Capitulo XXIV
EL DILUVIO
Hablando de cataclismos mundiales, hay algunos que son muy
conocidos, como el Diluvio bíblico por ejemplo. Capítulo XXIII
LA CUARTA RAZA RAÍZ: LOS ATLANTES
A lo largo del tiempo se ha escrito mucho relativo a la Atlántida.
No-obstante, los datos más genuinos que pudieran servir de base ver-
dadera para hacer afirmaciones se han encontrado de manera tan dis-
persa y fragmentada, que no es posible darles la Habilidad que seria
de desear. A pesar de todo, y partiendo de lo que sigue, el lector
podrá sacar sus propias conclusiones.
El día 7 de junio del año 8498 antes de Cristo, se hundió la
Atlántida. Ese es el día que algunos autores señalan como fecha en
que ocurrió la gran catástrofe, fecha que coincide, de modo muy
aproximado con el principio del calendario maya. Como puede supo-
ner el lector, no sabemos cómo se llegó a dar con tanta exactitud esa
fecha. Pero aunque podría ser solamente una especulación, en todo
caso tal vez llegue a servir a la ciencia para buscar, y quizá, con un
poco de suerte, para localizar algún fenómeno que necesariamente
debe .de haber sido de gran trascendencia.
Diego de Landa escribió en el año 1566 que los mayas señala-
ban como principio de su cronología el año 3113 a.C., pero agregaba
que antes de esa fecha ya habian vivido como raza y como pueblo
5125 años. ¿Por qué hicieron esa división del tiempo en su vida los
mayas?
Dicha división del tiempo en la vida de los mayas está insinuan-
do que vivieron una vida normal durante el primer período de 5,125
años y que luego sucedió algo que los obligó a empezar de nuevo la
cuenta de su cronología. Resulta muy interesante encontrar que, (241)
sumando los 5,125 anos a los 3,113, obtenemos la cifra 8,238, que es
justamente el final exacto de la constelación zodiacal de Cáncer y el
principio de la constelación de Géminis, a la que se alude en otra par-
te de este libro cuando se habla de ffunab Ku e Ixbalanqué como dio-
ses buenos visibles en el cielo. Recuérdese que esos dioses buenos
aparecieron al final de! desastre que obligó a ¡os mayas a emigrar a
tierras desconocidas.
La fecha 8,238, que figura en el zodíaco incluido en este libro,
fue sacada por los grados con que aparece en el Ecuador Celeste y no
por cuadrantes a la manera astrológica. Es por lo tanto un dato de
suma importancia.
Abundando en las coincidencias imposibles de explicar, si agre-
gamos a los 8,238 años de la vida de los mayas el tiempo transcurrido
de la era actual, llegamos a más de 10,000 años, que admirablemente
vienen a equivaler a la época consignada por el Zodiaco de Dende-
rah. En una palabra: hay completa concordancia entre los fecha-"
míenlos mayas y egipcios, lo que hace pensar que ambos pueblos
sufrieron las consecuencias de un mismo cataclismo, probablemente
en una misma región, que supuestamente fue A llántida.
El Popol Vuh, como ya varias veces se ha dicho en este libro,
habla de un cataclismo que obligó al pueblo maya —y seguramente a
muchos otros pueblos— a trasladarse a otro sitio, C entroamérica,
región que les resultó ser desconocida hasta en sus frutos. Asimismo,
la- insistente afirmación de que ia catástrofe ocurrió hacia donde el
Sol se levanta, sugiere que el cataclismo que hizo desaparecer la tie-
rra donde antes vivieron ocurrió precisamente en el océano Atlántico.
Todas las referencias están señalando hacia la desaparecida Atlánti-
da, considerada hasta hace poco tiempo por los escépticos como
mera leyenda.
