martes, 26 de diciembre de 2017

DESTELLOS PATAGÓNICOS - POLICÍA MONTADA EN CABO VÍRGENES PARTES 1-2 Y 3


POLICÍA MONTADA EN CABO VÍRGENES PARTE I 30 de septiembre POLICÍA MONTADA EN CABO VÍRGENES PARTE 1 Por Sergio Pellizza En el extremo más austral de Argentina continental se encuentra una elevada punta acantilada por la cual pasó Hernando de Magallanes, frente al estrecho que lleva su nombre. Llamó a este accidente geográfico “Cabo Vírgenes”, pues ese 21 de octubre de 1520, era el día de “las 11.000 vírgenes.” En esta tierra, poblada de tantas historias y tantos fantasmas, a unos 130 Km de Rio Gallegos, Capital de la Provincia de Santa Cruz hoy se encuentra el Faro de Cabo Vírgenes. Hace poco menos de 140 años en las proximidades del Rio Santa Cruz se comenzaba a delinear esta historia… El joven Teófilo se encontraba admirando esos límpidos amaneceres con alucinantes tonos de colores que casi podían tocarse y notar su textura. Nunca había poder tocar un color, solo aquí en la margen sur del Rio Santa Cruz experimentaba esa sensación. El joven marino disfrutaba todo esto pero, también extrañaba Buenos Aires, por eso esperaba ansioso noticias del irregular buque Villarino que vendría, no se sabía cuando, para relevarlo de su comisión en Santa Cruz. Antes que el buque llegó la carta. Decía más o menos así: Fechada en 1887. “Habiendo tenido conocimiento el gobierno nacional que en el Cabo Vírgenes se han descubiertos yacimientos de oro, lo que ha dado lugar a una invasión de aventureros a esa región. Se considera in dispensable que la autoridad nacional esté presente en ese punto. Se ha designado a usted para que, sin pérdida de tiempo se traslade al lugar indicado y tome, en consecuencia, todas las medidas que se relacionen con esta orden, hasta que reciba nuevas instrucciones.” Las instrucciones llegaron poco después, por nota recibida de un chasque enviado desde Punta Arenas (El correo oficial llegaba a Santa Cruz en esa época vía Punta Arenas incluso la correspondencia oficial) Estas eran las órdenes: “Se le ordena tomar las providencias que el caso requiere, empleando los elementos y recursos de que disponga para hacer respetar la soberanía nacional, en ese territorio, estableciendo vigilancia policial. Se le recomienda muy especialmente la prudencia y tacto que debe observarse en este punto fronterizo a Chile, como también en las medidas a justarse a lo dicho. Asimismo queda autorizado a contratar hasta 25 hombres, los que destinara a policía montada. En cuanto a los pagos lo hará usando sus propios medios que puede recoger sobre el terreno, vale decir, el oro, para lo cual queda usted autorizado. Por lo tanto queda usted nombrado para esta comisión. De comienzo lo acompañaran a usted, el ciudadano Arturo Villagrán como comisario de policía y 3 peones. Deberá partir en un plazo no mayor de 48 horas.” El joven Teófilo nunca se había permitido observar una orden. Pero esta… -¿Como hare para cumplimentarla? Nosotros en este hoy pensamos que El gobierno nacional de ese entonces comprometía muy poco, casi nada, en cuidar y afianzar su territorio. El joven seguía pensando en él como, él cuando ya lo tenía ordenado. Preparar un campamento que debía guardar relación con esta orden no era fácil, sobre todo con los muy escasos recursos disponibles, apenas alcanzaban para lo indispensable: Dos chatas cargueras. Una para carpas y bolsos de equipaje y otro para unos pocos víveres secos, como ser arroz para 10 días, galletas para otros tantos, yerba para un mes, dos ollas. Treinta y cinco caballos, mas seis elegidos para monta. A todo esto se agregabas un arreo de 150 bovinos, vacas, toros, terneros; todos criados a campo abierto, muy difíciles de manejar. Estos animales debían servir como reserva y ser utilizados, en último caso en el punto de destino, con