jueves, 31 de marzo de 2011

PERIODISMO Y EL CINE

EJEMPLOS:
2. TODOS LOS HOMBRES DEL PRESIDENTE, o sobre la transparencia de la verdad

Todos los hombres del presidente (Alan Pakula, 1976) es un film basado en una historia verídica y por lo demás muy conocida: la investigación que el diario The Washington Post realizó sobre los entretelones del Watergate, el escándalo político que terminaría provocando la dimisión del presidente de Estados Unidos, Richard Nixon.

La película se basa en el libro escrito por los periodistas encargados de la investigación: Bob Woodward y Carl Bernstein, interpretados por Robert Redford y Dustin Hoffman, respectivamente. De hecho, como veremos, el film retrata, justamente, la versión que ambos periodistas dan del Watergate, versión que puede considerarse parcial o limitada. La película empieza con un Woodward que es un periodista bastante novato, arribado no hace mucho a Washington y abocado a asuntos locales de menor trascendencia. En esa condición, es enviado, en junio de 1972, a realizar un informe sobre un supuesto robo en el cuartel del Partido Demócrata, ubicado justamente en el edificio Watergate. Cinco personas habían sido encontradas en una actitud sospechosa y sin autorización, durante la noche anterior. En la audiencia, Woodward se da cuenta de que los individuos aprehendidos no responden al perfil de ladrones. Están bien vestidos, tienen dinero en sus billeteras, cuatro de ellos son cubanos, en más de un caso declaran como profesión “anticomunistas” y uno de ellos alega haber sido asesor de la CIA.

La intuición lleva a Woodward a sospechar que se trata de algo muy distinto a un simple robo. Vuelto a la redacción, y reunido con sus colegas, ya empiezan a hablar de la posibilidad de que se trate de una operación de escucha ilegal. En este grupo está incluido Bernstein, un reportero también joven pero de mayor experiencia, formado en la escuela empírica de la redacción, que se entusiasma con la posibilidad de una investigación trascendente. Ambos son asignados a seguir el caso.
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3. BAJO FUEGO, o sobre la suspensión ética de la verdad

Si Todos los hombres del presidente es un docu-drama y reclama para sí veracidad sobre cada uno de sus componentes, Bajo fuego (Roger Spottiswoode, 1983) se encuadra mejor como una ficción histórica: su ambientación general es veraz, sus protagonistas y lo que les acaece, ficticio. El film está ambientado en Nicaragua, en los meses finales de la lucha popular del Frente Sandinista de Liberación Nacional contra la dictadura de Anastasio Somoza. Sus protagonistas son un grupo de corresponsales de guerra norteamericanos, una suerte de club de viajeros bastante exclusivo y glamoroso, aunque de alto riesgo: combates durante el día, fiestas en hoteles lujosos por la noche.

La película comienza, de hecho, en otro conflicto: Chad, 1979. Russell Price (Nick Nolte) fotografía esta guerra que, de acuerdo con el relato que hace Claire Stryder (Joanna Cassidy), también corresponsal, es “incomprensible”. Price es un tipo más bien hosco, su actitud es distante: él no es un participante en esa lucha, sino sólo un testigo, un fantasma dedicado –de una manera ciertamente temeraria- a registrar en imágenes el combate. Es un extraño, y la única conversación que mantiene en estas escenas iniciales es con otro extraño: Oates (Ed Harris), un mercenario, alguien que tal vez conocía de una guerra anterior, alguien que posiblemente volverá a encontrar en un conflicto futuro.

La trama se traslada a Nicaragua, donde la guerra civil ha recrudecido. Allí llega Price y se encuentra con Stryder, quien lo pone al tanto de la “verdadera información”: marcas de cerveza, restaurantes y chismes, diciéndole como conclusión: “Te va a encantar esta guerra. Hay buenos, malos y mariscos baratos”.

