topacio. Y las cuatro tenían una misma semejanza: su apariencia y su obra como rueda en medio de rueda- Cuando andaban, se movían sobre sus cuatro costados: no se volvían cuando andaban. Y sus cercos eran altos y espantosos, y llenos de ojos alrededor en las cuatro. Y cuando los animales andaban, las ruedas andaban junto con ellos: y cuando los animales se levantaban de la tierra, las ruedas se levanta- ban. Hacia donde el espíritu (vida, inteligencia) era que anduviesen, andaban; hacia donde era espíritu que anduviesen, las ruedas también se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los animales estaba en las ruedas. Cuando ellos andaban, andaban ellas; y cuando ellos se paraban, se paraban ellas; asimismo cuando se levantaban de la tie- rra, las ruedas se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los ani- males estaba en las ruedas. Y sobre las cabezas de cada animal apa- recía expansión [burbuja] a manera de cristal maravilloso, extendido (352) encima sobre sus cabezas. Y debajo de la expansión estaban las alas de ellos derechas la una a la otra; a cada uno dos, y otras dos con que se cubrían sus cuerpos. Y oí el sonido de sus alas cuando andaban, como sonido de muchas aguas, como la voz del Omnipotente, como ruido de muchedumbre, como la voz de un ejército. Cuando se para- ban, aflojaban sus alas. Y cuando se paraban y aflojaban sus alas, oíase voz de arriba de la expansión que había sobre sus cabezas. El relato de la Biblia sigue. Pero creemos que con los versículos transcritos será suficiente para que el lector se convenza de que lo que Ezequiel vio fueron seres humanos viajeros del espacio, procedentes de otros planetas. Como es natural, estaban vestidos apropiadamente para la atmósfera terrestre, naturalmente distinta de la de su mundo de origen; pero además, iban equipados con máquinas individuales que les permitían moverse a voluntad y hacerse oír fuera de sus esca- fandras. Modernas investigaciones El investigador soviético Alexander Kazatsev asegura haber encontrado huellas suficientes para poder afirmar que, en tiempos ya muy lejanos, vinieron a la Tierra seres inteligentes hoy conocidos como extraterrestres. Según Kazatsev, vinieron a ilustrar a los terrícolas en labores diversas, particularmente las del campo para la producción de alimentos. Eso explicaría ampliamente el repentino despertar de los súmenos, que a todos los estudiosos les han dado la impresión de haber saltado bruscamente de una vida pobre y primiti- va a una cultura ya demasiado avanzada para su tiempo, como en este Irbro se repite varias veces. El mismo investigador Kazatsev afirma que la Tierra, a juzgar por los resultados de la astronomía moderna, es aún muy joven. Aña- de que su edad es insuficiente para que en ella se hubiesen desarrolla- do normalmente las formas de vida animal, vegetal y humana hasta el punto en que hoy las conocemos. Este desarrollo es muy lento y evolu- ciona además de manera paulatina, no a saltos, como ha sucedido con la historia de la vida en todas sus formas sobre la Tierra. (353) Esto hace pensar a dicho autor que muy probablemente el ser humano vivió el primer principio de su vida y evolución en otro pla- neta mucho más viejo que la Tierra, de donde pasó a otro mundo superior, quizá el que hoy habitamos. Habría dejado la forma animal en su planeta de origen, y se instaló en la Tierra, ya como un ser pen- sante, aunque primitivo, y con apariencia apropiada para el medio en que se encontró. Esta hipótesis de origen científico tal vez explique el porqué de no haberse encontrado todavía lo que hace años dio en llamarse el eslabón perdido, o sea, el paso natural de evolución de lo animal irra- cional al hombre ya racional aunque primitivo. Y es que tal vez no existió nunca en la Tierra ese paso o eslabón, según supone Kazatsev. Concluye nuestro autor diciendo que, según su manera de pen- sar, el ser humano en realidad está en la Tierra solamente como visi- tante de paso, y que al llegar a cierto grado de su evolución necesaria- mente habrá de pasar a otro mundo, a otro planeta, tan físico como el nuestro, aunque con sus propias características. Este planteamiento se refiere totalmente al aspecto material, físi- co y objetivo, es decir, a las formas visibles, aunque no explica cómo pudieron haber llegado aquellos primeros ejemplares humanos en su forma humana. Suponemos que en la mente de este pensador vibra la idea de que, si e) ser humano está animado por energía individualizada —léa- se espíritu—, entonces la explicación es sencilla, pues allí donde llegue esa energía volverá a organizar una y otra vez la forma que ya antes le permitió manifestarse. Esto nos conduce a la optimista conclusión de que, si los planetas son perecederos, la energía no lo es. Han desa- parecido mundos anteriores, pero nosotros seguirnos existiendo. Algún día morirá este mundo, pero nosotros seguiremos vivos y via- jando siempre en busca de un más allá... Ojalá sea así. Las opiniones de Kazatsev coinciden notablemente con viejas tradiciones y postulados del espiritismo. Coinciden también con la esencia filosófica de todas las doctrinas orientalistas, como la hinduis- ta, por ejemplo, cuando se refiere al espíritu y lo considera como una partícula de su creador (Brahma). Partícula que sale al mundo de (354) las formas para realizar una tarea hasta conquistar la maestría (Ava- tar), para entonces, triunfante, regresar a su Creador, a su punto de origen. Esta filosofía no es de tiempos actuales: por el contrario, es tan antigua, que quizá tenga más de cinco mil años. Como fácilmente se puede apreciar, en gran parte los conceptos modernos se van confundiendo con los antiguos. Podemos pensar que los conceptos antiguos a este respecto de ninguna manera pudie- ron haber sido expresión de terrícolas primitivos, sino pensamiento y expresión superior de maestros extraterrestres, que apenas hoy empe- zamos a comprender.

CAPÍTULO TREINTA - RODOLFO BENAVIDES


Capitulo XXX LOS OVNIS Es de suponer que los fenómenos de que antes se ha hablado no sean sólo casualidades, sino que debe de haber algo que está afectan- do al ser humano y a nuestro planeta Tierra por igual. Con esto no intentamos juzgar si estará sucediendo algo semejante o peor en los otros planetas de nuestro sistema solar. De todos modos, un serio cataclismo y hasta un simple desequilibrio en la Tierra produciría desequilibrios por lo menos en los planetas vecinos. Esto vendría a explicar de manera lógica la presencia de los lla- mados ovnis, pues en tal caso, se trataría de investigadores que quie- ren saber cómo se están desarrollando los acontecimientos naturales, no solamente en nuestro mundo, sino en todo el sistema. Pensando de esta manera, es obvio que nuestros problemas sociales, políticos, morbosos, etc., carecen de importancia para esos viajeros del espacio. Un símil puede darnos ideas claras. Cuando en alguna región hay manifestaciones que sugieren la probable aparición de un volcán —el caso derKrakatoa en el siglo pasado—, muchos investigadores viajan desde muy lejos para ir a estudiar el proceso del fenómeno, haciendo caso omiso de los asuntos propios de los nativos. A su vez, para los nativos, esos investigadores vienen a ser extraños, intrusos cargados de cajas y aparatos misteriosos que no entienden y que hasta les pro- ducen miedo. Algo semejante debe de estar sucediendo en estos momentos: puede haber síntomas de una gigantesca catástrofe, pero no los distinguimos porque nos hemos ido habituando a ellos a la vez que (339) hemos ido perdiendo el miedo a lo desconocido, asi como la facultad de asombro- Por eso no entendemos lo que esos seres superinteligen- tes y con una técnica mucho más avanzada que la nuestra andan haciendo en nuestro cielo. Por lo que a ellos se refiere, seguramente que nada les importan nuestros problemas humanos de terrícolas, ni si los entendemos a ellos o no. Los seres extraterrestres El tema de los extraterrestres ha encontrado resistencia en el medio científico, debido a que se exige definirlo de manera exclusiva- mente objetiva dentro de las dimensiones que nos son conocidas. Sucede que estamos minusvalorando a esos seres, juzgándolos con nuestra mentalidad agresiva y conquistadora. Ni siquiera se nos ha ocurrido pensar en una especie de intervención espiritual por su par- te. Pero ahora que la electrónica está avanzando tan aceleradamente, que va dejando rezagados hasta a los interesados en el asunto, resulta que ya varios científicos han encontrado que, mediante el uso de apa- ratos muy especiales, es posible indentificar lo que siempre se ha concebido como alma o espíritu. Estos términos empiezan a entender- se como unidades de energía, que sin aislarse ni dejar de pertenecer a la energía Universal, sin embargo, de alguna manera todavía desco- nocida, se han individualizado, es decir, se manifiestan de esa manera en cada ser humano. El profesor Ferrer de la Universidad de Londres ha recurrido a procedimientos tan altamente científicos como son las matemáticas, a fin de intentar entender el desarrollo de la geofísica, de la astronomía y de la astrofísica. Con estos elementos ha podido formular la teoría que dice que el plasma, como cuarto estado de la materia, consiste en una mezcla de iones, electrones y partículas neutras que gravitan en el campo magnético universal. De esta manera ha llegado a las ecua- ciones básicas que explican el plasma en la magnetodinámica, teorías y matemáticas que resultan ser indispensables para el entendimiento de la astrofísica y de la geofísica. Pues bien, dentro de las disciplinas esotéricas se ha denominado al alma plasma, y a su proyección en e! caso