Y hablando de escepticismo poco o nada fundamentado, los
exploradores y arqueólogos Dimitri RabikofT y Manson Valentine
descubrieron hacia el ario 1972 en el fondo marino de la plataforma
de las/islas Bimini, de las Bahamas, a más de 500 metros de profundi-
dad, varios restos de muros pertenecientes a construcciones diversas y
un dique de alrededor de 300 metros de largo. (242)
Los científicos de la Universidad de Miami que estudiaron el
hallazgo, sugirieron que todas esas huellas de trabajo humano corres-
pondientes a una cultura muy elevada, revelan una antigüedad que se
remonta a 8 ó 10,000 años. Tales fechas coinciden plena y absoluta
mente con [a antigüedad de los mayas según su propia cronología y
coinciden también con ¡as otras fechas antes dadas: el repentino des-
pertar de los súmenos en la Mesopotamia, la llegada de los primeros
faraones a Egipto y la época en que ocurrió el hundimiento de la
Atlántida.
Finalmente, estando este libro para ser entregado al editor, los
periódicos informaron escuetamente que se acababan de descubrir los
restos de una gran pirámide en el fondo del Atlántico. La noticia no
agregaba más detalles pero existe el proyecto de una exploración sub-
marina para confirmarla. Habrá que esperar algún tiempo para co-
nocer los resultados finales, pero desde ahora podemos asegurar que
el informe no dejará muy boyantes a los escepticos gratuitos.
Thoth - Hermes Trismegisto
Thoth, según dice el Libro de los muertos egipcio, llegó a Egipto
en una embarcación, procedente de una isla lejana de Occidente: por
eso se le conoce también -como Señor de más allá de los mares, y
también como Guardián de las tierras. Según esa tradición, Thoth
abandonó su lugar de origen cuando la luz del sol se oscureció. Pode-
mos pensar en un probable eclipse; pero más probablemente en una
erupción volcánica tan gigantesca, que las nubes de humo y ceniza
impidieron el paso de la luz solar durante largo tiempo. Obsérvese
que algo muy semejante aparece'en el relato del Popol Vuh.
Según L. Filipoff, sabio astrónomo argelino, existen datos en
viejos escritos egipcios, correspondientes a las dinastías V y VI, en los
que Thoth se encuentra muy estrechamente relacionado con el signo
astrológico de Cáncer. Se ha deducido de ahi que el viaje de Thoth
debió de ocurrir en el equinoccio vernal, cuando estaba Cáncer como
signo vigente, o sea, en el año 7256 a. C. Serían en !a actualidad más
de 9,000 años, fecha que de nuevo coincide con el Zodíaco de Dende-
rah. (243)
Otro dato importante sobre e! mismo tema lo proporcionó en el
siglo IV a.C. Jámbilo de Alejandría, quién afirmó en algunos de sus
escritos que los 42 libros sagrados conservados por los sacerdotes
egipcios fueron originalmente escritos por Thoth.
Estaban divididos en dos grupos principales: 36 relataban la his
toria y el grado de cultura a que se había llegado hasta esos días, y los
seis libros restantes se referían exclusivamente a los altos conocimien-
tos filosóficos y científicos en que se encontraban.
Imaginemos por un instante que Tholh haya salido déla Atlánfí-
da, ¿no saldrían también de allí Quetwicóatl, Viracocha, el gran per-
sonaje del Perú y Krishna, el gran filósofo cuyas enseñanzas han lle-
gado hasta nuestros días absolutamente vigentes? ¿Fueron todos esos
grandes maestros un mismo ser pensante que de alguna manera pudo
recorrer el mundo en el transcurso de una vida, o fueron tal vez
varios que de alguna manera y en tiempos distintos vinieron al mundo
a dejar sus enseñanzas?
Hermes Trismegisto y Thoth están ya identificados como una
misma persona. Se dice que, al llegar a Egipto, enseñó a los nativos
artes, ciencias, filosofía, religión, escritura, matemáticas, astronomía,
música, medicina, metalurgia, etc., de modo muy semejante a lo que
hizo Quetzalcóatl o Kukulkán en América y Krishna en India.
Thoth, según la leyenda egipcia, esculpió la Tabla esmeralda
antes de emprender su regreso al reino de los dioses, Pero prometió
volver, exactamente como también lo prometió Quetzalcóatl.
En la mitología griega se encuentra también a! dios Hermes grie-
go, mensajero de !os dioses, muy posterior ai Hermes egipcio y que
presenta muchas de las características de éste.