Mantener la distancia, no involucrarse, parece ser la guía de acción de estos personajes. Mientras otros se juegan sus vidas por lo que creen, o en la defensa de sus intereses, los periodistas sólo observan. De hecho, el profesionalismo del periodismo está construido sobre esta frialdad, sobre esta estrategia de no implicación: no participar en la acción, no realizar juicios de valor ni apreciaciones. Son otros los que actúan, el profesional de la información se limita a registrar la acción. Al clasificar los roles posibles en una interacción, Erving Goffman suma a actores, público y extraños un conjunto de roles particulares a los que denomina “roles discrepantes”. No considera aquí a los periodistas, aunque éstos pueden considerarse un subgrupo de los “individuos no existentes como personas”:

quienes desempeñan este rol están presentes durante la interacción, pero en ciertos sentidos no asumen ni el rol de actuante ni el de auditorio, y tampoco pretenden ser (a la inversa de los delatores, los falsos espectadores y los soplones) lo que no son (Goffman, 1981, p. 162).
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4. MENTIRAS QUE MATAN, o sobre la opacidad del poder

Un docu-drama en el primer caso, una ficción histórica en el segundo; el tercer ejemplo que hemos escogido implica un cambio de género: estamos ahora en el ámbito del grotesco, elección genérica necesaria, imprescindible tal vez, para el enfoque de Mentiras que matan [8] (Barry Levinson, 1997).

El presidente de Estados Unidos ha cometido un desliz. Faltando once días para el comicio en el que las encuestas lo dan como ganador para un nuevo período, una “niña luciérnaga” lo denuncia por abuso sexual en el Despacho Oval. Conrad Brean (Robert De Niro) es convocado para solucionar el problema: él es el “reparador”. Winifred Ames (Anne Heche), una joven asesora de la Casa Blanca, será su interlocutora y auxiliar en la tarea, y recibe su primera lección instantes después de conocer a Brean. Enterado este último de la situación, Ames le pregunta “¿No le importa si es verdad?”, a lo que Brean responde “¿Qué importa si es verdad?”. No se tratará entonces de desentrañar la verdad, sino de “operar” en la superficie discursiva de lo verosímil, en la misma tradición en la que se inscribieran nombres como el del general J.V. Charteris [9].

El escándalo en ciernes es de una magnitud tal que sólo puede opacarse con una acción de gran escala, movilizadora de las emociones más profundas. Brean, conocedor de estas lides, sabe que el único tema con el que tiene alguna oportunidad de éxito en desviar la atención es una guerra. Aunque, en realidad, como le explica a su discípula: “Una guerra no, sólo la apariencia de una guerra”. Convocará para ello a Stanley Motss (Dustin Hoffman), un experimentado productor de films de Hollywood. Juntos darán forma a un inexistente conflicto bélico con un país escogido por el desconocimiento que reina sobre él (Albania) y a las sucesivas etapas del mismo: los rumores sobre la existencia de terroristas con poder nuclear y la inminencia del conflicto, la filmación apócrifa de una joven víctima de los terroristas, la movilización de un cuerpo de élite, el rescate del héroe que ha quedado tras las líneas enemigas, etc. Finalmente, el objetivo es alcanzado, aunque no sin marchas y contramarchas, ya que el campo donde se desarrolla la actuación es un campo en donde otros actores (el candidato opositor, los organismos gubernamentales, la CIA) también intervienen: el abuso sexual de la niña es opacado y el presidente termina siendo reelegido de una manera contundente.

Sin la profundidad de los otros dos films que analizamos, o al menos sin su seriedad, el tono de Mentiras que matan es el de una comedia negra, en donde las aventuras de sus personajes resultan inverosímiles, aunque dejan en el espectador la sospecha acerca de si –con protagonistas menos simpáticos y situaciones tal vez no tan rebuscadas- no se estará contemplando una imagen de la verdadera trastienda del poder.

Pero ¿dónde están en esta película los periodistas, que de ellos trata este ensayo?
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5. The end: la verdad como construcción

Las tres películas que hemos comentado nos han brindado versiones bastante diferentes de la relación entre periodismo y verdad, versiones que han de tener alguna relación con el momento histórico en el que cada una se ha filmado.
¡VOLVER A VERLAS!

FUENTE:PERIODISMO Y VERDAD

(A PROPÓSITO DE LOS IMAGINARIOS DE HOLLYWOOD

SOBRE LOS PRODUCTORES DE NOTICIAS)



Luis Ricardo Sandoval

Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (Argentina)

sandoval@nombrefalso.com.ar

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