viernes, 10 de junio de 2016

CAPÍTULO VEINTICINCO - RODOLFO BENAVIDES


Un templo submarino De todas las investigaciones hasta hoy efectuadas en relación con \aAtláNtida, la más reciente e importante empezó en el año 197! y la última palabra se dirá en un futuro cercano. En dicho año, Is revista Science el Vie relata que mediante fotografías aéreas se des- cubrió en el fondo marino de Great Bahama Bank, aproximadamen te en el paralelo 26, la existencia de una ciudad que desde muy anti- guo fue engullida por el Atlántico. (La Gran Pirámide y la Gran Esfinge están en el paralelo 30, del que se ha hablado repetidamente.) Posteriores investigaciones submarinas descubrieron que en ese sitio hoy llamado Ciudad hay muros, restos de construcciones, y un templo de 25 metros de ancho por 33 de largo. En ese laborioso trabajo intervinieron el profesor Manson Valentine, del museo de ciencias de Miami, Florida, y el profesor Dimitri Rebiokoff, especializado en exploraciones submarinas. Con sorpresa ambos profesores encontraron que en ninguno de los restos de construcción, ni en el llamado Templo, había zoófitos, madrépo- ras, corales, algas, ni ningún otro vestigio de vida vegetal o animal, en contra de lo que sucede normalmente en cualquier fondo marino. Esto los llevó a la conclusión lógica de que tanto e! templo como los demás restos de construcción debieron de hundirse bruscamente, que- dando de inmediato cubiertos por la arena y el lodo.Y asi permane- cieron durante milenios hasta que, recientemente, han empezado a emerger de ese fondo marino, haciendo que las corrientes y mareja- das limpien la arena y el lodo. El lector seguramente recuerda que en los Diálogos de Platón es eso precisamente lo que se dice: »... pero más tarde, cuando se produjeron inmensos terremotos I unas grandes inundaciones en e) transcurso de un solo y aciago día y (256) una noche sola, toda la numerosa y aguerrida generación de vuestro pueblo quedó sepultada en tierra, y también desapareció Atlántida, hundiéndose en la.s profundidades del mar. Por esto, el mar en aque- llas regiones no es hoy dia navegable, no siendo posible que lo atra- viesen las naves, porque lo impide el lodo que dejó la isla al hundirse y que alcanza una gran altura..." Al someter los restos de dichas contrucciones a la prueba radioactiva del Carbón 14, se encontró —según declaración de Dimi- tri Rebiokoff— que: «... la estimación quedó confirmada, aplicando el método radiactivo a las tumbas sumergidas próximas, que nos dieron un resultado de 6,000 años para cuatro meiros de profundidad, y 10,000 años para los seis metros de profundidad...» Estos resultados demuestran que el hundimiento no fue simultá- neo en toda la superficie. Por lo que hasta hoy se ha descubierto, parece que obedeció al menos a dos cataclismos separados entre si por varios milenios. El primero identificado resulta coincidir con gran exactitud con el Zodíaco de Denderah, asi como con la constelación de Virgo, de lo que ya se ha hablado repetidamente en este libro. La segunda edad, que tal vez corresponde al último cataclismo, es de 6,000 años, fecha que coincide exactamente con la cronología de la Gran Pirámide. ¿No es este un lenguaje suficientemente claro? Estas modernas investigaciones vienen a confirmar lo que res- pecto a fechas, éxodos y acontecimientos se dice en este libro, a la vez que justifican plenamente nuestro prolongado y laborioso trabajo de investigación. Conclusión: ¡La Atlántida está emergiendo de su tumba liquida para exhibir su verdad! El Gulf Stream o Corriente del Golfo Es sabido que la Corriente del Golfo consta en realidad de dos comentes que circulan en sentido opuesto entre si. Una, la fría, viaja de norte a sur, empezando quizá en la bahía de Baffin, pero ya (257) apreciable al pasar por Labrador. Se dirige siempre hacia el sur para compensar el desnivel de las aguas ocasionado