lunes, 5 de septiembre de 2016

EL ZICA SIGUE PREOCUPANDO A AMÉRICA LATINA


Zika También denominada: Fiebre Zika INFORMACIÓN SÍNTOMAS Es una enfermedad provocada por el virus Zika que se transmite por picaduras de mosquito. Alerta de salud pública La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado que el virus del Zika constituye una emergencia de salud pública. La mejor medida de prevención es protegerse de las picaduras de los mosquitos. www.who.int/mediacentre/factsheets/zika/es Necesita un diagnóstico médico A menudo son necesarias pruebas de laboratorio o resonancias magnéticas Se contagia por animales o insectos Duración breve: la recuperación suele durar varios días o semanas En la mayoría de los casos, no se presentan síntomas. En algunos pacientes, el virus del Zika puede provocar parálisis (síndrome de Guillain-Barré). En las mujeres embarazadas, puede causar defectos congénitos subsiguientes. Los síntomas más comunes de la enfermedad del virus Zika son fiebre, erupción, dolor articular y enrojecimiento de los ojos. No existe una vacuna ni un tratamiento específico para la enfermedad. Por lo tanto, el tratamiento se centra en el alivio de los síntomas y consiste en reposo, rehidratación y medicamentos para la fiebre y el dolor. Cómo se contagia Por la picadura de un insecto o la mordedura de un animal. Por sexo vaginal, anal u oral sin protección. Se debe consultar a un especialista para obtener asesoramiento médico Fuentes: Mayo Clinic y otras fuentes. Más informaciónhttps://www.google.com.ar/search?q=el+zica&oq=el+zica&aqs=chrome..69i57.3559j0j8&sourceid=chrome&ie=UTF-8 **************************************************************************************************************** Es una enfermedad transmitida por la picadura del mosquito Aedes aegypti, el mismo que transmite los virus de dengue y la fiebre chikunguña. ¿Cuáles son los síntomas? Suelen presentarse de forma moderada o aguda, después de un periodo de incubación de 3 a 12 días, e incluyen: Fiebre Conjuntivitis no purulenta Dolor de cabeza Dolor de cuerpo Dolor en articulaciones (principalmente manos y pies) Decaimiento Sarpullido Inflamación de miembros inferiores Los síntomas duran entre 4 y 7 días. Debido a su similitud con los del dengue y la fiebre chikunguña, puede ser confundida fácilmente con estas enfermedades. La infección también puede cursarse de forma asintomática. ¿Cómo se transmite? Se transmite a través de la picadura de un mosquito Aedes aegypti infectado con el virus Zika. También se han comprobado casos de transmisión de persona a persona a través de relaciones sexuales. ¿Cuál es el tratamiento? No hay vacuna ni tratamiento específico para la fiebre por virus Zika. Por ello, el tratamiento es fundamentalmente sintomático. A los enfermos se les recomienda tomar abundante agua para reponer líquidos y utilizar mosquiteros para evitar la transmisión a otras personas. ¿Cómo puede prevenirse? Al igual que el dengue y el chikungunya, las medidas preventivas también se centran en la eliminación y el control de los criaderos del mosquito Aedes aegypti. Además, como se comprobaron casos por transmisión sexual es importante utilizar siempre preservativo. **********************************************************************************************************

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CAPÍTULO CINCO - "LOS ZAPATOS DE HIERRO"


. El caballo blanco es un animal embrujado que corre más a prisa que la luz. Partamos, sin embargo; disponemos todavía de algunas horas, pues he dejado en mi habitación una camisa que responderá por mí, si a mi padre se le ocurre ir a buscarme. Emprendieron el galope. Blancaflor dijo en el camino a Luis que era preciso que llegaran cuanto antes al lejano río, donde terminaba el poder mágico de su padre. Allí los fugitivos estarían a salvo de todo peligro. El marqués del Sol había oído el galope del caballo negro y creyó, que Luis huía solo. Para asegurarse de que Blancaflor estaba todavía en el castillo subió a la habitación de su hija. – ¿Estás ahí, Blancaflor? – preguntó, aplicando el oído a la cerradura de la puerta. – ¡Aquí estoy, papá! – respondió la camisa encantada. El hechicero se tranquilizó, pero a poco llegaron también sus hermanas. – ¿Estás ahí, Blancaflor? – preguntaron. – Sí, aquí estoy – respondió la camisa. – ¡Abre la puerta! Nadie respondió. Las muchachas fueron a buscar un manojo de llaves y consiguieron abrir la puerta. Blancaflor no estaba en su alcoba; pero vieron extendida en el lecho la camisa encantada. – ¡Blancaflor! ¡Blancaflor! – gritaron. – ¡Aquí estoy! ¡Aquí estoy! – contestó la mágica prenda. Furiosas al ver que habían sido engañadas, las hijas del hechicero fueron corriendo a decir a su padre que Blancaflor se había fugado con el joven. – ¡Que me ensillen inmediatamente el caballo blanco – rugió el hechicero. – ¡No tardaré en alcanzar a esos miserables! Por los campos incultos y los bosques de olivos, Luis y Blancaflor, jinetes en su caballo, devoraban los kilómetros uno tras otro. La muchacha, inquieta, volvía frecuentemente la cabeza. No tardó en percibir a lo lejos una nube de polvo. – ¡Por allí viene mi padre! ¡A prisa, Luis! ¡A prisa! Pero el caballo no podía acelerar la velocidad, mientras que el caballo blanco del hechicero daba saltos fantásticos. Cuando se encontraba a pocos pasos de los fugitivos, Blancaflor se quitó una peineta de los cabellos y la arrojó al suelo, diciendo: – ¡Conviértete en montaña! Y la peineta se transformó en una montaña tan alta que ocultaba el sol. Luis, esperanzado al ver aquel prodigio, dejó descansar a su caballo, que jadeaba estertóreamente. Pero Blancaflor velaba por la seguridad de ambos. – ¡Démonos prisa! – exclamó. – Mi padre nos alcanza…CONTINUARÁ

