viernes, 10 de junio de 2016

CAPÍTULO VEINTICUATRO - RODOLFO BENAVIDES


Capitulo XXIV EL DILUVIO Hablando de cataclismos mundiales, hay algunos que son muy conocidos, como el Diluvio bíblico por ejemplo. Capítulo XXIII LA CUARTA RAZA RAÍZ: LOS ATLANTES A lo largo del tiempo se ha escrito mucho relativo a la Atlántida. No-obstante, los datos más genuinos que pudieran servir de base ver- dadera para hacer afirmaciones se han encontrado de manera tan dis- persa y fragmentada, que no es posible darles la Habilidad que seria de desear. A pesar de todo, y partiendo de lo que sigue, el lector podrá sacar sus propias conclusiones. El día 7 de junio del año 8498 antes de Cristo, se hundió la Atlántida. Ese es el día que algunos autores señalan como fecha en que ocurrió la gran catástrofe, fecha que coincide, de modo muy aproximado con el principio del calendario maya. Como puede supo- ner el lector, no sabemos cómo se llegó a dar con tanta exactitud esa fecha. Pero aunque podría ser solamente una especulación, en todo caso tal vez llegue a servir a la ciencia para buscar, y quizá, con un poco de suerte, para localizar algún fenómeno que necesariamente debe .de haber sido de gran trascendencia. Diego de Landa escribió en el año 1566 que los mayas señala- ban como principio de su cronología el año 3113 a.C., pero agregaba que antes de esa fecha ya habian vivido como raza y como pueblo 5125 años. ¿Por qué hicieron esa división del tiempo en su vida los mayas? Dicha división del tiempo en la vida de los mayas está insinuan- do que vivieron una vida normal durante el primer período de 5,125 años y que luego sucedió algo que los obligó a empezar de nuevo la cuenta de su cronología. Resulta muy interesante encontrar que, (241) sumando los 5,125 anos a los 3,113, obtenemos la cifra 8,238, que es justamente el final exacto de la constelación zodiacal de Cáncer y el principio de la constelación de Géminis, a la que se alude en otra par- te de este libro cuando se habla de ffunab Ku e Ixbalanqué como dio- ses buenos visibles en el cielo. Recuérdese que esos dioses buenos aparecieron al final de! desastre que obligó a ¡os mayas a emigrar a tierras desconocidas. La fecha 8,238, que figura en el zodíaco incluido en este libro, fue sacada por los grados con que aparece en el Ecuador Celeste y no por cuadrantes a la manera astrológica. Es por lo tanto un dato de suma importancia. Abundando en las coincidencias imposibles de explicar, si agre- gamos a los 8,238 años de la vida de los mayas el tiempo transcurrido de la era actual, llegamos a más de 10,000 años, que admirablemente vienen a equivaler a la época consignada por el Zodiaco de Dende- rah. En una palabra: hay completa concordancia entre los fecha-" míenlos mayas y egipcios, lo que hace pensar que ambos pueblos sufrieron las consecuencias de un mismo cataclismo, probablemente en una misma región, que supuestamente fue A llántida. El Popol Vuh, como ya varias veces se ha dicho en este libro, habla de un cataclismo que obligó al pueblo maya —y seguramente a muchos otros pueblos— a trasladarse a otro sitio, C entroamérica, región que les resultó ser desconocida hasta en sus frutos. Asimismo, la- insistente afirmación de que ia catástrofe ocurrió hacia donde el Sol se levanta, sugiere que el cataclismo que hizo desaparecer la tie- rra donde antes vivieron ocurrió precisamente en el océano Atlántico. Todas las referencias están señalando hacia la desaparecida Atlánti- da, considerada hasta hace poco tiempo por los escépticos como mera leyenda. Y hablando de escepticismo poco o nada fundamentado, los exploradores y arqueólogos Dimitri RabikofT y Manson Valentine descubrieron hacia el ario 1972 en el fondo marino de la plataforma de las/islas Bimini, de las Bahamas, a más de 500 metros de profundi- dad, varios restos de muros pertenecientes a construcciones diversas y un dique de alrededor de 300 metros de largo. (242) Los