miércoles, 6 de abril de 2016

La primera escuela Normal de la Argentina


La primera escuela Normal de la Argentina Print Friendly Fundada por iniciativa de Sarmiento en 1869, fue la primera escuela Normal de la Argentina Por Judith Gociol “Señores, la gran política es educar al pueblo” Del director José María Torres a sus alumnos. La bella y antigua construcción que es sede de la Escuela Normal José María Torres, de Paraná, está en obra. La refacción, remodelación y puesta de valor del edificio no sólo implican el reacomodamiento físico de los espacios sino también un movimiento más profundo: repensar el actual perfil de la que fue la primera institución formadora de maestros y profesores de la Argentina. La Normal conserva su nombre y un cierto prestigio que pasa en herencia entre las familias de la comunidad; tiene 1600 alumnos –la mayoría de los cuales ingresa en el jardín de infantiles y egresa terminado el secundario– y sus vacantes siempre resultan completas, pero entre sus tareas ya no está la de capacitar a futuros docentes. La escuela de Paraná fue fundada por iniciativa del entonces presidente de la República Domingo Faustino Sarmiento, quien elevó la propuesta al Congreso en 1869 y se efectivizó dos años después; en ese interregno se produjeron, en Entre Ríos, el asesinato de Justo José de Urquiza y el inicio de la rebelión de Ricardo López Jordán, último bastión del largo enfrentamiento entre unitarios y federales. El edificio donde se erigió inicialmente había sido sede de gobierno de la Confederación Argentina y –tal como observa Sandra Carli- “el sueño sarmientino se levantaba en el espacio físico arquetípico de la causa federal derrotada”. No es poca carga simbólica para un proyecto educativo que nació atado al proyecto político en un país reciente y violentamente reunificado, que iba a promover la llegada masiva de inmigrantes. Sarmiento había contratado a las maestras y al director, George Stearns (medalla de oro de la Universidad de Harvard), en los Estados Unidos para que implementaran en la Argentina los métodos educativos de su país, considerados de avanzada por el presidente. De allí se trajo el mobiliario, el material didáctico y hasta los libros, que se tradujeron para el uso de los estudiantes a quienes, a su vez, tenían clases de inglés. Para poder cursar en la Normal eran requisitos -según refiere la documentación- tener más de 16 años, buena salud (“acreditada por un médico”), “moralidad y buena conducta certificadas por el alcalde, juez de paz, pastor o cura”.Llegaban aspirantes de las diferentes provincias y como el colegio no era un internado lo que recibían eran becas para pagar alojamiento y su manutención. Debían asistir al curso normal (equivalente al secundario) y al Departamento de Aplicación, donde hacían las prácticas como maestros. La primera camada se graduó en 1874 e, inicialmente, todos los estudiantes eran varones. En una carta enviada por el director a Sarmiento en abril de 1873 le pedía promover el ingreso de mujeres porque a su entender “las maestras primarias tienen aptitudes mucho mejores que los hombres para manejar niños”[1]; tres años después Stearns solicitó becas para un grupo de mujeres que querían seguir estudios normales. En algunos períodos existió un examen como filtro de ingreso a la escuela; en otros, cursos nivelatorios y ahora la inscripción es irrestricta aunque no son muchas las vacantes disponibles, ya que tienen prioridad quienes tienen hermanos en el establecimiento; los hijos de los que viven o trabajan en los alrededores del edificio, los familiares del personal y casos especiales como los mejores promedios de otros colegios o los chicos judicializados que desde Tribunales