Hermes Trismegisto o Tholh dijo:
"Lo que está arriba es igual a lo que está abajo, y lo que está abajo es
idéntico a lo que está arriba, todo, para realizar las maravillas del
Único. Puesto que todas las cosas existen debido a la voluntad del
Único, tienen consecuentemente su origen en la cosa Única,"
Seguramente habrá notado ya el lector la admirable coinciden-
cia que este tan antiguo pensamiento tiene con las más modernas (244)
concepciones científicas referentes a la unidad de la materia, al menos
dentro de la dimensión de la velocidad de la luz. Cabe suponer que un
concepto tan avanzado solamente pudo haber sido expresado por
alguien procedente de una cultura incluso mejor a la que hoy, en ple-
no final del sigio XX estamos viviendo.
En consecuencia, todo lo relativo a Thoth o fiermes Trismegisto
hace pensar en un personaje superior, procedente de alguna región
muy apartada de Egipto. ¿.No habrá tenido su origen en la legendaria
Allántida?
De los «Diálogos» de Platón
Ya se dejó dicho en Dramáticas Profecías de la Gran Pirámide,
que en Egipto existió el oro en cantidades importantes, sin que hasta
hoy se hayan encontrado las minas de donde fue extraído. ¿De dónde
provino ese oro?
Pues bien, veamos lo que se dice en los Diálogos de Platón:
"... De Atlas, rey de la Atlántida, surgió, pues, una estirpe numerosa
y muy considerada y, como de costumbre, el más anciano de la fami-
lia transferia el dominio al más viejo de los descendientes. Así fue
como estos llegaron a reunir en aquel lugar, a través de muchas gene-
raciones, tal cantidad de riquezas como jamás se habían visto acumu-
ladas en reino alguno ni se venan en el porvenir, pues andaban pro-
vistos de todo cuanio necesitaban en la ciudad y en el resto del pais.
Mucho de ello les era enviado desde el exterior como tributo al sobe-
rano; pero la mayor parle de lo que era necesario para el sustento era
producido por la propia isla. sobre todo lo que se refiere a metales, los
-•cuales eran extraídos de las montañas de la tierra, ya fueran sólidos o
fusibles (¿mercurio?), y entre aquella especie de metales que ahora
sólo se recuerdan por su nombre, estaba el bronce, que se encontraba
en muchas partes de la isla y que, después del oro, era lo más aprecia-
do para aquellos hombres…”
En otra parte de los mismos Diálogos, Platón dice:
«... El templo de Poseidón (Neptuno) tenía la longitud de un estadio.
tres plétoras de ancho e igual altura, mientras la propia imagen del (245)
dios tenia un aspecto algo bárbaro. Todo el templo estaba revestido
de plata, excepto sus cúpulas que lo estaban de oro. En su interior
podian admirarse el techo de marfil con adornos de oro, plata y bron-
ce, mientras todo lo demás, las paredes, las columnas y el suelo lo
estaban de bronce. En su interior se elevaban esculturas de oro, tam-
bién era de ese metal el dios que estaba representado de pie sobre un
carro tirado por seis hipó grifos conducidos por él.»
Poseidón fue un dios griego conocido también con el nombre
latino de Neptuno. Se ha insistido mucho que en realidad fue un rey
de carne y hueso cuyo trono estuvo en Atlántida y que vivió hacia el
año 9900 a.C., o sea, en plena era de la constelación de Leo. Dato
que coincide también con el Zodiaco de Denderah y corresponde al
segundo símbolo de la Gran Esfinge.
Esta parte del diálogo nos habla claramente de la existencia de
una bien establecida organización social, politica y económica, una
industria metalúrgica bastante desarrollada, en la que se trabajaba
abundantemente el bronce, la plata y el oro, así como otros metales
cuyos nombres no se mencionan, pero que se insinúan como metales
de menor importancia.
El relato demuestra que estaban familiarizados con gran parte
de África, puesto que en sus templos abundaba e! marfil, y hasta
podría ser que estuvieran en África los pueblos que les pagaban tribu-
to, según dicen los propios diálogos.