científicos de la Universidad de Miami que estudiaron el hallazgo, sugirieron que todas esas huellas de trabajo humano corres- pondientes a una cultura muy elevada, revelan una antigüedad que se remonta a 8 ó 10,000 años. Tales fechas coinciden plena y absoluta mente con [a antigüedad de los mayas según su propia cronología y coinciden también con ¡as otras fechas antes dadas: el repentino des- pertar de los súmenos en la Mesopotamia, la llegada de los primeros faraones a Egipto y la época en que ocurrió el hundimiento de la Atlántida. Finalmente, estando este libro para ser entregado al editor, los periódicos informaron escuetamente que se acababan de descubrir los restos de una gran pirámide en el fondo del Atlántico. La noticia no agregaba más detalles pero existe el proyecto de una exploración sub- marina para confirmarla. Habrá que esperar algún tiempo para co- nocer los resultados finales, pero desde ahora podemos asegurar que el informe no dejará muy boyantes a los escepticos gratuitos. Thoth - Hermes Trismegisto Thoth, según dice el Libro de los muertos egipcio, llegó a Egipto en una embarcación, procedente de una isla lejana de Occidente: por eso se le conoce también -como Señor de más allá de los mares, y también como Guardián de las tierras. Según esa tradición, Thoth abandonó su lugar de origen cuando la luz del sol se oscureció. Pode- mos pensar en un probable eclipse; pero más probablemente en una erupción volcánica tan gigantesca, que las nubes de humo y ceniza impidieron el paso de la luz solar durante largo tiempo. Obsérvese que algo muy semejante aparece'en el relato del Popol Vuh. Según L. Filipoff, sabio astrónomo argelino, existen datos en viejos escritos egipcios, correspondientes a las dinastías V y VI, en los que Thoth se encuentra muy estrechamente relacionado con el signo astrológico de Cáncer. Se ha deducido de ahi que el viaje de Thoth debió de ocurrir en el equinoccio vernal, cuando estaba Cáncer como signo vigente, o sea, en el año 7256 a. C. Serían en !a actualidad más de 9,000 años, fecha que de nuevo coincide con el Zodíaco de Dende- rah. (243) Otro dato importante sobre e! mismo tema lo proporcionó en el siglo IV a.C. Jámbilo de Alejandría, quién afirmó en algunos de sus escritos que los 42 libros sagrados conservados por los sacerdotes egipcios fueron originalmente escritos por Thoth. Estaban divididos en dos grupos principales: 36 relataban la his toria y el grado de cultura a que se había llegado hasta esos días, y los seis libros restantes se referían exclusivamente a los altos conocimien- tos filosóficos y científicos en que se encontraban. Imaginemos por un instante que Tholh haya salido déla Atlánfí- da, ¿no saldrían también de allí Quetwicóatl, Viracocha, el gran per- sonaje del Perú y Krishna, el gran filósofo cuyas enseñanzas han lle- gado hasta nuestros días absolutamente vigentes? ¿Fueron todos esos grandes maestros un mismo ser pensante que de alguna manera pudo recorrer el mundo en el transcurso de una vida, o fueron tal vez varios que de alguna manera y en tiempos distintos vinieron al mundo a dejar sus enseñanzas? Hermes Trismegisto y Thoth están ya identificados como una misma persona. Se dice que, al llegar a Egipto, enseñó a los nativos artes, ciencias, filosofía, religión, escritura, matemáticas, astronomía, música, medicina, metalurgia, etc., de modo muy semejante a lo que hizo Quetzalcóatl o Kukulkán en América y Krishna en India. Thoth, según la leyenda egipcia, esculpió la Tabla esmeralda antes de emprender su regreso al reino de los dioses, Pero prometió volver, exactamente como también lo prometió Quetzalcóatl. En la mitología griega se encuentra también a! dios Hermes grie- go, mensajero de !os dioses, muy posterior ai Hermes egipcio y que presenta muchas de las características de éste. Hermes Trismegisto o Tholh dijo: "Lo que está arriba es igual a lo que está abajo, y lo que está abajo