lunes, 29 de agosto de 2011

LEY DE TIERRAS- BRASIL

4. La "Lei de Terras" (1850 - 1891)

La Ley nº 601, de 18 de septiembre de 1850, conocida como Lei de Terras, dispone sobre las tierras devolutas en el Imperio de Brasil , y acerca de los bienes que son poseídos por título de sexmo sin cumplir las condiciones legales, así como por el sencillo título de ocupación mansa y pacífica. Esta Ley vino a dar un giro al sistema de propiedad de la tierra cuando en su artículo 1º declara que " quedan prohibidas las adquisiciones de tierras 'devolutas' por otro título que no sea el de compra." Y justo en el artículo 2º determina que "los que tomaren posesión de tierras 'devolutas' o perteneciente a otro, y en ellas derribaran el mato, o le pusieran fuego, serán obligados al desalojo, con la pérdida de los beneficios, y además sufrirán la pena de dos años y seis meses de prisión y la multa de 100.000$, además de la satisfacción de los daños causados." (43)

Reconocían que sería legitimada la propiedad ocupada, de forma mansa y pacífica, en las tierras devolutas. Las ocupaciones que se encontraban en los sexmos u otras concesiones del gobierno solo darían derecho a la indemnización de los beneficios realizados. El Gobierno se comprometía a marcar plazos dentro de los cuales las tierras adquiridas por ocupación, o por sexmos u otras concesiones deberían ser medidas. Los poseedores que dejasen de proceder a las mediciones en los plazos marcados serían reputados caídos en comiso(44) y perderían el derecho de las tierras, reconociéndose solamente el terreno ocupado con cultivo efectivo.

Otros dos artículos eran significativos para demostrar el cambio que se operaba con relación a la propiedad de la tierra. El art. 11 obligaba a los ocupantes a sacar títulos de los terrenos que por efecto de dicha Ley le pertenecían, "sin ellos no podrán hipotecar los mismos terrenos, ni alienarlos por cualquier modo." El art. 14 autorizaba al Gobierno a vender las tierras devolutas en subasta pública.

Según afirma Graziano da Silva, "la Lei de Terras tiene una importancia crucial en la historia brasileña, en la medida en que, a través de ella, se instituye jurídicamente, una nueva forma de propiedad de la tierra: la que se mide por el mercado". Además, aquel instrumento legal "significó, en la práctica, el cierre de una vía más democrática de desarrollo capitalista, en la medida en que impidió, o por lo menos, dificultó el acceso a la tierra a vastos sectores de la población." (45)

Si para el trabajador libre, para el mestizo, esta Ley significó el "cautiverio" de la tierra, para el capital significó su libertad. La tierra ya no estaba libre para ser ocupada, como en el régimen anterior, sino libre para ser transformada en mercancía y ser adquirida por los que tuvieren condiciones para ello; al final, estaba "libre" para generar la renta capitalista de la tierra. Las otras formas de adquisición se transformaron, con la aplicación de esta ley, en actos ilegales. Por eso, como afirma Martins,

"sería engaño suponer que la finalidad de la Lei de Terras fue democratizar el acceso a la propiedad rural. En verdad, fue un instrumento legal que aseguraba un monopolio de clase sobre las tierras de todas las regiones del país, incluso de las que todavía no habían sido ocupadas económicamente. Con ella se imposibilitaba el acceso del labrador pobre a la tierra, impidiéndole trabajar para si mismo y obligándole a trabajar para los grandes propietarios." (46)

Pero la Ley 601 no se limitaba a esto, sino que tenía una mayor amplitud, como veremos. Es importante recordar que el proyecto fue presentado en 1843 y la Ley aprobada en 1850. Tardó, por tanto, siete años de largas discusiones, muchas resistencias y alteraciones y fue aprobada apenas dos semanas después de la extinción legal del tráfico negrero. Y esto no puede entenderse como una casualidad, sino como algo enmarcado dentro del proceso que anunciaba la inminencia de la abolición de la esclavitud y de la implantación del trabajo libre. Este era un tema que preocupaba a la clase dominante, la cual se apresurará a adoptar providencias de orden legal para encaminar el proceso de substitución del esclavo sin perjuicio de la gran plantación, principalmente de café y caña. Como afirma Martins, en Brasil el fin del cautiverio del esclavo coincide también con el comienzo del cautiverio de la tierra.
En 15 de noviembre de 1889, un golpe militar alteró el régimen político del país que pasó de Imperio a República Federativa. Esta golpe dio inicio a un periodo denominado de "1ª República" o "República Vieja", que se extiende desde 1889 hasta 1929. No fue solamente un golpe contra la Monarquía sino también y principalmente contra los republicanos civiles, contra la nueva y prospera fracción de clase de los hacendados de café, que desde los últimos años del Imperio venían asumiendo una participación política cada vez mayor en el gobierno. En febrero 1891 se aprobó la primera Constitución de la República de los Estados Unidos do Brasil adquiriendo los Estados un nuevo papel político.(49)

En el nuevo régimen la propiedad de la tierra continuó siendo mantenida en "toda su plenitud, salvo la expropiación por necesidad o utilidad pública, mediante indemnización previa." (50) La alteración más significativa fue que "los bienes nacionales, que no fueren necesarios para servicios de la Unión pasarán al dominio de los Estados en cuyos territorios estuvieren situados." (51) De esta forma, las tierras devoluta pasaron a ser dominio de cada Estado donde estaban situadas y a la Unión tocaba apenas la parcela de territorio indispensable a la defensa de las fronteras, fortificaciones, construcciones militares y vías de los ferrocarriles federales.

