miércoles, 15 de junio de 2016

CAPÍTULO VEINTIOCHO - RODOLFO BENAVIDES


Capítulo XXVIII LA GRAN AVENTURA HUMANA ¿Cuándo y cómo empezó la gran aventura del hombre sobre la Tierra y que finalmente lo condujo a lo que hoy es la humanidad? ¿Cuándo y dónde estuvo la cuna del hombre que insistentemente Identificamos como creación y semejanza de Dios? Tratando de contestar a estas preguntas y a otras muchas seme- Jantes, los incansables investigadores buscan el sitio, la región hasta Hoy todavía desconocida donde se produjo el origen del hombre. Se Buscan huellas, restos de homínidos, que, en caso de encontrarse, Revelarían los orígenes verdaderos del ser humano. A este respecto, recientemente causaron expectación en el medio Científico las conferencias de la socióloga francesa, Jacqueline Rou- Mergue Eberhardt, del Centro Nacional de Investigación Científica De París, quien aseguró que aún existen homínidos vivos en intrinca- Das regiones de Africa, donde han sido vistos por los nativos en repe- Tidas ocasiones. Se ha dicho que el homínido vendría a ser una especie de eslabón Entre el hombre propiamente dicho y sus antepasados no humanos, Cuyos fósiles han sido encontrados en sitios distintos. Pero será el Tiempo quien aclare esta desconcertante afirmación. Hay por lo menos tres teorías importantes. La primera, la de los Poligenistas, sostenía que el ser humano apareció de manera Simultánea en diversas partes del mundo. Tal teoría está ya muy Desacreditada y ha caído prácticamente en desuso, debido a que no (313) puede explicar satisfactoriamente la unidad básica, fundamental ni fisiológica, de la especie humana. La segunda teoría, la monogenista, sostiene —y tai vez con razón— que el ser humano fue producto de una larga evolución durante muchos millones de años a partir de una especie anima! determinada, y que por ello debió de aparecer en un solo sitio o región desde donde se extendió por todo el mundo. La tercera teoría, y a la vez la más moderna, dice que hace cosa de 600,000 años hubo una especie animal de la que se desprendieron tres ramas. Dos de ellas parecen haber desaparecido o no evoluciona- ron, y la otra evolucionó hasta convertirse en el ser humano pensante. Esta tercera teoría se funda en el cráneo encontrado por ei doctor Leakey en África, en las cercanías del lago Victoria. El cráneo en cuestión y otros fósiles semejantes parecen coincidir notablemente con lo que ya se sabe del hombre de Java y del hombre de Pekín, Todo ello resulta ser muy importante para el tema de este libro por lo que más adelante se dice. Los monogenistas atribuyen la diversidad de tipos humanos a la gran difusión de la especie. Se ha comprobado que una especie ani- mal, cualquiera que sea, a medida que se extiende geográficamente, va adquiriendo más abundantes variedades de tipo, aunque sin perder la unidad básica o fundamental. Aunque se trata de concepciones científicas modernas, en cierta medida coinciden con las tradiciones místicas, esotéricas, ocultistas de origen muy antiguo y pertenecientes a diversas corrientes de pensamiento, en las que se habla de las razas- raíz. Las mismas corrientes afirman que la cuna del hombre estuvo en un continente que existió en lo gue hoy es e! Océano Pacifico, al que las mismas tradiciones llaman Continente de Afií o Lemuria o Naa o Naacal. Mu o Lemuria o Naa o Naacal Las disciplinas ocultistas esotéricas han puesto indistintamente todos estos nombres a una gran isla que, según las tradiciones y leyendas, existió en el Océano Pacifico hace muchos milenios, tal vez más de 25. (314) Pero, ¿dónde estuvo exactamente ese Continente de Mu? No hay nadie que pueda contestar con positiva certeza, y, por tanto, será motivo de futuras investigaciones. Por lo pronto, el autor supone que pudo haber sido un continente o isla muy grande de forma alargada, un tanto paralela a la línea ecuatorial, y que llegaba a las cercanías de las islas niponas, o que éstas eran parte de Mu. En su extremo opues- to pasaría por Hawaii, para terminar muy cerca del actual continente americano y hasta quizá tendría contacto con éste en algunos puntos. Así se explicaría la llegada a las costas de Sinaloa (México) de ciertos grupos humanos en tiempos antiquísimos. Luego habría ocurrido un cataclismo que en más o menos tiempo hundiría gran parte de dicho continente, quedando fuera del agua solamente las cimas de las montañas, justamente las que hoy se han convertido en las abundantes islas que hay en el Océano Pacifico (sin contar, claro está, las de coral de reciente creación). Hay que tener en cuenta que muchas de esas islas, probables montañas de Mu, son chimeneas de acción volcánica. Esto nos sugie- re que allí hubo un cataclismo gigantesco, tal vez a causa