Estas consideraciones hacen pensar que, en el caso del hundi-
miento repentino de la Atlántida, los náufragos no caminaron a la
aventura ciegamente, sino que pisaron sobre brechas ya bien conoci-
das, aunque tal vez enfangadas.
Y si existían ya tan grandes monumentos en Atlántida, es fácil
entender que lograran proyectar y construir en poco tiempo otros
monumentos del tipo de la Gran Esfinge y la Gran Pirámide, con
toda la sabiduría que contienen.
Casi a continuación del texto transcrito anteriormente encontra-
mos lo siguiente:
“... tenían unas fuentes de cuyas aguas calientes y frías, debido a su
espléndido caudal y a las magnificas cualidades que las hacian mara-(246)
villosas para su utilización, hacían uso una vez abastecidas de ellas
los edificios y los campos que los rodeaban y que eran adecuadamen-
te regados, quedando aún caudal suficiente para llenar los depósitos
dispuestos en parte a cielo abierto y en parte en piscinas bajo techo
para permitir tomar baños calientes en invierno, situando aparte las
piscinas reales...»
Esta parte de los Diálogos nos habla de una muy avanzada
organización social, asi como de la existencia de edificios propiamen-
te dichos, y no de chozas primitivas; todo ello implica urbanización
debidamente programada.
Además, y complementando muchas ideas respecto de la Atlán-
tída, leemos que habia aguas calientes de magnificas cualidades, que
sugieren la cercanía de una zona volcánica productora de aguas
termales. Esta geografía volcánica explicaría implícitamente la repen-
tina desaparición de Atlántida en un día y una noche. Y si se desea
entender mejor el problema, bastará con leer lo que sucedió con la
isla Krakatoa en el año 1883, cuando estalló el volcán produciendo
marejadas en casi todas las costas del mundo y ondas vibratorias en
toaos los sismógrafos entonces existentes. Si esto ocurrió tratándose
de una isla tan pequeña, ¿qué sucedería en el caso de un volcán varias
veces mayor que el Krakatoa, o tal vez varios volcanes cercanos
entre sí y todos en actividad?
En el relato anterior se habla de piscinas bajo techo, a fin de
poder tomar baños calientes durante el invierno. Esto sugiere por lo
menos dos hipótesis igualmente posibles:
a) Que aquella ciudad no estaba en tierra baja cercana al nivel
del mar, sino a muchos metros por encima de ese nivel,
quizá en región montañosa.
b) Al hablar de invierno, implícitamente se está hablando de
frío y de estaciones del año. Es decir, que no se encontraba
en las cercanías del Ecuador, sino muy hacia el hemisferio
norte, en donde las estaciones del año son perfectamente
definidas. Y efectivamente, más adelante el propio diálogo,
sin aparente contacto con lo precedente lo aclara todo
diciendo: (247)
"... Ante todo, el conjunto del país parece que no era muy elevado,
surgiendo abruptamente del mar y toda la llanura alrededor de la ciu-
dad, rodeada de montanas, que extendían sus laderas hasta aquél...»
Para cualquier mente un poco analítica y lógica, tantas confir-
maciones y coincidencias dentro de un mismo relato en comparación
con otros relatos completamente distintos, tienen todas las caracterís-
ticas de la verdad, de una realidad vivida, que si no la consideramos
histórica por no haberse escrito como entendemos debe escribirse la
historia, igualmente pudo haber sido real y susceptible de llegar a
confirmarse.
Y ahora viene algo que los escépticos llamarían simple casuali-
dad a falta de mejor explicación: el paralelo 30 en que está situada la
Gran Pirámide y que pasa entre México y Estados Unidos de Nor-
teamérica, casi como frontera, reúne precisamente las condiciones de
clima a que se refieren los Diálogos de Platón. En ellos también se
cuenta que cuando Solón visitó la ciudad egipcia de Sais, los sacerdo-
tes egipcios le dijeron:
«... vosotros los helenos, no tenéis herencia, porque los cataclismos
arrasaron las herencias..."
Esta frase demuestra que los egipcios conocían la historia y tra-
gedia de los griegos o helenos, seguramente debido a que vivieron en
un mismo continente que fue destruido parcialmente. Quizá eso obli-
garía a los egipcios a emigrar llegando entonces el primer faraón al
Alto Nilo con un estado constituido.
