miércoles, 18 de mayo de 2011

KÁBALA- "EL LIBRO DEL ESPLENDOR"

SEPHER-HO ZOHAR
"LIBRO DEL ESPLENDOR"
Es la "Suma" de la Kábala Judía.
Atribuido a Moisés de León, judío
castellano de finales del siglo XIII
Los textos escogidos están tomados del
libro "Zohar. Revelaciones del "Libro
del Esplendor", seleccionadas por Ariel
Benson", Arcana Coelestia, Barcelona,
1980
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Revelaciones hechas a la Gran Santa
Asamblea
Por todo el país, alrededor del mar de
Galilea, el maestro, Simeón Ben Yojai, se
paseaba con sus discípulos. Algunas veces
eran doce, otras tal vez diez, de estos
fieles adeptos, a quienes el maestro
enseñaba la Torah y les explicaba la
palabra de Dios como la hablan revelado
los profetas y los maestros de Israel: la ley
escrita conservada para toda la
posteridad en el libro imperecedero, la
Biblia.
Y él dijo a sus discípulos: «Desgraciado
del hombre que sólo ve en la
interpretación de la ley la recitación de
una simple narración, relatada en
palabras de uso común. Si tan sólo fuera
esto, nosotros no tendríamos dificultad
alguna en componer hoy una Torah
mejor y más atrayente. Pero las palabras
que nosotros leemos son tan sólo la túnica
exterior. Cada una de ellas contiene un
significado más alto que el que nos es
aparente. Cada una contiene un misterio
sublime que nosotros debemos
persistentemente tratar de penetrar. Los que
toman el vestido exterior por la cosa que ella
cubre, no hallarán mucha felicidad en él.
Exactamente como los que tan sólo juzgan al
hombre por su indumentaria exterior están
llamados a ser desilusionados, pues son el
cuerpo y el espíritu los que hacen al hombre.
Debajo de la indumentaria de la Torah, que
son las palabras, y debajo del cuerpo de la
Torah, que son los mandamientos, está el alma,
que es el misterio oculto. Es el misterio oculto
el que hace la ley dada por Dios ser superior a
todas las leyes hechas por el hombre, incluso en
el caso de que estas últimas puedan aparecer
más grandes y parecer más lógicas. Hay un
alma dentro de un alma, que se alienta con la
ley".
A pesar de todo esto, el maestro dudaba de
revelarles lo que sus almas anhelaban saber, y
que su alma anhelaba revelar; pero un día, a la
Hora de Gracias, el maestro se fue al campo con
sus discípulos. El sol estaba en el momento de
ponerse, pero el cielo estaba lleno de signos y
maravillas. El sol se volvió más y más brillante,
y permaneció sin ponerse. La luna apareció en
toda su majestad, y las estrellas, en toda su
brillantez.
Los discípulos miraron interrogativamente al
maestro, y uno de ellos dijo: "Maestro, ¿no
parece que haya llegado el tiempo -del cual tan
frecuentemente nos ha hablado de revelarnos
los misterios que están encerrados en la ley?
¿Cuánto tiempo debemos gastar inútilmente en
perseguir y ocuparnos nosotros con una ley que
está sobre un pilar?
CONTINUARÁ...

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