lunes, 10 de enero de 2011

LITERATURA INTERESANTE-TAXI AMARILLO-ARRABAL DE BUENOS AIRES

Kordon Taxi Amarillo
Arrabal de Buenos Aires

Compré este libro junto a Novela negra con argentinos sin saber prácticamente nada del autor y sin haber leído estas palabras que le dedica Neruda al autor en el prólogo:

Soy redomado lector de relatos; pienso que los poetas olvidaron la inmemorial acción y se quedaron con la actitud. En el fondo de la novela está ahora el germen olvidado y patético de la canción de gesta, el desarrollo de los trovadores. Busco a través de las páginas de novelas y novelones la más antigua e irreductible poesía.

Este libro de Bernardo Kordon no pasó desapercibido para los oceanistas del relato; se lo señaló con estrella y cruz, pero luego siguió en su oscuridad submarina, de donde es bueno que salga, navegue y se encuentre con la admiración que merece.

Veamos el contenido del libro:

Estudio preliminar
Prólogo
Fuimos a la ciudad
Maíz para las palomas
El sordomudo
Un hombre en la casa
Los ojos de Celina
Robinson en Chile
Los navegantes
Ándate paraguayo
Maruja la rumbera
El remolino
Esteco
Los tripulantes del crimen
Romance en la puerta oeste de la ciudad
Allá por el año 3000
Un taxi amarillo y negro en Pakistán
China comienza en Chinon
Sobre la tumba de una niña china
Trilogía de brujas
De cómo un desocupado rió último y mejor
Vagabundo en Tombuctú

LITERATURA INTERESANTE-KORDON

Bernardo Kordon nace en Buenos Aires, en 1915. Además de destacarse como narrador argentino, fue traductor de escritores franceses y brasileños, como Robert Merce. En 1936 aparece su libro La vuelta de Rocha – Brochazos y relatos porteños, y tres años después Macumbá. Relatos de la tierra verde, seguido por Un horizonte de cemento, donde explora la ciudad y sus personajes marginales a través de la perspectiva de un narrador en primera persona, el protagonista “linyera” de la novela, y La isla (1940), La selva iluminada (1942), Tormenta en otoño y Muerte en el valle (1943), Reina del Plata, novela fragmentaria que describe la vida cotidiana con mirada tierna e irónica y Tambores en la selva (1946), y Una región perdida (1951). En 1952 aparece De ahora en adelante, la cual fue escrita en Europa y narra la historia de un argentino que descubre su patria desde la lejanía, y al año siguiente Lampeão. Su relato Alias Gardelito, en el que muestra con humor el mundo de la picaresca de Buenos Aires, fue llevado al cine. Ya desde su primer texto Kordon cultivó el relato de tipo realista, a través de la utilización de un lenguaje coloquial y directo. Su capacidad narrativa se revela en la creación de diferentes situaciones que protagonizan sus personajes, en su mayoría viajeros y peregrinos. Considerado uno de los iniciadores del “neorrealismo” urbano, otros libros suyos son Vagabundo en Tombuctú (1956), Domingo en el río (1960), …Vencedores y vencidos (1965), Un día menos (1966), Hacéle bien a la gente (1968), Cuentos de B.K. (1969), A punto de reventar seguido de Kid Ñandubay (1971), y El misterioso cocinero volador y otros relatos (1982), entre muchos otros. También escribió los ensayos 600 millones y uno y El teatro chino tradicional (1958), y Viaje nada secreto al país de los misterios: China extraña y clara, en los cuales testimonió la experiencia de sus viajes al país oriental. Es compilador del texto Así escriben los chinos: desde la tradición oral hasta nuestros días, y fue director de “Capricornio” y “Todo el mundo a través del pensamiento”. También colaboró en “Leoplan”. Su obra fue traducida al rumano.

