viernes, 28 de octubre de 2016

TRES - EDUCAR PARA LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA


II. En segundo lugar, tomando como base lo anterior, se presenta un amplio panorama de investigaciones e innovaciones en relación con la educación para la participación ciudadana, tanto en el ámbito de la educación formal como en el de la no formal, ya que, aunque es evidente que comparten ciertos planteamientos, no lo es menos que cada uno de esos ámbitos tiene un carácter específico que requiere ser tratado de manera determinada. Por lo demás, es interesante el análisis de los puntos de conexión entre ambos ámbitos y el modo en que pueden enriquecerse mutuamente. Este análisis se realiza aquí tanto desde las investigaciones que se vienen produciendo en torno a este ámbito de conocimiento como desde la perspectiva de las experiencias innovadoras, que son abundantes en este apartado de la obra. La investigación sobre la educación para la participación ciudadana en la educación formal ha crecido en los últimos tiempos, en función de los resultados que han aportado las numerosas investigaciones relacionadas con el campo más general de la educación para la ciudadanía, así como con aspectos diversos del desarrollo de la competencia social y ciudadana. Estas investigaciones demuestran que muchas de las propuestas de formación democrática en distintos países se quedan en formulaciones teóricas que no llegan a plantear los aspectos básicos de la participación real en el medio social por parte del alumnado. Por otro lado, las investigaciones relativas a la educación no formal muestran aspectos muy interesantes, que podrían trasladarse a las aulas, aportando estrategias y recursos didácticos innovadores a la enseñanza de las ciencias sociales. Como muestran los trabajos presentes en esta obra, existe una gran cantidad de proyectos innovadores dirigidos a promover la educación para la participación ciudadana, desde diferentes perspectivas y enfoques, con la implicación de una gran diversidad de entidades o instituciones educativas. En la actualidad estamos en disposición de conectar investigación e innovación para definir las características de lo que debe ser la educación para la participación, así como para precisar las aportaciones imprescindibles de la ense- ñanza de las ciencias sociales, la geografía y la historia. 16 III. Por último, consideramos que es necesario afrontar el problema de la formación del profesorado para la enseñanza de la participación ciudadana. Si bien es cierto que, como ya se ha dicho, son cada vez más numerosas las iniciativas de educación para la ciudadanía y para la participación, no lo es menos que el número de propuestas que pretenden consolidar –o, al menos, iniciar- la formación de los docentes en este terreno es mucho menor. Sabemos todavía muy poco acerca de qué piensa el profesorado sobre la participación y qué espacio le dedica en sus clases de ciencias sociales. También conocemos muy poco de la práctica de modelos de desarrollo profesional docente centrados en la participación democrática. Como ponen de manifiesto tanto la investigación educativa como las demandas de los propios protagonistas, es evidente que la mayor parte de los docentes de los diversos niveles educativos carecen de una formación específica y sólida en el campo de la participación ciudadana. Desde nuestra perspectiva de docentes o de responsables de la formación inicial y permanente del profesorado, este asunto nos parece de vital importancia si se pretende incidir en una mejora real y duradera de la educación en este ámbito. Es bien sabido que la introducción de cambios educativos importantes en el currículo no puede realizarse sin una renovada formación del profesorado en el mismo sentido pretendido por dichos cambios. Educar para la participación requiere una serie de competencias profesionales contempladas desde la didáctica de las ciencias sociales, para favorecer el desarrollo del pensamiento social, para enseñar a afrontar los problemas sociales, para ayudar a construir una opinión o un juicio sobre temáticas controvertidas, para orientar acerca de los procesos de toma de decisiones, para favorecer el trabajo cooperativo, en definitiva, para enseñar a participar con todas sus responsabilidades e implicaciones. Esta obra trata, pues, la educación para la participación ciudadana desde diversos ángulos y contextos educativos, dentro y fuera de las aulas, aportando información fundamentada desde la investigación y ofreciendo un abanico amplio de posibilidades para la innovación, y también para la formación del profesorado. Desde la didáctica de las ciencias sociales educar para la participación es una finalidad ineludible. Una meta que cobra sentido cada día ante las necesidades de nuestro alumnado, que ha de enfrentarse –ahora y en el futuro- a los graves problemas sociales de nuestro mundo y a los desafíos que plantea la construcción de una democracia más participativa. Los editores: Nicolás de Alba Fernández Francisco F. García Pérez Antoni Santisteban Fernández Sevilla, marzo de 2012 Parte I: Problemas del mundo y enseñanza de la participación ciudadana 19 Problemas del mundo, movimientos sociales y participación ciudadana Imanol Zubero* UPV/EHU “Todos queremos hacer lo mejor para nuestros hijos. Pero, ¿qué es la educación sino el proceso por el que la sociedad inculca sus normas, estándares y valores –en pocas palabras, su cultura- a la generación siguiente, con la expectativa de que, de este modo, guiará, canalizará, influirá y configurará en líneas generales las acciones y creencias de las generaciones futuras, de acuerdo con los valores y las normas de sus padres y el sistema de valores predominante en la sociedad?, ¿qué es esto sino una reglamentación: el gobierno moral de la cultura?” (Stuart Hall, citado en Giroux, 2003, p. 149). Problemas del mundo, movimientos sociales, participación ciudadana: el título de este capítulo dibuja un círculo perfecto. Tres realidades que, si engranaran correctamente, constituirían un perfecto artefacto sociopolítico: hay problemas en el mundo, y porque hay problemas nos organizamos colectivamente para actuar sobre ellos. Pero este engranaje no siempre funciona. Y, si lo hace, nunca es de manera natural o automática. Hay problemas en el mundo: no cabe ninguna duda. La relación de los mismos, aun cuando quisiera ser somera, resultaría interminable. Y, sin embargo, esta abundancia de problemas no parece verse acompañada de una crítica (ni teórica ni práctica) a la altura del desafío que tales problemas plantean. [1] “El problema más intrigante que hoy afrontan las ciencias sociales puede formularse del siguiente modo: viviendo en el inicio del milenio en un mundo donde hay tanto para criticar, ¿por qué se ha vuelto tan difícil producir una teoría crítica?” (Santos, 2003, p. 23; 2005, p. 97). Boaventura de Sousa Santos afronta desde esta pregunta su monumental reflexión sobre la que denomina transición paradigmática, que caracteriza así: Las promesas de la modernidad, al no haber sido cumplidas, se transformaron en problemas para los cuales no parece haber solución. Entre tanto, las condiciones que produjeron la crisis de la teoría crítica moderna no se convirtieron aún en las condiciones de supera- * Grupo de investigación CIVERSITY. Departamento de Sociología I. Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV/EHU). Apartado 644. 48080 Bilbao. E-Mail: imanol.zubero@ehu.es. Educar para la participación ciudadana en la enseñanza de las Ciencias Sociales 20 ción de la crisis. De ahí la complejidad de nuestra posición “transicional”, la cual puede resumirse así: nos enfrentamos a problemas modernos para los cuales no hay soluciones modernas (Santos, 2003, p. 30). En cierto modo, esto es lo que expresaba coloquialmente aquella pintada que -cuenta Galeano- podía leerse en una pared de Bogotá: “Ahora que teníamos las respuestas, nos cambiaron las preguntas”. CONTINUAR+A...