sábado, 21 de mayo de 2011

CÁBALA VIII

Doctrina, procedimiento y modo de conducirse el hombre que desde el Renacimiento Florentino, sólidamente establecido en sus fundamentos Hermético-cabalístico-cristianos, hallará su difusión natural por toda Europa a través de Johannes Reuchlin en Alemania, Francesco Giorgio en Venecia, G. Postel en Francia y John Dee en Inglaterra, entre otros.
El renacimiento europeo es, desde el punto de vista de la Filosofía Perenne, una época histórica propicia al diálogo establecido desde las diferentes voces de la Tradición Unánime, por medio de las cuales se difunde el mismo espíritu de concordia vaticinado por Pico y que rebasa ampliamente el marco de la erudición clásica con que algunos pretendían suplir una escolástica rígida y decadente.
Una de estas voces fue la de Juan Reuchlin, que en llegando a Florencia tuvo acceso a toda la riqueza de la literatura hebrea y cabalística, incluyendo al Sepher ha Zohar o Libro del Esplendor, y al Sepher Yetsirah o Libro de la Formación, testimonios principales de la antigua sabiduría hebraica, de la que fueron portadores aquellos judíos conversos procedentes del exilio producido en 1492 desde España. Fruto de lo cual fueron obras como De Verbo Mirifico o la "Palabra Maravillosa", donde Reuchlin, llamado el "Pitágoras redivivo", elabora un diálogo entre la Grecia de raíz Órfico-Pitagórica, la Cábala judía y el Cristianismo, en el que se establece el elevado poder de las palabras y letras de la lengua hebrea.
A partir de lo cual Reuchlin, desarrollando las Conclusiones de Pico, hace ver, en De arte cabalística, que el Sagrado Tetragrama I H V H, impronunciable en hebreo se hace audible en el nombre de Jesús, que en esta misma lengua es I H S V H, el Verbo hecho carne; y cuya pronunciación, Iosua, es significación de la Misericordia, según la escritura del Talmud.
En ambos libros, Reuchlin expone la esencia simbólica del número, presente tanto en la Cábala como en la Doctrina pitagórica. En I H V H, nombre de Elohim revelado, se resumen las veintidós letras del Alefato:
"Desde Aleph a Iod se encuentran los órdenes de los ángeles. Desde Caph a Zade, el orden de los cielos, y por último, desde Zade a Thau el mundo de los elementos."
"Veintidós letras que junto a las cincuenta puertas de la inteligencia, constituyen los setenta y dos nombres divinos que Reuchlin encuentra en el Psalterio y que cual escala de Jacob eran recorridos por los ángeles. Cincuenta puertas de la inteligencia, de las que se dice que 'por ellas penetra el misterio del Dios vivo en el mundo'. Todas menos una, abiertas a Moisés, por quienes le fuera transmitido todo lo comprendido en la Ley. La quincuagésima puerta no está abierta más que para el Mesías, Luz de Dios y Luz de los pueblos, que conoce a Dios y hace conocer a Dios."
Escala de Jacob, que el monje franciscano Francisco Georgio de Venecia, establece entre la unidad y el mundo elemental, por medio de las jerarquías angélicas análogas a los Sephiroth y que anteceden a las estrellas en su recorrido de descenso hasta la tierra. Armonía del mundo, que dio nombre a la obra de Georgi y que fue modelo inspirador de la arquitectura con que se edificó el templo de San Francisco de la Vigna, según el orden y proporción de la Ciencia Sagrada del Número y de la Geometría, vehículos de la sabiduría hermético-cabalístico cristiana en su camino de retorno al Uno o Monas. Recorrido ascendente, o bien descendente por extensión a los tres mundos, que desde el Uno y por los Angeles o intermediarios divinos, fluyen sobre las energías celestes, que representadas por los doce signos zodiacales y por sus siete planetas regentes, conforman el mundo elemental.
De Harmonia Mundi fue conocida por el renacimiento isabelino y también traducida al francés por Guy Le Fèvre de la Boderie; ámbito en el que encontramos a Guillermo Postel, quien sabio en ciencias como la matemática, botánica, medicina y en lenguas fue un gran viajero por Oriente, traduciendo los manuscritos árabes que de esas materias trajo consigo, así como tradujo el Zohar al francés, escribiendo entre muchas otras obras El Candelabro, donde "Cristo, la Luz del Mundo, ilumina desde su interior a las almas que lo habitan".
Labor iluminadora del renacimiento, a cuya difusión contribuyeron obras como De Coelesti Agricultura, de Paulus Rici, la cual sería comentada por el jesuita Athanasius Kircher; el Salterio Políglota de Giustiniani, en ocho columnas y que precedió en su publicación a la Biblia Políglota de Alcalá; el Comentario sobre el Apocalipsis de Pedro Galatino; La Cábala Desvelada de Knorr Von Rosenroth en la que se vierten al latín fragmentos del Zohar. La labor del cardenal Egidio de Viterbo, que reunió, favoreciendo su estudio, gran número de tratados cabalísticos. Pléyade de obras, todas ellas, significadas por el Espíritu de la concordia universal, que dio su aliento al renacer del hombre, vínculo en el microcosmos de todos los aspectos de la Creación.
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Renacimiento de un mundo, que participa de una idea iluminadora de la consciencia del hombre, la que, adecuada a su tiempo, se hizo patente a través de las Artes y de las Ciencias aplicadas a la arquitectura del templo al principio y luego a la de palacios y jardines, según el número y la geometría, donde hallaban lugar de expresión las alegorías pictóricas con que los artistas de la época simbolizaban los mitos de la antigüedad y también los emblemas trazados en planchas representando el orden universal; de igual modo la medicina, que era elaborada como Panacea o remedio de todos los males, por los sabios alquimistas que estudiaban la "quinta" esencia de los elementos. En el teatro, donde se escenificaba renovado el drama del hombre-cosmos. O a través de obras literarias, que en la tradición de la leyenda, referían la aventura y viaje del alma por éste y por el otro mundo. Sin olvidar la música, en cuyo sonido reververaban todas aquellas expresiones del saber.
Manifestaciones, todas ellas, de las siete Ciencias y Artes heredadas del Medioevo, llamadas liberales, porque según se decía "requerían la libre disposición de la mente para su aprendizaje".
Vehículos de la Cosmogonía, a su vez compendiados por la Astrología y la Alquimia, que estudiaban al universo en sus grandes aspectos celeste y terrestre, que la Magia del Renacimiento realizaba en coexistencia.
Arte por medio del cual, el Mago vincula el poder del cielo con el de la tierra, por medio de la vara-eje que encontramos representada en la primera lámina del juego del Tarot, y que manifiesta como lo hacen tantos otros juegos tradicionales, el despliegue de una cosmogonía en número, letra, forma y color, análoga a la constitución del hombre, quien, reflejándola enteramente, puede reconocerla en sí mismo.
CONTINUARÁ...

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