por la evaporación de la zona tropical. La otra corriente, originada al sur del Ecuador, en su viaje hacia el norte, pasa por el Golfo de Guinea primero y por el Mar Caribe después, recibiendo durante todo ese trayecto un fuerte calentamiento solar, de manera que al llegar a los hielos del norte los licúa parcial- mente, evitando que se extiendan hacia el sur y manteniendo asi el equilibrio. Esta corriente templada se divide, y un volumen muy importante pasa frente a Portugal, España, Inglaterra, Noruega, etc., dando a todos esos países un clima templado benigno. Es este fenó- meno el que produce la famosa niebla londinense. Pero, supongamos que el calentamiento de la Corriente del Golfo aumente en exceso por cualquier razón: entonces se rompería el equilibrio hasta hoy conocido y lo que antes era niebla se empeza- ría a condensar y a caer en forma de nieve. Si el supuesto calor exce» sivo continuara en Guinea, Ecuador y Caribe, la nieve se iría exten diendo cada vez más en el norte hasta constituirse en un enorme gla- ciar. Así, pues, en ese fenómeno el Sol jugaria un papel preponderan- te, independientemente de que en la propia Tierra aparecieran otros factores aumentativos. Pero ¿a qué podría deberse ese supuesto calentamiento de los mares ecuatoriales? La pregunta es importante porque ese pudo haber sido el princi- pio al menos de la más reciente glaciación importante y del desastre mundial de que se ha venido hablando en este libro. La A tlantida vie- ne a ser un punto de referencia inevitable dentro de nuestra teoría. Veamos el caso. En el océano Atlántico hay muchas islas, desde el Mar Caribe hasta las Islas Bermudas, o sea cerca ya del paralelo 40 norte. Supongamos que en otro tiempo no fueran islas, sino un conti- nente, o por lo menos un archipiélago muy cercano a los continentes de América y África; en tal caso, las que hoy son islas serian enton- ces las montañas más elevadas. (Esto último no es mera imaginación, puesto que las montañas de Puerto Rico, por ejemplo El Yunque, (258) contienen pruebas fácilmente visibles de que alguna vez fueron fondo marino.) Si las cosas fueron de esa manera, entonces la gran isla, más conocida como Atlántida, tal vez daba forma a un «estrecho» de cada lado: por uno habría circulado la comente fría de Labrador y por el otro —la del lado africano— habría circulado la corriente templada, quizá verdaderamente caliente, lo cual daba el clima ideal, húmedo y tibio, a toda la isla, como sugieren los Diálogos de Platón. Pero al hablar de «estrecho», debe entenderse como una especie de eslrangulamiento de dichas corrientes marinas, digamos como un embudo, que obligaba a las aguas a permanecer prolongadamente expuestas al candente sol del Mar Caribe. Lógicamente, un paulatino pero constante aumento de vapor de agua en la atmósfera, al conden- sarse en el norte, hizo crecer los glaciares, hasta que llegó el momento en que el frío y los nublados intensos restablecieron la temperatura, para después volver a empezar de nuevo el ciclo. En el Popol Vuh de los maya-quichés está perfectamente descri- to este fenómeno, que parece haber aumentado a causa de la erupción de volcanes, lo cual vendría a explicar otra probabilidad causante dei hundimiento y desaparición total de Atlántida. Solamente las islas que hoy conocemos parecen haber quedado como mudos testigos, mientras la Corriente del Golfo se abría paso franco para establecer con el tiempo un nuevo equilibrio en los climas. Las glaciaciones El lector tal vez se habrá preguntado por qué se habla aquí de los glaciares y de las glaciaciones, pues simplemente porque todo ello párese ser un antecedente que quizá pueda explicar alguna de las incógnitas planteadas en este libro, como las citas mayas en el Popo! Vuh, los símbolos en la Gran Esfinge, las fechas astronómicas de la Gran Pirámide, el registro presentado por el Zodiaco de