LITERATURA INTERESANTE-KORDON

Los ojos de Celina

En la tarde blanca de calor, los ojos de Celina me parecieron dos pozos de agua fresca. No me retiré de su lado, como si en medio del algodonal quemado por el sol hubiese encontrado la sombra de un sauce. Pero mi madre opinó lo contrario: “Ella te buscó, la sinvergüenza.”Estas fueron sus palabras. Como siempre no me atreví a contradecirle, pero si mal no recuerdo fui yo quien se quedó al lado de Celina con ganas de mirarla a cada rato. Desde ese día la ayudé en la cosecha, y tampoco esto le pareció bien a mi madre, acostumbrada como estaba a los modos que nos enseñó en la familia. Es decir, trabajar duro y seguido, sin pensar en otra cosa. Y lo que ganábamos era para mamá, sin quedarnos con un solo peso. Siempre fue la vieja quien resolvió todos los gastos de la casa y de nosotros.
Mi hermano se casó antes que yo, porque era el mayor y también porque la Roberta parecía trabajadora y callada como una mula. No se metió en las cosas de la familia y todo siguió como antes. Al poco tiempo ni nos acordábamos que había una extraña en la casa. En cambio con Celina fue diferente. Parecía delicada y no resultó muy buena para el trabajo. Por eso mi mamá le mandaba hacer los trabajos más pesados del campo, para ver si aprendía de una vez.
Para peor a Celina se le ocurrió que como ya estábamos casados, podíamos hacer rancho aparte y quedarme con mi plata. Yo le dije que por nada del mundo le haría eso a mamá. Quiso la mala suerte que la vieja supiera la idea de Celma. La trató de loca y nunca la perdonó. A mí me dio mucha vergüenza que mi mujer pensara en forma distinta que todos nosotros. Y me dolió ver quejosa a mi madre. Me reprochó que yo mismo ya no trabajaba como antes, y era la pura verdad. Lo cierto es que pasaba mucho tiempo al lado de Ceima. La pobre adelgazaba día a día, pero en cambio se le agrandaban los ojos. Y eso justamente me gustaba: sus ojos grandes. Nunca me cansé de mirárselos.
Paso otro año y eso empeoró. La Roberta trabajaba en sel campo como una burra y tuvo su segundo hijo. Mamá parecía contenta, porque igual que ella, la Roberta paría machitos para el trabajo. En cambio con Celina no tuvimos hijos, ni siquiera una nena. No me hacían falta, pero mi madre nos criticaba. Nunca me atreví a contradecirle, y menos cuando estaba enojada, como ocurrió esa vez que nos reunió a los dos hijos para decirnos que Celina debía dejar de joder en la casa y que de eso se encargaría ella. Después se quedó hablando con mi hermano y esto me dio mucha pena, porque ya no era como antes, cuando todo lo resolvíamos juntos. Ahora solamente se entendían mi madre y mi hermano. Al atardecer los vi partir en el sulky con una olla y una arpillera. Pensé que iban a buscar un yuyo o un gualicho en el monte para arreglar a Celina. No me atreví a preguntarle nada. Siempre me dio miedo ver enojada a mamá.
Al día siguiente mi madre nos avisó que el domingo saldríamos de paseo al río. Jamás se mostró amiga de pasear los domingos o cualquier otro día, porque nunca faltó trabajo en casa o en el campo. Pero lo que más me extranó fue que ordenó a Celina que viniese con nosotros, mientras Roberta debía quedarse a cuidar la casa y los chicos.
Ese domingo me acordé de los tiempos viejos, cuando éramos muchachitos. Mi madre parecía alegre y más joven. Preparó la comida para el paseo y enganchó el caballo al sulky. Después nos llevó hasta el recodo del río.
Era mediodía y hacía un calor de horno. Mi madre le dijo a Celina que fuese a enterrar la damajuana de vino en la arena húmeda. Le dio también la olla envuelta en arpillera:
—Esto lo abrís en el río. Lavá bien los tomates que hay adentro para la ensalada.
Quedamos solos y como siempre sin saber qué decirnos. De repente sentí un grito de Celina que me puso los pelos de punta. Después mellamó con un grito largo de animal perdido. Quise correr hacia allí, pero pensé en brujerías y me entró un gran miedo. Además mi madre me dijo que no me moviera de allí.
Celina llegó tambaleándose como si ella sola hubiese chupado todo el vino que llevó a refrescar al río. No hizo otra cosa que mirarme muy adentro con esos ojos que tenía y cayó al suelo. Mi madre se agachó y miró cuidadosamente el cuerpo de Celina. Señaló:
—Ahí abajo del codo.
—Mismito allí picó la yarará —dijo mi hermano.
Observaban con ojos de entendidos. Celina abrió los ojos y volvió a mirarme.
—Una víbora —tartamudeó—. Había una víbora en la olla.
Miré a mi madre y entonces ella se puso un dedo en la frente para dar a entender que Celina estaba loca. Lo cierto es que no parecía en su sano juicio: le temblaba la voz y no terminaba las palabras, como un borracho de lengua de trapo.
Quise apretarle el brazo para que no corriese el veneno, pero mi madre dijo que ya era demasiado tarde y no me atreví a contradecirle. Entonces dije que debíamos llevarla al pueblo en el sulky. Mi madre no me contestó. Apretaba los labios y comprendí que se estaba enojando. Celina volvió a abrir los ojos y buscó mi mirada. Trató de incorporarse. A todos se nos ocurrió que el veneno no era suficientemente fuerte. Entonces mi madre me agarró del brazo.
—Eso se arregla de un solo modo —me dijo—. Vamos a hacerla correr.
Mi hermano me ayudó a levantarla del suelo. Le dijimos que debía correr para sanarse. En verdad es difícil que alguien se cure en esta forma: al correr, el veneno resulta peor y más rápido. Pero no me atreví a discutirle a mamá y Celma no parecía comprender gran cosa. Solamente tenía ojos —¡qué ojos!— para mirarme, y me hacía sí con la cabeza porque ya no podía mover la lengua.
Entonces subimos al sulky y comenzamos a andar de vuelta a casa. Celina apenas si podía mover las piernas, no sé si por el veneno o el miedo de morir. Se le agrandaban más los ojos y no me quitaba la mirada, como si fuera de mí no existiese otra cosa en el mundo. Yo iba en el sulky y le abría los brazos como cuando se enseña a andar a una criatura, y ella también me abría los brazos, tambaleándose como un borracho. De repente el veneno le llegó al corazón y cayó en la tierra como un pajarito.
La velamos en casa y al día siguiente la enterramos en el campo. Mi madre fue al pueblo para informar sobre el accidente. La vida continuó parecida a siempre, hasta que una tarde llegó el comisario de Chañaral con dos milicos y nos llevaron al pueblo, y después a la cárcel de Resistencia.
Dicen que fue la Roberta quien contó en el pueblo la historia de la víbora en la olla. ¡Y la creímos tan callada como una mula! Siempre se hizo la mosquita muerta y al final se quedó con la casa, el sulky y lo demás.
Lo que sentimos de veras con mi hermano fue separamos de la vieja, cuando la llevaron para siempre a la cárcel de mujeres. Pero la verdad es que no me siento tan mal. En la penitenciería se trabaja menos y se come mejor que en el campo. Solamente que quisiera olvidar alguna noche los ojos de Celina cuando corría detrás del sulky.
FUENTE:CUCHITRIL LITERARIO