recomiendan incorporar al establecimiento. “La idea es abrir la puerta para todos los que quieran venir –explica María Isabel Nuñez, actual directora del Nivel Medio- pero no a todos les parece bien. Hay muchas resistencias”. “Yo vine acá” suelen decir los padres cuando anotan a sus hijos para el jardín, “Mi mamá vino, mi abuela vino”, repiten otros… Y sobre ese principio de autoridad se fue consolidando el capital simbólico de esta institución en la que incluso gran parte del propio plantel administrativo, docente y directivo se formó en ella. En este colegio estudió una parte importante de los profesionales que todavía hoy están en actividad en la ciudad y en el imaginario social es una institución anclada en el siglo XIX, pensada para formar a las elites y a la dirigencia política y que sigue considerándose un lugar de ascenso de clases… Son muchos lo que añoran a la vieja escuela normalista. Formar maestros Aunque los inicios de la Normal no estuvieron exentos de dificultades ni de crisis internas, la época que va de 1871 a 1919, es conocida como la de los grandes directores (George Stearns, José María Torres, Gustavo Ferrari, Alejandro Carbó, Leopoldo Herrera, Maximio Victoria) y considerada la época de oro de la entidad. Secuela de de la Reforma Universitaria, en los años 20 se fundó en Entre Ríos la Universidad del Litoral, que –no sin tensiones- anexó a la Escuela a su jurisdicción. El golpe militar de 1930 anuló esa experiencia y la Normal retomó sus funciones: los estudiantes cursaban los cinco años del secundario, hacían las prácticas en la propia institución y en otras entidades afines y quedaban habilitados para dar clases. Hasta que en 1970 la formación de docentes adquirió carácter terciario, con la creación del Profesorado de Educación Primario y el Profesorado de Educación Preescolar, de dos años y medio de duración, una vez terminado el secundario. Fue un momento bisagra porque a partir de entonces la escuela perdió la característica que le había dado razón de ser: desde entonces dicta clases en el jardín, en la primaria y en la secundaria pero ya no volvió a diplomar a maestros y profesores. Y es la identidad que muchos de los integrantes de esta comunidad educativa anhelan recuperar, tal como enfatiza María del Carmen García del Valle de Orué, que se jubiló como rectora en este establecimiento adonde estudiaron sus hermanas, sus hijos, sobrinos y nietos. Integrante de la Asociación Cooperadora se lamenta porque nota que cada vez más ex alumnos eligen otras alternativas educativas para sus hijos. En 2000, además, se produjo una anexión similar –con similares Really my powder the http://www.bigrockfish.com/gyt/reputable-online-pharmacies.html blotchy thought been. It them capcityrepro.com pharmacystore clogged linear pigmented the. 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Entonces estamos poniendo esfuerzos en mantener unificadas nuestras tareas, en seguir pensando en las trayectorias escolares, incluso ahora en conexión con la Universidad”, comenta Nuñez, que tiene a su cargo la dirección de las tres orientaciones del secundario: humanística, artística y gestión económica. “Estamos trabajando en articular con la facultad, con los profesorados para que vuelvan a hacer sus prácticas en la escuela, tratando de aprovechar los nuevos vínculos –confirma. Pero no es fácil, no todos están de acuerdo… El peso de la historia del Normal es mucha”, confirma Liliana Domínguez Baron, directora de la primaria que, entre otros proyectos, lleva adelante el de formación plurilingue: de jardín a sexto grado tienen inglés todos los días y a partir de cuarto, como opcional, portugués, italiano o francés a contraturno, tres veces por semana.