Denderah y hasta la cita bíblica del Apocalipsis que habla de una Bestia de des- trucción. En la Tierra ha habido y sigue habiendo muchos fenómenos de tipo periódico: por ejemplo, ciertos glaciares, hoy muy conocidos y estudiados, que crecen y decrecen a cierto ritmo. (259) En este asunto de los glaciares el Sol juega un papel preponde- rante, pues el avance y retroceso de los hielos que forman los glacia- res, de manera más o menos periódica, está siempre en razón directa del grado de humedad o vapor de agua que contiene la atmósfera. En efecto, al condensarse y caer en forma de lluvia o de agua-nieve en las cercanias de un glaciar, se convierte en nevada, produciéndose así el aumento de nieve primero y de hielo después, para finalmente pro- ducirse el crecimiento del glaciar de que se trate, que se va extendien- do en su propia región en la medida en que recibe vapor de agua. Por lo general este proceso se realiza sin afectar al resto del mundo; se trata de un fenómeno solamente local, regional. En cambio, en las glaciaciones, al menos en las últimas cuatro conocidas, el avance arrastró todos los hielos polares hacia el Ecuador. En los Alpes Suizos hay glaciares a los que se les conoce una periodicidad de 20 a 24 años. En otros sitios han tenido una periodici- dad de 45 a 50 años, y en otros más, de 65 a 70 años. A este movi- miento se le llama flujo y reflujo de los glaciares. La cuarta y más reciente glaciación se debió, según la opinión de los investigadores de estos temas, a que todos los glaciares del Ártico crecieron lo suficiente como para llegar al paralelo 45 norte. La masa helada cubrió varios países, por ejemplo, casi toda Francia hasta muy cerca de la costa mediterránea. Toda Suiza fue un glaciar. El valle del Ródano fue todo un manto helado. Inglaterra, particularmente la región que hoy ocupa la ciudad de Londres, quedó completamente bajo el glaciar. En América se helaron todos los lagos del norte, como el Michi- gan por ejemplo, llegando el glaciar hasta casi cubrir toda lowa, Nebraska, etc. Ya se comprende que en la medida en que crece una glaciación disminuye el volumen de agua en los mares. Por el contrario, si todos los glaciares hoy existentes se deshelaran, el nivel de los mares subiría peligrosamente: algunos autores han calculado hasta 50 metros. Se sabe también que la cantidad de nieve que hace crecer los gla- ciares aumenta, no en la medida en que baja la temperatura circun- dante, sino en razón directa del vapor de agua suspendido en la (260) atmósfera en las inmediaciones del glaciar. Y como dicho vapor de agua se forma debido a la acción solar sobre las aguas de los mares, resulta que el aumento de calor en las regiones cálidas favorece la for- mación de los glaciares, más que un enfriamiento general con atmós- fera seca. Por supuesto, una vez que se ha formado el glaciar, éste influye directamente en la temperatura de la región, aunque frecuente- mente no se sienta a grandes distancias. De esto se desprende que un aumento importante en la tempera- tura de los mares ecuatoriales puede producir una glaciación, debido a las corrientes marinas hacia el Ártico. Algo de esto podría explicar lo ocurrido a los mayas, según el Popol Vuh, cuando se vieron obliga- dos a abandonar su lugar de origen que era de clima benigno semitro- pical. Al enfriarse demasiado tuvieron que emigrar a Centroamérica en busca de mejor clima. Según el profesor Domingo Martínez Paredes, mayólogo, los mayas concebían el infierno como un sitio helado, pues fue el frió y los hielos lo que los destruyó. Después, fue el calor lo que les dio nue- vamente la vida, por eso no pudieron entender a los misioneros cris- tianos cuando hablaban de un infierno caliente. Admirables coincidencias Debido a las investigaciones realizadas por científicos de muy alto rango, patrocinados por varios países durante el Año Geodésico en 1957, hoy