viernes, 9 de septiembre de 2016

CAPÍTULO DOS- EL CHICO Y EL COCODRILO


Bambo le dijo: -No voy a comerte. Si lo hiciera significaría que habría recompensado tu buena acción con malicia. Pero el chico continuó cantando su canción. Cuando finalmente llegaron al río, el muchacho quiso poner al cocodrilo de espaldas, pero Bambo dijo: -Si me dejas aquí de este modo no habrás mantenido tu promesa. Me has traído a través de toda la colina desde donde he estado sin comida durante tres días. Fuiste tú, chico, quien me salvó. Después de hacer tan buena acción, por favor, no me dejes así tan cerca del río. Por lo tanto, el chico introdujo al cocodrilo en el río, hasta que el agua le cubrió la cintura. -Un poco más, un poco más -imploró Bambo. -El agua me llega hasta la cintura -contestó el chico-. Además, no sé nadar. Si realmente deseas que la recompensa no se torne en malicia, deja que te suelte aquí mismo. -Por favor, muchacho, sólo un poco más lejos. El chico continuó unos cuantos pasos más, hasta que el agua le llegó al cuello. -Déjame soltarte aquí -rogó el muchacho. -De acuerdo -contestó Bambo. Lo soltó y luego desató las cuerdas desde la cabeza hasta la cola. Inmediatamente el cocodrilo se dio la vuelta y apresó con sus enormes garras al chico. Tres días de ayuno en el lago seco habían despertado un gran apetito en Bambo. -¿Cómo puedes hacer algo así? -gritó enfurecido y sollozando el chico-. Ya has olvidado tu promesa. -Bien. Debiste pensar que esa promesa no iba muy en serio. Después de todo, estaba atrapado en el lago; pero ahora, si te dejo escapar, no tendré comida. Es un poco desafortunado para ti, pero debes comprender mi situación -expuso Bambo. -Sabía que me comerías -replicó el chico-. Por esto he estado llorando todo el rato. Sabía que recompensarías mi buena acción con malicia. -Pero debo comerte -dijo Bambo- porque estoy hambriento. Y si te dejo escapar, nunca más encontraré una presa mejor. Había un árbol en la orilla del río. El chico dijo al cocodrilo:...CONTINUARÁ