de atraccio- nes estelares de tipo periódico. La hipótesis anterior quizá explique diversos problemas, como la llegada a América de grupos humanos sin necesidad del supuesto congelamiento del actual Estrecho de Bering, que en aquella época tal vez ni siquiera existia. Apuntamos esto porque, a principios del pre- sente siglo, se investigó un glaciar en la bahía de Kolzebue, al NO del paso de Bering, y los investigadores encontraron que la escarpa final, soporte de la masa arcillosa de más de seis metros de espesor, estaba cubierta de turba, de la que brotaba abundante vegetación, enana en su mayor parte, así como musgo y liquenes. Entre la arcilla, había igualmente muchos fósiles de animales mamíferos —entre otros, de elefantes— y colmillos de marfil que pesa- ban cosa de 80 kilos cada uno, asi como huesos de almizclero, de reno, de alce, de caballo, etc. Este descubrimiento plantea varias cuestiones, pues se dice que dicho glaciar pertenece al tipo fósil, o sea, que es muy antiguo y casi sin alteraciones a lo largo de muchos milenios. Ahora bien, todas las (315) osamentas encontradas pertenecen a animales de climas templados, o por lo menos, no precisamente fríos. Es indudable que todos esos animales vivieron en otras épocas de manera natural en la región de Bering, de donde se deduce que no fue necesaria la congelación del Mar en el estrecho para poder cruzarlo, pues tal vez no existía esa Fractura de la tierra. En ese caso, el cruce se pudo haber hecho a pie, o a lo sumo en pequeñas embarcaciones de madera: en balsas, por ejemplo. Pero esta conclusión no explica cómo pudieron pasar los Animales mencionados y otros que seguramente existieron y cuyos Restos fósiles deben de estar bajo los hielos. Así pues, la realidad pudiera ser que el estrecho de Bering no Existiera en esa época, en cuyo caso las especies animales encontra- Das pasaron de uno a otro continente por su propio pie y los cazado- Res en su seguimiento. Esto nos plantea otra cuestión importante: si la separación de Los continentes se produjo lentamente –digamos, como lo que está Sucediendo con la Baja California-, entonces 25,000 años resultan Ser un tiempo demasiado corto. Por otra parte, tampoco explica la Razón de la existencia de los glaciares que extinguieron la vegeración Y toda la vida animal de la región, por no extendernos a todo el Círculo polar ártico. Así, pues, solamente nos queda la posibilidad de Que hubiera un movimiento telúrico sumamente brusco y violento que Produjo el rompimiento de la corteza terrestre en esa parte del mun- Do, y esto como parte de un cataclismo que seguramente afectó a Todo el mundo. Después, la catástrofe obligaría a los seres humanos Sobrevivientes a huir del repentino frío, en busca de mejor clima: Aquel en el que antes habían vivido. El cambio o modificación de la inclinación del eje polar tal vez Llegue a ser una explicación de todo esto, incluyendo por lo menos, las Glaciaciones que ha sufrido el mundo, lo cual implica además, que Habrá habido ya varios cambios de inclinación. Una pregunta importante es: ¿Cuándo ocurrió dicho cataclis- Mo? ¿Qué fue lo que lo originó? Una hipótesis del autor sugiere que pudo haber ocurrido hace (316) 26,000 años, durante la edad de la constelación de Acuario, que ter- minó en Sagitario. Damos la cifra de 26,000 años, refiriéndola al año de años o gran año de que hablan las tradiciones ocultistas y ciertos libros sagrados. En realidad, es aproximadamente el tiempo que se toma la preseción equinoccial para cerrar el circuito. Estos datos se mencio- nan repetidamente en este libro porque parecen estar muy estrecha mente ligados a la vida humana, que ha venido desarrollándose por edades de poco más de seis mil años cada una. Hablando en hipótesis y según las tradiciones ocultistas, supone- mos que la Edad de Acuario terminó con una catástrofe muy seria y que fue durante la era de la constelación de Sagitario cuando desapa- reció el continente de Mu, y sus habitantes se dispersarían por el mundo según sus propios medios y posibilidades. Algunos quedarían en las islas del Océano Pacifico, otros alcanzarían las costas de Asia y África, otros lograrían llegar a América y algunos quizá hasta podrían haber pasado al continente que hoy se entiende comoAtlán- tida, e! mismo que hasta hace poco tiempo era considerado como pura leyenda, pero que poco a poco se va perfilando más como una realidad, muy especialmente desde que empezó a hablarse del Trián- gulo de las Bermudas. Después de los cataclismos de que antes se habló, los supervi- vientes debieron de encontrar en lugares diversos las condiciones apropiadas, necesarias para rehacer su vida en todas las manifesta- ciones de cultura a que antes habían llegado. Esa cultura