ya se acepta que el más reciente período glacial empezó hace 9,000-10,000 años, habiendo tenido una duración aproximada de 4,000 años. Al final, cuando mejoró el clima, propició la vida, con las respectivas mutaciones, hace unos 6,000 años. Es en verdad admirable cómo la ciencia va encontrando explica- ciones coincidentes con las antiguas tradiciones, en muchos de los casos consideradas como mitos Los 9,000 a 10,000 años coinciden exactamente con la antigüe- dad admitida desde hace muchos años para el Zodiaco de Denderah, edad encontrada debido a la colocación en que aparecen las constela- ciones zodiacales. Es un resultado obtenido por medio de cálculos astronómicos realizados varias décadas antes del Año Geodésico. (261) Seguramente fue eso lo que aquel pueblo quiso dejar como testi- monio y hasta tal vez como advertencia a las generaciones posterio- res. Los 6,000 años que dichos científicos encontraron como final de la mencionada Era glacial son el principio de la linea cronológica profética en el interior de la Gran Pirámide. La linea en cuestión comprende 6,000 años y se la ha llamado Era Adámica, debido a que se ha interpretado como principio de la vida. Nosotros diriamos: El renacer de la humanidad. Pero el número «6» conduce la mente a la Cámara de las reflexiones, debido a que los mismos científicos antes aludidos ase- guran que hay suficientes razones para aceptar como una realidad que ya ha empezado una nueva glaciación. De nuevo se nos sugiere que estos fenómenos son periódicos y que los seres humanos ya los han vivido varias veces. Tres de ellas quedaron grabadas en el alma y en la mente, razón por la que aparecen en la Cámara de las reflexio- nes como una advertencia a la que poco o ningún caso se le ha hecho. ¿Estamos ya en una glaciación? Ya hemos dicho que si pudiéramos entender el mecanismo de los periodos que de tiempo en tiempo afectan a la vida humana en todo el mundo, tal vez llegaríamos a conocer por adelantado lo que nos depara el futuro cercano. Eso es precisamente lo que desde un principio se ha estado intentando en este libro: detectar nuestro cerca- no futuro Por lo que se refiere a una probable nueva glaciación, no se trata de una mera hipótesis o teoría, sino que es en estos momentos una realidad sensible a nuestros sentidos. Eso es lo que más o menos insinúa el periódico británico Nature, respaldado por comentarios de varios meteorólogos de Alemania, Japón, Suiza, Estados Unidos, etc. Tanto el mencionado periódico como los comentarios insinúan que es ya una realidad el hecho de que un nuevo enfriamiento general se le avecina a la humanidad. Parece que en el hemisferio Norte empezó a apreciarse en su fase ya notable hacia el año 1950: coinci- (262) diría asi una vez más con el fenómeno astronómico del final de la constelación de Piscis y simultáneamente del principio de la constela- ción de Acuario. Y todo ello en estrecha relación con el fechamiento que da el final de la linea cronológica dentro de la Gran Pirámide, precisamente en la Cámara del juicio a las naciones. ¿Habrá algún lenguaje que, siendo científico-simbólico, sea más claro que el que muestra la Gran Pirámide? Veamos el asunto en detalle: aproximadamente hacia el año 1950, empezó un enfriamiento que se ha mantenido en un crecimiento constante. En 1976 ya se sugirió el progresivo avance de una nueva y a la vez quinta glaciación, pues en este periodo -un lapso de 25 años- bajó la temperatura unas 32 centésimas de grado en el hemis- ferio Norte. Unos 26 siglos, tal vez más tiempo, permanecieron ocultas bajo la arena las tablillas de barro con escritura cuneiforme de la bibliote- ca de Asurbanípal- Se desconocía su existencia y, por consiguiente, lo que en ellas estaba escrito, de modo que la Biblia seguia siendo el úni- co documento que hablaba de un antiguo Diluvio Universal. Hace pocas décadas, se encontraron dichas