es idéntico a lo que está arriba, todo, para realizar las maravillas del Único. Puesto que todas las cosas existen debido a la voluntad del Único, tienen consecuentemente su origen en la cosa Única," Seguramente habrá notado ya el lector la admirable coinciden- cia que este tan antiguo pensamiento tiene con las más modernas (244) concepciones científicas referentes a la unidad de la materia, al menos dentro de la dimensión de la velocidad de la luz. Cabe suponer que un concepto tan avanzado solamente pudo haber sido expresado por alguien procedente de una cultura incluso mejor a la que hoy, en ple- no final del sigio XX estamos viviendo. En consecuencia, todo lo relativo a Thoth o fiermes Trismegisto hace pensar en un personaje superior, procedente de alguna región muy apartada de Egipto. ¿.No habrá tenido su origen en la legendaria Allántida? De los «Diálogos» de Platón Ya se dejó dicho en Dramáticas Profecías de la Gran Pirámide, que en Egipto existió el oro en cantidades importantes, sin que hasta hoy se hayan encontrado las minas de donde fue extraído. ¿De dónde provino ese oro? Pues bien, veamos lo que se dice en los Diálogos de Platón: "... De Atlas, rey de la Atlántida, surgió, pues, una estirpe numerosa y muy considerada y, como de costumbre, el más anciano de la fami- lia transferia el dominio al más viejo de los descendientes. Así fue como estos llegaron a reunir en aquel lugar, a través de muchas gene- raciones, tal cantidad de riquezas como jamás se habían visto acumu- ladas en reino alguno ni se venan en el porvenir, pues andaban pro- vistos de todo cuanio necesitaban en la ciudad y en el resto del pais. Mucho de ello les era enviado desde el exterior como tributo al sobe- rano; pero la mayor parle de lo que era necesario para el sustento era producido por la propia isla. sobre todo lo que se refiere a metales, los -•cuales eran extraídos de las montañas de la tierra, ya fueran sólidos o fusibles (¿mercurio?), y entre aquella especie de metales que ahora sólo se recuerdan por su nombre, estaba el bronce, que se encontraba en muchas partes de la isla y que, después del oro, era lo más aprecia- do para aquellos hombres…” En otra parte de los mismos Diálogos, Platón dice: «... El templo de Poseidón (Neptuno) tenía la longitud de un estadio. tres plétoras de ancho e igual altura, mientras la propia imagen del (245) dios tenia un aspecto algo bárbaro. Todo el templo estaba revestido de plata, excepto sus cúpulas que lo estaban de oro. En su interior podian admirarse el techo de marfil con adornos de oro, plata y bron- ce, mientras todo lo demás, las paredes, las columnas y el suelo lo estaban de bronce. En su interior se elevaban esculturas de oro, tam- bién era de ese metal el dios que estaba representado de pie sobre un carro tirado por seis hipó grifos conducidos por él.» Poseidón fue un dios griego conocido también con el nombre latino de Neptuno. Se ha insistido mucho que en realidad fue un rey de carne y hueso cuyo trono estuvo en Atlántida y que vivió hacia el año 9900 a.C., o sea, en plena era de la constelación de Leo. Dato que coincide también con el Zodiaco de Denderah y corresponde al segundo símbolo de la Gran Esfinge. Esta parte del diálogo nos habla claramente de la existencia de una bien establecida organización social, politica y económica, una industria metalúrgica bastante desarrollada, en la que se trabajaba abundantemente el bronce, la plata y el oro, así como otros metales cuyos nombres no se mencionan, pero que se insinúan como metales de menor importancia. El relato demuestra que estaban familiarizados con gran parte de África, puesto que en sus templos abundaba e! marfil, y hasta podría ser que estuvieran en África los pueblos que les pagaban tribu- to, según dicen los propios diálogos. Estas consideraciones hacen pensar que, en el caso del hundi- miento repentino de la Atlántida, los náufragos no caminaron a la aventura