Más adelante se lee:
«... ciertas perturbaciones en el movimiento de los Cuerpos Celestes
ocurren periódicamente causando las destrucciones…''
Obsérvese que habla de Cuerpos Celestes, no de dioses. Seme-
jante afirmación implica conocimientos astronómicos, tal vez sin
intervención religiosa y demuestra que aquella gente conocia que los
trastornos de nuestra Tierra tienen su motivación en los cuerpos
celestes. De este modo resultaría lógico suponer que tuvieran un pla-
no astronómico que incluyera el zodiaco, tal como aparece esculpido
en la piedra Zodiaco de Denderah. (248)
La última parle del relato se refiere a unos 10,000 años a. C.,
coincidiendo así con la época de la constelación de Virgo, primer sím-
bolo de la Gran Esfinge. Como se verá más adelante coinciden tam-
bién con las descripciones de dicho relato los recientes hallazgos sub-
marinos en ei Atlántico, lo que no puede ser simple casualidad.
Otra confirmación más está en los escritos de Proclus, quien
relató que un griego llamado Krantor viajó igualmente a Sais, en don-
de los sacerdotes le mostraron ciertas inscripciones en un templo,
coincidentes y similares con la versión antes proporcionada a Solón.
Independientemente de estos datos antiguos, los arqueólogos
modernos encontraron en Egipto un papiro de la segunda dinastía —o
sea, unos 3,000 años a. C.—, que habla de una expedición enviada al
Atlántico en busca de la tierra de los antepasados. En realidad, cuan-
do salió esta expedición todavía no habían transcurrido muchos años
después de Menes, el primer faraón; de manera que tal vez se la pue-
da considerar como expedición de rescate. Esto quiere decir que la
Atláníida se había hundido por etapas. En tal caso, dicha expedición
de rescate pudo encontrar restos de la población, refugiados en distin-
tos sitios, lo que explicaría de manera natural la presencia de los
sabios que durante la tercera dinastía prepararon los proyectos y pla-
nos para construir las primeras pirámides y esculpir la Gran Esfinge.
Esto mismo ya se insinúa en el libro Dramáticas profecías de la
Gran Pirámide. Ahora solamente estamos insistiendo en la probabili-
dad de que en las cercanías del paralelo 30, o entre éste y el 20, a su
paso por el Atlántico, se halle el sitio aproximado donde estuvo la
Atlántida o algunas de sus ciudades importantes, antecedente de los
egipcjos y de los griegos. En esa región deberían efectuarse las inves-
tigaciones, pues tal vez por allí esté la ciudad con sus templos de pla-
ta. oro y bronce.
De esta manera quizá se esclarezcan viejos misterios que hasta
hace poco tiempo se creyeron mitos y leyendas.
Opiniones diferentes y a la vez coincidentes
Cada vez que se han descubierto vestigios de culturas en algún
fondo marino, en seguida se ha pensado que eso pudo haber sido la (249)
Atlántida. Por supuesto, los escépticos inmediatamente contradicen y
hasta llegan a negar lo evidente.
Se han encontrado huellas de culturas desaparecidas en casi
todos los mares. Entre las más recientes están las del mar Egeo, entre
Grecia y Egipto, de las que se dijo en un principio que pudieran ser
restos de una ciudad de Atlántida.
Después, Jüngen Spant, al descubrir huellas de lo que fue una
ciudad hundida en las cercanías de la isla Heligoland, en el Mar del
Norte, supuso haber encontrado la Atlántida.
Por nuestra parte, a la vez que diferimos con cada una de estas
opiniones en particular, coincidimos en el conjunto, o sea que lo
encontrado, algo tuvo que ver con Atlántida, ya que no se debe
suponer que el fenómeno que produjo el hundimiento fuera tan loca!
y de extensión tan reducida, que no afectase más que a los propios
habitantes de su isla. Es de suponer que un cataclismo capaz de hun-
dir una gran isla posiblemente de la superficie de Australia, tuvo qu&<
sacudir a todo el mundo, produciendo resquebrajamientos y desnive-
les capaces de alterar fundamentalmente la geografía del mismo,
Todos esos hallazgos en ios fondos marinos ponen al investigador
frente a la insoslayable realidad de un tremendo cataclismo.
