Partiendo de los conocimientos adquiridos durante las clases de
Psicología y Cosmovisión, pretendemos abordar la
identidad latinoamericana, relacionando la
teoría y asumiendo una posición reflexiva
crítica y constructiva.
En
primera instancia consideraremos la identidad como una necesidad básica de todo ser
humano o
grupo social, tal como lo explica Fromm (1985 citado en Gissi, 2002):
"(
El hombre) a causa de que no es "vivido" sino que vive, a causa de
haber perdido la
unidad originaria con la
naturaleza, tiene que tomar decisiones, tiene
conciencia de sí mismo y de su vecino como personas diferentes, y tiene que ser capaz de sentirse a sí mismo como sujeto de sus
acciones. Como ocurre con las necesidades de relación, arraigo y trascendencia, esta necesidad de un sentimiento de identidad es tan vital e imperativa, que el
hombre no podría estar sano si no encontrara algún modo de satisfacerlo" (p.27).
Este fenómeno tiene un
carácter dinámico, es
decir, sufre cambios a través del
tiempo.
La identidad latinoamericana es tan compleja como su
historia misma. Estudiosos del
tema así lo han señalado, y tal como lo indica Montero (1987):
"Definir quienes somos, asumir una identidad que existe de hecho, pero que no es reconocida claramente, ha sido un problema vivo y de aparición reiterada en todo ámbito de nuestra América" (p.165).
Este cuestionamiento ha
estado latente en nuestras mentes quizás, desde aquel
momento en que nos fue contada aquella
historia enajenada del "decubrimiento de América". Conocimos esta historia desde la fascinación y la
aventura, pero no desde el hecho mismo y su significado.
Muchos autores, y
entre ellos, Carlos
Fuentes han intentado sistematizar los conocimientos
sobre la identidad y la historia de diversas maneras. Fuentes en su
libro, "El Espejo Enterrado" nos ilumina ampliamente
para entender un
poco más este
mosaico cultural que somos, a través de la historia jamás contada.
Fuentes plantea una
preciosa metáfora con el espejo:
producto de los múltiples significados y poderes que diversas culturas le han otorgado a través del tiempo, el
espejo representa la capacidad de trascender, de verse realmente como se es. Para Fuentes (1992):
"Los
espejos simbolizan la realidad,
el sol,
la Tierra y sus cuatro direcciones, la superficie y la hondura terrenales, y todos los
hombres y
mujeres que la habitamos" (p.13).
Para el caso de
Latinoamérica, más allá de la utilización mágica y ritualista que aún se le da en diversas culturas indígenas, el espejo representa el reflejo de nuestra identidad cultural, plena de riqueza y diversidad. Sin embargo, este espejo muchas veces aparece enterrado, o en ocasiones distorsionado, pues
por cientos de años hemos tratado de ocultar lo que somos, es decir, nos
auto engañamos.
Este autoengaño, consiste en negar nuestra verdadera
esencia, por querer ser y
tener algo que realmente no somos ni tenemos, por querer
reflejar una
imagen europea o norte americanizada que niega nuestra historia y desvalora nuestras raíces indígenas, y que por tanto, asfixia la identidad Latinoamericana.
A tal fenómeno Gissi (1989), se refiere como sigue:
"La identidad asfixiada nos ha provocado un querer ser lo que no somos. (...) Se mira hoy mucho hacia los
Estados Unidos, y poco hacia dentro y hacia los hermanos del lado. (...) Se siente vergüenza de ser negro o indio, mulato o mestizo, se ocultan los apellidos y el origen
familiar (...)" (pp.58-59).
Colombia,
Guatemala, Perú,
Panamá,
Costa Rica y el
resto de Latinoamérica, comparten mucha de esta identidad negada o asfixiada, máxime que por su historia la
población indígena por siempre ha sido inferior demográficamente y claramente marginada.
Pero, ¿cómo se conformó esta identidad? Desde luego, la
respuesta nos obliga a remontarnos a la historia de Latinoamérica desde la llegada de los españoles (
Conquista) hasta nuestros
días. Por tanto, para
conocer quiénes somos realmente es necesario reflejarnos en el espejo del tiempo.
Sin embargo, el espejo puede reflejar la
imagen de los otros que te miran. Además, puede reflejar una realidad, sin que esto signifique que esta será percibida tal cual es.
Para reflejarnos de manera transparente en tal espejo, en primera instancia debemos rescatar nuestra
cultura negada tal como lo sugiere Moffat (1993):
"Toda una tarea recién comenzada y asumida por quienes desean nuestra
independencia cultural es la que puede denominarse "el rescate de la
cultura negada". Como primer paso, para enfrentar la dominación y la lucha contra alguien (...) es necesario
saber quién es el que lucha: es decir, la primera tarea es reconquistar nuestra identidad cultural negada a través del
proceso de colonización" (p.187).
Ahora bien, ¿Cómo se puede
hacer esto? Se puede hacer analizando las diversas expresiones
culturales de los latinoamericanos entre ellas, el
arte y la
literatura, las que claramente se encuentran ligadas a un contexto determinado, y que generan en cada
persona un sentido de pertenencia a una
nación, a una patria y finalmente, a un continente, en este caso Latinoamérica.
Fuente: Monografía enviada por Driceida Perez
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