ciegamente, sino que pisaron sobre brechas ya bien conoci- das, aunque tal vez enfangadas. Y si existían ya tan grandes monumentos en Atlántida, es fácil entender que lograran proyectar y construir en poco tiempo otros monumentos del tipo de la Gran Esfinge y la Gran Pirámide, con toda la sabiduría que contienen. Casi a continuación del texto transcrito anteriormente encontra- mos lo siguiente: “... tenían unas fuentes de cuyas aguas calientes y frías, debido a su espléndido caudal y a las magnificas cualidades que las hacian mara-(246) villosas para su utilización, hacían uso una vez abastecidas de ellas los edificios y los campos que los rodeaban y que eran adecuadamen- te regados, quedando aún caudal suficiente para llenar los depósitos dispuestos en parte a cielo abierto y en parte en piscinas bajo techo para permitir tomar baños calientes en invierno, situando aparte las piscinas reales...» Esta parte de los Diálogos nos habla de una muy avanzada organización social, asi como de la existencia de edificios propiamen- te dichos, y no de chozas primitivas; todo ello implica urbanización debidamente programada. Además, y complementando muchas ideas respecto de la Atlán- tída, leemos que habia aguas calientes de magnificas cualidades, que sugieren la cercanía de una zona volcánica productora de aguas termales. Esta geografía volcánica explicaría implícitamente la repen- tina desaparición de Atlántida en un día y una noche. Y si se desea entender mejor el problema, bastará con leer lo que sucedió con la isla Krakatoa en el año 1883, cuando estalló el volcán produciendo marejadas en casi todas las costas del mundo y ondas vibratorias en toaos los sismógrafos entonces existentes. Si esto ocurrió tratándose de una isla tan pequeña, ¿qué sucedería en el caso de un volcán varias veces mayor que el Krakatoa, o tal vez varios volcanes cercanos entre sí y todos en actividad? En el relato anterior se habla de piscinas bajo techo, a fin de poder tomar baños calientes durante el invierno. Esto sugiere por lo menos dos hipótesis igualmente posibles: a) Que aquella ciudad no estaba en tierra baja cercana al nivel del mar, sino a muchos metros por encima de ese nivel, quizá en región montañosa. b) Al hablar de invierno, implícitamente se está hablando de frío y de estaciones del año. Es decir, que no se encontraba en las cercanías del Ecuador, sino muy hacia el hemisferio norte, en donde las estaciones del año son perfectamente definidas. Y efectivamente, más adelante el propio diálogo, sin aparente contacto con lo precedente lo aclara todo diciendo: (247) "... Ante todo, el conjunto del país parece que no era muy elevado, surgiendo abruptamente del mar y toda la llanura alrededor de la ciu- dad, rodeada de montanas, que extendían sus laderas hasta aquél...» Para cualquier mente un poco analítica y lógica, tantas confir- maciones y coincidencias dentro de un mismo relato en comparación con otros relatos completamente distintos, tienen todas las caracterís- ticas de la verdad, de una realidad vivida, que si no la consideramos histórica por no haberse escrito como entendemos debe escribirse la historia, igualmente pudo haber sido real y susceptible de llegar a confirmarse. Y ahora viene algo que los escépticos llamarían simple casuali- dad a falta de mejor explicación: el paralelo 30 en que está situada la Gran Pirámide y que pasa entre México y Estados Unidos de Nor- teamérica, casi como frontera, reúne precisamente las condiciones de clima a que se refieren los Diálogos de Platón. En ellos también se cuenta que cuando Solón visitó la ciudad egipcia de Sais, los sacerdo- tes egipcios le dijeron: «... vosotros los helenos, no tenéis herencia, porque los cataclismos arrasaron las herencias..." Esta frase demuestra que los egipcios conocían la historia y tra- gedia de los griegos o helenos, seguramente debido a que vivieron en un mismo continente que fue destruido