prolija rendición de cuentas de su consumo. Los elementos del campamento se reanimarían en el potrero de “Las Salinas”. Un lugar de unas 300 hectáreas abrigada por altas barrancas del lado sur y limitada al norte por el rio. Allí se concentraban la hacienda la caballada, los carretones y demás elementos. Este sería el punto de partida. Se hicieron los aprestos necesarios y con las últimas horas de sol se hicieron los retoques y una revista minuciosa de todos los elementos. A la mañana siguiente una helada blanca cubría, como un sudario, los pastos, matorrales y laderas del cañadón de la orilla del Rio Santa Cruz. Las matas parecían erizos cristalizados con sus espinas rígidas que al rozarlos, crujían como hebras de cristal. Los animales del arreo apretados unos junto a otros, se prestaban calor; la caballada pellizcando bocados de pasto escogidos se sacudía impaciente por marchar. Cambiando los tonos aparecieron los rápidos sonrojos del amanecer patagónico, después los carmines suaves y, por último detrás de esa superficie blanca y helada, surgieron los primeros rayos del sol derramando toda su vida dentro de ese cuadro de aparente muerte. Aparecieron los pájaros buscando las migas de las galletas que acompañaban al mate de los paisanos. Se fueron apagando los fogones y juntando los últimos enceres de la acampada. Este era el escenario que despedía el ponerse en marcha, la policía montada de Cabo Vírgenes a las 8 horas de esa mañana como estaba previsto. Esto es el comienzo de una historia que solo pone puntos suspensivos y un continuará en la próxima segunda parte. 30 Septiembre 2017 **************************************************** POLICÍA MONTADA EN CABO VÍRGENES PARTE 2 3 de octubre POLICIA MONTADA EN CABO VIRGENES PARTE 2 Por Sergio Pellizza La primera jornada hacia Cabo Vírgenes de esta policía montada, fue lenta por la dificultad del ganado. La hacienda, 150 bovinos se movía despacio. El cuadro que se fijaba en los ojos de Teófilo era inolvidable. En primer término el arreo, la caballada, las chatas cargueras y los jinetes. La senda la hacían al marchar hacia el sur. Hacia atrás quedaba el norte. Quedaban los grandes bajos que arrancando a la izquierda del Rio Santa Cruz y Rio Chico, se extienden hasta San Julián. Estos bajos con más de 100 metros bajo el nivel del mar constituyen la depresión más importante del hemisferio sur. Acamparon en un lugar conveniente para animales y humanos. Día 7 de agosto 1887. Así abría Teófilo su diario de campaña. Hora, 7 de la mañana, mucho frio húmedo, por aporte de aire del este. El sol saldrá a las 9 y tendremos media hora de luz de crepúsculo. Como una disposición no ordenada, en esa pereza helada se despertó el campamento; toda la gente de campo sabia sin consultar el almanaque náutico la hora de partir. El sol apareció brillante, con su precisión acostumbrada, en un cielo sin nubes con un cielo azul purísimo, pareciendo que la atmosfera se estremece de contagiosa emoción. Hacia las dos horas de marcha se vió un humo al frente, a la derecha en dirección a Punta Arenas. Teófilo sin pensarlo dos veces se dirigió al humo acompañado por su recientemente nombrado Comisario Villagrán. Primera misión de la policía montada. A unos 4 kilómetros encontraron una carpa y algunos caballos sueltos. - ¡Hola buenos días ¡ ¿Hay alguien aquí? … Se abrió la puerta de la carpa y apareció un hombre de regular estatura cubierto con un quillango, asomaba por entre los pliegues de este una carabina que apuntaba alternativamente a Teófilo y al comisario Villagrán. -Tranquilo Hombre, dijo Teófilo, somos la autoridad Argentina en estos lugares y ¿usted quién es? El hombre dejo de apuntar con su arma a los recién llegados y respondió. -Soy Gerónimo Habit –Oie, ingeniero de minas. Salí de Punta Arenas hace 8 días y me dirijo a Santa Cruz para solicitar pertenencia minera en Cabo vírgenes. -Mucho me alegro Sr. Gerónimo en que respete la ley.