de las materializaciones se la ha llamado ectoplasma, palabras (340) éstas mal aplicadas al fenómeno, según se ha dicho desde un princi- pio. Ahora, por otros medios y razones, ofrecen notable coincidencia, como más adelante se podrá comprobar. En todas estas investigaciones han colaborado científicos de mucho renombre, miembros importantes de academias y de centros astrofísicos y astronómicos, a escala mundial. En el transcurso de dichas investigaciones, se han encontrado pruebas que demuestran la existencia verdadera de campos magnéticos galácticos, que se mue- ven en uo ambiente de hidrógeno neutro, el cual al difundirse en plas- ma cósmico, resulta ser similar a las estructuras que el profesor Ferrer ha observado por medio del microscopio. Todo esto le ha con- ducido a establecer plena analogía entre las células biológicas, o sea. el plasma sanguíneo, y la estructura de las galaxias. Por inducción, podemos entender que de la misma manera se puede clasificar al alma y al espíritu. La misma energía universal que organiza, mueve y anima a las galaxias, organiza, mueve y anima el cuerpo físico de cada ser humano, muy probablemente usando al espíritu o alma como conductor. No cabe duda de que la sabiduría antigua fue muy grande, pues ya desde Hermes Trismegisto se dijo: como es arriba es abajo. Partiendo de esta hipótesis, pero que se va convirtiendo en teoría científica a nivel de laboratorio, se puede generalizar el tema en estos términos: si nosotros, como seres pensantes, somos en realidad una forma de energía individualizada, pero sin dejar de formar parte de la energía universal, obviamente deben existir otras muchas manifesta- ciones más o menos semejantes en ^1 Universo. No hay que olvidar que el universo entero es energía, y lo mismo se manifiesta físicamen- te —en forma de seres humanos terrícolas, por ejemplo— que como energía individualizada. En este caso permanece notando, ya sobre cuerpos estelares tipo planeta, ya en el infinito espacio sideral en for- ma de radiaciones. Se sabe que la energía es indestructible. Por consiguiente, noso- tros, en la esencia que nos anima, también somos indestructibles, aun- que, claro está, no en nuestra apariencia física. Y si la energía lo inva- de todo, lo mueve todo y lo transforma todo en el Universo, sin límite (341) de tiempo ni de espacio, nosotros, como energía individualizada, obviamente nos movemos de la misma manera, o sea, sin límite de tiempo ni espacio: unas veces aparentando la forma humana, y otras como energía flotante pero siempre pensante y creadora. Eso explica- ría cómo es que el pensamiento de antiguos maestros sigue vibrando en el espacio y es recogido cuando se presentan los medios apropia- dos. En el medio religioso de todas las latitudes, se ha repetido mucho que somos hijos de Dios. Si vemos este asunto objetivamente, podemos decir: el hijo de león es león; el hijo del águila es águila; el hijo de jirafa es jirafa; luego entonces, los hijos de Dios son dioses. Si esto nos parece desmesurado y vanidoso, entonces es que la premisa es falsa y habrá que buscar otra solución más aceptable. Asi como el alma y el espíritu se van entendiendo como unida- des de energía, asi también a Dios se le va entendiendo y aceptando como el total de la energía universal, que todo lo mueve, transforma " y vivifica. En este caso, es válida la premisa cuando dice que el espíri- tu es una partícula de esa energía universal. Ya en este plano, se puede aceptar que cada ser pensante está movido por una porción de dicha energía individualizada, que lo mis- mo existe ocupando un cuerpo físico, que sin ocuparlo. Por ello se ha afirmado siempre que la muerte no existe. A partir de estas especulaciones, se podría explicar la presencia en nuestro mundo de inteligencias superiores. Unas veces las llama- mos extraíerrestres; otras veces se manifiestan física y objetivamente, o de otras maneras diversas, como por ejemplo, a través de la telepa- tía. Pero el receptor no tiene en rruichos casos ni la menor sospecha de dónde le llegan las ideas que suelen ser calificadas como de origen divino. Sí tomamos esto como premisa, entenderemos también ciertos fenómenos que por lo general son rechazados y negados como proce- dentes de esferas superiores: por ejemplo, la presencia de mentes privilegiadas que han servido para impulsar el progreso del ser huma- no, o por lo menos para recordar a quienes lo quieran escuchar las viejas enseñanzas que de ninguna manera pudieron haber sido pro- (342) ducto de mentes primitivas. Y es que esas inteligencias superiores, o energía individualizada, lo mismo pueden encarnarse en cuerpos de éste como de cualquier otro planeta, sin importar la apariencia. Pue- den manifestarse simplemente como energía pensante y, de hecho, parecen haberse venido sirviendo de las llamadas hermandades o escuelas secretas que, a juzgar por lo poco que de ellas se sabe, han sido las encargadas de conservar tos conocimientos a base de un con- tacto constante con seres superiores, no siempre encamados, que lo mismo pueden ser espíritus residentes en nuestro planeta, que visitan- tes de otras esferas. Existen en nuestros días varias sociedades y escuelas más o menos secretas, cuyos nombres, por conocidos, no es necesario men- cionar, y que hacen arrancar sus tradiciones desde época muy anti- gua. Es natural que estas sociedades de más o menos fácil acceso puedan ser en el presente las más idóneas para esparcir los antiguos y grandes secretos. Porque las escuelas secretas genuinas no existen de manera física, sino de forma intangible, y en ese caso se habla por ejemplo de centros de luz o archivos akásícos o libro akásico de la ley., etc., nada de lo cual está en la Tierra de manera física. A pesar de lo dicho, desde muy antiguo ha vibrado en los cen- tros ocultistas el nombre de una escuela hermética, que muchos con- sideran como un mito, pues sin dar la cara, ni abrir sus puertas a indiscretos, ni hacer alarde ni ostentación, siempre ha dado a conocer su presencia y misión, que ha sido y sigue siendo la de preparar la forma para todo el mundo, para lo cual han venido «avalares» y maestros. " Se decía que los miembros de esta sociedad secreta y silenciosa se reunían para tomar sus acuerdos en una fortaleza suspendida en el aire, de donde salían los ordenamientos para todo nuestro sistema planetario. Ahora que ya entendemos algo relativo a los platillos voladores, lo que se consideraba un mito parece tener todas las probabilidades de realidad, no solamente en otro tiempo, sino aún en la actualidad. Obsérvese que se hablaba de esto ya hace muchos siglos, antes de que se supiera nada de nuestro sistema planetario. Por ello, en esa (343) época no era posible entender la idea y por eso se le colgó la etiqueta de mito. Respecto a dicha sociedad secreta, se pueden expresar las más contradictorias opiniones. De todos modos, ¿no coincide acaso con el fenómeno ovni según lo entendemos? Si unidades de energía no precisamente terrícola se encarnan en nuestro planeta, ¿no vienen a ser extraterrestres para nuestra manera de razonar? Y si eso sucede, se supone que llegan ya preparados para recibir de sus semejantes toda clase de mensajes y fenómenos, ideas, instrucciones, etc., por medio de varios procedimientos como la in- tuición, la inducción, la inspiración, la telepatía, los sueños... Y para ellos, ¿qué de extraordinario puede tener el encontrarse con viejos paisanos? Ciertamente, en nuestro medio, se admirarán y hasta se asustarán quienes no entiendan estos mecanismos sobre todo porque la ciencia sigue negándolos antes de investigarlos. Sin embargo, esta norma y conducta de la energía universal al individualizarse es lo que ha permitido, entre otras cosas, la conservación de las antiguas ense- ñanzas. O, dicho de otro modo, la energía individualizada es lo que hasta hoy se ha venido llamando alma y espíritu. Conserva la memo- ria y el conocimiento de toda su historia, tanto por lo que se refiere al medio físico y objetivo, como al mundo o plano espiritual, que es meramente energía vibrante a nivel universa!. Y cuando las circuns tancias lo exigen y permiten, una o más de esas inteligencias superio- res, debido a su propia evolución, entran nuevamente en un cuerpo físico para recordar lo que ya antes habían enseñado. Es este fenóme- no al que desde hace ya muchísimos siglos se le ha llamado simple- mente reencarnación del espíritu. Por fortuna, y ya era hora, la moderna ciencia empieza a afirmar que la reencarnación existe real- mente, pues se han empezado a hacer estadísticas de importantes comprobaciones, sin que nada de ello afecte a lo religioso en ningún sentido, ni a las concepciones tradicionales ocultistas ni filosóficas. Como es natura!, eso si, va abriéndose paso bruscamente en la selva enmarañada de ideas envejecidas que rápidamente van perdiendo validez porque ya no resisten et análisis. Pues bien, esto, que en otro tiempo habría provocado por lo (344) menos ironías, si no ataques y agresiones, en la época presente es ya serio motivo de meditación, no de tipo filosófica, sino científica, en laboratorio y con computadoras al alcance de la mano. En conse- cuencia, hoy pueden seguir riendo e ironizando sobre estas cuestiones solamente quienes no se han enterado de los más recientes avances a este respecto, especialmente en lo que se refiere a la física y a la electrónica, en donde ya van apareciendo los espíritus como algo absolutamente normal en el Universo. A este respecto, conviene recordar a Víctor Hugo: «la risa es muy cómoda y a veces saludable, pero nada nuevo aporta a la ciencia». Veamos ahora algunas de las huellas que dichas partículas