Un ejemplo perfectamente posible puede dar ideas: hoy conoce-
mos un continente llamado América que va desde Tierra del Fuego
hasta Canadá y aún más al norte. Supongamos (sin desearlo) que un
cataclismo, provocado por el Cinturón de Fuego que corre paralelo a
la costa del Océano Pacífico y que ha venido produciendo tantos sis-
mos, quebrara y hundiera las partes débiles del continente, por
ejemplo, Panamá, Nicaragua, .Tehuantepec, California, etc. Un
cataclismo asi dejaría mera del agua porciones de tierra más o
menos alejadas entre si; pero a la vez tendría serias repercusiones en
todo el mundo.
Pues bien, pasan los siglos y milenios, y entonces vienen los
escépticos —que siempre los ha habido— y no aceptan que América
haya existido toda unida, ni admiten que a ninguna de las islas exis-
tentes —una parte de California, de Panamá, o de Nicaragua, ponga-
mos por caso— se las deban considerar de origen americano. (250)
Algo similar a lo imaginado en este ejemplo ocurre con Atlán-
tida.
Los Diálogos de Platón dicen que Atlántida
»... tenia una extensión superior a Libia y Asia Menor juntas..."
Una extensión, por tanto, quizá superior a la de Australia. No
obstante, los escépticos quieren aplicar ese nombre a una extensión
del tamaño de un estadio deportivo.
Atlántida dio la cultura que produjo la Gran Pirámide
Solón, uno de los siete sabios de Grecia, vivió desde el año 640
al 559 a- C. y fue tío de Platón, cuyos famosos Diálogos parecen des-
pejar la incógnita del origen y procedencia de la gran cultura que fue
capaz de concebir y construir la Gran Pirámide y la Gran Esfinge, de
esculpir el Zodíaco de Denderah, y de levantar la Pirámide de Sakara
y otros monumentos de época prehistórica. El texto que sigue tal vez
nos oriente y ayude a descubrir y entender mejor el asunto.
«... En esta isla de! Atlántico había un reino inmenso y admirable que
no sólo dominaba sobre la parte de aquella tierra firme; también ejer-
cia su soberanía sobre las tierras de Libia hasta Egipto y Europa has-
ta el mar Tirreno.
Esta gran potencia trató una vez de someter tanto vuestra nación
como la nuestra y cuanto se hallaba a la parte de acá del estrecho,
para lo cual emprendió una atrevida expedición guerrera. Fue enton-
ces, ¡oh, Solón! cuando vuestro pueblo hizo patente todo su poder
dejando admiradas a las gentes por su valor y por su energía- Pues
excediendo a todos en bravura y en capacidad guerrera, puesto a la
cabeza de todos los helenos, aleccionad" por la caída de todos los
demás, solo y viéndose en inmenso peligro, por una parte derroto al
enemigo alcanzando señaladas victorias y por oirá impidió que los
pueblos que aún no se habian sometido lo fueran. Y a los demás que
vivian dentro de las fronteras heraclicas les dio. sin emidia, la liber-
tad. Pero mas tarde, cuando se produjeron inmensos terremotos y
unas grandes inundaciones en el transcurso de un solo y aciago día y
una noche, sola toda la numerosa y aguerrida generación de vuestro (251)
pueblo quedó sepultada en tierra y también desapareció Atlániida
hundiéndose en las profundidades del mar. Por esto el mar en aque-
llas regiones no es hoy en dia navegable, no siendo posible que lo
atraviesen las naves porque lo impide el lodo que dejó la isla al hun-
dirse y que alcanza una gran altura.
No quiero ocultarte, ¡oh Solón! —y no sólo para darte gusto a t¡ y a
vuestro estado y al nuestro, educándonos y elevándonos— que el
vuestro (estado) se constituyó unos mil años antes que el nuestro,
después que las estirpes de Gea y Hefesto fuesen recibidas por voso-
tros mucho antes de que lo fueran por los nuestros.