CAPÍTULO CUATRO - "LOS ZAPATOS DE HIERRO"


Luis, cuando se quedó solo, vio acercarse un pequeño ratoncito gris. – Soy Blancaflor – dijo. – Ten cuidado. Mi padre quiere matarte, pues el caballo que has de montar no es otro que él mismo e intentara tirarte a tierra y patearte. Cálzate las espuelas, ármate de un látigo que encontrarás colgado en la pared de la cuadra y no dudes en utilizar ambas cosas hasta que el caballo, domado, te pida misericordia. Obedeció Luis. Cuando llegó a la cuadra vio un espléndido caballo negro inmóvil junto a un pesebre. Lo asió por la crin y saltó a la silla, después de haberse colocado las espuelas y apoderado del látigo que colgaba de la pared. Salieron al patio. El bruto empezó a dar corcovas y saltos de carnero, bajando la cabeza y levantando a un tiempo las patas posteriores, con ánimo de derribar al jinete. Pero nuestro héroe no se dejó desmontar y golpeó al animal con todas sus fuerzas, a tiempo que clavaba ferozmente las espuelas en sus ijares, por donde no tardó en correr la sangre. – ¡Detente, detente! – relinchó el caballo. – ¡Soy el Marqués del Sol! – ¡Dame mi alma, traidor, o te mato a latigazos! – La tendrás, pero déjame. Apeóse Luis del caballo y el Marqués, adoptando la forma humana le condujo a una cámara sin ventanas, donde brillaban, como otras tantas llamitas, encerradas en sendos frascos de vidrio transparente, las almas de sus víctimas. Devolvió a Luis la suya y en el mismo instante el joven experimentó tanta alegría que deseó vivamente compartirla con alguien. Bajó al jardín y encontró el cielo más azul, las flores más olorosas y abigarradas; anheló volver a ver a Blancaflor exactamente igual que se le había aparecido a orillas del río y quiso darle las gracias por haberle salvado de los lazos que le había tendido el hechicero. En la impaciencia que sentía por encontrarse en presencia de la muchacha Luis comprendió que al recuperar su alma se había enamorado de Blancaflor. Inclinóse para coger una rosa. – ¿A cuál de las tres hermanas elegirías para esposa? – preguntóle la flor. – ¿A quién había de elegir, linda flor? Pues a la que me ha conducido hasta aquí y me ha estado ayudando desde el primer día. – Escúchame, entonces… Para que mis hermanas no tengan celos de mí y mi padre no sospeche nada de lo ocurrido, solicita hacer tu elección sin vernos. – ¿Y cómo he de reconocer a la que adoro con toda mi alma? – Recuerda que Blancaflor, por tu culpa, perdió la punta del meñique izquierdo. Luis se presentó al Marqués del Sol y le dijo: – Me marcho, pero quiero solicitar de usted un favor. – ¿Cuál? – Que me conceda la mano de una de sus hijas – ¿De cuál de ellas? – No importa. No conozco a ninguna. Sin embargo, para no ofender a las otras, quiero dejar todo a la suerte. Que se alineen sus hijas detrás de una cortina. Cada una de ellas hará un agujerito en la tela y pasará a través de la abertura el dedo meñique; así escogeré la que ha de ser mi esposa, sin haberle visto el rostro. Accedió a ello el hechicero. Las tres jóvenes, a las que se oía charlar y reír detrás de la cortina, hicieron, tres agujeritos en la tela y asomaron los dedos meñiques. Luis reconoció sin trabajo el dedo de Blancaflor, menguado por su culpa, y pudo elegir a la que amaba con todo su corazón. Las otras hijas del hechicero, celosas de su hermana menor, fueron a contar a su padre que un día Blancaflor había perdido su manto de plumas y había prestado ayuda a Luis en contra suya. Blancaflor las oyó y resolvió emprender la fuga. – Huyamos – dijo a su prometido. – Mi padre querrá castigarme y vengarse de ti. Corre a la cuadra, toma un caballo, blanco muy viejo que verás atado a un pesebre y vente deprisa a reunirte conmigo a la puerta exterior del castillo. Luis corrió a la cuadra y vio un caballo blanco, tan viejo y flaco, que inspiraba compasión, por lo que, como había allí otros caballos, eligió el que le pareció más fuerte y vigoroso y abandonó a toda prisa el castillo maldito. Su novia le esperaba. Había preparado dos saquitos que colgó, de la silla del noble bruto; en uno había oro, en el otro iba encerrado su manto de plumas blancas. – ¡Desgraciado! – exclamó al ver el caballo. – ¿Qué ocurre? – inquirió él sobresaltado. – Que no has hecho caso de mi consejo y estamos perdidos...CONTINUARÁ