sábado, 17 de marzo de 2012

GENERAL DON JOSÉ DE SAN MARTÍN (2)

Organización y reclutamiento Granaderos en formación montada en la Ceremonia del 154ºAniversario del fallecimiento del General San Martín el 17 de agosto de 2004 Granaderos a caballo en un acto público en la ciudad de Buenos Aires. El nuevo regimiento buscaba funcionar como ejemplo de profesionalismo y perfeccionamiento para el resto de las fuerzas. Tal aspiración se correspondería con la visión que San Martín tenía sobre el futuro mediato de las fuerzas militares modernas: confiaba en una rigurosa disciplina militar, evocada no sólo en las maniobras y el entrenamiento, sino también en la esfera social del militar, que debía funcionar como figura ejemplificadora no sólo para sus camaradas de armas sino también para el resto de la sociedad.[cita requerida] Así, quedarían delineados desde el nacimiento del Ejército, los valores y fundamentos primarios que San Martín esperaba se convirtieran en los basamentos del accionar del Ejército Argentino: la estricta disciplina y la conducta ejemplar.[cita requerida] San Martín dispuso el reclutamiento de los hombres más aptos y estipuló un estricto código de disciplina, que hasta el día de la fecha, bajo la denominación de "Código de honor sanmartiniano", rige el accionar diario de los Granaderos a Caballo: Uniformidad El uniforme primitivo de este cuerpo modelo que llegó á componerse de cuatro escuadrones era el siguiente: Jefes y oficiales. Sombrero falucho, y en cuartel, gorra azul chata ó de pastel sin visera y de galón ancho, Casaca larga de paño azul, peto acolchado, vivada con nueve botones dorados, y dos granadas de oro en el extremo de cada faldón, corbatín calzón de punto o de brin blanco bien ajustado, bota granadera con espolín, catalejo militar, y cartera pendiente al costado de una especie de bandolera donde guardaban los avíos para levantar croquis del terreno у un diario prolijo de la marcha, obligados á llevar. Espada sable de 36 pulgadas, guante de ante con manoplas, capote de paño. Silla húngara con pistoleras cubierta hasta el arzón con un chabrac de paño azul franjeado de oro con granadas de lo mismo en sus dos ángulos los que remataban en una borla balija a la grupa. Tropa. Gorra azul de pastel sin visera, ó casco sencillo carrillera de metal escamado, granada al frente y un pompón verde, cambiado poco después por el penacho punzó alto. Casaca larga azul, vivos encarnados, con palas de bronce escamado y cuatro granadas amarillas en el extremo de los faldones, botón dorado con el sol y el lema: "viva la patria" y en el extremo del reverso "granaderos á caballo", calzón azul de paño, bota granadera con espuela de fierro; capote. Su arnés consistía en el sable corvo adelgazado á "molejón", carabina de chispa, y lanza. No permitiéndoseles caballo de diestro, el de montar era generalmente tordo, crinado, de cola al corvejón, herrado y mantenido á pienso; formando su arreo al recado del país, cubierto con un caparazón de paño azul, adornado de fajas, y dos granadas con borlas punzó en las puntas; balija de cuero. En la lista contestaba el granadero por su nombre de guerra. Ningún oficial podía tutearlo ni ocuparle en servicio alguno que no fuera estrictamente militar. Una mancha, raspón en el uniforme, un botón menos ó mal abrochado costaba un día de policía. Acostumbraban el pelo corto y la mirada más arriba del horizonte. 3 Código de Honor De la misma forma en la que San Martín reclamaría de los granaderos el acatamiento de una conducta ejemplar frente a la sociedad y el Ejército, haría caso irrestricto de tales disposiciones sosteniendo como forma de vida la política de "predicar con el ejemplo". La férrea disciplina, el culto al valor y al honor, la exigencia y rigurosidad en la instrucción física y militar quedarían entonces patentes en las siguientes disposiciones, establecidas en aquel entonces como la lista de "Delitos por los cuales deben ser arrojados los oficiales", a fin de establecer una norma de conducta para los oficiales del regimiento que sentara el ejemplo para el resto de la tropa. Esta dicta: Por cobardía en acción de guerra, en la que aún agachar la cabeza será reputado tal. Por no admitir un desafío, sea justo o injusto. Por no exigir satisfacción cuando se halle insultado. Por no defender a todo trance el honor del cuerpo cuando lo ultrajen a su presencia o sepa ha sido ultrajado en otra parte. Por trampas infames como de artesanos. Por falta de integridad en el manejo de intereses, como no pagar a la tropa el dinero que se haya suministrado para ella. Por hablar mal de otro compañero con personas u oficiales de otros cuerpos. Por publicar las disposiciones internas de la oficialidad en sus juntas secretas. Por familiarizarse en grado vergonzoso con los sargentos, cabos y soldados. Por poner la mano a cualquier mujer aunque haya sido insultado por ella. Por no socorrer en acción de guerra a un compañero suyo que se halle en peligro, pudiendo. Por presentarse en público con mujeres conocidamente prostituidas. Por concurrir a casas de juego que no sean pertenecientes a la clase de oficiales, es decir, jugar con personas bajas e indecentes. Por hacer un uso inmoderado de la bebida en términos de hacerse notable con perjuicio del honor del cuerpo. Tiempo después, y en virtud de los valores que inculcara en el Regimiento de Granaderos a Caballo, diría el mismo San Martín: Los Granaderos a Caballo junto a la estatua de José de San Martín De lo que mis Granaderos son capaces, solo lo sé yo. Quien los iguale habrá; quien los exceda, no. [editar]Desarrollo El rigor en la preparación y capacitación de los efectivos exigida por San Martín a la larga retrasaría la