lunes, 12 de noviembre de 2012

"EL SER DEL OTRO" (Política-hombre-comunicación) (2)


-POLIS-Revista latinoamericana
El Ser del Otro desde la ciudadanía 12Pensar en el Ser del Otro desde la ciudadanía nos obliga a responder la pregunta de qué tipo de ciudadanía y de qué ciudadanos estamos hablando. Hoy, en el contexto de un mundo globalizado y de cambios rápidos y profundos, en los que están en cuestión normas, valores y tradiciones ciudadanas, la respuesta no sólo se hace relevante sino también compleja. Dar una contestación tajante y concluyente no es del todo fácil. Esto es así por diversas razones, pero el factor decisivo, a mi parecer, es que no existen en nuestras sociedades proyectos ciudadanos que nos interpreten e interpelen cabalmente. Hay un socavamiento, si así lo podemos expresar, de las identidades colectivas, de las aspiraciones colectivas. Hay carencia de un imaginario de sociedad, hay -en términos de Norbert Lechner- una fragilidad del “Nosotros”. 13Deseo adelantar y decir que esta fragilidad del “Nosotros” resulta de la incapacidad de reconocer al Ser del Otro como un legítimo Otro. Somos más bien ciudadanos en la desconfianza, inclusive en la mezquindad, en ceguedad e invisibilidad del Ser del Otro. Vivimos como ciudadanos atemorizados, el miedo al Ser del Otro, el miedo a la invasión de los Otros en lo mío. Más aún, pareciera que estamos “atrapados” en el paradigma liberale incapaces de abrirnos a un paradigma comunitarista. 14Gabriela Fernández y Loreto Egaña abordan ambos paradigmas después de hacer una revisión intensiva de la literatura existente. Al respecto señalan, en primer lugar, que para los comunitaristas las premisas del individualismo traen consecuencias moralmente insatisfactorias, tales como la imposibilidad de lograr una comunidad genuina, el olvido de algunas ideas de la vida buena que serían sustentadas por el Estado, y una injusta distribución de los bienes. Los liberales, por su lado, sostienen que una sociedad justa no puede presumir una concepción particular del bien, sino que debe ajustarse a través del “derecho”, que es una categoría moral que tiene prioridad sobre la de “bien”. 15Debemos aclarar que aún cuando el liberalismo contribuyó a la formulación de la idea de una ciudadanía universal, basada en la concepción de que todos los individuos nacen libres e iguales, para muchos críticos esta corriente de pensamiento redujo la condición de ciudadanía a un status legal, estableciendo los derechos que los individuos poseen contra el Estado. En este sentido, la idea de participación ciudadana en asuntos de interés público o la idea de conciencia ciudadana colectiva sobre determinados derechos que afectan a un conjunto de ciudadanos, son extrañas al pensamiento liberal clásico. El Ser del Otro se invisibiliza 16En términos del paradigma liberal, la concepción de libertadse traduce al plano del sujeto bajo la noción de Autonomía. El sujeto, constituido por el individuo, es concebido como autosuficiente en su independencia, o sea no necesita de otros para constituirse en sujeto (aunque sí para sobrevivir biológicamente. El sujeto es el individuo, entendido como autónomo y racional con anterioridad, y por ende, con primacía ante la sociedad y el Estado. En otras palabras, el individuo no necesita de la sociedad para poder ser un sujeto racional, al contrario, es él -con su racionalidad- quien es capaz de fundar la sociedad mediante el contrato social. ¿El ser autónomo no requiere del Ser del Otro? 17Bajo esta concepción, la sociedad civil es separada del Estado en la medida que el ciudadano contribuye a éste mediante el pago de sus impuestos y la participación en votaciones, siempre confiando sus intereses económicos a la autorregulación del mercado. No obstante, independiente del énfasis dado a la naturaleza de la participación del individuo en la postura liberal, lo cierto es que el liberalismo acentúa, ante todo, la idea de que la ciudadanía corresponde a un status posterior a la posesión de derechos, es decir, son los derechos los que otorgan ciudadanía. 18El paradigma comunitarista critica los extremos a que los puede llevar el individualismo liberal, que pone en peligro los valores comunitarios. Se plantea una mirada que releva la acción social y cívica a través de un enfoque integral que debería abordar en conjunto al individuo y a la sociedad; un planteamiento vinculado a la tradición democrática republicana que apela a una ciudadanía comunitaria constituida a través de su participación en el Estado, lo que exige una formación de ciudadanos y un cultivo de las virtudes cívicas para la participación en el autogobierno, pero al mismo tiempo, un Estado no neutral frente a los valores y proyectos de vida de sus ciudadanos. 19Desde este enfoque comunitarista el centro de la ciudadanía radica en la participación política, donde el ciudadano se compromete -más allá del mero voto- en la permanencia de la sociedad. Los comunitaristas sostienen que los vínculos sociales determinan a las personas y que la única forma de entender la conducta humana es referirla a sus contextos sociales, culturales e históricos. La noción de participación ciudadana supone conocimiento e interés en los asuntos públicos, un sentimiento de pertenencia a una comunidad política y un sentido de responsabilidad por el todo social, lo que exige el desarrollo de prácticas, costumbres y conductas particulares, que den cuerpo a una “virtud cívica” que sustente al autogobierno democrático. 20Loreto Egaña nos dice quela acción política tiene como núcleo a la (auto) conciencia de los individuos como sujetos pertenecientes a una comunidad, a un Todo que dota de sentido a la existencia, porque ésta es el motor del autogobierno, ya que sólo un sujeto consciente de sí es capaz de autogobernarse (de crear y defender instituciones que lo identifiquen) y, más aún, de exigir reconocimiento (en la óptica tayloriana), en otras palabras es la conciencia la ue permite constituir al sujeto, ya que en términos comunitaristas la conciencia evidencia la relación entre el individuo y su comunidad (lo sitúa en una comunidad). Desde esta perspectiva, la política es relacionada con conceptos como “reconocimiento”, “sentido” y “pertenencia”. La acción política de los ciudadanos sólo tiene sentido en el marco de la pertenencia a una comunidad que se auto-reconoce como tal, que tiene conciencia de sí.