individualizadas han dejado de forma objetiva en nuestro mundo y que son una prueba de su real existencia como entidades inteligentes. Citaremos algunos casos insólitos que, no obstante su vaguedad, han impulsado la investigación: el de las cintas magnetofónicas que inexplicablemente han aparecido con grabaciones, unas veces con simples ruidos de tipo telegráfico, en otras con trozos de música des- conocida, en otras con voces y hasta saludos completos en lenguaje desconocido. Esto les ha sucedido a pilotos aviadores en pleno vuelo, se ha registrado en estaciones de radio y televisión y hasta en pe- queños magnetófonos de uso común. Hay casos en los que se han reunido personas en círculo a la manera espiritista o espiritualista y habiendo puesto a funcionar un magnetófono que registrara todo lo que en la reunión se dijera, al revisar lo grabado no oyeron más que sonidos insólitos, voces y hasta palabras completas de origen desconpcido. En estos casos, la inme- diata e»plicación ha sido la intervención de los espíritus, que por ese medio han querido hacerse presentes. Por su parte, el autor ha hecho experimentos en ese mismo sen- tido, usando para el caso un círculo de personas muy afínes entre si y naturalmente un médium. Se ha puesto en el centro del circulo un cas- sette común y corriente con cinta magnetofónica virgen y preparado para grabar, pero sin usar el micrófono y con el volumen a cero, de suerte que la cinta no pudiera recibir señales en forma normal. Los resultados de estos experimentos no deben esperarse al pri- (345) nier intento. En una de las reuniones se habían puesto dos grabadoras en el centro de la sala igualmente preparadas y al Final, el resultado fue que una de las dos se descompuso: el técnico que posteriormente la revisó no pudo encontrar la razón de la avería y la máquina volvió a funcionar normalmente. En la otra grabadora apareció un ruido suave y persistente como el ronroneo de un gato y a continuación algo asi como palabras que hubieran sido grabadas a mucha mayor velocidad. Es preciso repetir que, aunque la investigación está todavía en sus comienzos, ya permite suponer que lo que siempre se ha enten dido como espiritu, es en realidad una partícula de energía pensante e individualizada, que a veces se manifiesta animando un cuerpo físico con forma humana, y otras flotando en el espacio en el plano o nivel de su propia naturaleza. Algunos médicos que trabajan la acupuntura médica suponen que los llamados meridianos eléctricos en el ser humano son en reali- dad una manifestación plena de la energía individualizada de la que venimos hablando. Este conjunto de hipótesis y de ideas, algunas de las cuales pare- cen descabelladas y otras bastante bien fundadas aunque de manera dispersa, asi como fenómenos diversos todavía no debidamente controlados, ya van formando estadística. Probablemente en un futu- ro muy cercano llegarán a explicar muchos puntos hoy todavía miste- riosos, y quizá hasta la razón de las diferencias entre los grupos étni- cos primitivos de la Tierra. Porque la energía individualizada puede transmigrar de unos a otros mundos, como dice la Biblia: «la casa de mi padre tiene muchas moradas». Entonces se entendería mejor el ori- gen y formas de las razas, y vendría a resultar que las formas físicas pensantes son semejantes en todo el Universo y que todos somos de origen extraterrestre. El actual cuerpo físico es solamente un vestido provisional. En un lejanísimo pasado llegamos a este mundo proce- dentes de otro, y en el futuro seguramente dejaremos este planeta para irnos a vivir a otro que sea más de nuestro agrado. Y, claro está, en ese mundo seremos igualmente extraterrestres. Mirando asi estos problemas, que parecen irse ya afirmando, (346) ¿dónde queda el misterio de la presencia de los que hoy llamamos Extraterrestres? Lo único que debería admirarnos es el gigantesco avance técnico que les permite viajar interestelarmente a velocidades de la 4.a dimen- sión, y ya no como unidades de energía invisible, sino físicamente al alcance de nuestros cinco sentidos y de nuestro grado de inteligencia. El hombre actual ya ha pensado en todo ello y, como ya se ha dicho repetidamente, sólo es asunto de tiempo e! alcanzar esas metas. Atravesando la inmensidad del espacio sideral nos llegan luz y radiaciones ya perfectamente detectadas. Se sospecha que algunas de esas radiaciones son producidas artificialmente por seres inteligentes con los que se aspira a entrar en contacto en un futuro no muy lejano. Y todo esto a nadie le asombra ya, nadie se alarma por ello ni hay quien lo ponga en duda. Por desgracia, las cosas cambian cuando se habla de unidades de energía pensante e inteligente que se proyectan de la misma manera, pues entonces empiezan las dudas, cuando no las burlas. Es de suponer que lo que realmente sucede en estos casos es que, de manera mecánica, automática en nuestro cerebro, se mezcla y confunde el asunto lógico y científico con creencias religio- sas, especialmente con antiguas concepciones religiosas: en efecto, si en vez de hablar de unidades de energía pensante mencionamos las palabras alma o espíritu, la cosa cae por necesidad en el campo reli- gioso. Este parece ser el mayor obstáculo que se ha interpuesto en la comprensión del fenómeno ovni. Lo más curioso es que somos noso- tros precisamente los que no sabemos de dónde venimos ni hacia dónde vamos. Así, pues, se hace necesaria y tal vez urgente una fórmula científica, matemática, que defina y sustituya las palabras alma y espíritu por el concepto de manifestaciones de energía univer- sal. Algo para pensar en Egipto En el Libro de los muertos, de antiquísimo origen egipcio, hay algunas claras referencias a la presencia de seres extraterrestres. Por ejemplo, cuando Nú aparece ante Isis y le dice: (347) «¡Oh! Ra, déjame subir a tu embarcación que forzó todos los cami- nos del cielo y de la tierra. Honor a ti, ¡oh Tú, que vuelas por el cie- lo!» La contestación a Nú fue la siguiente: «Yo soy el que conoce las rutas del cielo y que ha cruzado las remo- tas e ilimitadas comarcas celestes. Navego por el firmamento que separa la tierra del cielo.» Obsérvese en primer lugar, que el texto no menciona, ni siquiera sugiere, divinidad alguna. Por el contrario, se trata de un diálogo muy natural entre dos seres humanos, por lo menos, ambos con la misma apariencia humana. Por otra parte, ese personaje Ra lo encontramos en la misma época en la India, originalmente como Ram y luego como R ama hasta hoy. Esto hace suponer que en la realidad se trató de una misma persona, de un mismo viajero, quien disponiendo sola- mente de un veloz vehículo volante, pudo haber cubierto las enormes distancias que hay de la India a Egipto en una misma época, dejando en ambos sitios importantes enseñanzas. Y hasta podría darse el caso de que en el futuro se encuentren sus huellas en otros países, no nece- sariamente de Oriente. En Egipto En los textos que hablan de las pirámides egipcias, se lee lo siguiente: «0h, cómo vuela! Vuela alejándose de vosotros, gentes de la Tierra. Su dios patroninüco y su Ka [abría] le acompañan» Besa el firma- mento como un halcón, salta hacia el cielo como una langosta.» En la India En los antiguos escritos sagrados de la India abundan los relatos referentes a seres desconocidos procedentes del cielo, pero con forma y acciones humanas. De estas referencias se anotará aquí solamente una, la que se hace en el poema el Ramayana, y que tiene una anti- (348) güedad de unos dos mil años, o sea, época más o menos contemporá- nea a Cristo. El Ramayana describe cómo Rama estaba armado de flechas mágicas que cruzaban veloces el aire, iluminando con brillo semejante al de las grandes estrellas fugaces. Dice también que Rama y su hermano Lakshmana encontraron a uno de ios hijos Lakshmi, a quien la diosa Indra había cautivado con una maldición dentro de una bestia fabulosa, pero que a la pre- sencia de los dos hermanos recobró su personalidad. Sigue diciendo el Ramayana que en aquella época ocurrieron feroces combates. Se usaban armas encantadas que disparaban dar- dos veloces y luminosos como el relámpago, tan ardientes que lo que- maban todo y tan abundantes como si el sol, la luna y las estrellas cayeran sobre la Tierra en forma de llamarada creando un fantástico escenario. Sita —uno de los personajes del poema—, que parece haber esta- do prisionero, fue libertado por los suyos e inmediatamente subi.ó a su carro celeste, veloz como el pensamiento. Entonces Rama a su vez subió a su carro y ascendió al cíelo seguido de otros carros. Es obvio que esta descripción se refiere a algo que realmente sucedió: una guerra con «extraterrestres». Quizá bajó a la Tierra un OVNI y los terrícolas atacaron a los tripulantes y apresaron por lo menos a uno de ellos. Entonces llegaron otras naves y entablaron combate con los terrícolas hasta libertar a tos detenidos. Una vez logrado esto, volvieron a sus naves y veloces remontaron el cielo. El caso Agharta Por su parte, Harold Wilkins, otro investigador famoso, asegura que el misterio de Agharta. también en la India, parece haber queda- do explicado con la leyenda que dice que en Gobi —una pequeña isla de Asia Central— bajaron de la Estrella blanca —tal vez Venus- unos seres luminosos que ayudaron a los nativos en el trabajo del cul- tivo de la tierra. El escenario presentado por Wiikins viene a ser el mismo que ya (349) había presentado el Ramayana, pero en región y en época distintas. Probablemente hubo un largo período en el que abundaron las visitas, que suponemos estuvieron sujetas a un programa de trabajo, natural- mente ideado fuera de nuestro mundo.