Para la fecha de esta fundación figura en nuestros libros sagrados la
cifra nueve mil años. Asi, pues, de vuestros ciudadanos que vivieron
hace unos nueve mil años, dentro de poco te explicaré las leyes y las
más notables hazañas que realizaron,..»
Siguiendo con los Diálogos de Platón, encontramos que Critias
decia:
«... Pero algo tenemos que advertir someramente antes de empezar
nuestro relato a fin de que no os cause extrañe¿a el oir mencionar
vuestros nombres helénicos por los hombres bárbaros; escuchad,
pues. el origen de este hecho; Solón, al investigar el significado de los
nombres —pues pensaba utilizarlos para su poema—, descubrió que
los primitivos egipcios, al registrar en sus anales aquellos nombres,
los habian traducido a su idioma. Y precisamente esta traducción
obraba en poder de mi abuelo y ahora en mi poder.
Asi también, referia que Poseidón (Neptuno) habia recibido la isla
Atlantida. Este dios permitió que la descendencia que tuvo con su
mujer mortal se estableciera en un lugar de la isla Atlántida, que ofre-
cía las siguientes características: era una isla, en cuyo centro habla
una llanura que seguramente era la más hermosa y fértil jamás cono-
cida. En sus proximidades, pero también hacia el Sentro, a unos 50
estadios (10 kilómetros) de distancia, habia una montana que caía
por todos lados en suaves pendientes. En ella vivíó uno de los prime-
ros hombres de la Tierra, que habia nacido allí...»
:
Los textos transcritos y otras citas que aparecen en tos Diálogos
de Platón, confirman que tanto Grecia como Egipto fueron invadidos
y fuertemente influenciados por la cultura y tal vez hasta el lenguaje
de los atlantes. En efecto, es harto sabido que los sacerdotes de la dio-(252)
sa Neith, de Sais, la protectora de la sabiduría, revelaron a Solón que
sus archivos se remontaban a millares de años, en los que se hablaba
de un continente ya perdido que estuvo más allá de las Columnas de
Hércules (Gibraltar) y que fue engullido por los mares hacia el año
9560 a. C. o sea. hace ahora unos 12,000 años.
Es verdaderamente admirable la persistente coincidencia en el
tiempo de tan dispersas referencias al mismo asunto. Las diferencias
en años que se pueden notar, son en verdad insignificantes, y bien
podrían deberse a errores en los cálculos. Todos los datos recogidos
en lugares tan apartados unos de otros, en el tiempo y en e! espacio,
redundan en fechas muy aproximadas unas de otras, lo cual revela
que en esa época verdaderamente sucedió algo muy importante que
afectó a toda la humanidad.
De los textos de Platón se desprende que Poseídón, posterior-
mente dios griego, fue en realidad un rey de Atlániida que vivió hacia
el año 9650 a. C. En la actualidad señan casi 12,000 anos. Esta fecha
es importante porque se deduce de un texto de procedencia griega,
que vendría a apoyar todo lo encontrado en Egipto.
Como se dijo antes, en el relato hecho a Solón se habla de una
gran cultura. Desde luego, un Zodiaco tan perfectamente esculpido
como el Zodíaco de Denderah necesariamente requería una gran cul-
tura previa, asi como un instrumenta] de primer orden para grabar los
detalles y calcular la posición de las estrellas en el cielo y también ver-
dadera sabiduría para expresar y perpetuar símbolos tallando la Gran
Esfinge o determinando un matemático y completo simbolismo astro-
nómico construyendo la Gran Pirámide.
Conclusiones:
a) Toda la cultura prehistórica de Egipto tuvo su origen y se
desarrolló en una primera etapa en Atlántida.
b) Un “dios”, entendiendo como tal a un ser llegado del espa-
cio exterior, se unió en matrimonio con una mujer terrícola, (253)
de cuya descendencia nacieron los reyes, el último de los
cuales sería Poseidón (rey dios).
c) El sistema hoy conocido como astrología nació enAtlátfi-
da tal vez hace más de 20,000 años.
d) El hundimiento de la Atlántida debió producirse hace
11,500 o 12,000 años.
e) Como consecuencia de uno o varios gigantescos cataclis-
mos ocurridos en la Atlántida, se produjeron éxodos: en
uno de ellos los atlantes irían a Egipto; en otro a Sumeria; ,
en otro tal vez a Grecia. En alguno de ellos quizá llegaron
hasta Centroamérica.