parcialmente. Quizá eso obli- garía a los egipcios a emigrar llegando entonces el primer faraón al Alto Nilo con un estado constituido. Más adelante se lee: «... ciertas perturbaciones en el movimiento de los Cuerpos Celestes ocurren periódicamente causando las destrucciones…'' Obsérvese que habla de Cuerpos Celestes, no de dioses. Seme- jante afirmación implica conocimientos astronómicos, tal vez sin intervención religiosa y demuestra que aquella gente conocia que los trastornos de nuestra Tierra tienen su motivación en los cuerpos celestes. De este modo resultaría lógico suponer que tuvieran un pla- no astronómico que incluyera el zodiaco, tal como aparece esculpido en la piedra Zodiaco de Denderah. (248) La última parle del relato se refiere a unos 10,000 años a. C., coincidiendo así con la época de la constelación de Virgo, primer sím- bolo de la Gran Esfinge. Como se verá más adelante coinciden tam- bién con las descripciones de dicho relato los recientes hallazgos sub- marinos en ei Atlántico, lo que no puede ser simple casualidad. Otra confirmación más está en los escritos de Proclus, quien relató que un griego llamado Krantor viajó igualmente a Sais, en don- de los sacerdotes le mostraron ciertas inscripciones en un templo, coincidentes y similares con la versión antes proporcionada a Solón. Independientemente de estos datos antiguos, los arqueólogos modernos encontraron en Egipto un papiro de la segunda dinastía —o sea, unos 3,000 años a. C.—, que habla de una expedición enviada al Atlántico en busca de la tierra de los antepasados. En realidad, cuan- do salió esta expedición todavía no habían transcurrido muchos años después de Menes, el primer faraón; de manera que tal vez se la pue- da considerar como expedición de rescate. Esto quiere decir que la Atláníida se había hundido por etapas. En tal caso, dicha expedición de rescate pudo encontrar restos de la población, refugiados en distin- tos sitios, lo que explicaría de manera natural la presencia de los sabios que durante la tercera dinastía prepararon los proyectos y pla- nos para construir las primeras pirámides y esculpir la Gran Esfinge. Esto mismo ya se insinúa en el libro Dramáticas profecías de la Gran Pirámide. Ahora solamente estamos insistiendo en la probabili- dad de que en las cercanías del paralelo 30, o entre éste y el 20, a su paso por el Atlántico, se halle el sitio aproximado donde estuvo la Atlántida o algunas de sus ciudades importantes, antecedente de los egipcjos y de los griegos. En esa región deberían efectuarse las inves- tigaciones, pues tal vez por allí esté la ciudad con sus templos de pla- ta. oro y bronce. De esta manera quizá se esclarezcan viejos misterios que hasta hace poco tiempo se creyeron mitos y leyendas. Opiniones diferentes y a la vez coincidentes Cada vez que se han descubierto vestigios de culturas en algún fondo marino, en seguida se ha pensado que eso pudo haber sido la (249) Atlántida. Por supuesto, los escépticos inmediatamente contradicen y hasta llegan a negar lo evidente. Se han encontrado huellas de culturas desaparecidas en casi todos los mares. Entre las más recientes están las del mar Egeo, entre Grecia y Egipto, de las que se dijo en un principio que pudieran ser restos de una ciudad de Atlántida. Después, Jüngen Spant, al descubrir huellas de lo que fue una ciudad hundida en las cercanías de la isla Heligoland, en el Mar del Norte, supuso haber encontrado la Atlántida. Por nuestra parte, a la vez que diferimos con cada una de estas opiniones en particular, coincidimos en el conjunto, o sea que lo encontrado, algo tuvo que ver con Atlántida, ya que no se debe suponer que el fenómeno que produjo el hundimiento fuera tan loca! y de extensión tan reducida, que no afectase más que a los propios habitantes de su isla. Es de suponer que un cataclismo capaz de hun- dir una gran isla posiblemente de la superficie de Australia, tuvo qu&< sacudir