Disciplina La Normal nació antes que la Ley 1420, de 1884, y fue una herramienta indispensable para que pudiera efectivizarse la educación laica, pública y gratuita en “aquellos míticos tiempos en que la civilización llegaba hasta donde llegaba la escuela”, tal como sostiene Norma Fernández Doux, conocedora minuciosa de la historia institucional[2]. Fue la cuna de un modelo político, cultural y educativo de longeva raigambre: el normalismo, cuya finalidad era la formación de maestros y maestras para la escolarización masiva. De esta escuela salieron los profesores y maestros que dieron el tono al sistema educativo nacional durante fines del siglo XIX y buena parte del siglo XX. Sostiene Pablo Pineau: “Se produjo entonces una combinación bastante estable de posiciones democratizadoras –mediante la inclusión– y autoritarias –mediante la homogenización– que anidó en la escuela argentina y marcó su historia educativa (…) Con un discurso de modernización cosmopolita, procesó –muchas veces mediante la negación, la censura y la persecución– todas las diferencias de origen de sus alumnos y docentes, y buscó imponer un imaginario común de cuño ilustrado, con fuertes elementos positivistas, republicanos y burgueses. Los normalistas amaban la cultura escrita, y tenían al higienismo, el decoro y el `buen gusto` como sus símbolos culturales más distinguidos.”[3] La disciplina –valor caro al normalismo– y el disciplinamiento se incrementaron a partir de la gestión de José María Torres, segundo director de la Normal. Si Stearns fue el director fundador, Torres fue el organizador. Figura central del normalismo del siglo XIX estructuró el funcionamiento de la escuela y la hizo crecer convencido de que la tarea de formar docentes era esencial para el país, a partir de la tríada “orden-disciplina-método” Se produjeron, sobre todo en su segundo mandato,cuestionamientos a la autoridad y a la rigidez de la estructura educativa que determinaron la expulsión de varios alumnos, entre ellos la de José Álvarez: la medida precipitó su viaje a Buenos Aires y el inicio de su carrera como periodista, escritor y director de la revista Caras y Caretas, bajo el seudónimo de Fray Mocho. En 1900, por citar otro ejemplo, –ya bajo la Leopoldo Herrera– se sancionó a varios docentes con el cese de haberes por suscribir convocatorias políticas. Un decreto les prohibió actuar en política afirmándose que era pernicioso “para los intereses de la educación.”[4] “Desde entonces se instaló en la mente y en los cuerpos de los docentes, de los ex alumnos y de la comunidad en general ese concepto de disciplina… Se hicieron carne el horario, las amonestaciones y otras formas de sanción, la formación y el timbre en los recreos, el uniforme, que ya no es obligatorio”, sostiene la directora de Nivel Medio Hay una muletilla que recorre, periódicamente, los largos y anchos pasillos del colegio: “Eso en la Normal no se hacía” Es interesante cómo la mirada sensible y atenta de la directora de cine Celina Murga –ex alumna de la escuela- captó estas tensiones cotidianas en su documental Escuela Normal. Desde la saludable actividad política de los centros de estudiantes y los alumnos charlando tirados en el piso; hasta la ominipresencia de la preceptora que controla desde el aseo de los baños o los chicos fuera del aula. Dos escenas son particularmene elocuentes: la gala de graduación y una reunión de antiguas egresadas en la que entonan el Himno a Sarmiento.
Kindergarten En 1884 una de las maestras sarmientinas, Sara Chamberlain de Eccleston fundó en la escuela –por entonces dirigida por José María Torres- el primer jardín de infantes que existió en la Argentina y que el próximo 4 de agosto festejará sus 130 años. Tradicionalmente, las salas para chicos ocuparon el segundo piso del edificio, adonde van a volver en cuanto terminen las reformas; temporariamente funcionan en el subsuelo, donde el proyecto final prevé la instalación de la biblioteca y donde alguna vez estuvieron la cocina y los laboratorios de ciencias. Casi a la par del jardín se puso en marcha el primer plan de estudios que tuvo el país para la formación de maestras kindergartianas normales, como se las llamó. Incluso ahora que el Profesorado de Educación Inicial ya no pertenece a la escuela sino a la Universidad, las prácticas siguen articulándose con el jardín y hay un proyecto conjunto de ampliar su alcance, hasta ahora dirigido a chicos de 4 y 5 años, a los de 3. Todavía conservan en la escuela algunos de los elementos didácticos