- ¿No tiene diarios a alguna noticia del norte? Hace 4 meses que no llega barco a Santa Cruz. -No señor oficial dijo Gerónimo, solo tengo unos ejemplares de Le tems donde se da cuenta del descubrimiento de oro en Cabo vírgenes. En Punta Arenas no se habla de otra cosa. -Como viajo ligero espero alcanzarlos en el Rio Coile. Una hora y media duró la ausencia de Teófilo y Villagrán de la tropa que seguía su lento avance hacia el sur. Los esperaban muchas preguntas de sus compañeros de viaje. Este episodio puso una nota diferente en la rutina del viaje y toda la gente imaginó que juntarían oro en bolsa y que al final todos materializarían sus sueños. Los días 8,9,10 y 11 de agosto, trascurrieron sin novedad y los llevaron hasta las orillas del Rio Coile. Tuvieron un tiempo excelente. El día 11 a la tarde entraban en el valle con buenos pastos para los animales. Como dice el refrán: “Hacienda bien comida es, hacienda pronto echada”. Dejan a dos hombres a su cuidado y continúan con la carga unos dos kilómetros más arriba, en la falda de una colina cubierta de matorrales de buena leña. El tiempo espléndido que los había acompañado hasta aquí, parecía cansarse de su amabilidad y estaba dando indicios de que cambiaría rápidamente. Los hombres de campo saben leer estas señales y se preparan. Las nubes provenientes del suroeste no se veían amenazadoras. La aguja del barómetro parecía danzar en su cuadrante numerado. El buen sentido común de Teófilo le dijo que escuchara lo que tenia qué decir el viejo peón Eustaquio nacido y criado en la Patagonia. -Patrón se viene la mala, mejor esperamos hasta qué aclare. -Está bien dijo Teófilo, trasmítale la orden al comisario Villagrán de que disponga el armado de las carpas al reparo, al pié de la colina- No bien este ubicado el ganado que disponga una ronda de vigilancia a relevarse cada dos horas. El viento comenzó a soplar del suroeste con fuerza al atardecer. Como una hora más tarde, comenzó a caer granizo como arroz, descargándose enseguida una fuerte nevada. Teófilo sabía que después de la nevada bajaba mucho la temperatura y todo se congelaba. No era bueno, pero peor era que se levantara viento fuerte, esto sacudiría las carpas castigaría al ganado y los mantendría incómodamente inmovilizados hasta que amainara. Justo esta, es la previsión que se cumplió. A la madrugada comenzó a soplar fuerte del sudeste con mucha nieve, y un frio intenso se dejo sentir. El termómetro marcaba 4 grados bajo cero en el interior de la carpa. La Caballada, con el anca al viento, no se movía. La temperatura afuera era de 8 grados bajo cero y seguiría descendiendo. Con un tiempo semejante no era posible dejar el campamento y continuar hasta el Rio Gallegos. Lo único bueno, en este esperar a que aclare, fue que una tropilla de guanacos, buscando abrigo, se había recostado sobre el campamento que todo cubierto de nieve no les había advertido del peligro del hombre cercano. Ver a estos animales y escuchar despertar el instinto cazador fue cuestión de segundos. Bastaron unos pocos disparos para tener carne suficiente hasta el final del viaje. Parecía una incoherencia, tanto ganado y tener que cazar guanacos para comer carne. Pero Teófilo oficial de marina, con férrea disciplina militar tenia la orden de que el ganado tenía que llegar intacto a destino, era una orden. No entendía bien cuál era el plan del gobierno nacional. Tenía un sobre cerrado que había llegado con las órdenes y que debía abrirlo al llegar. Y así se haría. Mientras el viento y la nieve seguían sacudiendo y enfriando las carpas. La temperatura afuera ya estaba en 16 grados bajo cero. Se cumplía el tercer día de espera en el campamento y 14 desde la partida de Santa Cruz. LA MISION DEBIA CONTINUAR… Y EL RELATO TAMBIEN...CONTINUARA. ***************************************************************** POLICÍA MONTADA EN CABO VÍRGENES PARTE 3 8 de octubre POLICÍA MONTADA EN CABO VÍRGENES PARTE 3 Por Sergio Pellizza En su registro diario Teófilo anotaba. 