MÚSICA DE ARGENTINOS "EL VALLE Y EL VOLCÁN"

POESÍA

EL VALLE Y EL VOLCÁN

María Elena Walsh interpreta Jairo

Para correr hacia el mar
vistiéndonos de sol,
para tener y prestar
niñez del corazón.

Para jugar a inventar
el mundo en una flor
somos dos, somos dos.
La eternidad es hoy,
la eternidad
para cantar
y derrotar al tiempo.

Para cruzar sin temor
el valle y el volcán
somos dos, somos dos,
enamorándonos
viviendo sin después
ni adiós,
ni olvido.

Para pedirle al dolor
que ya no vuelva más
somos dos, somos dos,
ilusionándonos
por una pequeñez,
un color
quizá perdido.
TODA LA LETRA Y MÚSICA DE MARÍA ELENA WALSH ENTRE LAS MEJORES DEL MUNDO

Este material invalorable esta a disposición de niños docentes y la familia para conocer y disfrutar la Obra de esta Maravillosa Juglar Argentina , para entretenimiento cultura y educación. Agradezco al sitio Cancionero.com en el cual he encontrado las letras de las canciones de María Elena Walsh, la música la he convertido en wav y editado como así también he realizado todos los diseños con imágenes de Ruth Morehead y muchísimos otros artistas recibidos a través de grupos de diseño de los cuales soy miembro. Silvita Blanco

María Elena Walsh nació el 1 de febrero de 1930 en Ramos Mejía, ciudad de Buenos Aires, Argentina.
Un año antes de finalizar sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes publicó su primer libro (en 1947), “Otoño imperdonable”, que recibió el segundo premio Municipal de Poesía
En Francia, junto con Leda Valladares formaron en los años '50 el dúo “Leda y María” y actuaron en varias ciudades como intérpretes de música folclórica argentina recibiendo varios premios
Por esa época comenzó a escribir versos para niños. Sus canciones y textos infantiles trascendieron lo didáctico y lo tradicional: generación tras generación sus temas son cantados por miles de niños argentinos.
En los años ‘60 publicó, entre otros, los libros “El reino del revés”, "Cuentopos de Gulubú", “Hecho a mano” y “Juguemos en el mundo”.
En los ’70 volvió a la Argentina y en 1971 realizó el filme “Juguemos en el Mundo”.
Escribió guiones para televisión y los libros “Tutú Maramba”, "Canciones para mirar", “Zoo Loco”, “Dailan Kifki” y “Novios de Antaño”.
En 1985 fue nombrada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires y, en 1990, Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba y Personalidad Ilustre de la Provincia de Buenos Aires.
En 1994 apareció la recopilación completa de sus canciones para niños y adultos y, en 1997, “Manuelita ¿dónde vas?”

María Elena Walsh:" Los huérfanos de madre tenemos unas carencias afectivas curiosas. O al menos yo.

Recuerdo mi adolescencia como una larga etapa poblada por músicas anglosajonas. Externas. Me horrorizaba todo lo castizo, y de lo hispano casi solamente me atraían los folklores indígenas.

Hasta que un día escuché una voz especial. Algo que me sonaba a eso tan inexplicable que es el afecto. A nana. A cultura oral. A pasillo de mi casa. A pan recién amasado. A lo que debía haber conocido desde siempre pero que me era completamente nuevo. María Elena Walsh se convirtió desde entonces en algo más que una compositora, una cantante, una escritora. Más que una hermana, incluso.

Poco a poco comprendí que esa era una manera de comunicarse mucho más fértil, mucho más audaz y mucho más universal que la de tararear las músicas de los Beatles. Y me profesionalicé para seguir adelante con el mensaje afectuoso de la Walsh “Madraza del idioma, España mía, te venere yo ahora y en la hora de morirme de amor por las palabras…” de Cancioneros.com
FUENTE:www.silvitablanco.co.

EL PERSONAJE: MARÍA ELENA WALSH




¡Dios guarde la inolvidable poetisa!

POESÍA-BORGES

Ya No Seré Feliz

Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta

y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna

y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.

Sólo que me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.
Jorge Luis Borges.

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