tablillas de barro, que ahora se hallan en el British Museum de Londres, Inglaterra. Cuando se supo cómo leerlas, se empezó a poner en letra de molde su contenido, para alegría y admiración de los investigadores de los mitos y leyendas sumerias, babilónicas, etc. El Diluvio según los acadios Aunque faltan muchas tablillas por estudiar, en este momento ya han sido traducidas completamente doce de ellas, que contienen la narración original del Diluvio Universal, pero en este caso acadio. Se trata del relato hecho por Gilgamesh, rey de Uruk en Babilonia, quien describió el largo viaje que hizo en busca de su antepasado Ut- Napistin, el cual le refirió a su vez la historia verdadera del Diluvio, segur decían las leyendas existentes en el pueblo acadio. De dicho relato se desprende que Ut-Napistin tampoco vivió ni sufrió el Diluvio. Asi, pues, ese fenómeno natural debió de ocurrir en tiempos muy antiguos incluso para Ut-Napistin. (265) Por la descripción que las tablillas hacen del Diluvio, es de supo- ner que fue uno de los elementos que constituyeron el más reciente cataclismo de que se habla en otros capítulos de este mismo libro, tal vez el mismo que sufrieron los mayas. Para mayor comprensión, vea- mos algo del relato acadio: «...llegó el mandato de los dioses: destruir a la humanidad, tal es la palabra de la asamblea de los dióses... Pero uno de los dioses advirtió el peligro al rey Shuruppak, quien construyó una barca lo suficientemente grande como para proteger a la simiente humana... ...Y el Diluvio duró siete días y siete noches...» Naturalmente dicho Diluvio originó el caos, durante el cual apa- reció el héroe: combate valerosamente con los gigantes causantes del desastre y del caos, hasta que finalmente los vence, poniendo orden en el caos y, a la vez, conquistando la propia inmortalidad. Toda esta historia o leyenda es muy semejante al escenario pre- sentado por el Papol Vuh, libro de los maya-quichés. El nombre del héroe acadio es Gilgamesh. El nombre del héroe maya es Hunab Ku. Pero en el nombre de Gilgamesh debe de haber un anacronismo, o podría ser un homónimo antepasado, o también podría ser que se haya atribuido la epopeya al Gilgamesh tardío. Para el tema de este libro, lo más importante es el notable paralelo que existe entre la leyenda acadia y la leyenda maya. Hunab Ku, según el Popal Vuh, se enfrentó a los gigantes que produjeron el caos y los venció en la lucha, estableciendo asi el reino de los dioses, o sea, la calma y tranquilidad de los elementos en desorden. Hunab Ku es uno de los dos dioses nacidos gemelos. Los cuatro gigantes vencidos se convierten en los cuatro cargadores del cielo colocados en los cuatro ángulos del cosmos. ¿No hay acaso un estrecho paralelo entre Gilgamesh y Hunah Ku, ambos venciendo el caos y dando a los cielos y a los pueblos paz y tranquilidad? Pero el relato del Popol Vuh referente a los gemelos hace pensar en fechas y en algo verdaderamente admirable: según todos los indi- (266) cios hasta hoy encontrados por el autor, esos hechos ocurrieron hacia el final de la constelación zodiacal de Géminis (Gemelos), hace preci- samente 6.660 años. Fue entonces cuando ocurrió el tremendo cataclismo mundial que probablemente obligó a todos los pueblos entonces existentes a abandonar su lugar de residencia y a olvidar sus anteriores costumbres y tradiciones. Y es exactamente una estrella de Géminis —la que aparece en uno de tos pies de Castor, uno de los gemelos— la que señala el final de una edad, la de Leo, y el principio de la Era de Tauro, a su vez principio de la cultura que hasta hoy hemos estado viviendo. Pero, además, ese dato se encuentra subrayado con un símbolo muy notable en la Gran Esfinge, y geométrica y astronómicamente señala- do en el interior de la Gran Pirámide. Estas coincidencias dan qué pensar. Es evidente que para sumerios, egipcios y mayas, los Geme- los —nombre que se dio a las dos estrellas principales en la astrono- mía— les eran sumanlente conocidos. Por esta razón los usarían como punto de referencia para indicar con ellos el final de un desastre mundial —diluvio, terremoto, o lo que fuera— que sufrieron en pro- porciones tan desmesuradas, que casi desaparece la vida humana, para luego renacer. Estos hechos debieron de quedar profundamente gra- bados no sólo en el pensamiento, en las leyendas y tradiciones, sino particularmente en las almas, en los espíritus. Continuando con el relato sumerio de Gilgamesh, sucedió que, después del Diluvio, el consejo de los dioses designó a Zi-u-sudra para que residiera en el país de Dilum, la tierra primigenia que estaba «...donde se levanta el Sol..." Eso de ... donde se levanta el Sol..., escrito en las tablillas de barro sumerias, señala desde luego hacia oriente. Importa tenerlo en cuenta porque los toltecas, aztecas y mayas tenian la misma expre- sión. ¿No seria Dilum el país o región de donde salieron los sumerios antes de llegar a Mesopotamia? Pero, ¿por que lo abandonaron? No hay contestación a estas preguntas. Sin embargo, los sumerios no evolucionaron en Sumer desde la primera edad del hombre, sino que llegaron allí ya con una cultura adulta en relación con su tiempo. ¿De (267) dónde llegaron entonces los sumerios? ¿Será lógico suponer que arrancaron del mismo tronco y punto geográfico que los mayas? ¿Qué punto geográfico fue ese que estaba ... donde se levanta el Sol...? Curiosamente, y para aumentar los interrogantes, la Gran Esfin- ge dirige su eterna mirada pétrea, hacia ...donde se levanta el Sol... Y el Gran Juez, dentro de la Cámara del juicio a las naciones, en el interior de la Gran Pirámide, también está mirando hacia .,. donde se levanta el sol. El Diluvio relatado por Ut-NapistÍn, independientemente de haber sido tomado áe la realidad vivida, fue también una tradición que trató de explicar los orígenes de ese pueblo y, como era habitual en la época, siempre en estrecha relación con la divinidad. A su vez, los súmenos igual que hicieron otros pueblos, se auto-consideraban descendientes de Dios y por ello pueblo escogido de su dios. Hay todavía muchas tablillas de barro sin descifrar, por ello es de esperar que algún dia sepamos mucho más de aquella vida que hasta hoy se ha considerado más como mito que como realidad histó- rica. Y se dice esto, porque hasta hoy se han catalogado dentro del mito las dinastías reales, su respectivo origen-divino debido a seres bajados del cielo que convivieron con ellos dejando descendencia, asi como las cinco ciudades primigenias habitadas por Badtibíra, Larak, Eridú y Sippar. Pero ¿dónde estuvieron esas ciudades? El Diluvio según los hebreos En el libro Dramáticas profecías de la Gran Pirámide se dice que el Diluvio en que Noé figuró como personaje central no pudo haber sido ni universal, ni de muy grandes proporciones, ni de tan grandes consecuencias como sugiere la Biblia. Y ahora, después de haber reestudiado el tema para hacer este libro, seguimos suponiendo exactamente lo mismo, debido a que no hay razones lo suficientemen- te fuertes para pensar de otra manera. Según vimos líneas más arriba a propósito de los súmenos y también en el Popal Vuh, la catástrofe debió de adquirir proporciones (268) planetarias y en ella seguramente estuvo incluido el Diluvio y hasta con lodo negro. Ahora bien, esto tuvo que ocurrir mucho tiempo antes de los 4,000 años a. C., mientras que según el cómputo de la propia Biblia, Adán y Eva fueron creados 4,000 años a- C. A este respecto el arzobispo Usher, de Irlanda, a finales del siglo pasado afirmó que, de acuerdo con la cronología bíblica, el mundo fue creado por Dios el domingo 23 de octubre del año 4,004 a. C. Esta fecha fue calculada naturalmente en base al sistema del calenda- rio actual, lo cual confirmaría la fecha de aparición