CAPÍTULO VEINTINUEVE RODOLFO BENAVIDES


Capitulo XXIX ASTROLOGIA Y ASTRONOMÍA DE LOS MAYAS En las culturas, a pesar de encontrarse muy dispersas, suele haber convergencias de origen muy importante y a la vez muy di- fíciles de rastrear y de entender completamente- Como ejemplo se puede citar el caso de los niños concebidos durante el verano. La ciencia moderna asegura que en verano se reduce la asimila- ción de proteínas en el organismo de la madre, lo que a la postre redunda en deficiencias orgánicas en el hijo- De hecho, existe cierta conexión entre la época del año en que se produce la concepción y el nacimiento, y los probables desórdenes mentales posteriores del recién nacido. En conclusión: según la ciencia, hay mayores probabilidades de que ocurran deficiencias mentales en personas nacidas durante el invierno que en otras estaciones del año. Esto no es astrologia, es investigación médica moderna. Si lo hemos presentado aquí, es porque los mayas sabían mucho de este asunto. Ellos usaban su propio sistema astrológico para saber cuándo comegzaba la influencia de los astros sobre la mujer embarazada, y no como hace la moderna astrologia, que empieza sus cálculos en el momento del nacimiento. Para los mayas, la época del año y la posición de los planetas eran factores importantes en el destino del ser humano. Había en ese estudio astrológico —tal vez convenga llamarlo «astro-biológico»— cinco días de mala suerte, que el sacerdote debía calcular a fin de que el afectado no empezara ninguna actividad delicada e importante en (335) ninguno de esos días. En cambio, debía empezar toda empresa impor- tante en días que para el sujeto fueran especialmente favorables. ¿No plantea el bio-rítmo el asunto de manera semejante, reduciendo los tiempos a horas? ¿Qué grado de efectividad tuvo toda esa compleja astrología? No lo sabemos. Pero para nuestro objetivo, lo único que importa es saber que ningún pueblo ni raza salta tan bruscamente desde lo primi- tivo hasta tan alto nivel de estudio y conocimiento en tan pocos siglos como los que transcurrieron desde que los mayas llegaron a Centroa- mérica hasta los días de la conquista española. Para tratar de demos- trarlo, veamos lo siguiente. Según el Popol Vuh, el auge del desarrollo de la astronomía en los mayas empezó a principios de la cuarta edad de los mayas, que curiosamente coincide nuevamente con la Edad de Tauro y natural- mente con el tercer símbolo de la Gran Esfinge. Dentro de su desarrollo astronómico figuró el conocimiento antes mencionado del ciclo de aproximadamente once anos y medio de las manchas solares, que tal vez con justicia consideraron nefasto debido a los muchos y sensibles trastornos que, según su observación, producía tanto en lo psíquico como en lo material. Fenómeno mucho más notable entre los 22 y 23 anos, que es de donde partió su cronología, sintetizada en una rueda de 23 dientes. La astronomía moderna sabe que las manchas solares son causa directa de grandes trastornos atmosféricos, sísmicos, eléctricos, vien- tos solares, como también se les llama en algunos casos, etc. Otras ramas de la ciencia afirman que también afectan a la psiquis, de don- de resultan inestables inquietudes, sociales: guerras, crímenes, locura colectiva, etc. Ese ciclo solar de 22 a 23 años determinado por las manchas solares, era considerado por los mayas como período nefasto, debido a que lo conocieron principalmente porque notaron que afectaba a la mente humana. Seguramente notaron también otros efectos en los animales y en las siembras, por ejemplo. Esto nos recuerda lo que en el tiempo presente está ocurriendo en el mundo. Estamos viviendo notables desequilibrios, descomposi- (336) ción social, y decadencia o degeneración de todos los valores morales. En verdad no se sabe la razón de todo este desbarajuste, cuyo origen podría estar en el Sol o en algún otro fenómeno cósmico todavía desconocido. Frente a este lamentable panorama, la pregunta lógica seria: ¿hasta qué grado el ser humano es en realidad responsable de su actual autodestrucción? ¿No será qué estamos pasando por algo así como lo que los mayas llamaron período nefasto'! Es probable. De hecho, nuestros trastornos no son solamente físicos, sino básicamente mentales y psíquicos. Tanto es así, que seguramente durante largo tiempo impedirán que haya soluciones positivas a largo plazo en lo social y político, puesto que el motivo principal o causa básica de los trastornos es de origen cósmico. Al hablar del período nefasto de los mayas, implícitamente esta- mos hablando de las manchas solares. Estas, entre otros fenómenos, producen lo que se conoce como viento solar, que, según los medios científicos, consiste en átomos de materia solar proyectados por la actividad eruptiva de las manchas solares. De estos átomos, los que llegan a nuestro planeta crean problemas eléctricos en la atmós- fera, de tal manera que un incremento de las manchas solares viene a significar una sobre-electrización de nuestra atmósfera. Es de supo- ner que el ser humano, aunque no se dé cuenta, siempre lo sufre, sin identificar el origen. Ahora bien, si en el cosmos ocurre algún fenóme- no —hoy todavia no identificado e imprevisible, pero que aumente la actividad en las manchas solares—, nuestros problemas psíquicos y de toda índole aumentarán hasta qye se produzca el instante critico, que nadie sabe cuándo ni cómo será. Pero parece estar ya muy cerca en el tiempo. Debido a que todo esto lo empezamos a vivir juntos y de manera progresiva, en todos nosotros se ha desarrollado al mismo ritmo. Por ello no distinguimos hasta qué punto ha llegado la gravedad, ni mucho menos podemos avizorar soluciones lógicas. ¿Es el ser humano el único responsable de todos estos desagui- sados que tanto nos están afectando? ¡Entenderlo asi sería damos una importancia universal que de ninguna manera tenemos! Antes (337) bien, todo parece obedecer a una mecánica celeste a la que no se le puede atribuir intención de premio ni de castigo. Si cada once años y fracción hay un minimo de esto que se está diciendo y mucho más cada 22-23 años, ¿no será que existen ciclos mucho mayores en los que las consecuencias sean también mayores? Y si nada sabemos de nuestro presente ¿estaremos preparados para el futuro cercano? (338)

CAPÍTULO VEINTIOCHO bis - RODOLFO BENAVIDES


Los mayas y la religión huna Con esto nos enfrentamos una vez más a las eternas dudas e interrogantes, que por cierto ya empiezan con los antiguos mayas, y por desgracia, sin haber recibido respuesta. Nos estamos refiriendo al libro del principio de los Itzaes en el que hay expresiones que revelan angustia: «¿...Están en Chichen los Itzaes...? ¿...Vinieron o estaban...? ¿...Lle- garon o estaban...? ¡...Oculto es, oculto es...! ¡...estaban, estaban...' ¿...llegaron o estaban...?» El arqueólogo Raúl Pavón, con su amplía y meritoria investiga- ción sobre la vida de los mayas, intenta contestar estas preguntas angustiosas, cuando afirma que los sacerdotes mayas, que eran vir- tualmente quienes mandaban y regian los destinos del pueblo -sencillamente porque eran los científicos de la época, encargados de (327) la astronomía, de la medicina, de todas las predicciones, etc.—, se convirtieron en una casta superior cada día más selecta y reducida, a la vez que más feroz y dictatorial. Por la fuerza, y seguramente por el miedo, obligaban al pueblo a trabajar sin reposo y con muy escasa participación en el producto de su trabajo. Es comprensible que tal vida, como en cualquier otra dictadura, acabase por agotar la paciencia del pueblo y lo empujase a una rebelión sangrienta, en la que debieron de morir todos los sacerdotes. Se interrumpió así todo el trabajo que realizaban, produciéndose una laguna cultural que vendría a explicar el notable paréntesis que hay en algunos casos de la historia de los mayas. El populacho, seguramente asustado por los resultados finales —puesto que en definitiva se trataba de los intermediarios ante dios-, seguramente se dispersaron en angustiosa huida por una extensa región, abandonando su residencia y todas sus pertenencias. La verdad es que, siendo esto muy posible, hay en la vida de los mayas otros lapsos que sugieren episodios semejantes, pues las castas privilegiadas han tratado siempre y en toda época, de volver a los vie- jos tiempos de comodidad... Eso ha ocurrido en todas las partes del mundo y en todos los tiempos. Investigando la probable antigüedad de los primitivos australia nos, los antropólogos han encontrado fósiles humanos, como el ya famoso cráneo talgaí y otros aún más antiguos y más fosilizados, pero en condiciones bastante buenas para ser estudiados. De las investigaciones resulta que pertenecieron a un pueblo o raza llamada ko-huna o kahuna. » Ka-huna es una palabra muy importante en ^huestro tema. Al hablar de los nativos polinesios, los de Hawaii, Filipinas y otras islas de Oceania, encontramos que todos esos pueblos, por dispersos que se encontraran en la inmensidad del Océano Pacífico y alejados de Australia y de América, practicaban —y todavía siguen practicando- un tipo de magia y curanderismo mágico, llamado huna. A los que lo practican se les llama ka-hunas, y para ellos tal vez tiene algún senti- do religioso. Esta práctica sigue ejerciéndose actualmente en África, en Filipinas, en varias islas del Océano Pacífico y hasta en México. (328) La palabra huna.. tiene el sentido de misterio, dogma, tabú, etc., para quienes han estudiado estas prácticas. Todo hace pensar que se trata del recuerdo de una tradición originada en un antiguo, muy anti- guo pueblo practicante de un tipo de magia, que no se ha empezado a estudiar hasta hace muy poco, debido principalmente a que se trabaja en sentido mágico. Por otra parte, el pueblo de donde arrancan esas prácticas mágicas, según los