a todo el mundo, produciendo resquebrajamientos y desnive- les capaces de alterar fundamentalmente la geografía del mismo, Todos esos hallazgos en ios fondos marinos ponen al investigador frente a la insoslayable realidad de un tremendo cataclismo. Un ejemplo perfectamente posible puede dar ideas: hoy conoce- mos un continente llamado América que va desde Tierra del Fuego hasta Canadá y aún más al norte. Supongamos (sin desearlo) que un cataclismo, provocado por el Cinturón de Fuego que corre paralelo a la costa del Océano Pacífico y que ha venido produciendo tantos sis- mos, quebrara y hundiera las partes débiles del continente, por ejemplo, Panamá, Nicaragua, .Tehuantepec, California, etc. Un cataclismo asi dejaría mera del agua porciones de tierra más o menos alejadas entre si; pero a la vez tendría serias repercusiones en todo el mundo. Pues bien, pasan los siglos y milenios, y entonces vienen los escépticos —que siempre los ha habido— y no aceptan que América haya existido toda unida, ni admiten que a ninguna de las islas exis- tentes —una parte de California, de Panamá, o de Nicaragua, ponga- mos por caso— se las deban considerar de origen americano. (250) Algo similar a lo imaginado en este ejemplo ocurre con Atlán- tida. Los Diálogos de Platón dicen que Atlántida »... tenia una extensión superior a Libia y Asia Menor juntas..." Una extensión, por tanto, quizá superior a la de Australia. No obstante, los escépticos quieren aplicar ese nombre a una extensión del tamaño de un estadio deportivo. Atlántida dio la cultura que produjo la Gran Pirámide Solón, uno de los siete sabios de Grecia, vivió desde el año 640 al 559 a- C. y fue tío de Platón, cuyos famosos Diálogos parecen des- pejar la incógnita del origen y procedencia de la gran cultura que fue capaz de concebir y construir la Gran Pirámide y la Gran Esfinge, de esculpir el Zodíaco de Denderah, y de levantar la Pirámide de Sakara y otros monumentos de época prehistórica. El texto que sigue tal vez nos oriente y ayude a descubrir y entender mejor el asunto. «... En esta isla de! Atlántico había un reino inmenso y admirable que no sólo dominaba sobre la parte de aquella tierra firme; también ejer- cia su soberanía sobre las tierras de Libia hasta Egipto y Europa has- ta el mar Tirreno. Esta gran potencia trató una vez de someter tanto vuestra nación como la nuestra y cuanto se hallaba a la parte de acá del estrecho, para lo cual emprendió una atrevida expedición guerrera. Fue enton- ces, ¡oh, Solón! cuando vuestro pueblo hizo patente todo su poder dejando admiradas a las gentes por su valor y por su energía- Pues excediendo a todos en bravura y en capacidad guerrera, puesto a la cabeza de todos los helenos, aleccionad" por la caída de todos los demás, solo y viéndose en inmenso peligro, por una parte derroto al enemigo alcanzando señaladas victorias y por oirá impidió que los pueblos que aún no se habian sometido lo fueran. Y a los demás que vivian dentro de las fronteras heraclicas les dio. sin emidia, la liber- tad. Pero mas tarde, cuando se produjeron inmensos terremotos y unas grandes inundaciones en el transcurso de un solo y aciago día y una noche, sola toda la numerosa y aguerrida generación de vuestro (251) pueblo quedó sepultada en tierra y también desapareció Atlániida hundiéndose en las profundidades del mar. Por esto el mar en aque- llas regiones no es hoy en dia navegable, no siendo posible que lo atraviesen las naves porque lo impide el lodo que dejó la isla al hun- dirse y que alcanza una gran altura. No quiero ocultarte, ¡oh Solón! —y no sólo para darte gusto a t¡ y a vuestro estado y al nuestro, educándonos y elevándonos— que el vuestro (estado) se constituyó unos mil años antes que el nuestro, después que las estirpes de Gea y Hefesto fuesen recibidas por voso- tros mucho antes de que lo fueran por los nuestros. Para la fecha de esta fundación figura en nuestros libros sagrados