lunes, 12 de noviembre de 2012

"EL SER DEL OTRO" (Política-hombre-comunicación) (1)


POLIS-Revista latinoamericana
El Ser del Otro desde la modernidad y la acción comunicativa 1Intentar centrar la mirada en el Ser del Otro significa y nos obliga sin lugar a dudas, entre otras cosas, a ponernos junto a aquellos que han cuestionado el concepto de modernidad que hemos heredado desde la ilustración europea. El siglo de la ilustración (siglo XVIII) es el período donde empiezan a fundarse de manera definitiva los relatos y representaciones que estructuran el mundo moderno. En dicho período se aglomeran las consecuencias de la Revolución Inglesa democratizando el orden social a través de la secularización de la política; el racionalismo filosófico francés con su sueño enciclopedista reformador, y con su descifrar, en la articulación de las ciencias, las artes, la técnica y el trabajo, que el presente —ya no el pasado clásico— es la edad de oro del espíritu; y el iluminismo romántico alemán, donde la filosofía de la historia, la estética crítica y el despertar heroico (no sólo racional) del sujeto del nuevo tiempo se traducirá en un primer desgarramiento de la conciencia moderna. 2Sin pretender ser exhaustivos, debemos recordar que Habermas (1989:131) atribuye a Hegel el concepto de modernidad, seña­lando que es éste el que descubre el concepto de la subje­tividad: un modo de relación del sujeto consigo mismo. La subjetividad comporta cuatro connotacio­nes: “a) individualismo, en el mundo moderno la pecu­liaridad infinitamente pa­rticular puede hacer valer sus pretensiones; b) de­recho de crítica, el princi­pio del mundo exige que aquello que cada cual ha de reconocer se le muestre como justificado; c) autonomía de la acción, pertenece al mundo moderno el que queramos salir fiadores de aquello que hacemos; d) finalmente, la propia filosofía idealista” (1989.131). Los acontecimientos históricos claves para la implementa­ción del principio de subjetividad son la Reforma Religiosa, la Ilustra­ción y la Revolución Francesa (ibid). 1 Horkheimer, M. y Adorno, T. (1987) Dialéctica del Iluminismo, Ed. Sudamericana, traducción de Mure (...) 3Durante las últimas décadas del siglo pasado, pre­ferente­mente después de la segunda guerra mundial, se han elaborado diversas y muy variadas concepciones críticas frente a la expe­riencia histórica de la modernidad. Un enfoque crítico muy pene­trante ha sido el de la Escuela de Frankfurt. Se considera que la sociedad burguesa, de consumo, ha instru­mentalizado la razón, la ha reducido a un simple instrumento con ciertos fines, el dominio de un hombre sobre otros, lo que la desvía de su propio objetivo, el saber. De esta forma, la razón ha degenerado en razón práctica y utilitaria, lo que trae consigo a su vez la degeneración de la cultura humana, que ha quedado tecnificada y mecanizada.1 4A esta perspectiva crítica a la modernidad, se suma la de Peter Berger, el que viene al rescate de las entidades colectivas, y se ubica, pese a su carácter neoconservador, en nuestra postura del Ser del Otro. Berger critica frontal­mente los tópicos centrales que caracterizan la experiencia de la modernidad, a saber, la abstracción, la futuridad, la libera­ción, la seculariza­ción y la individualización. Con respecto a esta última señala que: 2 Citado por Brunner, J. J. en “Los debates sobre la modernidad y el futuro de América Latina” en Se (...) 5«La modernización vino acompañada por una separación o extrañamiento del individuo respecto de las entidades colectivas. De modo que entre las mega estructuras modernas y el sujeto individual —la muchedumbre solitaria— faltarían estructuras comunitarias de mediación, provocando lo que los sociólogos conocen como anomia. El individuo, abstraído de sus relaciones tradicionales de pertenencia, percibe ahora su ego con mayor intensidad y complicación, aumentan sus posibilidades de emancipación personal por un lado pero, simultánea y paradojalmente, su deseo de inclusión comunitaria, de relaciones de pertenencia, sin que la modernidad logre resolver este dilema...”2 El Ser del Otro un ser aislado en la modernidad 6De lleno estamos entrando a la crítica postmoderna, a la experiencia histórica de la modernidad, que cuestiona, entre otros aspectos, la radical fragmentación de la sociedad modernizante en, donde ‘cada grupo ha llegado a hablar un curioso lenguaje privado, cada profesión ha desarrollado su propio código de ideología o modo de hablar particular, y finalmente cada individuo ha llegado a ser una especie de isla lingüística, separada de todas las demás.’ 