fósiles encontrados, parece tener una enorme antigüedad. Los ka-hunas aseguran que en el ser humano hay tres estados de conciencia —que desde muy antiguo se han entendido como tres dio- ses que mueven al hombre— y que la magia que ellos ejercitan opera sobre esos tres estados de conciencia. ¿Será que aquellas gentes ya conocían el consciente, el subconsciente y el inconsciente? La siguiente fotografía es de una placa de bronce un poco dete- riorada, con leyenda en inglés. Se encuentra sobre una gran piedra, muy a la vista, en una playa de Honolulú (Hawaii). Dicha piedra fue considerada como sagrada y mágica durante muchos siglos, debido a que se le atribulan poderes mágicos y de bru- jería del tipo huna. Aunque el turismo ha alejado mucho a los nativos, los más vie- jos aún conservan la creencia. Esto sucede especialmente en las otras islas menos invadidas por el turismo. Para los mayas, hubo un dios bueno, por nombre Hunab Ku, que fue uno de los gemelos llamados dioses verdaderos. Son los mis- mos que en el Popol Vuh aparecen como salvadores de la humanidad al l^aber evitado la completa destrucción intentada por los dioses malos. El Popol Vuh dice: «...He aqui la historia, he aqui el nombre de Hu-Hunab-Ku, asi llama- do. Sus padres eran Ixpiyacoc e Ixmucané. De ellos nacieron durante la noche Hu-Hunab-Ku y Vucub Hunab-Ku...» La raíz de la palabra huna, originaria de Java, Borneo, Hawaii o algún otro sitio de esa región, es exactamente la misma que tuvieron los mayas y que siguen teniendo quienes, por vivir muy aislados, siguen en sus tradiciones antiguas. (329) “PIEDRAS EMBRUJADAS DE KAPAEMAHU” “La leyenda hawaiana dice que estas piedras fueron colocadas aquí en tributo a cuatro adivinos: Kapaemahu, Kahaloa, kapuni e Hinohi, que vinie- Ron de Tahití a Hawai mucho antes del reino Oahun rey Kakuhiewa, en el Siglo XVI. Los cuatro fueron famosos debido a su poder de curación. Antes de desaparecer los mencionados brujos, todos sus poderes pasaron a Estas piedras” (330) Según el relato anterior, los dioses gemelos —uno de ellos era Hu-Hunab-Ku— nacieron de noche. Parece, pues, que los mayas los vieron cuando brillaban en el délo, y esto debió de ocurrir al final de las tormentas, quizá de algún cataclismo. (Por otra parte, hace refe- rencia a las estrellas principales de la constelación de Gémínis.) Para los antiguos mayas significaba que esas estrellas eran dioses buenos que habían logrado dominar a los dioses malos, y que en ese momen- to gozaban de su triunfo y presidían el final de la catástrofe que estu- vo a punto de destruir a todo el pueblo. A pesar de la distancia geográfica, esto coincide dramáticamen- te tanto con el símbolo de la Gran Esfinge, como con la indicación que hace el meridiano-eje de la Gran Pirámide. Tal coincidencia Índi- ca a su vez como fecha probable aproximada 6,660 años, a contar desde el ano 1953, como fínal de un cataclismo. ¿Será esa la razón del símbolo que el Apocalipsis llama Bestia de destrucción? Una vez más se corrobora aquello de que detrás de cada mito hubo siempre una realidad no completamente entendida ni explicada. Si no, ahí tenemos ese antiguo hecho, hoy comprobable, de que la magia huna o ka-huna se extendió en gran parte del mundo hasta lle- gar a los mayas, quienes la practicaban ampliamente en las zonas que fueron de fuerte influencia maya, y que todavía hoy suelen encontrar- le practicantes huna, más conocidos como brujos. Estas coincidencias hacen pensar que las islas del Pacífico muchos siglos atrás fueron tal vez elevadas montañas sobre tierra fir- me. AI hundirse su base en los mares, quedaron simplemente como islas, en las que se refugiarían los supervivientes, mientras otros inten- taban^ alcanzar las costas de América, África, Asia, etc. De otra manera, ¿cómo puede entenderse que ese dios bueno o concepto reli- gioso, qué es la magia ka-huna, h'aya trascendido en el tiempo y en la distancia conservando el nombre, la práctica y hasta los efectos mági- cos? Los verdaderos ka-hunas, tanto en las islas del Océano Pacifico como en Filipinas o México, reciben oralmente de sus mayores la téc- nica tradicional. Pero, ante todo, deben ser personas poseedoras de una facultad para-normal muy especial, que, al desarrollarse median- (330) te la apropiada y diaria práctica, llega efectivamente a producir fenó- menos que erróneamente son interpretados como mágicos e inexplicables, cuando en verdad, tienen mucho de mesmerismo y de otros valores que la ciencia ya ha empezado a detectar. Pero lo más importante tal vez sea que esa magia kakuna existe todavía de mane- ra activa en muchos sitios del mundo, y sin ir más lejos, en México, en los estados de Veracruz, Tabasco, Campeche, Chiapas, Yucatán, etc. Es decir: en toda la zona que recibió fuerte influencia maya antes del descubrimiento de América. Ciertamente el dios Huna o magia huna o kahuna y las prácti- cas y culto correspondientes aparecen tan arraigadas en el alma humana, que obviamente debió tener un origen fuertemente religioso. Tal vez ni siquiera se deba su origen a mentes primitivas terrícolas, como generalmente se ha supuesto, sino muy por el contrario, a seres superiores, con unos conocimientos de astronomía suficientes como para dejar en un solo signo geométrico —consistente en un cuadro con un circulo dentro— toda una fórmula del universo, que los mayas, con mucha 'razón, entendieron como Dios. Conocimientos de astro- nomía suficientes para crear los signos zodiacales a fin de señalar los tiempos y las edades, en cuyo caso, la técnica huna habría llegado del espacio exterior, conjuntamente con los genes que tan bruscamente impulsaron el progreso de la humanidad en sitios diversos del planeta Tierra. Mirando de esta manera las cosas, parece lógico que los nativos terrícolas identificasen a esos seres superiores como dioses buenos y luminosos llegados del cielo, y por tanto, los considerasen como estrellas al haberse retirado o muarto. De lo expuesto se desprende que el dios o símbolo huna de Ocea- nía llegó de alguna manera hasta los mayas —o tal vez con los pro- pios mayas— y pasó casi sin haberse modificado la pronunciación hasta el tiempo presente, o tal vez muy ligeramente alterada la fonéti- ca al pasar al castellano en los días de la conquista española y tam- bién por el tiempo transcurrido. ¿Cómo llegó esa tradición, al parecer milenaria y tan fuerte que trascendió los siglos hasta los dias del descubrimiento de América? (332) ¿Cómo es que aún vive como tradición práctica? Todo hace pensar que los mayas, o por lo menos algunos, tuvie- ron su principio u origen en el continente de Afu, cuna de la humani- dad, pues, cuando una palabra se extiende a varias regiones, pueblos e idiomas, conservando siempre su significado, aplicación y práctica determinada, tal vez esté indicando una misma raza de origen. Y, desde luego, indica con toda seguridad que hubo un mismo contacto de ori- gen para todos los que la usan. Eso es precisamente lo que sucede con la palabra huna, que para todos y en todas partes significa algo asi como misterio, magia, poder mágico, curación mágica, etc., todo ello derivado quizá del concepto Dios. Se ha repetido mucho que la naturaleza nos ha provisto de todo lo necesario para asegurar la perpetuación de la especie: por ejemplo, el poseer facultades suficientes para autocurarnos. Lamentablemente, pocas personas toman en consideración esta vieja enseñanza. Pero es curioso observar que esa es precisamente la base de la técnica huna, que ya sabia del consciente, el subconsciente y el inconsciente. En una palabra: se trata de una técnica de autocuración. ¿Quién dio a los llamados hombres primitivos tan importantes enseñanzas, que naturalmente contienen muy profunda filosofía? Esta gran aventura de la humanidad sugiere que la especie humana ha sido guiada desde siempre por inteligencias superiores, haciendo que en cada sitio y en el momento oportuno aparezca un hombre superior, al que luego, por no comprenderlo, lo deificamos y llamamos dios y hasta lo simbolizamos con piedras y le rendimos adoración hipócrita, aunque en la vida siempre estemos negando las enseñanzas de los maestros. Afortunadamente, de cada uno de esos seres superiores siempre ha quedado algo importante que sigue señalando el camino correcto. O, dicho de otro modo, en esta aventu- ra, que no sabemos cuándo ni dónde empezó, nunca hemos estado solos... ¿Nos dejarán solos en este presente tan lleno de angustia...? (333)

CAPÍTULO VEINTIOCHO - RODOLFO BENAVIDES