0700 horas Estamos en el Cuarto día de “esperar que aclare”, en estos bajos del Rio Coile y en el 9 de marcha desde que partió la tropa de 150 vacunos, 35 caballos. 2 carretones de carga y la gente. La nieve sigue cayendo con mucho viento del este. La gente está muy incómoda por esta obligada inactividad. Espero que pronto mejore el tiempo, Temo por el estado nervioso de la gente y que la situación de inmovilidad genere un problema más a los que ya tenemos. La Patagonia como si estuviera escuchando decidió mejorar las condiciones para estos audaces. Con la puesta del sol cambio el viento y el cielo tendía a ofrecerse despejado y dentro de una atmósfera totalmente pura, brillaba toda la riqueza de constelaciones y estrellas que ostenta con orgullo nuestro hemisferio sur. Parecía que la nieve al caer había pasado la escoba barriendo del espacio todas sus impurezas. Brillaron más alegres los fogones despertando el espíritu y el buen humor de la gente, adormecida por el narcótico del frio y el aburrimiento. Dejaron el campamento a media mañana. Les costó un poco de trabajo mover la hacienda que, con sol y sin viendo hurgaba entre la nieve buscando algo de pasto o musgo para comer. Luego lentamente la tropa comenzó a moverse hacia el sur, hacia un paradero indio llamado “Waken-Ayken” Donde arranca el camino al Rio Gallegos. Allí debían dejar por dos días que la hacienda y la caballada se repongan. Un buen fuego y el descanso reparador para todos pusieron de buen humor a la gente. Llegaron al parador en las últimas horas de la tarde y se dispusieron a preparar el campamento par dos días según lo planeado. Estaban terminando de acopiar leña para el que fogón cuando de pronto… Un grito pone a todos en Tensión. -¡Atentos alguien viene¡..A unos 200 metros, al salir de un recodo formado por una colina se veía venir un jinete seguidos por varios caballos en desorden y una chata de carga. Cuando estuvo más cerca uno de los peones lo identificó. -Es el gringo, ese ingeniero de minas. Y viene acompañado por otro que anda en la carreta de carga. El caballo que trataba de dominar el gringo a duras penas y que parecía ser que mayor empeño era en tirarlo; avanzaba corcoveando y sin responder al castigo del rebenque. A pocos pasos del campamento se encabritó más aun y al final terminó por tirarlo cayendo cómicamente sobre la nieve. Esto provoco una carcajada general entre la gente. El gringo, Gerónimo Habit –Oie, ingeniero de minas de Lieja; se levantó echando chispas por los ojos y con el revólver en la mano, apuntando a todos sin saber a quién matar. En su mal español dijo… -Mi no burla nadie… Ante tal actitud se produjo un silencio absoluto, y toda la alegría de esos hombres buenos se transformo en hosquedad, notándose que las manos derechas habían desaparecido debajo del quillango. -¡Alto a todos¡ Gritó Teófilo – Nada de tonterías: y usted escuche señor ingeniero no hubo maldad de parte de esta gente. –Si en algo se le ofendió le pido disculpas.- Le tiendo mi mano en señal de paz. Tardó mucho en estrechar esa mano, lo que indicaba que habría paz pero no serian amigos. Enseguida calmados los ánimos Teófilo dijo. -Cuente que le ha pasado señor Gerónimo Habit –Oie. -Bueno. Yo salió de Santa Cruz tres días después de que lo encontré.