martes, 10 de mayo de 2011

EL PERSONAJE-PÍO BAROJA Y NESSI

Pío Baroja y Nessi

Célebre novelista guipuzcoano, de proyección universal, nacido en Donostia-San Sebastián el 28 de diciembre de 1872 y fallecido en Madrid el 30 de octubre de 1956.
Estudió la carrera de Medicina en Madrid y Valencia, doctorándose en 1893. Era hijo de Serafín Baroja, un ingeniero de Minas de alma un tanto ingenua y bohemia, cuya verdadera vocación era también la literatura, que cultivó como second métier, y preferentemente en lengua vasca.
Se recibe de médico.Como quiera que fuese, el caso es que al terminar la carrera, el joven Baroja fue destinado a Zestoa, en calidad de médico titular. Y ocurrió que, al poco tiempo de instalarse en aquella villa balnearia, tuvo tres importantes revelaciones. Tan importantes que decidieron el futuro de su vida. La primera de ellas consistió en percatarse que había estudiado una carrera para la que no tenía afición ni, por consiguiente, aptitudes. "Yo casi siempre empleaba los medicamentos a pequeñas dosis -confesaría muchos años después, con sinceridad y escepticismo de médico frustrado-, muchas veces no producían efecto; pero al menos, no corría el peligro de una torpeza. No dejaba de tener éxitos; pero me confesaba ingenuamente a mí mismo que, a pesar de mis éxitos, no hacía casi nunca un diagnóstico bien, un diagnóstico perfilado de buen médico". La segunda de sus revelaciones fue la de dar con su auténtica vocación. "Tenía allá -explica Baroja, veinticinco años después de su estancia en Cestona- un cuaderno grande que compré para poner la lista de las igualas, y como sobraban muchas hojas me puse a llenarlo de cuentos". Así nació su primer libro, Vidas sombrías. La tercera revelación implicaba su "reencuentro" con el país. Volvía a sentirse precisamente vasco. El joven que a los nueve años abandonara su Donostia natal, para pasar toda su niñez y adolescencia de la Ceca a la Meca -de San Sebastián a Pamplona; de Pamplona a Madrid; de Madrid a Valencia; de Valencia otra vez a Madrid...- regresa a Gipuzkoa lógicamente desarraigado, sin mostrar demasiado entusiasmo ni por el vascuence, ya semiolvidado, ni por las costumbres y el modo de ser de un país que le resultaba nuevo, ajeno y desconocido. Pero, de pronto, se produce el trauma psíquico que pondrá de manifiesto la esencialidad irrefragable de su propio vasquismo.
Así, sus primeras obras pasaron completamente desapercibidas para el público. Pero hubo gente de la profesión que intuyó que allí había algo desacostumbrado. Y escritores como Unamuno, Azorín, Valle-Inclán y Marquina, se ocuparon con interés de nuestro joven don nadie. Después apareció Camino de perfección (1902) y esta novela ya despertó cierta curiosidad. En realidad, fue su primer éxito y le valió un banquete de homenaje que, organizado por Azorín y por el editor Rodríguez Serra, congregó en una vieja posada madrileña á un heterogéneo grupo de artistas y escritores, en el que, junto a consagrados como Galdós, Ortega y Munilla y Cavia, había un tropel de jóvenes bulliciosos e iconoclastas.
Compró la casa de Vera de Bidasoa, la hermosa y célebre Itzea, convertido hoy en Meca de peregrinos barojianos de todo el mundo, recluyéndose en aquella apartada y deliciosa comarca bautizada por él mismo con el eufórico nombre euskeldun de Bidasoadi. A esa época suya cimera de su retiro navarro pertenecen, entre otras producciones, Juventud, egolatría, la trilogía intitulada Las agonías de nuestro tiempo, César o nada, El mundo es ansí y las novelas de marinos vascos, con sus famosos personajes Shanti Andía, Chimista, Embil, Juan de Aguirre, Galardi, etc.
En 1934, Baroja fue elegido numerario de la Academia Española de la Lengua.
[Itzea, casa de los Baroja, en Bera/Vera de Bidasoa. Fot. Mariano Estornés Lasa]

A poco de empezar la guerra civil y tras sortear algún contratiempo grave, Baroja hubo de refugiarse en Francia, desde donde, previendo la inminencia del cataclismo bélico que se cernía sobre Europa, intentó sin éxito embarcar para América. Fracasado en su empeño, al volver a cruzar la frontera, se entregó de lleno a su vocación de siempre y, unas veces recogido en la serena paz de su biblioteca de Itzea, y otras en su alegre despachito madrileño de la calle de Alarcón, tuvo todavía aliento para escribir una treintena adicional de obras, entre ellas, sus famosas Memorias. Con lo que su producción, al morir, rebasaba los cien títulos. Anciano ya, su candidatura fue propuesta, infructuosamente, para el Premio Nóbel. Baroja ha sido traducido al francés, inglés, alemán, italiano, neerlandés, portugués, ruso, polaco, sueco, noruego, checo, japonés y húngaro, así como al euskera. Ha sido condecorado por la República de Colombia, y la ciudad chilena de Valparaíso le tiene dedicada una calle, cosa que todavía no ha ocurrido en su patria.
En 2005, en el cincuentenario del fallecimiento de Baroja, se celebró en la Fundación Camilo José Cela en Santiago de Compostela, la exposición Pío Baroja, amigo y maestro, donde se muestra la relación de amistad y admiración entre ambos escritores, a través de libros, manuscritos o cuadros procedentes de los propios fondos de la institución.

La muestra contó con una serie de cuadros pertenecientes a la pinacoteca de la Fundación de la época de Baroja, como dos óleos de Ricardo Baroja y Julio Caro Baroja, hermano y sobrino de Pío Baroja; y también de autores como Isaac Díaz Pardo, Juan Esplandiú, Josep Guinovart, Eduardo Vicente, Rafael Zabaleta y Benjamín Palencia.

En julio de 2005, la editorial Caro Raggio dentro de su colección "Memorias" (VIII), publicó un libro inédito de Pío Baroja, La guerra civil en la frontera, donde narra -tras lo conocido en otros libros anteriores, como Aquí París (1998), Ayer y hoy (1998) y Desde el exilio (1999),- aspectos del conflicto personal y colectivo de 1936-1939, considerado por el propio novelista como un continuo de sus memorias.

La primeras memorias de Baroja, con el título general Desde la última vuelta del camino, comenzaron a publicarse por entregas en la revista Semana, dirigida por Manuel Aznar, en los primeros años cuarenta del siglo XX. Con algunos recortes de la censura, fueron publicadas posteriormente en ediciones sucesivas.

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