conformación definitiva del cuerpo. No obstante, pese a las complicaciones y al apremiante transcurso del tiempo revolucionario, el 11 de septiembre de 1812 se decretó la creación del segundo escuadrón y el 5 de diciembre se dispuso la creación del tercero. Por decreto de este día ha resuelto este gobierno la creación de un segundo escuadrón de Granaderos á caballo, á solo el mando del teniente coronel comandante don José San Martín, y lo aviso á Vds. para su inteligencia y efectos consiguientes, tomándose razón de esta orden en el Tribunal de Cuentas con anotación en la Comisaría general de guerra. Dios guarde á Vds. Buenos Aires, setiembre 11 de 1812. Nicolás De Herrera A los Ministros Generales de Hacienda. Ya para este momento, la autoridades nacionales, hacen referencia a San Martín con el título de Comandante de Granaderos a Caballo, y fue ascendido a coronel el 7 de diciembre de 1812, fecha en que se creó el Regimiento de Granaderos a Caballo en base a los tres escuadrones. En esta fecha se ha librado despacho de Coronel del Regimiento de Granaderos á caballo al comandante de este cuerpo don José de San Martín, á quien prevendrá V. S. forme y pase las respectivas de Comandante de escuadrones. Dios guarde á V. S. Buenos Aires, 7 de diciembre de 1812. Tomas Guido. Secretario interino. Al Jefe del Estado Mayor General. El 3° Escuadrón se organizó en diciembre de 1812, expidiéndose el 15 de diciembre los despachos de teniente coronel a Carlos de Alvear y sargento mayor a José Zapiola. Ante el traslado de Alvear a otra unidad, el 18 de enero de 1813 fueron ascendidos: a teniente coronel Zapiola, y a sargento mayor el capitán de artillería Juan Ramón Rojas. También en 1812 fue trasladado el regimiento desde los precarios establecimientos del "Cuartel de la Ranchería", hasta los terrenos del "Cuartel de Retiro", (en aquel momento ocupado por el Regimiento de Dragones de la Patria), más aptos para las labores de instrucción militar y entrenamiento. El 4 de diciembre de 1812 el capitán Francisco Luzuriaga recibió el despacho de sargento mayor del regimiento, debido a que Rojas fue nombrado comandante del 3° Escuadrón. El 7 de junio de 1815 José Melián recibió los despachos de comandante del 4° Escuadrón, que se organizó.4 [editar]Accionar Militar Bautismo de fuego Escena del combate de San Lorenzo Artículo principal: Combate de San Lorenzo. En la noche del día 2 de febrero de 1813, tras días de marcha forzada, San Martín y los granaderos arribaron al convento de San Carlos, en San Lorenzo, provincia de Santa Fe. La incursión se enmarcaba en la misión asignada por el Gobierno de Buenos Aires al coronel del recientemente formado regimiento, en la que se le ordenaba destacar una sección de su unidad para proteger las costas del Río Paraná desde Zárate hasta Santa Fe, en prevención de posibles incursiones enemigas; en tal situación, y por la sumatoria de la más intrincada cadena de circunstancias casuales, es que San Martín toma conocimiento del futuro desembarco realista en las cercanías del convento, y decide aprestarse a su encuentro para evitar el reabastecimiento de víveres de la flota española en tierra a fin de retrasar o evitar futuros avances en tierra. El plan de San Martín era aguardar el arribo enemigo con sus 120 granaderos al amparo de los muros del convento; frente a éste se extiende una alta planicie, muy propicia para las maniobras de caballería; más allá, el borde de un barranco acantilado, y luego unos 300 m de playa hasta la orilla. El objetivo era evitar que los españoles sospecharan su presencia, lograr que se acercaran hasta el terreno mencionado y una vez allí lanzar el ataque sin darles tiempo de organizar la defensa. A tal fin, San Martín estudió las posiciones y disponibilidad de recursos del enemigo, y dispuso la división de su contingente en dos escuadrones: el 1º, al mando del capitán Justo Bermúdez, con órdenes de flanquear y cortar la retirada a los invasores; y el 2º, a su propio mando. El comandante arengó a sus hombres, que se hallaban a punto de combatir por primera vez, y explicó a Bermúdez que le daría las órdenes posteriores una vez en combate, otorgando a ambos escuadrones sus posiciones a izquierda y derecha del convento, a la espera de la orden de ataque. A la señal del clarín ambos escuadrones se lanzaron sobre las líneas enemigas, formadas por unos 250 hombres dispuestos en dos columnas paralelas con el pabellón desplegado, y dos piezas de artillería al centro. Los realistas sólo atinaron a replegarse en forma desorganizada sobre las mitades de retaguardia, intentando repeler el sorpresivo poder de la carga simultánea impartida por ambos flancos de las líneas de tropa, a lo que respondieron con fuego de mosquete y bayoneta calada. Según una tradición muy difundida, en este audaz movimiento el soldado Juan Bautista Cabral, viendo en peligro la vida de su Comandante, el Coronel San Martín, (que habría quedado atrapado bajo su caballo, muerto por la metralla enemiga, y sin posibilidades de movimiento o defensa alguna), decide lanzarse heroicamente al encuentro de una bayoneta realista a punto de atravesar al Libertador, sacrificando su propia vida en pos de la de su oficial. La leyenda le atribuye haber proferido la siguiente frase, instantes antes de morir: ¡Muero contento; hemos batido al enemigo!5 Si bien este relato heroico está ampliamente difundido en canciones patrióticas, medios oficiales del Ejército Argentino (cuya escuela de suboficiales se denomina "Sargento Cabral", un nombre también frecuente en calles, avenidas, escuelas e instituciones argentinas), la falta de fuentes históricas hace que los historiadores duden de su veracidad.[Wikipedia) igual fotos...