-Yo querer comprar cinco pertenencias en los lavaderos. -Se me contestó que allí no se vendía nada. Que era preciso dirigirse a Buenos Aires y hacer solicitud, pero se me permitía explorar la zona mineral y elegir para pedir. – Bueno, yo determine, comprar 4 caballos que pague muy caro, alcanzarlo a usted y luego continuar a Punta Arenas donde compraría equipos y gente para trabajar en los yacimientos con permiso o sin él. -En Santa Cruz no resolver nada. ---También darme carta para usted que he perdido con algunas cosas en el temporal que me agarró a cinco leguas del Rio Coile. – Mi sirviente Mauricio, encontrar refugio y encender fuego y mantenerlo durante toda la nevada para eso pagarle. 17 de agosto de 18… 1400 horas temperatura 1 grado sobre cero -El sol produje algo de deshielo. La hacienda está comiendo relativamente bien así que planificamos salir temprano mañana y esta será nuestra última parada larga. – Las próximas serán de pernocte nomas. Aquí terminaba el registro oficial y comenzaban las dudas de Teófilo. Estas dudas se incrementaban a medida que el viaje progresaba, se preguntaba. -¿Como ejercería su autoridad con tan pocos medios? - ¿Con instrucciones tan poco claras del gobierno nacional?... Sabía que la noticia de la existencia de oro se había extendido, era muy probable que se hubiera formado un pequeño caserío provisorio con gente de todo tipo, muchos indeseables inescrupulosos. Sus preguntas sobre el cómo y el con qué, formaban una lista interminable. De pronto, un leve esbozo de sonrisa se dibujo en sus labios agrietados por el viento y la escarcha. Recordó que su policía montada antes de llegar a su destino había tenido dos intervenciones exitosas. Las dos con el mismo personaje. El raro ingeniero de minas de Lieja, el señor Gerónimo Habit –Oie. La última hace apenas 24 horas cuando llegó el campamento y sacó su revólver y los quiso matar a todos por reírse de su cómica caída. Había resuelto bien esta situación, pero el futuro planteaba otras que no conocía y que descubriría al llegar a su destino Cabo vírgenes. Ya faltaba poco para saber a qué se enfrentaría…por ahora debía continuar el camino tal como el relato que también transitará la senda de esta historia. 8 Octubre 2017

DESTELLOS PATAGÓNICOS - El plan


Sergio Pellizza 23 de diciembre a las 15:09 El plan Por Sergio Pellizza Adolf, paisano con sangre alemana e indígena, hacia tres temporadas que andaba con la comparsa de esquila. Cumpliría 21 años el próximo mes de octubre. Era un hombre de muchas habilidades, quizás la misteriosa genética de sus ancestros dio como resultado final este prototipo de joven alto pelo rubio, ojos profundamente azules y facciones, angulosas, de mentón fuerte, labios finos y un toque de color cobrizo de piel. En su interior habitaban la bravura de su ser indígena y la disciplinada forma de su ser germánico. Había visto a Azucena la hija del dueño de estancia en su sus últimas vacaciones en la estancia. Estaba ingresando a su último año del secundario en el colegio María Auxiliadora, como pupila en Río gallegos y se habían enamorado ambos, con esa inocencia perfecta del amor totalmente puro. El ser Tehuelche bravío e impetuoso no sabía esperar, solo quería montar en ancas a su amada y llevársela para vivir siempre felices. Su otra presencia interna, la germánica le decía que así no se podían hacer las cosas. Ella lo amaba y merecía lo mejor de lo mejor, lo mismo que su familia que siempre lo habían tratado tan bien. Definitivamente podía hacer otra cosa. Estar a la altura de su amada. Lo había pensado mucho y sabia que no sería fácil, pero si posible. Para eso tenía un plan que pensaba exponer a Don justo el papa de Azucena, viudo dueño de la estancia. Lo había repasado mil veces y era lo que correspondía hacer. Tomo la decisión y al día siguiente antes de la tareas bien temprano decidió encarar directamente a su jefe. -Don Justo necesito hablar con usted. -Claro, Adolf vamos a mi oficina, estaremos más cómodos. -Mire don Justo.