en escena de Adán y Eva. No obstante, la opinión del arzobispo Usher da pie para suponer que la creación del Universo, de la Tierra y de Adán y Eva fueron posteriores a los mayas como raza o, a lo sumo, contemporá- neos, sobre todo al tronco primigenio de los mayas, cualquiera que fuese el lugar donde estuvieran radicados en esa época. Ya comprenderá el lector que esto no resiste ningún análisis, puesto que las investigaciones científicas han demostrado que el mun- do, ya casi solidificado en su corteza, existe desde hace mucho más de 4,500 millones de años. De esto se deduce que Adán y Eva son símbolos dentro de la Biblia, que todavía no se han interpretado correctamente como sucede con otros muchos símbolos existentes en el mismo libro. Sin embargo, si meditamos un poco y serenamente sobre el tema de Adán y Eva, bien podría resultar que esos personajes sean el sim- bolo de una nueva vida después de un gran desastre, pues, asi como Isis simboliza la vida y perpetuación de la especie, Eva podría ser ese mismo símbolo. Y puesto que el calendario hebreo es e! mismo que el egipcio, todos los números y, probabilidades encontrados en los egipcios y sumerios bien podrían ser aplicables a los hebreos, en cuyo caso, el Paraíso terrenal pudo haber estado en el hermoso país descrito por Platón, o sea, Atlántida. En fin, sobre esto hay mucho que hace pen- sar. Alrededor de estas cuestiones hay opiniones muy serias. Víctor W. Von Hagen en su libro El mundo de los mayas dice que la exis- tencia conocida de los mayas como entidad cultural se remonta a (269) 3,700 años, o sea unos 400 años antes de Menes, el primer faraón egipcio y fundador de la primera dinastía. En cambio, el diluvio biblico ocurrió entre los años 1645 a 1656 —dalo tomado del diccionario bíblico—, o sea, más de dos mil años después de la antigüedad del pueblo maya. Claro está que diluvios más o menos locales ha habido muchos y los sigue habiendo. Al final de este capítulo se presenta una lista de los que suelen figurar en tradiciones diversas. Pero en este libro de lo que se trata es de localizar aquel cuyos efectos produjeron gran des- trucción mundial, originando éxodos en todas direcciones. Manú Manú es conocido como un dios mítico en India. Sin embargo, toda su apariencia es la de haber sido una persona de carne y hueso. Las escrituras brahmánicas afirman que Manú fundó la ciudad de Manatí en el valle de Kulu y que luego, al sobrevenir el Diluvio Universal, salvó a todos los sabios usando una nave, rescatando en ella los conocimientos que hasta entonces se habían logrado para evi- tar el retroceso de la humanidad en lo que a cultura se refiere. El libro sagrado hinduísta llamado Mahabharata dice que Brah- ma originalmente salía de las aguas y tenia forma de pez. No obstante hablaba y razonaba normalmente. Fue asi como se presentó a Manú, padre de la raza humana, a quien informó de la proximidad del Gran Diluvio, aconsejándole que se fabricara una gran nave para salvar en ella a los sabios (Rishis), asi como todos los granos que pudieran ser- vir de simiente y todos los alimentos posibles. Sigue relatando dicho libro sagrado que Manú obedeció a Brah- ma y navegaron en la Gran Nave sobre las aguas del Gran Diluvio, hasta que al fin arribaron y embarrancaron en el valle de Kula en el Himalaya, región de Ariavaratara. Obsérvese que este relato es totalmente paralelo al del Diluvio bibtico, y que Manú es en realidad el mismo Noé, aunque Manú es muy anterior. (270) El Bhagavata Purana, antiquísimo libro sagrado en la India, describe cuatro edades que se han sucedido después de haber sido destruida la humanidad por cataclismos en cada una de ellas. Según dicho libro, nuestro presente siglo XX vendría a quedar dentro de la quinta edad de la humanidad. De ningún modo puede ser casual que coincida tan exactamente con la tradición maya y azteca de los Cinco Soles.