Capitulo XXII
LA LUNA, INFLUENCIA PASADA,
PRESENTE Y FUTURA
La Luna apedrea a la Tierra
La Luna, ese satélite nuestro que ha motivado tanta poesía, can-
tos, leyendas, suspiros de amor y hasta concepciones religiosas, no
parece ser tan inocente como podría creerse: de vez en cuando nos ha
mandado gigantescos pedruscos que han ocasionado calamidades.
Por tanto, tal vez no sea completamente ajena a los problemas que ha
habido, que hay y que habrá en la Tierra.
A este respecto hay teorías muy importantes algunas de las cua-
les pasaron a ser en los últimos años científicamente comprobadas,
especialmente a partir de la primera visita que los astronautas nortea-
mericanos hicieron a la Luna.
Varias de dichas teorías con sus posteriores comprobaciones
aparecen explicadas en la revista Scientific American, en un artículo
firmado por Virgil E. Barmes, quien asegura que se ha investigado
sobre las llamadas tactitas de quermes se habló y que se han encon-
trado abundantemente en diversas regiones del mundo, especialmente
en África y Asia. Pues bien, después de haber sido analizadas, resul-
taron ser de la misma estructura y composición que los residuos vitri-
ficados a consecuencia de las explosiones atómicas y a la vez, de la
misma composición química que las rocas traídas de la Luna.
Como consecuencia de tales coincidencias materiales plenamen-
te objetivas, se formó una nueva teoria aparentemente aceptable y
aceptada en el medio científico. Según ella, hace 700,000 años cayó (233)
en la Luna un gigantesco asteroide de muchos kilómetros de diámetro
y de origen desconocido, cuyo tremendo impacto produjo el enorme
cráter hoy conocido como Ticho Brahe. A consecuencia del impacto,
saltaron rocas lunares de todos los tamaños y a tal velocidad, que
escaparon a la fuerza de atracción tunar, acabando por entrar en la
zona de atracción terrestre, que les produjo una velocidad minima de
40,000 kilómetros por hora, o sea más de 11 kilómetros por segundo.
Uno de estos pedruscos disparados desde la Luna, quizá el de
mayor tamaño —se supone de más'de 20 kilómetros *de diámetro-
habría caido en el Antartico, probablemente en las cercanías del Polo
Sur. Otro de tamaño igualmente descomunal, también de muchos
kilómetros de diámetro, habría golpeado en América por el lado del
océano Atlántico, dando origen a la forma que hoy tiene e! Golfo de
México y formando tas cordilleras llamadas Madre Oriental y Madre
Occidental, que presentan rugosidades a consecuencia del choque.
Del mismo modo habrían caido infinidad de otros muchos (234)
fragmentos de roca, de todos los tamaños y pesos imaginables, en
diversas regiones del globo, dependiendo su dispersión de la resisten-
cia que ofreciera la atmósfera.
En las investigaciones realizadas se formulan teorías e hipótesis
sobre cómo pudo suceder ese extraordinario acontecimiento a partir
del impacto en la Luna, luego la despedida de ios fragmentos, su reco-
rrido de unos tres días o menos por el espacio exterior y finalmente la
fantástica lluvia de estrellas que debió de formarse al entrar en nues-
tra atmósfera para luego chocar contra la corteza terrestre.
Todos estos son datos teóricos desde luego, pero no por eso
dejan de ser importantes para un estudio especializado, debido a
que fundamentan científicamente las respectivas hipótesis.
En nuestro tema interesa que vayan encontrando verdaderos
puntos de apoyo, poco a poco y por distintos canales, algunas de
las más antiguas tradiciones ocultistas, leyendas populares y hasta
mitos.
El gigantesco tamaño del asteroide que cayó en la Antártida,
produciría un enorme cráter en [a Tierra: todavia no ha sido localiza-
do, aunque tal vez se deba a que ocasionó algún golfo, como el llama-
do Mar de Ross, o alguno de tos de la Tierra de Wilkíns.
Todos estos impactos, especialmente si se produjeron en forma
simultánea en regiones diversas, trastornaron la geografía mundial
produciendo muy serios desequilibrios en la mecánica de la Tierra y
afectaron también la vida en todas sus manifestaciones.
Todo esto tal vez llegue a explicar muchos fenómenos que toda-
vía están entre signos de interrogación, como la desaparición de Mu o
Lemuria en el océano Pacífico, el hundimiento de A tiáníida, la frac-
tura del continente en Bering o las ocurridas en Gibraltar por un lado
y en el Mar Rojo por otro.
Todo esto plantea otra cuestión: ¿es periódico, o sea repetitivo,
esle tipo de fenómenos? Muy probablemente no, o por lo menos no
los de ese mismo tipo, pues no se sabe de ningún caso más o menos
reciente dentro del periodo ya histórico. Sin embargo, si han caído
muchos meteoritos, más conocidos como aerolitos,cuyo origen se
desconoce, pero afortunadamente hasta hoy no han producido mayo-(235)
res consecuencias. Todo esto pertenece a la mecánica celeste contra
la cual, por el momento y tal vez por siempre, nada se puede hacer.
La Luna produce gigantes en la Tierra, y otras mutaciones
Primera Luna que se acercó demasiado
El científico alemán Horbiger, mencionado antes, dijo que a
veces, por razones de gravitación y de origen cósmico, la Luna unas
veces se ha acercado demasiado a nuestro planeta y otras se ha ale-
jado excesivamente. En ambos casos ha creado serios problemas y
trastornos diversos a nuestra Tierra.