A partir de esta fecha, los Estados fueron adaptando en su legislación de tierras los principios básicos de la Lei de Terras de 1850 y de su reglamento. (52) A su vez, los Estados cedían a los municipios que se iban constituyendo la parte de las tierras devolutas necesarias a los asentamientos y formación de las ciudades, villas y poblados.

Cada Estado desarrolló su política de concesiones de tierras, legislando a su conveniencia en lo que re refiere a la destinación de las tierras devolutas, revalidación de los sexmos y legitimación de las ocupaciones. Hicieron transferencias de propiedades de la tierra a grandes hacendados y a empresas colonizadoras interesadas en la especulación inmobiliaria.

La aprobación del Código Civil, en 1917, estableció la vía judicial para la discriminación de las tierras. No se permitió ya la revalidación de los sexmos ni la legitimación de las poses. Quien no tuviese regularizada su propiedad según la Lei de Terras, solamente podría hacerlo en la forma de usucapión(53) cuyo plazo establecido para adquirir este derecho era de diez años continuos, sin oposición ni reconocimiento de dominio ajeno en una área de hasta diez hectáreas. El mismo tiempo y dimensiones para el derecho de usucapión fueron ratificados en la Constitución de 1934. En la Constitución de 1946 el plazo sigue siendo de diez años pero el limite del área se eleva hasta veinticinco hectáreas. Más tarde, con la Ley nº 6.969, de 10 de diciembre de 1981, se aprobó el usucapión especial que disminuyó para 5 años el plazo para la obtención del derecho sobre la tierra ocupada.

La verdad es que la limitación impuesta por el Código Civil no significó obstáculo para que los diferentes Estados de Brasil continuasen en su práctica de colocar las tierras en manos de las oligarquías regionales, visto que todo se decidía y legitimaba entre los que frecuentaban la intimidad del poder. Pero si jurídicamente esto se realizaba con tranquilidad, en la realidad, la necesidad de regularizar los limites de las haciendas, de definir la situación jurídica de la propiedad de la tierra, junto con la especulación inmobiliaria, dio paso a un período de conflictos. Primero, dentro de la propia clase de los hacendados y negociantes y, después, entre éstos y los ocupantes de las tierras.

Debido a todas estas circunstancias, no es casualidad que las primeras grandes luchas campesinas en Brasil coincidieran con este período final del Imperio e inicio de la República. Fue el caso de la "Guerra de Canudos", en el sertão de Bahia, entre 1893 a 1897(54), y la "Guerra do Contestado", en Paraná y Santa Catarina, de 1912 a 1916.(55) Estos hechos hicieron que el campesino brasileño acumulase una experiencia directa de confrontación militar que viene desde la proclamación de la República y se extiende hasta nuestros días.



CONCLUSIÓN

La conclusión de este artículo ( y no de la historia) es que las condiciones históricas sociales que regularon la ocupación del espacio agrario brasileño tornaron, poco a poco, las tierras libres - donde se disfrutaba de "paz y sosiego" - en tierras aprisionadas en manos de pocos - donde se convive con manifestaciones constantes de violencia sin par. Una historia de ocupación que generó y consolidó una estructura de la propiedad de las más concentradas del mundo y, lo peor, una inmensidad de tierras sin uso alguno. Como consecuencia, una legión de agricultores sin trabajo y sin tieras.

Los gobiernos que dieran continuidad a la "Nueva República" no fueron capaces de tener "voluntad política" para superar las dificultades concretas y reverter, o por lo menos alterar, este cuadro. Mejor decir, la reforma agraria no forma parte del proyecto político de la fracción de clase que hoy domina el Estado y ostenta el poder en Brasil. Para ellos la reforma agraria es innecesaria y contraproducente para la acumulación del capital, principalmente en un contexto de crisis financiera.

La historia que se hace hoy día continua siendo igualmente violenta pero trae en su desarrollo una "novedad": la organización, a nivel nacional, de los distintos segmentos involucrados, principalmente de los trabajadores sin tiera.

Son estos últimos - los trabajadores sin tiera - que imprimen un carácter novedoso (¿ porque no decir también esperanzador?) a las cuestiones agrarias en Brasil. Siempre existieron, pero ahora, emergen de forma organizada. No tienen nada. Ya perdieron todo, solo les resta la esperanza .... Cansados e incrédulos de las promesas de los políticos, se presentan dispuestos a llegar, hasta las últimas consecuencias, en la desesperada lucha para convertirse en ciudadanos dentro de una sociedad que los excluye.

Consolidan su organización a nivel nacional, través del Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem-Terra-MST, y pasan a manifestar, concretamente, su voluntad de acceder a la tierra. Desde 1985, utilizan como estrategia las ocupaciones de tierras sin uso, públicas o privadas. Cuando por fuerza de la ley, o de las armas, son obligados a salir de ellas, continúan organizados, bajo la forma de campamentos, en las márgenes de las carreteras, en los edificios gubernamentales y en las plazas de las grandes ciudades.(63)

Sus líderes son perseguidos.(64) La contradicción entre el discurso de "modernidad" de los dirigentes del país y la forma concreta de enfrentar los problemas sociales puestos por el modelo de desarrollo es evidenciada. Con esta actitud, los sintierra traen las cuestiones, antes exclusivas del campo, a la ciudad.

La marcha realizada por el MST que, de febrero a abril de este año, partieron de distintas partes del país y dirigiéronse, a pie, a Brasília, la Capital Federal, sirvió no solo para alzar la bandera del Movimento sino, también, para que a ellos se incorporasen distintos segmentos de excluidos de la sociedad.(65) Cada vez más queda claro que los problemas que traen no son solo suyos: son cuestiones sociales cuya solución compite a toda la sociedad.

Es la sociedad, en última instancia, que a través de su acción u omisión, quien va escribir los próximos capítulos de esta historia. ¿Tendrán voluntad política, coraje y fuerza para cambiarla?

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