Capítulo XXVIII LA GRAN AVENTURA HUMANA ¿Cuándo y cómo empezó la gran aventura del hombre sobre la Tierra y que finalmente lo condujo a lo que hoy es la humanidad? ¿Cuándo y dónde estuvo la cuna del hombre que insistentemente Identificamos como creación y semejanza de Dios? Tratando de contestar a estas preguntas y a otras muchas seme- Jantes, los incansables investigadores buscan el sitio, la región hasta Hoy todavía desconocida donde se produjo el origen del hombre. Se Buscan huellas, restos de homínidos, que, en caso de encontrarse, Revelarían los orígenes verdaderos del ser humano. A este respecto, recientemente causaron expectación en el medio Científico las conferencias de la socióloga francesa, Jacqueline Rou- Mergue Eberhardt, del Centro Nacional de Investigación Científica De París, quien aseguró que aún existen homínidos vivos en intrinca- Das regiones de Africa, donde han sido vistos por los nativos en repe- Tidas ocasiones. Se ha dicho que el homínido vendría a ser una especie de eslabón Entre el hombre propiamente dicho y sus antepasados no humanos, Cuyos fósiles han sido encontrados en sitios distintos. Pero será el Tiempo quien aclare esta desconcertante afirmación. Hay por lo menos tres teorías importantes. La primera, la de los Poligenistas, sostenía que el ser humano apareció de manera Simultánea en diversas partes del mundo. Tal teoría está ya muy Desacreditada y ha caído prácticamente en desuso, debido a que no (313) puede explicar satisfactoriamente la unidad básica, fundamental ni fisiológica, de la especie humana. La segunda teoría, la monogenista, sostiene —y tai vez con razón— que el ser humano fue producto de una larga evolución durante muchos millones de años a partir de una especie anima! determinada, y que por ello debió de aparecer en un solo sitio o región desde donde se extendió por todo el mundo. La tercera teoría, y a la vez la más moderna, dice que hace cosa de 600,000 años hubo una especie animal de la que se desprendieron tres ramas. Dos de ellas parecen haber desaparecido o no evoluciona- ron, y la otra evolucionó hasta convertirse en el ser humano pensante. Esta tercera teoría se funda en el cráneo encontrado por ei doctor Leakey en África, en las cercanías del lago Victoria. El cráneo en cuestión y otros fósiles semejantes parecen coincidir notablemente con lo que ya se sabe del hombre de Java y del hombre de Pekín, Todo ello resulta ser muy importante para el tema de este libro por lo que más adelante se dice. Los monogenistas atribuyen la diversidad de tipos humanos a la gran difusión de la especie. Se ha comprobado que una especie ani- mal, cualquiera que sea, a medida que se extiende geográficamente, va adquiriendo más abundantes variedades de tipo, aunque sin perder la unidad básica o fundamental. Aunque se trata de concepciones científicas modernas, en cierta medida coinciden con las tradiciones místicas, esotéricas, ocultistas de origen muy antiguo y pertenecientes a diversas corrientes de pensamiento, en las que se habla de las razas- raíz. Las mismas corrientes afirman que la cuna del hombre estuvo en un continente que existió en lo gue hoy es e! Océano Pacifico, al que las mismas tradiciones llaman Continente de Afií o Lemuria o Naa o Naacal. Mu o Lemuria o Naa o Naacal Las disciplinas ocultistas esotéricas han puesto indistintamente todos estos nombres a una gran isla que, según las tradiciones y leyendas, existió en el Océano Pacifico hace muchos milenios, tal vez más de 25. (314) Pero, ¿dónde estuvo exactamente ese Continente de Mu? No hay nadie que pueda contestar con positiva certeza, y, por tanto, será motivo de futuras investigaciones. Por lo pronto, el autor supone que pudo haber sido un continente o isla muy grande de forma alargada, un tanto paralela a la línea ecuatorial, y que llegaba a las cercanías de las islas niponas, o que éstas eran parte de Mu. En su extremo opues- to pasaría por Hawaii, para terminar muy cerca del actual continente americano y hasta quizá tendría contacto con éste en algunos puntos. Así se explicaría la llegada a las costas de Sinaloa (México) de ciertos grupos humanos en tiempos antiquísimos. Luego habría ocurrido un cataclismo que en más o menos tiempo hundiría gran parte de dicho continente, quedando fuera del agua solamente las cimas de las montañas, justamente las que hoy se han convertido en las abundantes islas que hay en el Océano Pacifico (sin contar, claro está, las de coral de reciente creación). Hay que tener en cuenta que muchas de esas islas, probables montañas de Mu, son chimeneas de acción volcánica. Esto nos sugie- re que allí hubo un cataclismo gigantesco, tal vez a causa de atraccio- nes estelares de tipo periódico. La hipótesis anterior quizá explique diversos problemas, como la llegada a América de grupos humanos sin necesidad del supuesto congelamiento del actual Estrecho de Bering, que en aquella época tal vez ni siquiera existia. Apuntamos esto porque, a principios del pre- sente siglo, se investigó un glaciar en la bahía de Kolzebue, al NO del paso de Bering, y los investigadores encontraron que la escarpa final, soporte de la masa arcillosa de más de seis metros de espesor, estaba cubierta de turba, de la que brotaba abundante vegetación, enana en su mayor parte, así como musgo y liquenes. Entre la arcilla, había igualmente muchos fósiles de animales mamíferos —entre otros, de elefantes— y colmillos de marfil que pesa- ban cosa de 80 kilos cada uno, asi como huesos de almizclero, de reno, de alce, de caballo, etc. Este descubrimiento plantea varias cuestiones, pues se dice que dicho glaciar pertenece al tipo fósil, o sea, que es muy antiguo y casi sin alteraciones a lo largo de muchos milenios. Ahora bien, todas las (315) osamentas encontradas pertenecen a animales de climas templados, o por lo menos, no precisamente fríos. Es indudable que todos esos animales vivieron en otras épocas de manera natural en la región de Bering, de donde se deduce que no fue necesaria la congelación del Mar en el estrecho para poder cruzarlo, pues tal vez no existía esa Fractura de la tierra. En ese caso, el cruce se pudo haber hecho a pie, o a lo sumo en pequeñas embarcaciones de madera: en balsas, por ejemplo. Pero esta conclusión no explica cómo pudieron pasar los Animales mencionados y otros que seguramente existieron y cuyos Restos fósiles deben de estar bajo los hielos. Así pues, la realidad pudiera ser que el estrecho de Bering no Existiera en esa época, en cuyo caso las especies animales encontra- Das pasaron de uno a otro continente por su propio pie y los cazado- Res en su seguimiento. Esto nos plantea otra cuestión importante: si la separación de Los continentes se produjo lentamente –digamos, como lo que está Sucediendo con la Baja California-, entonces 25,000 años resultan Ser un tiempo demasiado corto. Por otra parte, tampoco explica la Razón de la existencia de los glaciares que extinguieron la vegeración Y toda la vida animal de la región, por no extendernos a todo el Círculo polar ártico. Así, pues, solamente nos queda la posibilidad de Que hubiera un movimiento telúrico sumamente brusco y violento que Produjo el rompimiento de la corteza terrestre en esa parte del mun- Do, y esto como parte de un cataclismo que seguramente afectó a Todo el mundo. Después, la catástrofe obligaría a los seres humanos Sobrevivientes a huir del repentino frío, en busca de mejor clima: Aquel en el que antes habían vivido. El cambio o modificación de la inclinación del eje polar tal vez Llegue a ser una explicación de todo esto, incluyendo por lo menos, las Glaciaciones que ha sufrido el mundo, lo cual implica además, que Habrá habido ya varios cambios de inclinación. Una pregunta importante es: ¿Cuándo ocurrió dicho cataclis- Mo? ¿Qué fue lo que lo originó? Una hipótesis del autor sugiere que pudo haber ocurrido hace (316) 26,000 años, durante la edad de la constelación de Acuario, que ter- minó en Sagitario. Damos la cifra de 26,000 años, refiriéndola al año de años o gran año de que hablan las tradiciones ocultistas y ciertos libros sagrados. En realidad, es aproximadamente el tiempo que se toma la preseción equinoccial para cerrar el circuito. Estos datos se mencio- nan repetidamente en este libro porque parecen estar muy estrecha mente ligados a la vida humana, que ha venido desarrollándose por edades de poco más de seis mil años cada una. Hablando en hipótesis y según las tradiciones ocultistas, supone- mos que la Edad de Acuario terminó con una catástrofe muy seria y que fue durante la era de la constelación de Sagitario cuando desapa- reció el continente de Mu, y sus habitantes se dispersarían por el mundo según sus propios medios y posibilidades. Algunos quedarían en las islas del Océano Pacifico, otros alcanzarían las costas de Asia y África, otros lograrían llegar a América y algunos quizá hasta podrían haber pasado al continente que hoy se entiende comoAtlán- tida, e! mismo que hasta hace poco tiempo era considerado como pura leyenda, pero que poco a poco se va perfilando más como una realidad, muy especialmente desde que empezó a hablarse del Trián- gulo de las Bermudas. Después de los cataclismos de que antes se habló, los supervi- vientes debieron de encontrar en lugares diversos las condiciones apropiadas, necesarias para rehacer su vida en todas las manifesta- ciones de cultura a que antes habían llegado. Esa cultura debió de alcanzar un nivel muy alto, a juzgar por lo que después se ha encon- trado. Unos 8,000 años duraría ese desenvolvimiento, para luego vol- verse a cerrar el ciclo hacia el final de la constelación de Virgo, que, coincidentemente, es el primer símbolo importante que encontramos en Egipto, o sea la cabeza de la Gran Esfinge, y a la vez el primer dígito en los símbolos dentro de la Cámara de las reflexiones en el interior de la Gran Pirámide. Y son estos símbolos, Esfmge-Pirámide, los que sugieren el alto nivel de cultura que en aquel entonces alcanzaron algunos grupos (317) étnicos, cultura cuyos antecedentes se perdieron juntamente con Mu. Así, pues, hace unos 26,000 años que empezó la Era de Acua- rio, que debió de terminar hace 22,000 años y fracción. Los periodos glaciales Las más recientes investigaciones han detectado por lo menos los cuatro últimos períodos glaciales con otras tantas épocas interme- dias de clima suave, aptas para la vida vegetal y animal. Después del segundo periodo glacial, llamado Mindenliense, hubo un período de clima cálido, llamado Prechelense, en el que se han encontrado los más antiguos vestigios humanos. Siguió a esta época un período nuevamente frío, llamado Ris- siense, en el que la vida para el ser humano se tornó muy difícil, oca- sionando las migraciones y emigraciones en busca de climas benignos y a la vez originando el desarrollo de las culturas llamadas Chelense, Achelense y Musteriense, nombres que fueron tomados precisamente de la época a que corresponden. En esta época ya existían algunos instrumentos como armas, herramientas, hachas, puntas de flecha o de lanzas, etc., naturalmente, todo de piedra o, a lo sumo, de madera. Durante este período frío, que