martes, 12 de febrero de 2013

PÍO IX- El Papado más largo de la historia (1)


http://www.slideshare.net/PintoIsaac/la-iglesia-en-la-edad-media-presentation PIO IX El Papado más largo de la historia- El de grandes transformaciones . ¿Un Papa liberal? Pío IX era persona cordial, generosa, magnánima, que no vaciló en adoptar desde primera hora una serie de reformas progresivas en los Estados Pontificios: amnistía política, mejoras en las Administraciones públicas y hasta una Constitución y un gobierno con un primer ministro civil. Estas reformas levantaron en torno al Pontífice una inmensa oleada de popularidad. Pío IX fue aclamado por doquier, y los «neogüelfos», como Gioberti o D’Azeglio —católicos liberales nacionalistas—, pensaron que bajo su égida se haría realidad la unidad italiana auspiciada por el «Risorgimento». 29. Se refugia en Gaeta Como era de prever, el equívoco no tardó en deshacerse. Pío IX —italiano de corazón— rehusó, sin embargo, encabezar una liga nacional para hacer la «guerra santa» contra los austriacos, que dominaban el norte de la Península. Con rapidez vertiginosa, el clima popular se degradó y a las aclamaciones sucedieron las invectivas. En noviembre de 1848, Pelegrino Rossi, primer ministro pontificio, murió apuñalado a las puertas del Parlamento por los sicarios de la «Joven Italia». En febrero de 1849, Mazzini proclamó la República romana y el Papa hubo de huir disfrazado y refugiarse en Gaeta, plaza militar segura del vecino Reino de Nápoles. 30. Lo protegen los franceses Cuando regresó a Roma, en abril de 1850, bajo la protección de las tropas francesas, Pío IX venía hondamente impresionado por las amargas experiencias sufridas. Desde entonces, el Liberalismo apareció ante sus ojos como un movimiento al que tenía el sagrado deber de oponerse, porque perseguía un ideal no cristiano, y en Italia trataba, además, de arrebatar a la Santa Sede los Estados Pontificios. 31. Inicia la «cuestión romana» Veinte años —desde 1850 a 1870— duró la defensa —y la agonía— del Poder temporal de los papas. Paso a paso, nuevos jirones de los Estados de la Iglesia fueron cayendo en manos del Reino piamontés, en trance de convertirse en Reino de Italia. En 1870, el estallido de la guerra franco-prusiana provocó la retirada de Roma de la guarnición francesa y, tras ella, la toma de la ciudad por los soldados de Víctor Manuel II, que hicieron de la Urbe católica la capital de la nueva Italia. Entretanto, el Papa se recluía como voluntario prisionero en el Vaticano, rechazando la «ley de Garantías» que se le ofreció, y se abría una «cuestión romana», que tardó sesenta años en resolverse. 32. ¿Por qué defendió los E. Pontificios? Es posible que muchos hombres de hoy, a la vista de la presente situación del Pontífice en el mundo, no terminen de comprender el empeño puesto por Pío IX en la defensa del Poder temporal. Pero la historia se falsea cuando no se acierta a contemplar los hechos desde el punto de vista de sus protagonistas. Pío IX defendió sus derechos hasta el final porque estos derechos eran para él un precioso legado que había recibido de sus predecesores en el Pontificado. Y, con mayor razón aún, porque aquellos Estados, con más de mil años de existencia, se consideraban entonces como condición indispensable para garantizar la independencia de los papas en el gobierno de la Iglesia universal. 33. Syllabus La postura de la Iglesia ante los principios «liberalistas» fue fijada por Pío IX en la Encíclica Quanta cura , de 8 de diciembre de 1864. La Encíclica llevaba como anexo el Syllabus , relación de 80 proposiciones en que se resumían los «errores modernos», cada uno de los cuales era objeto de una expresa condena. El documento no encerraba novedades sustanciales, ya que todos los errores habían sido denunciados previamente en anteriores textos del Magisterio. Lo nuevo era ahora la forma y el acento más rotundo que parecían tener aquellas proposiciones extraídas de sus anteriores contextos y puestas una tras otra, a manera de impresionante silabario. 34. “ Contra los principales errores de nuestra edad... “ El Syllabus anatemizaba la absoluta autonomía de la razón, el naturalismo religioso, el indiferentismo, el materialismo, los ataques contra el matrimonio y la defensa del divorcio, etc. La última proposición del documento, que rechazaba el pretendido deber del romano pontífice de reconciliarse con el progreso y la «civilización moderna», hizo rasgarse las vestiduras a los críticos liberales y enardeció el entusiasmo de los católicos tradicionales. 35. Un claro florecimiento Las antiguas órdenes religiosas —como los Benedictinos de dom Guéranguer; los Dominicos, impulsados por Lacordaire, y los Jesuitas, restaurados por Pío VII— crecieron y se propagaron de modo considerable; y El estado del clero mejoró también sensiblemente, como lo acreditaba el aumento de vocaciones sacerdotales y la renovada observancia disciplinar, manifestada visiblemente en la vuelta al uso generalizado del hábito eclesiástico. Los simples fieles dieron igualmente vida a nuevas iniciativas apostólicas y benéficas, entre las que sobresalieron las «Conferencias de San Vicente», creadas por Federico Ozanam. 