CUANDO LAS PIEDRAS HABLAN LOS HOMBRES TIEMBLAN
Capítulo V
ANUBIS
En el solsticio vernal o de verano, que ocurre entre los días 21 y
22 de junio, se funden anualmente las nieves en las elevadas monta-
ñas que hay en África, aguas que alimentan los lagos en donde nace
el río Nilo, y en primer lugar el lago Victoria.
En los días de los faraones, dichas aguas llegaban normalmente
al delta en el bajo Nilo. a mediados del mes de septiembre, derramán-
dose entonces por el valle del Nilo, fertilizando además con el limo los
campos de labranza. Del conjunto de este fenómeno parece haber
nacido el dios Anubis, que era representado con cuerpo de hombre y
cabeza de perro.
En la teogonia egipcia, A nubis apa"ece como hijo de Osiris y de
Nefté y se le identificaba en el cielo con el nombre de Can Mayor,
nombre de una constelación no zodiacal que sigue usándose hasta
hoy. De esa constelación se consideraba a la estrella Sirio (brillante)
como Anubis, el anunciador de las avenidas del rio.
Este simbolismo demuestra la estrecha relación de la religión
egipcia con lo astronómico. Efectivamente, A nubis, el Can Mayor en
la bóveda celeste, se relaciona en el tiempo con la familia de Osiris, o
sea Osiris y Set, su hermano fratricida, simbolizados en la constela-
ción de Géminis (gemelos).
En algunos grabados muy antiguos aparece el cadáver de Osiris
a lomos del toro Apis. Se puede interpretar, dada esa correlación
entre teogonia egipcia y astronomía, que la constelación de Tauro
aparece cargando el cadáver de la constelación de Géminis, y que en
consecuencia ambas —teogonia y astronomía— están señalando una (43)
Anubis, el dios astronómico anunciador de las crecidas anuales del río Nilo,
de las que dependía la suerte de las cosechas en el valle.
misma época como final y muerte de un algo y principio y vida nueva
en otra época.
También se puede deducir que los signos zodiacales eran ya
muy conocidos desde antes de la Era de Gemirás, e incluso quizá se
remonte la antigüedad de su conocimiento hasta la Era de Virgo,
hace por lo menos 13,300 años: aproximadamente los días del hom-
i^bre de Tepexpan en México.
Cabe preguntarse: ¿en dónde estuvo situada y se desarrolló la
cultura que entendió tanto de astronomía? Esos conocimientos no se
improvisan y la prueba es el tiempo que ha tardado la cultura moder-
na en redescubrirlos...
Para intentar desvelar ésta y otras muchas incógnitas, es necesa-
rio regresar a las fuentes únicas de la Gran Esfinge, simplemente
porque en ella están los símbolos-clave que quizá permitan iluminar
la oscuridad de tantos enigmas.