Época moderna
Heinrich Schliemann, arqueólogo alemán, que vivió de 1822 a
1890, se hizo famoso por sus descubrimientos de las ruinas de Troya.
Durante muchos años la existencia de Troya habia sido tenazmente
negada por los eruditos, pero Schiiemann la encontró. Pues bien, el
siempre creyó que asi como se negó tanto tiempo el relato de Horne-
ro, no obstante estar basado en la realidad, asi también se insistiría en
negar el relato de la Atlántida, al que se consideraba producto de
imaginación y la leyenda.
La opinión de Schliemann no fue gratuita y sin fundamento puei
dijo haber encontrado en San Petersburgo un papiro, cuya antigüe-
dad se remontaba por lo menos a 3,350 años a- C., correspondiente a
la dinastía tal vez del faraón Sent. Según dicho papiro, el faraón Sent
habia enviado una expedición a buscar nada menos que el siüo donde
antes estuvo Atlántida, ya que la reconocía como «madre patria de
Egipto».
Schliemann afirmó que ni los egipcios ni los mayas fueron nota-
bles navegantes, y por tanto, ninguno de los dos pueblos en aquella
época pudieron atravesar el Atlántico en viajes regulares. No obstante,
las similitudes que a su juicio existen entre las civilizaciones y culturas
egipcia y maya son tantas, que es muy razonable considerar a los dos
pueblos como procedentes de un mismo origen geográfico y quizá has-
ta genético, o sea que ambos grupos étnicos parecen pertenecer al mis-
(254)
mo árbol genealógico. Esto podría entenderse si alguna vez el continente
africano y el americano hubieran estado unidos, o por lo menos muy
cercanos entre si, o quizá unidos por delgadas franjas de tierra o por
archipiélagos que permitieran el fácil traslado en las embarcaciones de
aquella época.
A nuestro juicio y ajuzgar por los muelles recientemente descu-
biertos en el Atlántico, cerca de las islas BÍraini, como ya se dijo en
otro capitulo, los barcos atlantes no parecen haber sido pequeños. De
modo que aunque solamente haya habido navegación de cabotaje
debió tener cierta importancia.
En el libro Dramáticas profecías de la Gran Pirámide hicimos
referencia al hecho de que en el Atlántico, por donde pasa el cable
submarino, el fondo del mar parece estar emergiendo y noticias más
recientes confirman que viene apreciándose este hecho desde hace
más de 18 años. ¿Qué está sucediendo realmente en esa región? Asi-
mismo, hay muchas opiniones sobre que la isla de Puerto Rico fue en
otro tiempo un fondo marino que emergió, pero que ahora parece
estar hundiéndose de nuevo, y esto es tan notable que se aprecia a
simple vista de año en año. Puerto Rico está muy cerca del paralelo
30 al que se refiere la localización de la Gran Pirámide.
Proporcionando mayor información al respecto, el autor guate-
malteco Batres Jáuregui, dice en su libro La América Central ante la
Historia
"... el más trascendental fue el hallazgo de un gran jarro de bronce
que contenia medallas, monedas, piezas de barro y objetos de hueso
fósil, que reproducían las encontradas en el bronce que se halló en el
tesoro de Priamo. Los vasos de Centroamérica eran incuestionable-
mente de la misma mano de obra que los descubiertos en Troya.”
En dicho libro se lee que todos esos objetos fueron sometidos al
análisis químico y a otros exámenes científicos, resultando ser todos
del mismo barro, que por cierto no era de Fenicia ni de la América
Central. Los utensilios metálicos contenían una aleación de platino,
aluminio y cobre, combinación nunca encontrada en alguna otra par-
te. (255)
A su vez, el profesor Schliemann se refiere a esto mismo en sus
escritos, lo cual permite concluir que los antepasados de los egipcios
llegaron al país de las pirámides llevando consigo la sabiduría y
muchos elementos de su tierra nativa, que se supone fue la Attántida.