sábado, 16 de diciembre de 2017

DESTELLOS PATAGÓNICOS (6) -Agustín del Castillo-


Sergio Pellizza 23 de noviembre · · AGUSTÍN del CASTILLO 23 de noviembre Por Sergio Pellizza De pequeño miraba de afuera, como esos sueños lejanos que nunca se alcanzan. Muchos cuadros de goletas, fragatas, hermosos veleros en azules mares que se confundían con celestes cielos. Agustín deseaba con toda su alma navegar esos mares, más allá del horizonte de celestes cielos. Imaginaba el viento susurrando entre las velas y entre el humo de una tímida caldera y los aparejos, escuchaba un mensaje, como una letanía, sur…sur…sur… A los 17 años, su sueño se hizo tangible, estaba ingresando en la Escuela naval militar, tal como lo había soñado. La Escuela estaba instalada en el vapor de guerra General Brown; una especie de combinación de vela y vapor. Tres mástiles y 6 calderas 176 Hp de potencia, 78 m de eslora (largo) 9,3 m manga (ancho) 570 toneladas de desplazamiento. Permaneció 7 años en este barco y siempre escuchaba entre el humo y los aparejos que el viento decía: sur…sur…sur. El momento en que se gradúa constituye un acontecimiento inesperado, una circunstancia especial, única de evidente gravitación en el destino de la marina de guerra y el destino personal de Agustín. El viento se lo venía anunciando. El hecho es el envió de una División Naval al lejano territorio de Santa Cruz, con el propósito de iniciar una real ocupación de nuestro litoral marítimo en esas latitudes. El 8 de noviembre de 1878 partía de Buenos aires la División Naval por orden del Presidente Nicolás Avellaneda, al mando del Comodoro Luis Py. Desde el año anterior La Escuela Naval había sido trasladada a la cañonera Uruguay que formaba parte de la división. Entre el reducido plantel de alumnos se encontraba Agustín. El 17 de noviembre de 1877, en la desembocadura del Rio Santa Cruz, frente al cañadón de los misioneros, rinde sus exámenes finales y se convierte en uno de los 4 primeros egresados de la Escuela Naval Argentina, en tierra patagónica. Un año después Agustín con su grado de alférez de fragata es enviado a Londres. Ya su espíritu había sido sellado por el viento patagónico que siempre le recordaba en todos lados su destino de, sur…sur…sur… susurrado en todas partes. En agosto d 1886, el ya teniente de fragata Agustín del Castillo fue enviado a Rio Gallegos a fin de cumplir una misión de relevamiento hidrográfico, misión que solo pudo cumplirse parcialmente y solo producto de su férrea voluntad de entrar en la piel del paisaje. Los instrumentos indispensables para la tarea no le fueron enviados. Después de inútiles reclamos, se prepara con medios propios y algunas escasas ayudas de viajeros y pobladores; comienza a prepararse para una expedición que diera como resultado un mayor conocimiento geográfico de la región hasta ese momento prácticamente desconocida. De esta manera pudo dar cumplimiento a su patriótico anhelo. De regreso a Buenos Aires solo ansiaba que el gobierno nacional se interesara en los resultados de su viaje y como consecuencia de esto proponer la realización de un segundo que a la par de completar sus observaciones, le permitiera comprobar algunas de las hipótesis geográficas de verdadera importancia para los intereses geopolíticos del país. El gobierno nacional parecía no entender como muchos en el norte que el sur existe, que esta inmensa costa, meseta, ríos y precordillera debía realmente conocerse y consolidar la argentinidad en ellos. Primero conociendo el terreno y volcar sus características en mapas reales. En 1887, mientras cumplía tareas hidrográficas en Río Gallegos, efectuó una expedición a Río Turbio durante la cual descubrió los yacimientos de carbón. Por ese motivo y en consideración a sus actividades posteriores relacionadas con la actividad minera en la región se lo considera el propulsor de Yacimientos Carboníferos Fiscales. Falleció en la ciudad de Buenos Aires el 22 de enero de 1889, poco después de su segundo viaje a la zona de Río Turbio y Lago Argentino y mientras preparaba una conferencia que debía pronunciar en el Instituto Geográfico Argentino referida a sus recientes exploraciones. En la Asamblea Extraordinaria del Instituto Geográfico Argentino efectuada el 8 de mayo de 1889 el doctor Felipe Yofre informó que: "la expedición llevada a cabo bajo las órdenes del malogrado teniente de navío don Agustín del Castillo, recorrió una vasta extensión de la Patagonia austral, comprendiendo las cuencas de los ríos Gallegos y Santa Cruz, los lagos del Sur, Argentino, Viedma y San Martín con el propósito de seguir los cursos de agua hasta el macizo de la Cordillera de los Andes y resolver definitivamente si existe una vía de comunicación entre el Atlántico y el Pacífico por el río Santa Cruz (...) Esta expedición que estuvo de regreso hace apenas unos meses soportó los rigores del invierno en la falda de los Andes e inmediaciones del lago Argentino a fin de obtener los más exactos datos posibles sobre la climatología de aquellas regiones(...) Sus resultados iban a hacerse públicos en una conferencia que debía dar el intrépido jefe de la expedición, don Agustín del Castillo y estaba trabajando activamente para ordenar sus datos y confeccionar el plano de la región recorrida cuando la ley inexorable de la naturaleza tronchó su existencia; privando a la Armada Argentina de uno de sus más distinguidos oficiales y a la geografía nacional de uno de sus más ilustres representantes". No obstante lo prematuro de su muerte a los 34 años, y lo corto de su obra. El nombre de Agustín del Castillo debe ocupar hoy un lugar importante entre los hombres que lucharon por la integración de la Patagonia al país. Salvo raras excepciones su presencia ha pasado casi inadvertida. Este modesto relato es una pequeñísima contribución a rescatar su recuerdo y su trabajo que hizo tomar conciencia territorial de que este sur existe y es argentino. La Patagonia austral fue la región de país que despertó esa actitud generacional de la que Agustín del Castillo formó parte y a la que contribuyó a prestigiar. 23 Noviembre 2017