jueves, 27 de octubre de 2016

DOS - EDUCAR PARA LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA


.... La enseñanza de las ciencias sociales aporta perspectivas imprescindibles para el aprendizaje de la participación ciudadana. Por ejemplo, la historia nos ofrece el punto de vista del cambio, desde la comparación entre el pasado y el presente, en cuanto a la génesis, desarrollo y posibilidades de la participación democrática. La geografía nos muestra la construcción, la gestión y la distribución del espacio, el territorio como ámbito de toma de decisiones para la ciudadanía. La enseñanza de la economía es un campo donde podemos aprender cómo se distribuyen los recursos, qué prioridades existen en cada contexto: familiar, local, nacional... La antropología o la sociología nos ayudan a comprender las dinámicas de la participación, de la convivencia, las interacciones, la aceptación de las otras personas, la empatía o la resolución de conflictos. La política y el derecho nos aproximan a la ética de la participación ciudadana, a los derechos y deberes de la ciudadanía, así como al análisis de los conceptos de legal e ilegal o de fronteras territoriales, entre otros. Estas son algunas de las muchas aportaciones que las distintas ciencias sociales pueden hacer a la educación para la participación ciudadana. No cabe duda, pues, de que la enseñanza de las ciencias sociales juega, o debe jugar, un papel fundamental en el aprendizaje de la participación. Y no cabe duda de que a participar se aprende participando, en relación con cuestiones sociales pertinentes y relevantes, ya sea en los centros escolares o en otros contextos, ya sea en un proceso personal de acción directa o a través de la representatividad democrática. El caso es preparar a las niñas y niños, a los chicos y chicas para participar, poniendo en su mano los conocimientos necesarios para tomar decisiones y asumir responsabilidades y proporcionándoles oportunidades de tener experiencias significativas de ejercicio de la participación, un aspecto que podría trabajarse también a partir de las propias dinámicas de funcionamiento escolar y no sólo en el campo estricto de los contenidos académicos. En este marco, el contenido de este libro se articula atendiendo a tres ejes temáticos fundamentales, que constituyen las tres partes de la publicación completa (distribuida, a efectos de edición, en dos volúmenes): I. Problemas del mundo y enseñanza de la participación ciudadana. II. Investigaciones y experiencias innovadoras sobre la enseñanza de la participación ciudadana. III. Formación del profesorado para la enseñanza de la participación ciudadana. I. En primer lugar, en efecto, nos planteamos la necesidad de tener en cuenta los problemas actuales del mundo, ya que la educación no puede permanecer al margen de los mismos. Desde esta perspectiva, una de las mejores aportaciones que puede hacer el sistema educativo, desde sus diferentes ámbitos, es la formación de una ciudadanía auténticamente participativa, que sea capaz de comprender los graves problemas sociales y ambientales de nuestro mundo y de dar respuestas creativas, críticas y comprometidas a esos problemas, desde la implicación y la corresponsabilidad en la resolución de los asuntos colectivos. 15 Esa formación se produce con frecuencia en contextos de educación no formal, pero es importante que el currículum de la educación formal se haga eco de estas necesidades e incorpore estos planteamientos educativos. De hecho, así lo han venido haciendo, sobre todo en las últimas décadas, gran parte de los países europeos y latinoamericanos, no sólo mediante la regulación de unas asignaturas concretas, sino, sobre todo, mediante la inclusión de la perspectiva de educación para la ciudadanía y, más concretamente, de educación para la participación ciudadana como contenido escolar, generalmente bajo el enfoque de la transversalidad. Si embargo, la escuela, como institución, es especialmente resistente a la integración de contenidos no habituales en la tradición disciplinar del conocimiento escolar. La enseñanza de las ciencias sociales para la participación tiene en la tradición crítica una fundamentación que hoy por hoy no ha sido superada. Educar para la intervención social, para el cambio social, para mejorar la convivencia democrática, para promover la igualdad y la justicia social, para denunciar las desigualdades y para defender los derechos humanos. Desde la perspectiva crítica las cuestiones controvertidas de la actualidad o los problemas sociales, que aparecen como los más relevantes de nuestro presente, deberían ser la base para organizar los contenidos del currículo de ciencias sociales. CONTINUARÁ LA INTRODUCCIÓN