debió de alcanzar un nivel muy alto, a juzgar por lo que después se ha encon- trado. Unos 8,000 años duraría ese desenvolvimiento, para luego vol- verse a cerrar el ciclo hacia el final de la constelación de Virgo, que, coincidentemente, es el primer símbolo importante que encontramos en Egipto, o sea la cabeza de la Gran Esfinge, y a la vez el primer dígito en los símbolos dentro de la Cámara de las reflexiones en el interior de la Gran Pirámide. Y son estos símbolos, Esfmge-Pirámide, los que sugieren el alto nivel de cultura que en aquel entonces alcanzaron algunos grupos (317) étnicos, cultura cuyos antecedentes se perdieron juntamente con Mu. Así, pues, hace unos 26,000 años que empezó la Era de Acua- rio, que debió de terminar hace 22,000 años y fracción. Los periodos glaciales Las más recientes investigaciones han detectado por lo menos los cuatro últimos períodos glaciales con otras tantas épocas interme- dias de clima suave, aptas para la vida vegetal y animal. Después del segundo periodo glacial, llamado Mindenliense, hubo un período de clima cálido, llamado Prechelense, en el que se han encontrado los más antiguos vestigios humanos. Siguió a esta época un período nuevamente frío, llamado Ris- siense, en el que la vida para el ser humano se tornó muy difícil, oca- sionando las migraciones y emigraciones en busca de climas benignos y a la vez originando el desarrollo de las culturas llamadas Chelense, Achelense y Musteriense, nombres que fueron tomados precisamente de la época a que corresponden. En esta época ya existían algunos instrumentos como armas, herramientas, hachas, puntas de flecha o de lanzas, etc., naturalmente, todo de piedra o, a lo sumo, de madera. Durante este período frío, que debió de durar varios miles de años, se produjo un notable retroceso en las culturas, pues desapare- cieron muchos de los instrumentos ya conocidos, apareciendo en sus- titución otros notablemente más primitivos. Probablemente se debió a los obligados éxodos provocados por las inclemencias de la época, ya que al período antes dicho siguió otro plenamente glacial, conoci- do con el nombre de Musteriense Superior, y que comprende el prin- cipio del período Paleolítico Superior llamado Auriñaciense inferior. Se ha calculado entre los 40,000 y los 50,000 años el período que hubo entre la penúltima y la última glaciación de extensión mun- dial. En esa época, el clima en Europa, si no era muy bueno para la vida, por lo menos era benigno, y favoreció la llegada de pueblos o razas, como la de Neanderthal, que se extendió por toda Europa des- de el RÍn hasta Gibraltar. Existe la teoría de que ese pueblo tuvo su origen en Asia sin poderse precisar el sitio. (318) Es conveniente recordar esto último, porque tiene muy estrecha relación y coincidencia en tiempo y época con lo que dicen las tradi- ciones ocultistas esotéricas cuando hablan del hundimiento del Conti- nente de Mu. Si no se sabe todavía de dónde salió el hombre de Neanderthal, bien podría ser que fueran en realidad los antiguos habi- tantes de Mu que, huyendo de una catástrofe, pasaron por Asia en su viaje hacia Europa en busca de mejor clima. Se confirmaría asi que el origen y cuna del hombre estuvo en Mu, y todo esto sugiere a su vez que la penúltima glaciación ocurrió hace unos 50,000 años. Pero ¿qué fue lo que la produjo? Después de ese grave problema para el ser humano, siguió una calma que duró de 10,000 a 12,000 años, período que permitió el desarrollo de la vida en general. Posteriormente, volvió a empezar un nuevo enfriamiento general, conocido con el nombre de cuarta gla- ciación, ¿No parece que dichas glaciaciones se suceden de manera cíclica, periódica cada cierto tiempo? Y aunque todavía no se haya dicho públicamente, no por eso deja de ser menos cierto. Los que han investigado este asunto opinan que esta cuarta y más reciente glaciación mantuvo su intensidad hasta, hace más de 6,800 años. De modo que los 6,660 años señalados por el meridiano de la Gran Pirámide se refieren a la época del principio de la desgla- ciación y, por ello, principio de nuevas formas de vida. Por su parte, parece ser que es también lo que simboliza la linea cronológica de 6,000 años, llamada Era Adámica, de la que se habla detalladamente en el libro Dramáticas profecías de la Gran Pirámide. Como quiera que sea, el hombre de Neanderthal vivió en su épo- ca de manera nómada y cazadora, siempre en seguimiento de los animales que proporcionaban alimento y abrigo, completando su ali- mentación con vegetales y frutos silvestres. Probablemente a causa de imperiosas necesidades, hacia la época glacial Whurmiense, empezó lo que se ha entendido como Importante transformación de la cultura: dio comienzo otra etapa en la