- Lo cierto es que me enamoré de Azucena, ella me corresponde pero sé que es muy joven y además debo merecerla. -Usted sabe por las muchas charlas que hemos tenido que soy una persona leída y que tengo muchos conocimientos sobre los animales, sus enfermedades y una cultura general que me dieron los libros, entre ellos los de su biblioteca. – Mi pedido don Justo es que me ayude en mi plan. – Se trata de lo siguiente: -Primero debo terminar la formación secundaria. Eso lo puedo hacer en un año rindiendo todas las materias libres. – Solo Necesito que usted convenza al director del colegio Salesiano de Río Gallegos de que puedo hacerlo. Luego que me dé un préstamo, pues deseo estudiar medicina veterinaria en la Universidad de La Pampa. – Se que su hija desea estudiar Ingeniería Agrónoma en La Universidad de Buenos Aires.-Todo este plan mío don justo durará 5 años. – Juro no ver a Azucena en este tiempo. –Si al cabo de este periodo, su hija aun me quiere y yo soy profesional le pediré permiso para pedirle su mano. Don Justo ser quedó en silencio, meditando… Luego de un buen rato se levantó y dijo. Adolf si tú haces todo eso eres más que merecedor de mi única hija.- Te conozco y aprecio mucho –También sabes que te ayudare en todo lo que pueda. Si ella te quiere tanto como para esperar los tiempos que tú mismo planteas…-Es Un trato. –A partir de este momento quedas relevado de toda tarea y abocarte por entero a tu proyecto; que también es el más ambicioso mío. Se dieron con fuerza la mano y comenzó la titánica tarea de Adolf para cumplir su compromiso. Sabía que no tendría grandes dificultades con las materias del secundario, pero necesitaba ayuda mucha por lo irregular del procedimiento. Su Ídolo Don Bosco le había ayudado a diseñar el plan y también le había dado el valor para exponerlo a don justo, así que a la semana siguiente con la fe puesta en el Santo partieron en el Ford A rumbo Rio Gallegos. Adolf esperaba fuera de la rectoría del Colegio Salesiano mientras su patrón y el sacerdote director hablaban… La conversación no duró mucho, pues Don Bosco siempre al lado de los jóvenes, le dio al padre director los argumentos necesarios para que el plan se iniciara. Solo le pidió a don justo que se quedara en el colegio y podría tener allí todas las facilidades. Además le pondría un joven sacerdote muy capaz como tutor. A partir de ahora el plan comenzaba a ejecutarse y de inmediato dijo el padre director. Llamo al joven padre, José su tutor y le dijo que se presentara con los programas de primer año. Todo estaba saliendo más que bien, no solo Adolf rendía las materias en los plazos previstos sino que asombraba a todas las mesas rindiendo con la puntuación máxima. El éxito de Adolf era el de todos así que todos lo disfrutaban. Terminó la formación secundaria con honores. En la misma fecha Azucena terminaba su secundario también. Don Justo los reunió para que afianzaran delante de él y Con Don Bosco como testigo su compromiso. Poco después ambos partieron con distintos rumbos… Pasaron los 5 años y Adolf regresó a la estancia con su diploma en la mano. Azucena le faltaba unos finales para terminar su carrera. Los dio antes de las fiestas y pudo colgarlo en el arbolito de navidad junto al de Adolf. Don justo sugirió que se trataran un tiempo antes de tomar la decisión final… No fue necesario, no bien se vieron, notaron que el amor a pesar del tiempo y la distancia estaba intacto. Se casaron un mes después en la misma estancia. La luna de miel la hicieron allí mismo en ese paraíso natural donde toda la naturaleza viva les sonreía sin disimulo En las navidad siguiente en el gran pesebre que se había armado, el niño Dios estaba muy contento porque había muy cerca de su cuna de paja fresca, un hermoso niño para jugar. Además sabía que pronto vendrían otros y podrían jugar a la divina ronda del amor. Sergio Pellizza