36. San Juan Bautista María Vianney Entre este clero secular, el Cura de Ars, San Juan María Vianney, es un ejemplo de santidad heroica en la persona de un humilde párroco de aldea. Curé of Ars, born at Dardilly, near Lyons, France, on 8 May, 1786; died at Ars, 4 August, 1859; son of Matthieu Vianney and Marie Beluze. 37. El «Movimiento de Oxford» Un poderoso impulso espiritual animó, pues, a la Cristiandad del siglo XIX, a la misma hora en que los embates antirreligiosos azotaban los muros de la Iglesia. Este impulso suscitó en el seno del Anglicanismo una notable aventura religiosa —el «Movimiento de Oxford»—, que condujo a los mejores espíritus, ansiosos de autenticidad cristiana, a sus genuinos orígenes, esto es, a las puertas de la Iglesia. Algunos de esos hombres no avanzaron más; pero otros dieron el paso decisivo y franquearon el umbral del Catolicismo: Henry Newman fue recibido en la Iglesia (1845), y tanto él como su compatriota Manning —también converso— recibieron más tarde la púrpura cardenalicia. 38. Lourdes y la Inmaculada El impulso espiritual, que produjo en el seno de la Iglesia católica los abundantes frutos recordados más arriba, tuvo dos manifestaciones de singular importancia, que dan la medida de la profunda dimensión religiosa del pontificado de Pío IX: la definición del dogma de la Inmaculada Concepción (8-III-1854) —seguida a los cuatro años por las apariciones de Lourdes— y la reunión del Concilio Vaticano I (1869-1870). Este concilio, pese a su brevedad, impuesta por las circunstancias políticas, aprobó dos resoluciones de excepcional importancia: el dogma de la infalibilidad pontificia y la Constitución Dei Filius , donde se formuló la doctrina de la Iglesia sobre la cuestión religiosa medular del siglo XIX: el problema de las relaciones entre la fe y la razón. 39. Santa Bernardita Fotografía de Bernardette en la casa de su padre Fille aînée d'un meunier ruiné et devenu journalier, souvent sans travail, Bernadette Soubirous eut, dès l'âge de quatorze ans, dans une grotte sur les bords du gave de Pau, près de Lourdes, plusieurs apparitions (la première, le 11 févr. 1858) d'une jeune fille entourée d'un halo de lumière qui finit par lui dire, le 25 mars: «Je suis l'Immaculée Conception.» Marie-Bernarde, qu'on appelait Bernadette, comprenait mal l'application à la Vierge de cette expression qui avait fait l'objet, quatre ans auparavant, de la définition d'un dogme par le pape Pie IX. 40. Elle apprit à lire À la suite de cette période des apparitions (il y en eut dix-huit, qui s'accompagnèrent de rassemblements de plus en plus nombreux et émurent les autorités civiles et ecclésiastiques), Bernadette se considéra comme chargée de transmettre le message de la Vierge, répétant inlassablement le récit des visions, tandis que l'organisation du pèlerinage était prise en main par le clergé. Elle apprit à lire, puis demeura à l'hospice de Lourdes. Désirant devenir religieuse, elle fut, après beaucoup de difficultés, notamment de santé, acceptée par les Soeurs de la charité et de l'instruction chrétienne de Nevers, qui l'avaient instruite. 41. Elle mourut à l'âge de trente-cinq ans Elle quitta Lourdes le 4 juillet 1866 pour le couvent Saint-Gildard de Nevers, dont les supérieures, et la maîtresse des novices en particulier, firent tout pour l'empêcher de tirer vanité de ses apparitions. Bernadette prononça ses voeux le 30 octobre 1867. Pour mieux la protéger contre les visites indiscrètes, on la garda à la maison mère où elle remplit les fonctions d'infirmière puis de sacristine. De plus en plus malade, elle mourut à l'âge de trente-cinq ans. Bernadette fut béatifiée le 14 juin 1925 et canonisée le 8 décembre 1933 42. Un balance A la hora de hacer balance de la época de Pío IX, un observador pendiente tan sólo de los aspectos temporales y de los acontecimientos políticos consideraría, sin duda, que el saldo fue claramente negativo: el Papa perdió los Estados Pontificios, los cantones católicos suizos fueron vencidos por los protestantes en la guerra del «Sonderbund» (1847) y los últimos años de Pío IX se vieron ensombrecidos por la violencia anticlerical y los ataques del «Kulturkampf» de Bismarck contra los católicos alemanes. Y, sin embargo, considerados en su plena y auténtica dimensión, los tiempos de Pío IX fueron netamente positivos para el Cristianismo y la Iglesia, y abrieron el período histórico del Pontificado moderno. 43. Un Papa cercano Una importancia trascendental tuvo el «acercamiento» entre el Papa y el pueblo de Dios, hecho posible por el desarrollo de las comunicaciones —ferrocarriles, barcos a vapor— que facilitó el viaje a Roma a multitudes de católicos de toda procedencia. Gracias a ello, y a la rapidez en la transmisión de noticias mediante el telégrafo, el Papa dejó de ser un personaje remoto: se hizo próximo y asequible y sus mismos infortunios y desgracias le acercaron todavía más al corazón de los fieles. Se ha dicho, con razón, que Pío IX fue el primer Papa «querido» de la historia moderna. Por primera vez los católicos miraron y amaron al Papa como a un padre, y su litografía presidió como un retrato familiar los hogares cristianos de toda la tierra. 44. Fin de esta clase Próxima sesión: La Iglesia y las nuevas realidaddes León XIII y San Pío X CONTINUARÁ…