debió de durar varios miles de años, se produjo un notable retroceso en las culturas, pues desapare- cieron muchos de los instrumentos ya conocidos, apareciendo en sus- titución otros notablemente más primitivos. Probablemente se debió a los obligados éxodos provocados por las inclemencias de la época, ya que al período antes dicho siguió otro plenamente glacial, conoci- do con el nombre de Musteriense Superior, y que comprende el prin- cipio del período Paleolítico Superior llamado Auriñaciense inferior. Se ha calculado entre los 40,000 y los 50,000 años el período que hubo entre la penúltima y la última glaciación de extensión mun- dial. En esa época, el clima en Europa, si no era muy bueno para la vida, por lo menos era benigno, y favoreció la llegada de pueblos o razas, como la de Neanderthal, que se extendió por toda Europa des- de el RÍn hasta Gibraltar. Existe la teoría de que ese pueblo tuvo su origen en Asia sin poderse precisar el sitio. (318) Es conveniente recordar esto último, porque tiene muy estrecha relación y coincidencia en tiempo y época con lo que dicen las tradi- ciones ocultistas esotéricas cuando hablan del hundimiento del Conti- nente de Mu. Si no se sabe todavía de dónde salió el hombre de Neanderthal, bien podría ser que fueran en realidad los antiguos habi- tantes de Mu que, huyendo de una catástrofe, pasaron por Asia en su viaje hacia Europa en busca de mejor clima. Se confirmaría asi que el origen y cuna del hombre estuvo en Mu, y todo esto sugiere a su vez que la penúltima glaciación ocurrió hace unos 50,000 años. Pero ¿qué fue lo que la produjo? Después de ese grave problema para el ser humano, siguió una calma que duró de 10,000 a 12,000 años, período que permitió el desarrollo de la vida en general. Posteriormente, volvió a empezar un nuevo enfriamiento general, conocido con el nombre de cuarta gla- ciación, ¿No parece que dichas glaciaciones se suceden de manera cíclica, periódica cada cierto tiempo? Y aunque todavía no se haya dicho públicamente, no por eso deja de ser menos cierto. Los que han investigado este asunto opinan que esta cuarta y más reciente glaciación mantuvo su intensidad hasta, hace más de 6,800 años. De modo que los 6,660 años señalados por el meridiano de la Gran Pirámide se refieren a la época del principio de la desgla- ciación y, por ello, principio de nuevas formas de vida. Por su parte, parece ser que es también lo que simboliza la linea cronológica de 6,000 años, llamada Era Adámica, de la que se habla detalladamente en el libro Dramáticas profecías de la Gran Pirámide. Como quiera que sea, el hombre de Neanderthal vivió en su épo- ca de manera nómada y cazadora, siempre en seguimiento de los animales que proporcionaban alimento y abrigo, completando su ali- mentación con vegetales y frutos silvestres. Probablemente a causa de imperiosas necesidades, hacia la época glacial Whurmiense, empezó lo que se ha entendido como Importante transformación de la cultura: dio comienzo otra etapa en la vida humana, pues desapareció la industria de los toscos sílex, como hachas y lascas, apareciendo en sus- titución pequeñas hojas y puntas retocadas, todo de piedra, asi como el uso del hueso en diversos instrumentos de trabajo y armas. Por (319) todo ello se ha pensado en una repentina evolución de la cultura del hombre de Neanderthal, debida quizá a la presencia de grupos huma- nos ajenos, pero ya más evolucionados. Lo dicho coincide con la aparición del llamado hombre de Cro- magnon, y también con la cuarta glaciación, tal vez ocurrida hace poco menos de 40,000 años y que probablemente duró más de 12,000 años. Asimismo, coincide con el poblado o ciudad reciente- mente descubierto en Siberia, al que se le ha calculado unos 35,000 años de antigüedad. También coincide con los fósiles encontrados en la región del Estrecho de Bering, pero todo ello pertenece a un clima templado. ¿Qué se puede explicar de esa glaciación? Si la vida se desarrolló en clima templado en la región norte, entonces ¿qué incli- nación tenía el eje polar? ¿Cuánto tiempo duró realmente ese enfria- miento? Parece ser que hasta hoy nunca llegó a terminarse por completo esa cuarta glaciación. La prueba está en que desde entonces queda- ron cubiertas por el hielo las huellas de vida antes señaladas y otras muchas que todavia no se conocen, pero que sin duda existieron. De nuevo volvemos a lo que ya antes se dijo, a saber: que tal vez el eje polar sufrió un cambio importante de inclinación haciendo que lo que fueron regiones templadas se convirtieran en regiones heladas permanentes. Los hielos están ahí y ahí seguirán hasta que un nuevo cambio de inclinación modifique el clima. Mirando así el problema, cabe suponer que se trate de influencias de origen cósmico y por ello periódicas y a plazo fijo. Según algunos antropólogos, el ser humano como tal vivió o existió desde hace unos 250,000 anos, o sea desde ej, Pithecanthro- pus erectus, hasta el principio de la edad del cultivo agrícola. Duran te este lapso, el progreso y la evolución fueron tan desesperadamente lentos, que no se nota una verdadera diferencia de un milenio al siguiente. Evidentemente, nos referimos de un modo general a todo e! mundo, puesto que aisladamente algunos grupos si lograron adelan- tos. Ahora, siguiendo con las tradiciones de origen esotérico u ocul- tista, se dice que hace cosa de 60,000 años, en el continente de Mu se (320) empezó a desarrollar a paso lento una cultura que 30,000 o 40,000 años después debió de alcanzar un nivel importante. Pero sucedió que el Océano Pacífico, que ha sido desde siempre una gran zona volcáni- ca, se tragó ese continente dejando como únicos testigos visibles las islas del Pacífico, el volcán Krakatoa, los volcanes de las islas Hawaíi, los frecuentes seísmos en Japón, Filipinas, etc., y el ya plena- mente comprobado Cinturón de fuego que rodea a todo el Océano Pacífico y que tiene un circuito de unos 40,000 kilómetros. Los eruditos han dicho repetidamente que lo del Continente de Mu es solamente una leyenda sin fundamento alguno. No obstante, poco a poco se van encontrando huellas desconcertantes, como igual- mente sucede con Atlántida. Muy desconcertante ha sido, por ejemplo, el.haber encontrado un cráneo de bisonte con una perforación clásica de bala, en Yakutsk (Siberia Oriental), cuando esa especie vivió durante el período neolíti- co, época durante la cuati se fabricaban armas de piedra y el modelo más perfeccionado no pasaba de ser el hacha de piedra. Un golpe de hacha destroza, jamás perfora ni produce un agujero como de bala. Por su parte, los eruditos del British Museum de Londres acep- tan la posibilidad de esa bala en tiempo tan antiguo, porque en el pro- pio museo existe otro cráneo igualmente prehistórico; pero que pre- senta dos perforaciones típicamente de bala. ¿Existían ya hace 70,000 años los rifles y las pistolas como hoy las conocemos? En la misma Siberia hay otras huellas tan objetivas como el poblado o ciudad de que ya antes se habló, y con tanta antigüedad, que tendrán que cambiar mucho la manera de pensar a este respecto los eternos negadores. Obviamente, cuando dicha ciudad estuvo acti- va, Sibería no debía de estar cubierta por los hielos, y la mejor prueba de ello son la ciudad misma, el mamut congelado encontrado integro en la misma región, asi como lagartos y otras especies animales todas ellas correspondientes a clima templado. Sin lugar a dudas, los seres humanos desarrollaron una cultura hasta llegar a dar forma a ciuda- des o al menos aldeas y urbanizaciones como la recientemente encon- trada, que seguramente no es la única, pues debe de haber otras bajo los hielos siberianos. (321) Nuestro tiempo En nuestro tiempo, a partir del año 1953, nuevamente estamos en la Era de Acuario. Quiere decirse que dicha constelación ya ha recorrido todo el circuito. Según los eruditos, hace entre 25,000 o 26,000 años —Era de Acuario— los primeros inmigrantes asiáticos llegaron a América, navegando sobre las aguas del Estrecho de Bering. Y se asegura que no fue una sola migración en un mismo tiempo, sino que fueron varias en pequeños grupos y en tiempos distintos, siguiendo cada gru- po su propia ruta, siempre hacia el sur, en busca de clima templado y en seguimiento de los animales que iban cazando. Desde luego, este paso pudo haberse realizado sobre el hielo, suponiendo que el mencionado estrecho ya existia como hoy se le conoce. Pero como ya se ha dicho antes, tal vez en aquel entonces los continentes estaban unidos todavía. Asimismo, debe recordarse la teoría que dice que, al llegar cada glaciación a su máximo, había tanta agua acumulada y convertida en hielo y nieve cubriendo cordilleras, montañas y valles, que segura- mente los mares estaban muy disminuidos en su volumen, quizá más de cien metros. Por consiguiente, los continentes y las islas eran mucho más grandes, y hasta probablemente en algunos casos habría conexión terrestre caminando por lo que hoy es fondo marino. Esto pudo haber ocurrido en el propio Estrecho de Bering y en otros muchos sitios hoy cubiertos por el mar. Juzgando el asunto según la probabilidad anterior, tal vez lo que hoy son archipiélagos eran entonces islas muy grandes. Asi se expli- caría que algunos grupos humano? hubieran podido viajar con cierta facilidad desde lo que hoy son islas hasta América. Asimismo, podría suceder que en esa época la región de Bering no estuviera sometida a tan bajas temperaturas como está hoy, cosa muy posible, puesto que, como ya se dijo, se ha encontrado vida ani- mal y humana de clima templado mucho más hacia el norte^en plena Siberia, y en época muy anterior. Asi, pues, las migraciones de que se viene hablando probablemente fueron impuestas por algún fenómeno (322) natural que motivó el éxodo de animales y cazadores en busca de abrigo