la cifra nueve mil años. Asi, pues, de vuestros ciudadanos que vivieron hace unos nueve mil años, dentro de poco te explicaré las leyes y las más notables hazañas que realizaron,..» Siguiendo con los Diálogos de Platón, encontramos que Critias decia: «... Pero algo tenemos que advertir someramente antes de empezar nuestro relato a fin de que no os cause extrañe¿a el oir mencionar vuestros nombres helénicos por los hombres bárbaros; escuchad, pues. el origen de este hecho; Solón, al investigar el significado de los nombres —pues pensaba utilizarlos para su poema—, descubrió que los primitivos egipcios, al registrar en sus anales aquellos nombres, los habian traducido a su idioma. Y precisamente esta traducción obraba en poder de mi abuelo y ahora en mi poder. Asi también, referia que Poseidón (Neptuno) habia recibido la isla Atlantida. Este dios permitió que la descendencia que tuvo con su mujer mortal se estableciera en un lugar de la isla Atlántida, que ofre- cía las siguientes características: era una isla, en cuyo centro habla una llanura que seguramente era la más hermosa y fértil jamás cono- cida. En sus proximidades, pero también hacia el Sentro, a unos 50 estadios (10 kilómetros) de distancia, habia una montana que caía por todos lados en suaves pendientes. En ella vivíó uno de los prime- ros hombres de la Tierra, que habia nacido allí...» : Los textos transcritos y otras citas que aparecen en tos Diálogos de Platón, confirman que tanto Grecia como Egipto fueron invadidos y fuertemente influenciados por la cultura y tal vez hasta el lenguaje de los atlantes. En efecto, es harto sabido que los sacerdotes de la dio-(252) sa Neith, de Sais, la protectora de la sabiduría, revelaron a Solón que sus archivos se remontaban a millares de años, en los que se hablaba de un continente ya perdido que estuvo más allá de las Columnas de Hércules (Gibraltar) y que fue engullido por los mares hacia el año 9560 a. C. o sea. hace ahora unos 12,000 años. Es verdaderamente admirable la persistente coincidencia en el tiempo de tan dispersas referencias al mismo asunto. Las diferencias en años que se pueden notar, son en verdad insignificantes, y bien podrían deberse a errores en los cálculos. Todos los datos recogidos en lugares tan apartados unos de otros, en el tiempo y en e! espacio, redundan en fechas muy aproximadas unas de otras, lo cual revela que en esa época verdaderamente sucedió algo muy importante que afectó a toda la humanidad. De los textos de Platón se desprende que Poseídón, posterior- mente dios griego, fue en realidad un rey de Atlániida que vivió hacia el año 9650 a. C. En la actualidad señan casi 12,000 anos. Esta fecha es importante porque se deduce de un texto de procedencia griega, que vendría a apoyar todo lo encontrado en Egipto. Como se dijo antes, en el relato hecho a Solón se habla de una gran cultura. Desde luego, un Zodiaco tan perfectamente esculpido como el Zodíaco de Denderah necesariamente requería una gran cul- tura previa, asi como un instrumenta] de primer orden para grabar los detalles y calcular la posición de las estrellas en el cielo y también ver- dadera sabiduría para expresar y perpetuar símbolos tallando la Gran Esfinge o determinando un matemático y completo simbolismo astro- nómico construyendo la Gran Pirámide. Conclusiones: a) Toda la cultura prehistórica de Egipto tuvo su origen y se desarrolló en una primera etapa en Atlántida. b) Un “dios”, entendiendo como tal a un ser llegado del espa- cio exterior, se unió en matrimonio con una mujer terrícola, (253) de cuya descendencia nacieron los reyes, el último de los cuales sería Poseidón (rey dios). c) El sistema hoy conocido como astrología nació enAtlátfi- da tal vez hace más de 20,000 años. d) El hundimiento de la Atlántida debió producirse hace 11,500 o 12,000 años. e) Como consecuencia de uno o varios gigantescos cataclis- mos ocurridos en la Atlántida, se