7Aceptando esta crítica queremos sumarnos a la postura de Habermas quien nos hace ver que la modernidad, junto con su proyecto ilustrado, no está acabada, está inconclusa, incompleta. En este sentido Habermas, más que sumarse a la crítica neoconservadora de la modernidad, más que postular una superación de la modernidad, se pregunta si no hubiese que plantearse nuevos y pendientes desafíos. Entre éstos se ubica de manera significativa la posibilidad que la Ilustración reflexione sobre sí misma, se ubique de manera distinta en la relación que hay entre lo moderno y los clásicos. La capacidad que la Ilustración tiene para reflexionar sobre sí misma le entrega un renovado potencial y le abre renovadas perspectivas al proyecto modernizador. Este potencial se sustenta, en Habermas, en la construc­ción de una sociedad basada en la racionalidad comunicativa y no en la dominación propia de la racionalidad instrumental que ha caracterizado y que ha producido el desencanto del “mundo desencantado”. El Ser del Otro en la acción comunicativa, que es definida como una interacción mediada por símbolos, requiere necesariamente identificar esperanzas recíprocas de comportamiento y reconocidas, al menos, por dos sujetos actuantes. Dentro de este tipo de acción comunicativa caen todas las acciones humanas que presuponen la validez de las normas morales en el sentido más amplio de la palabra. Normas cuya validez se deriva de su reconocimiento por los sujetos actuantes. 8Dicho de otra manera, el Ser del Otro es una condición insustituible para que el entendimiento funcione como mecanismo coordinador de la acción comunicativa. Los participantes se ponen de acuerdo acerca de la validez que pretenden para sus emisiones o manifestaciones, es decir que reconocen intersubjetivamente las pretensiones de validez con que unos se presentan frente a otros. 9Sólo para completar la idea habermaciana de la comunicación, ésta remite a algo que es de suma importancia en la comprensión del Ser del Otro: la formación de la persona. Habermas, al respecto, diferencia dos procesos: el de la individualidad y el de la individuación. En el proceso de individualidad, la persona trae consigo la idea base que quiere ser identificada en el futuro como aquellaen la que ella se ha convertido. El significado de la “individualidad” sólo puede explicarse recurriendo a la auto-comprensión ética de la primera persona en la relación con una segunda persona, es decir, la auto-comprensión ética de la relación yo-tú. En el decir de Habermas, la individualidad lleva consigo un núcleo intersubjetivo: “...el yo, que en la conciencia que tengo de mí, me parece estar dado como absolutamente propio, no puedo mantenerlo sólo por mis propias fuerzas, por así decirlo, por mí sólo, no me “pertenece”. Antes bien, ese yo conserva un núcleo intersubjetivo porque el proceso de individuación del que surge discurre por la red de interacciones lingüísticas mediadas.” (Ferrada, 2001:64) 10La individuación se refiere mas bien al reconocimiento del individuo como persona incanjeable y única frente a la comunidad de comunicación, es decir a la pretensión de la individualidad misma, que tiene que ver con la garantía de la continuidad de la propia existencia del individuo que cada uno asume en forma consciente a la luz de un mediato proyecto individual de vida. En palabras de Habermas (1989:65): “La idealizadora suposición de una forma universalista de vida en la que cada uno asume la perspectiva de cualquier otro y cada uno puede contar con el recíproco reconocimiento de todos los otros, posibilita la comunalización de seres individuados –el individualismo como reverso del universalismo-. Y es esta referencia a la proyección de una forma de sociedad la que empieza haciendo posible tomar en serio la propia biografía como principio de individuación, considerarla como si fuese el producto de mis decisiones responsables. La apropiación autocrítica y la prosecución reflexiva de la propia biografía se quedaría en un ideal incomprometido, en un ideal inconcluso indeterminado, si yo no pudiera salirme de mi mismo al paso “ante los ojos de todos”, es decir, ante el foro de una ilimitada comunidad de comunicación.” El Ser del Otro es un ser que se hace persona en la acción comunicativa 11 El Ser del Otro, entonces, se me impone como parte de la auto-reflexión de mí mismo. No puedo ser yo sin salirme de mí mismo. Al convenir en este proceso dialéctico, necesariamente me hago responsable no solo de mí sino que también de los Otros.