Según dicho científico, ya se han calculado las épocas en las que
la Luna se ha acercado a una distancia de cuatro a seis radios terres-
tres, distancia mucho menor de la normal. Pues bien, siempre ha
sucedido que, en la medida en que se ha dado dicho acercamiento, se
ha producido un gigantismo en todas las especies vivas, vegetales y
animales, fenómeno que ocurrió en la época primaria con la vegeta-
ción, los insectos y todos los animales, terrestres y acuáticos. O dicho ¡
de otro modo, se produjeron muchas e importantes mutaciones, ;
como el hecho conocido de que los cuadrúpedos se irguieran enorme-
mente a la vez que les crecían los cráneos en forma alargada. Los
peces, ya en evolución hacia aves, empezaron a volar. Y la tierra
entró en un periodo de gran actividad sísmica, volcánica y de acomo-
damientos que modificaron la geografía anterior.
Segunda Luna
Horbiger sigue diciendo que hubo una segunda Luna que se
aproximó excesivamente a la Ti'erra. Durante ese" acercamiento, se
produjo nuevamente el gigantismo, asi como nuevas y muy importan- |
tes mutaciones en las especies animales y vegetales, acomodamientos
geológicos, etc.
Tercera Luna
Siguiendo con la misma teoría, parece ser que hacia la época ter-
ciaria hubo un tercer acercamiento lunar, que volvió a producir (236)
gigantismo, alargamiento de los cráneos y otras muchas mutaciones.
Una de ellas, la más importante para nosostros, fue la aparición del
Homo sapiens, o sea, el principio del ser humano.
Lo opuesto al acercamiento de la Luna es su alejamiento, que
según Horbiger también ha ocurrido. Entonces, obviamente, vendría
a suceder el fenómeno contrario al gigantismo: la disminución de
estatura, el ensanchamiento de ¡os cuerpos y el aplastamiento de las
cabezas, que en el caso de los seres humanos se traduce evidentemen-
te en enanismo.
Esta teoría de Horbiger explicaría con cierta lógica ia razón de
las razas agigantadas de que tanto se ha hablado y de las que quedan
todavía algunos ejemplares, así como el porqué de las razas de baja
estatura hasta llegar a los pigmeos.
Ignoramos qué acierto pueda tener esta teoría de las lunas de
Horbiger. Como quiera que sea el gigantismo y e! enanismo han exis-
tido y existen todavía.
La importancia de los expuesto para nuestro tema consiste en
obtener una posible respuesta satisfactoria a la incógnita de los gigan-
tes de que hablan las leyendas tibetanas, cuya imagen o representa-
ción en piedra parece encontrarse en la isla de Pascua, en el océano
Pacifico. La apariencia de estas figuras gigantescas coincide por una
parte con tales leyendas y por otra —la forma alargada de la cara y el
cráneo, por ejemplo— se ajusta a la teoría de Horbiger. Todo esto
quizá llegue a justificar también otras leyendas que existen en pueblos
diversos de Oceania, que hablan del hombre de la Luna.
Son estas múltiples coincidencias las que impulsan a recordar y
reflexienar en ciertas antiguas leyendas y tradiciones, que parecen
tener una base de verdad.
Con estos antecedentes podemos preguntarnos: ¿habrá comen-
zado la Luna a acercarse hacia nosotros en el tiempo presente?
¿habrá comenzado ya a producir mutaciones?
Decimos esto porque está ocurriendo algo muy notable y tal vez
importante, a saber: la generación a partir de la década de los años
sesenta aproximadamente, produce personas con una estatura mucho (237)
mayor al promedio de fas generaciones anteriores dentro del mismo
pueblo o grupo étnico y en muchos de los casos desproporcionadas
dentro de ia misma familia. Este fenómeno es muy notable en México
y en otros países que el autor ha visitado, en los que frecuentemente
se ven jóvenes de veinte o menos años cuya estatura resulla ser
mucho más elevada que la de sus familiares.
Al comentar el caso con médicos, éstos han dado como explica-
ción posible el importante avance de la medicina, los deportes, la ali-
mentación, hoy mucho más equilibrada que en tiempos pasados, lo
cual seguramente tiene mucho de verdad. Sin embargo, quedan en
pie otros factores como éste del probable acercamiento de la Luna
a la Tierra.
Riesgos estelares diversos
Otro fenómeno estelar que podría tornarse importante por sus
posibles consecuencias o trastornos, es el caso del enorme asteroide
del que han venido hablando publicaciones especializadas.
Dicho asteroide describe una órbita, muy alargada por cierto,
entre la Luna y la Tierra. Este alargamiento de la órbita hace que en
ocasiones se aleje mucho de nosotros, mientras que en otras se acerca
tanto, que podría resultar peligroso: por ejemplo, durante los próxi-
mos alineamientos planetarios que se esperan para los años 1982,
1984 y a finales del presente siglo.
Otro riesgo, como ya se explicó en un capitulo anterior, está en
el acercamiento del gigantesco planeta Barnard-1, cuyo Sol, debido a
su centro gravitatorio, viaja de manera convergente a la de nuestro
Sol, y ambos, hacia la estrella Vega de la constelación de la Lira.
Este último fenómeno es el que más se presta para especular y
suponer que puedan producirse trastornos de toda Índole en nuestro
sistema planetario, incluyendo especialmente ai Sol, que probable-
mente comenzará por aumentar las manchas solares, signo evidente
áe aumento de la actividad solar. Ya sabemos lo que los mayas
decían de ese aumento de actividad producido cada once años y
medio y más aún cada 22-23 años. También sabemos de los efectos (238)
negativos que ejerce sobre las comunicaciones eléctricas, sobre la
corteza terrestre y sobre la mente y psiquis humanas.
La aparente locura que en estos momentos pareciera estar
viviendo la humanidad tal vez sea el principio de importantes muta-
ciones, a causa de cuanto acabamos de decir: la Luna que acorta su
distancia, el Bamard-l que se acerca invisible como un fantasma, el
Sol que se activa...