contra la adversidad. Pero esos movimientos no parecen haber sido necesaria ni exclu- sivamente asiáticos, ya que, de acuerdo con tradiciones de origen mistico, esotérico, fue en esta época cuando probablemente existió el continente de Mu, sobre el que cada día hay más afirmaciones en el sentido de que el origen del hombre estuvo precisamente allí. Todo hace pensar que las primeras migraciones a América ocu- rrieron hacia la edad terciaria, y que ese movimiento humano se dio a causa de haberse separado los continentes, haciendo que América quedara geográficamente aislada. Después de las primeras migraciones diversas, parece ser que se suspendió toda migración y que los habitantes y primeros inmigran- tes a América quedaron aislados del resto del mundo durante mucho tiempo, reducidos a su propia evolución a partir de los elementos culturales heredados de sus mayores. Esto sugiere que se interrumpie- ron las vias de comunicación por tierra. Esos primeros inmigrantes debían de ser originarios de lo que hoy son islas en el Océano Pacífico. En efecto, algunos antropólogos aseguran que existe notable semejanza entre americanos del sur y habitantes de la Polinesia, y entre ambos grupos y la raza caucásica, semejanzas que se notan principalmente en el rostro y en la forma general del cuerpo. Efectivamente, la teoría que habla de las primeras migraciones asiáticas por el Estrecho de Bering empezó a ser discutida y hasta negada en los mismos días en que apareció por primera vez, y es que desde lo? días del descubrimiento de América se observó que los pueblos de América,-tan aislados del resto de la humanidad, presenta- ban, a pesar de la variedad, un buen promedio de unidad étnica, de carácter y lenguaje, asi como otros muchos rasgos que no había en pueblos de otros continentes. Entonces se dijo que tal vez solamente en los esquimales —y eso con ciertas reservas— se podían encontrar algunos rangos semejantes atribuibles a los pueblos del NE de Asia, por ejemplo, la mancha rojiza oscura en la base de la columna verte-(323) bral. No obstante, tampoco esa mancha les parece a algunos antropólogos una prueba definitiva, puesto que los mayas también la tienen. Pensando de esta manera, apareció la sugerencia de que Améri- ca pudo haber sido la cuna de la humanidad, proposición imposible de aceptarse, debido a que no se han encontrado los antecedentes que justifiquen tal idea. En cambio, la hipótesis de que la humanidad pudo haber tenido su cuna en el continente de Mu sí tiene probabilidades de ser una realidad, ya que, como antes se dijo, desde allí pudieron haberse dispersado hacia los cuatro puntos cardinales. Por el momento, se sigue buscando el punto geográfico en donde aparecieron los primeros hombres y también, la especie de donde arrancó el primer homínido o primer ser humano. Entre los muchos sitios probables ya investigados, insistentemente aparece el sudeste de Asia, o sea, Sumatra, Java, Borneo, etc., que están prácticamente sobre la linea ecuatorial en el océano Pacífico. Se dice que en esas islas existen todavía hoy los antropoides, que en un pasado ya muy lejano fueron susceptibles de relacionarse con la especie humana. También allí fue localizado el Pithecaníhropus erectus, probable origen de los muy primitivos tasmaníos, melanesios, papuas, polinesios, «negritos» de Filipinas, etc. Asimismo, se han denominado pueblos primitivos de Oceania a los primeros inmigran- tes a Ceilán, en el Océano Indico, aunque está demasiado lejos de Sumatra. Se trata de inmigrantes que se cree pertenecieron a la raza llamada Veddas y Rodiyas, de tipo negroide, cuyos descendientes pueblan hoy gran parte del sur de Asia. Investigadores serios opinan que las huellas étnicas más anti- guas encontradas en sitios diversos de Oceania parecen corresponder enormemente a lo que se ha dado en llamar pueblos australianos, o sea, de la Australia que se encuentra hacia el sur y no muy lejos de Java. Allí se han encontrado igualmente evidentes relaciones con los . pueblos Veddas y Rodiyas de Ceilán. Se ha pensado que dicha reía-, ción pudo deberse a antiguos contactos, ya sea a través de Indochina o a través del archipiélago malayo. Como fácilmente se puede apreciar, es posible que el núcleo (324) humano primigenio estuviera en algún lugar de Oceanía y que el sitio, el punto de dispersión —ocurrida en la más remota antigüedad— hubiera que situarlo en las islas antes citadas o en algunas cercanas ahora desaparecidas. Esto se evidencia al seguir las huellas de los fósiles humanos y, hasta cierto punto, algunas voces de los idiomas que han llegado has- ta nuestros días. Algunos especializados en lenguas, como P. Rivet, opinan haber encontrado gran semejanza entre las lenguas australia- nas y las de la Patagonia y Tierra del Fuego. Pero obsérvese que aho- ra estamos en América, en el Antartico, y por tanto, demasiado lejos de Sumatra, de Borneo y de Java. De ser cierta la hipótesis de Rivet, vendría a demostrar la tremenda dispersión de aquellos pueblos de origen quizá lémur o lemuriano. Abundando en el tema, se dice que hay una completa ignorancia respecto al origen de la raza china y asiática en general, a la vez que se reconoce que el idioma chino es tal vez el más antiguo de todos los conocidos. Hace pocas décadas se logró reconstruir el más antiguo Pithe- canthropus erectus a partir de los fósiles encontrados en Chih-li (Chi- na). Quienes pueden opinar al respecto suponen que el muy lejano origen de la raza china estuvo en las tribus de Bak, que vivieron en las cercanías del Mar Caspio hace 25,000 o 27,000 años. No obstan- te, esta opinión no ha sido muy aceptada por los expertos, quienes por su parte opinan que el pueblo chino tuvo su lejano origen hacia el sur, tal vez en algún sitio de Oceania, lo cual coincide notablemente con todo lo que hemos dicho a propósito de que la cuna de la huma- nidad aprobablemente estuvo en alguna gran isla del Océano Pacifico, isla conocida como Continente de Mu o Lemuria. Teóricamente hablando, y a partir de lo que dicen los eruditos. serán de 20 a 26,000 los años que el hombre pensante, en ese momen- to del nebuloso pasado perdido en el horizonte del tiempo, comenzó por primera vez su gran aventura en América. Visto el asunto desde la óptica de los simbolismos de la Gran Esfinge, esos 25,000 años corresponden al final de la era de la constelación de Acuario. De modo que, en estos momentos y siguiendo las indicaciones temporales de (325) las constelaciones zodiacales, se está cerrando un circuito completo, Si, como la Esfinge insinúa, existe una repetición periódica, cíclica, de acontecimientos cósmicos, resulta que estamos viviendo ahora los mismos acontecimientos cósmicos que ya antes vivió la humanidad. En consecuencia debería ocurrir algo semejante a lo ya sucedido y que dio origen a la dispersión de lémures, asiáticos, atlantes, etc. Se cree que esos pueblos cazadores y recolectores de frutos sil- vestres usaban para su uso diario la piedra tallada, el hueso afilado, el arpón, la madera en lanzas y dardos, así como sistemas para produ- cir el fuego. Conocemos estos detalles con certeza porque todo eso ha sido encontrado en sitios diversos: uno de ellos en México, por ejemplo, en Tepexpan, Chalco, Santa Isabel, Texcoco, Ixtapa, etc. El fechamiento de estos artefactos no ha sido cosa fácil, puesto que un alto porcentaje de los problemas arqueológicos radica en poder fechar con certeza, o por lo menos con razonable aproxima- ción, cada monumento, estela, objeto o motivo encontrado, para lue- go, mediante comparaciones, establecer fechas para el conjunto, que acaben por determinar los periodos y niveles de cultura alcanzados por los pueblos que se están investigando. Naturalmente se ha recu- rrido a muchos procedimientos a cual más ingenioso, entre otros, el análisis del polen, el estudio de los anillos en los troncos de los árboles, el tipo de cerámica, las herramientas de piedra y madera, el llamado «carbón 14 » y, más recientemente, procedimientos electróni- cos. De este laborioso trabajo, realizado por muchos y muy benemé- ritos científicos, han salido conclusiones que, aunque no sean todavía definitivas, permiten formarse juicps cercanos a la verdad. Entre estas conclusiones provisionales nos encontramos con que en Améri- ca todavía no se han encontrado huellas de seres humanos muy pri- mitivos, que pudieran hacer pensar en la evolución de alguna especie animal hasta llegar al hombre, es decir, homínidos. De modo que, por lo menos hasta hoy, se puede suponer que en América no existió el hombre realmente primitivo nativo, ya que hasta ahora no se han encontrado restos de ese tipo ni en el área maya, ni en ninguna de las otras de Mesoamérica. Quiere decirse que, teóricamente hablando, (326) los primeros pobladores tuvieron que llegar, como ya antes se dijo, de alguna pane de Asia o del actual Océano Pacífico, hace 20,000 o 25,000 años. Pero los investigadores no pueden conformarse con soluciones demasiado simples. Como la vida es muy compleja, han pensado en la probabilidad de que, en época mucho más cercana a nuestro tiem- po, haya habido otras migraciones, unas por la costa del Océano Pacífico —tal vez por el estado de SÍnaloa (México)—, otras en el Gol- fo de México —quizá en alguna playa de la costa de Veracruz—, y otras en las costas de Centroamérica y del Mar Caribe —probable- mente en Guatemala o más hacia el sur—. (No mencionamos aquí otras probabilidades en Sudamérica, como los incas, por ejemplo, para no complicar más el asunto.) Estas hipótesis, que podrían convertirse en teorías bien funda- mentadas, sugieren que esos inmigrantes llegaron por mar, es decir en embarcaciones —tal vez balsas— lo cual modifica el panorama relati- vo al estrecho de Bering e insinúa el porqué de las diferencia étnicas de unos y otros grupos.