miércoles, 3 de febrero de 2016

Federico Bianchini ganó con su proyecto “Antártida: donde le tiempo no pasa”


http://www.telam.com.ar/notas/201602/134877-ctexto-sobre-antartida-periodista-escritor-federico-bianchini-gano-beca-michael-jacobs.html Federico Bianchini ganó con su proyecto “Antártida: donde le tiempo no pasa” la Beca Michael Jacobs de crónica viajera 2016, otorgada por la Fundación Hay Festival de Colombia y la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), "Siempre había tenido ganas de ir a la Antártida. No sé si porque es un lugar tan inaccesible o porque cada uno de los relatos que hablaban de esa tierra mítica la describían como un lugar hermoso e intrigante. Un lugar 'hermoso e intrigante' puede ser un mirador de El Chaltén o un recoveco detrás de las Cataratas del Iguazú. Hay palabras que, solas, no dicen nada. La única forma de poder saber cómo era ese lugar era estando ahí", sostiene Bianchini a Télam, en plena euforia por la obtención del reconocimiento. No es la primera vez que Bianchini es destacado por su labor: en 2010 ganó el concurso "Las nuevas plumas" organizado por la Universidad de Guadalajara con un perfil sobre el escritor Rodolfo Fogwill centrado en su relación con la natación y en 2013 obtuvo el premio Don Quijote Rey de España con una crónica sobre el ex juez de la Corte Suprema Eugenio Zaffaroni, que casualmente también se focaliza en su faceta como nadador. El cronista, que también fue elegido por la FNPI para participar en el encuentro "Nuevos cronistas de Indias", publicó el año pasado el libro "Desafiar al cuerpo: del dolor a la gloria" (Aguilar), donde narra una serie de historias que vinculan al lector con la experiencia y las sensaciones de deportistas de alta competencia y deportes extremos. "Ser periodista es la excusa perfecta para hablar con personas interesantes y lejanas, para conocer lugares inalcanzables y helados, cercanos y húmedos, oscuros y luminosos y hacer cosas a las que uno no se animaría nunca (además de compartir tiempo, oficinas y redacciones, con colegas valiosos y brillantes)", define. Hace un año, apenas se enteró de que en la Universidad de San Martín (UNSAM) comenzarían a funcionar los laboratorios del Instituto Antártico, el editor de Anfibia -la publicación digital que edita esa casa de estudios- se contactó con el rector Carlos Ruta para concretar un deseo: conocer la Antártida. El rector gestionó la travesía y semanas después Bianchini estaba viajando al Continente Blanco, donde empezó a construir la crónica que bajo el título "Escuchar la Antártida" recién logró escribir y publicar diez meses después de su viaje. En ese texto que acompaña con fotos propias, el relato de la dureza del paisaje se enriquece en el contrapunto que aporta el repertorio emocional de dos biólogos -un hombre y una mujer- que se dedican a registrar sonidos de animales.
"Fui por diez días y me quedé un mes. Durante ese mes, los días de sol y poco viento, fui a pescar unos peces cabezones y raros, acompañé a biólogos a sacarle sangre a los pingüinos y a otros a hacer un censo de lobos y elefantes marinos; sentado en la roca de un glaciar tomé mate cocido bajo la nieve y vi paisajes oníricos y surrealistas. Los días de mal clima, me quedé en la base: entrevisté a glaciólogos, cocineros, carpinteros, civiles y militares", recuerda. "Al volver me di cuenta de que escribir una crónica había sido la excusa para poder viajar. Y ya había viajado: ¡No tenía ganas de escribir! Pero mis compañeros, mis jefes de Anfibia y de la Universidad, los científicos y los militares que me habían compartido sus historias estaban esperando que escribiera. Era una especie de compromiso moral que tenía con ellos. Así que me puse hacerlo", recuerda. Cautivado por los pliegues de esa geografía extrema y remota, el periodista decidió ir por más y se presentó hace unos meses a la convocatoria de la beca Michael Jacobs, lanzada en conjunto por la Fundación Hay Festival de Colombia y la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano con el propósito de que jóvenes periodistas viajen por el continente en busca de historias cautivantes. "De la Antártida hubo cosas que me imaginaba y otras que me sorprendieron por completo. Me cayó un copo de nieve en la mano y me sorprendió la rigurosa simetría de los cristales y sin embargo, casi de inmediato, pensé lo impresionante que es no darse cuenta de que esas formas existían mucho antes de que alguien esbozara una idea sobre lo que es la llamada geometría", relata Bianchini. "Tampoco imaginaba lo difícil que es orinar en un avión militar (hay que pararse encima de una tarima y, envuelto en una cortina, apuntar a una semiesfera metálica con forma de mingitorio que tiene el tamaño de un pomelo: no pude hacerlo), ni que en algún momento de mi vida estaría en un lugar donde el viento es tan violento que en días de ráfagas continuas si uno abre los brazos e inclina el cuerpo hacia atrás, no se cae; apoyado sobre los talones, durante unos segundos queda suspendido como si flotara", se explaya. El proyecto de Bianchini fue seleccionado como el mejor entre las 97 postulaciones de 19 países que evaluó el jurado conformado por el español Alex Ayala -ganador de la primera edición de la beca-, el colombiano Daniel Samper Pizano y el estadounidense Jon Lee Anderson. En su fallo, el jurado reunido en Cartagena ponderó el texto bajo el argumento de que "el autor busca acercarnos a un mundo desolado, la Antártida, que nos parece muy distante a través de personajes de carne y hueso, que se emocionan, que lloran, que ríen, y cumple con una de las máximas de los viajeros. Abre una puerta a lo desconocido". "Intento que el lector sienta lo que yo sentí en ese lugar, que le duelan los dedos por el frío, que tenga que masajearse las muñecas para que no se le duerman, que suponga de un personaje lo que yo supuse cuando lo entrevisté, que desconfíe de los dichos de alguien si me pareció que esa persona mentía, que disfrute de una noche antártica y estrellada como lo hice yo, sin poder creerlo. Sé que es una tarea imposible: por eso lo intento una y otra vez", argumenta el periodista. La beca que lleva el nombre del nombre del escritor y periodista Michael Jacobs (Génova, Italia, 1952 - Londres, 2014), le aportará a Bianchini un fondo de cinco mil dólares con los que podrá afrontar la investigación que consumará en un libro que editará la casa Tusquets a través de la colección Mirada Crónica, dirigida por Leila Guerriero. "El libro tendrá seis ejes que no aparecerán explícitos sino que estarán sumergidos debajo de cada una de las historias que se irán contando: la ciencia, el tiempo, la muerte y la soledad, la belleza y el cuerpo", adelanta Bianchini. "Creo que cada uno de nosotros tiene ciertos intereses y esos intereses se ven reflejados en lo que hace: sea que uno pinte, modele o escriba. Uno viaja con sus prejuicios (es imposible no hacerlo), lo importante es ser consciente de que los tiene y trabajar en contra de ellos: tratar de verificarlos o desmentirlos", explica. "Si bien ya tengo una idea concreta de la estructura del libro y fragmentos que fui escribiendo mientras oía las voces en el grabador, deberé sentarme a componer las piezas que irán formando la trama de la historia. Una vez que eso esté listo, veré la posibilidad de volver", se entusiasma Bianchini. "La sensación que me produjeron esos paisajes es difícil de traducir a palabras. Supongo que se podría comparar con lo que siento de noche en el campo cuando a mi alrededor la oscuridad se rompe por las luces titilantes de pequeñas luciérnagas que ignoran su belleza", concluye.