miércoles, 30 de mayo de 2012

ECONOMÍA DE MERCADO (1)


Mercado e intervención Como se ha sugerido, uno de los problemas centrales más importantes de la economía de mercado es encontrar el nivel óptimo de intervención o regulación estatal mientras se mantiene la libertad de los actores económicos a fin de lograr el máximo de eficiencia económica. En las palabras de Joseph E. Stiglitz: El verdadero debate hoy en día gira en torno a encontrar el balance correcto entre el mercado y el gobierno. Ambos son necesarios. Cada uno puede complementar al otro. Este balance será diferente dependiendo de la época y el lugar.28 En relación a lo anterior son generalmente considerados varios elementos. La aceptación de que la competencia perfecta generalmente no existe en la realidad, lo que implica la validez de la Teoría del Segundo Mejor, es decir, que la eficiencia económica no precluye necesariamente la intervención estatal como la propuesta del libre mercado asume. Aún más, Greenwald y Stiglitz demostraron (en el llamado Teorema de la Asimetría de la información) que en la presencia ya sea de información imperfecta o mercados no perfectamente competitivos, el resultado del mercado no es eficiente en términos de Pareto. Sigue que en la mayoría de las situaciones de la economía en el mundo real, los efectos de esas desviaciones de las condiciones ideales deben ser tomadas en cuenta.29 Dado lo anterior, la Condición de Samuelson es relevante, es decir, la intervención estatal en la provisión de bienes y servicios está justificada hasta el punto que tal intervención sea más eficiente. Conversamente, la producción privada está justificada en la medida que es más eficiente que la comunal o estatal. Estas relaciones serán diferentes en lugares y momentos diferentes. Adicionalmente, estas no son materias de discusión teórica sino de determinación práctica y técnica. [editar]Proceso del mercado En una economía de mercado, productores y consumidores pueden interactúar en el mercado. Se supone que ambos tipos de agentes económicos asumen el precio de los bienes como un dato dado (es decir, son “aceptadores de precio” -“preneurs de prix” en francés; “price takers” en inglés.- Ver Origen y asunciones en "Ley de Walras".) y, a partir de ahí, toman sus decisiones de producción y consumo, buscando maximizar la ganancia en el caso de los ofertantes y la función de utilidad (satisfacción) en el caso de los consumidores. La participación de esos actores, ofreciendo y demandando cantidades de bienes y servicios, a su vez altera las condiciones del mercado afectando la evolución de los precios. Sin embargo, en una situación de competencia imperfecta ya sea un solo agente o un grupo reducido de los mismos pueden manipular la condición del producto y pueden afectar directamente la formación de los precios. Dado que vivimos en una era de comercio incrementalmente dominado por empresas internacionales y lo que en EEUU se llama "corporaciones" (grupo de empresas en castellano) no es realista mantener la pretensión que los precios de mercado se están determinando de acuerdo a las condiciones de la competencia perfecta (ver, por ejemplo: Índice de Lerner). Y pretender volver a esa competencia perfecta es no solo un "ejercicio en futilidad" sino que tampoco produciría "una economía de gran estabilidad, crecimiento y eficiencia."30 Hay que mantener presente que no es necesariamente el caso que la competencia imperfecta tenga efectos negativos para el consumidor. Es posible que bajo determinadas circunstancias, el hecho de que las empresas compitan en este tipo de entornos "imperfectos" (ver oligopolio; monopolio; oligopsonio y monopsonio) puede llevar a los mismos precios que la competencia perfecta (ver Competencia de Bertrand). Esto de nuevo enfatiza que estas no son materias de principios, sino practicas. De todo lo anterior sigue que, dado que la competencia perfecta no se encuentra en la realidad, la intervención estatal puede producir resultados económicos superiores a los logrados sin esa intervención. [editar]Leyes e interpretaciones La teoría económica liberal clásica, por ejemplo con David Ricardo, supone que, teóricamente, en una economía de mercado la tasa de interés del capital y los beneficios empresariales tienden hacia cero con el tiempo. La tercera, quinta o sucesivas unidades de producción no pueden rendir los mismos beneficios que la primera, según la ley de rendimientos decrecientes. Similares predicciones se efectuaban para los salarios, que deben ajustarse al mínimo de subsistencia, según la ley de bronce de los salarios. La crítica que el marxismo realiza de la economía clásica parte en buena medida de la interpretación de esas teorías, además de sus propias formulaciones, como la teoría de la plusvalía y la alienación; supone que la aplicación de una economía de mercado llevaría a una polarización social entre proletarios cada vez más pobres y capitalistas cada vez más ricos. El que ambas predicciones (liberal clásica y marxista) no se hayan cumplido (al menos todavía) en la evolución histórica de la economía real ha supuesto distintas reinterpretaciones a cargo de la distintas escuelas de pensamiento económico posteriores: la economía neoclásica, el marginalismo, el monetarismo, el keynesianismo, el neoliberalismo económico, la escuela de Chicago, etc.