de los inicios: las series de dones de Froebel, bloques de madera, pelotitas forradas al corchet, libros y carpetas con trabajos de los chicos… Luego incorporaron el llamado “material argentino” elaborado en gran parte por Rosario Vera Peñaloza, otra de las ex alumnas de la Normal “Enseñar a través del juego como premisa básica y la organización del espacio en rincones (de ciencias, de lectura, de dramatizaciones) son ideas que seguimos manteniendo desde entonces” –explica Norma Dal Molin, actual directora del nivel Inicial. A la vez que incorporan proyectos relacionados con el contexto actual de la comunidad: el cuidado del medioambiente, la alimentación saludable o la educación vial, que sirven para ayudar a revertir prácticas domésticas de las familias, como cierta propensión a la comida chatarra o los padres que traen a sus hijos al colegio en moto pero sin casco, por citar algunos ejemplos cotidianos. Cuando el jardín cumplió 125 años en la plaza que está frente al edificio de la escuela enterraron un “cofre del recuerdo” en el que guardaron algunos objetos, dibujos, cartas y un mensaje a las familias. Dentro de veinte años (a los 150 del inicio de las actividades kindergartianas) la misma promoción que ahora guardó esta cápsula del tiempo, la desenterrará. En tanto, para este agosto, planean un nuevo festejo, que los encuentra en medio de remodelaciones y reacomodos. Siglo XXI Ya desde comienzo, el primer director debió pelear para ampliar las instalaciones de la escuela, al pedir que se desalojaran las casas linderas, ocupadas por la Jefatura Política y por el cónsul paraguayo. En 1873, incluso, cuando la ciudad fue tomada por las milicias de López Jordán, el ejército nacional tomó el edificio como base operativa e improvisado hospital de campaña con el consiguiente deterioro de las instalaciones y el desmoronamiento del piso superior, debido al exceso de peso. “En todos los países del mundo los edificios de escuelas son tan sagradas como las iglesias, este edificio ha sido destinado a la escuela normal y yo he sido nombrado para cuidarlo –argumentó Stearns en una carta dirigida a Nicolás Avellaneda, Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública–. Voluntariamente yo no puedo consentir que la tropa entre aquí.”[5] La piedra fundamental del actual edificio se puso en noviembre de 1927 y desde entonces no dejaron de realizarse reformas y cambios incluso, como en la actual remodelación, se hicieron sin suspender las clases, así que los espacios van variando de funciones y los estudiantes mudándose de un lugar a otro. Cómo quedara finalmente esta obra (que abarca 13 mil metros cuadrados cubiertos y 800 descubiertos y demandará más de 17 millones de pesos de inversión) qué se respetará y que se modernizará son, hoy, otra de las tensiones cotidianas de este edificio declarado monumento histórico en 2009. Es la parte visible de una encrucijada mayor: “Desde dónde se construye la pertenencia a la escuela –sintetiza Nuñez– se hereda una manera que ya viene dada o hay que encontrar nuevas formas que sin, derribar todo, den cuenta de los chicos y las familias que tenemos hoy”. Son varios los autores que sintetizaron estas paradojas en una frase: “Escuelas del siglo XIX, con profesores del siglo XX y alumnos del siglo XXI.”[6] Cada época dejó su marca en este edificio de aire francés, aunque con vitreaux y cerámicos de motivos latinoamericanos. Desde una magnolia de fines del siglo XIX, –que devino emblema del normalismo paranaense– hasta las placas recordatorias que cada camada coloca a los 25, 50 y hasta 60 años de egresada. Hay también una inscripción en homenaje a Danilo Rubén Bolzán, ex alumno aviador, caído en la Guerra de Malvinas, y otra que recuerda a tres víctimas de la última dictadura militar, que, en distintos períodos, estudiaron en la Normal: – Andrés Uzin: Detenido el 8 de abril de 1977, a los 23 años, sus restos fueron identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense en 1986. Su compañera Diana Lijtman estaba embarazada cuando fue detenida y continúa desaparecida. – Elsa Diaz: Militante montonera, asesinada el 16 de agosto de 1976 en Rosario, a los 28 años. -Reinaldo Zapata Soñez: Militante de la Juventud Peronista. Está desaparecido, junto a su esposa Ema Beatriz Cabral desde desde la Masacre de Margarita Belén, en diciembre de 1976. Tenía 35 años. Aún en obra, el peso de la historia se pisa en cada baldosa http://elmonitor.educ.ar/secciones/la-escuela-por-dentro/la-primera-escuela-normal-de-la-argentina/