produjeron éxodos: en uno de ellos los atlantes irían a Egipto; en otro a Sumeria; , en otro tal vez a Grecia. En alguno de ellos quizá llegaron hasta Centroamérica. Época moderna Heinrich Schliemann, arqueólogo alemán, que vivió de 1822 a 1890, se hizo famoso por sus descubrimientos de las ruinas de Troya. Durante muchos años la existencia de Troya habia sido tenazmente negada por los eruditos, pero Schiiemann la encontró. Pues bien, el siempre creyó que asi como se negó tanto tiempo el relato de Horne- ro, no obstante estar basado en la realidad, asi también se insistiría en negar el relato de la Atlántida, al que se consideraba producto de imaginación y la leyenda. La opinión de Schliemann no fue gratuita y sin fundamento puei dijo haber encontrado en San Petersburgo un papiro, cuya antigüe- dad se remontaba por lo menos a 3,350 años a- C., correspondiente a la dinastía tal vez del faraón Sent. Según dicho papiro, el faraón Sent habia enviado una expedición a buscar nada menos que el siüo donde antes estuvo Atlántida, ya que la reconocía como «madre patria de Egipto». Schliemann afirmó que ni los egipcios ni los mayas fueron nota- bles navegantes, y por tanto, ninguno de los dos pueblos en aquella época pudieron atravesar el Atlántico en viajes regulares. No obstante, las similitudes que a su juicio existen entre las civilizaciones y culturas egipcia y maya son tantas, que es muy razonable considerar a los dos pueblos como procedentes de un mismo origen geográfico y quizá has- ta genético, o sea que ambos grupos étnicos parecen pertenecer al mis- (254) mo árbol genealógico. Esto podría entenderse si alguna vez el continente africano y el americano hubieran estado unidos, o por lo menos muy cercanos entre si, o quizá unidos por delgadas franjas de tierra o por archipiélagos que permitieran el fácil traslado en las embarcaciones de aquella época. A nuestro juicio y ajuzgar por los muelles recientemente descu- biertos en el Atlántico, cerca de las islas BÍraini, como ya se dijo en otro capitulo, los barcos atlantes no parecen haber sido pequeños. De modo que aunque solamente haya habido navegación de cabotaje debió tener cierta importancia. En el libro Dramáticas profecías de la Gran Pirámide hicimos referencia al hecho de que en el Atlántico, por donde pasa el cable submarino, el fondo del mar parece estar emergiendo y noticias más recientes confirman que viene apreciándose este hecho desde hace más de 18 años. ¿Qué está sucediendo realmente en esa región? Asi- mismo, hay muchas opiniones sobre que la isla de Puerto Rico fue en otro tiempo un fondo marino que emergió, pero que ahora parece estar hundiéndose de nuevo, y esto es tan notable que se aprecia a simple vista de año en año. Puerto Rico está muy cerca del paralelo 30 al que se refiere la localización de la Gran Pirámide. Proporcionando mayor información al respecto, el autor guate- malteco Batres Jáuregui, dice en su libro La América Central ante la Historia "... el más trascendental fue el hallazgo de un gran jarro de bronce que contenia medallas, monedas, piezas de barro y objetos de hueso fósil, que reproducían las encontradas en el bronce que se halló en el tesoro de Priamo. Los vasos de Centroamérica eran incuestionable- mente de la misma mano de obra que los descubiertos en Troya.” En dicho libro se lee que todos esos objetos fueron sometidos al análisis químico y a otros exámenes científicos, resultando ser todos del mismo barro, que por cierto no era de Fenicia ni de la América Central. Los utensilios metálicos contenían una aleación de platino, aluminio y cobre, combinación nunca encontrada en alguna otra par- te. (255) A su vez, el profesor Schliemann se refiere a esto mismo en sus escritos, lo cual permite concluir que los antepasados de los egipcios llegaron al país de las pirámides llevando consigo la sabiduría y muchos elementos de su tierra nativa, que se supone fue la Attántida.