vida humana, pues desapareció la industria de los toscos sílex, como hachas y lascas, apareciendo en sus- titución pequeñas hojas y puntas retocadas, todo de piedra, asi como el uso del hueso en diversos instrumentos de trabajo y armas. Por (319) todo ello se ha pensado en una repentina evolución de la cultura del hombre de Neanderthal, debida quizá a la presencia de grupos huma- nos ajenos, pero ya más evolucionados. Lo dicho coincide con la aparición del llamado hombre de Cro- magnon, y también con la cuarta glaciación, tal vez ocurrida hace poco menos de 40,000 años y que probablemente duró más de 12,000 años. Asimismo, coincide con el poblado o ciudad reciente- mente descubierto en Siberia, al que se le ha calculado unos 35,000 años de antigüedad. También coincide con los fósiles encontrados en la región del Estrecho de Bering, pero todo ello pertenece a un clima templado. ¿Qué se puede explicar de esa glaciación? Si la vida se desarrolló en clima templado en la región norte, entonces ¿qué incli- nación tenía el eje polar? ¿Cuánto tiempo duró realmente ese enfria- miento? Parece ser que hasta hoy nunca llegó a terminarse por completo esa cuarta glaciación. La prueba está en que desde entonces queda- ron cubiertas por el hielo las huellas de vida antes señaladas y otras muchas que todavia no se conocen, pero que sin duda existieron. De nuevo volvemos a lo que ya antes se dijo, a saber: que tal vez el eje polar sufrió un cambio importante de inclinación haciendo que lo que fueron regiones templadas se convirtieran en regiones heladas permanentes. Los hielos están ahí y ahí seguirán hasta que un nuevo cambio de inclinación modifique el clima. Mirando así el problema, cabe suponer que se trate de influencias de origen cósmico y por ello periódicas y a plazo fijo. Según algunos antropólogos, el ser humano como tal vivió o existió desde hace unos 250,000 anos, o sea desde ej, Pithecanthro- pus erectus, hasta el principio de la edad del cultivo agrícola. Duran te este lapso, el progreso y la evolución fueron tan desesperadamente lentos, que no se nota una verdadera diferencia de un milenio al siguiente. Evidentemente, nos referimos de un modo general a todo e! mundo, puesto que aisladamente algunos grupos si lograron adelan- tos. Ahora, siguiendo con las tradiciones de origen esotérico u ocul- tista, se dice que hace cosa de 60,000 años, en el continente de Mu se (320) empezó a desarrollar a paso lento una cultura que 30,000 o 40,000 años después debió de alcanzar un nivel importante. Pero sucedió que el Océano Pacífico, que ha sido desde siempre una gran zona volcáni- ca, se tragó ese continente dejando como únicos testigos visibles las islas del Pacífico, el volcán Krakatoa, los volcanes de las islas Hawaíi, los frecuentes seísmos en Japón, Filipinas, etc., y el ya plena- mente comprobado Cinturón de fuego que rodea a todo el Océano Pacífico y que tiene un circuito de unos 40,000 kilómetros. Los eruditos han dicho repetidamente que lo del Continente de Mu es solamente una leyenda sin fundamento alguno. No obstante, poco a poco se van encontrando huellas desconcertantes, como igual- mente sucede con Atlántida. Muy desconcertante ha sido, por ejemplo, el.haber encontrado un cráneo de bisonte con una perforación clásica de bala, en Yakutsk (Siberia Oriental), cuando esa especie vivió durante el período neolíti- co, época durante la cuati se fabricaban armas de piedra y el modelo más perfeccionado no pasaba de ser el hacha de piedra. Un golpe de hacha destroza, jamás perfora ni produce un agujero como de bala. Por su parte, los eruditos del British Museum de Londres acep- tan la posibilidad de esa bala en tiempo tan antiguo, porque en el pro- pio museo existe otro cráneo igualmente prehistórico; pero que pre- senta dos perforaciones típicamente de bala. ¿Existían ya hace 70,000 años los rifles y las pistolas como hoy las conocemos? En la misma Siberia hay otras huellas tan objetivas como el poblado o ciudad de que ya antes se habló, y con tanta antigüedad, que tendrán que cambiar mucho la manera de pensar a este respecto los eternos negadores. Obviamente, cuando dicha ciudad estuvo acti- va, Sibería no debía de estar cubierta por los hielos, y la mejor prueba de ello son la ciudad misma, el mamut congelado encontrado integro en la misma región, asi como lagartos y otras especies animales todas ellas correspondientes a clima templado. Sin lugar a dudas, los seres humanos desarrollaron una cultura hasta llegar a dar forma a ciuda- des o al menos aldeas y urbanizaciones como la recientemente encon- trada, que seguramente no es la única, pues debe de haber otras bajo los hielos siberianos. (321) Nuestro tiempo En nuestro tiempo, a partir del año 1953, nuevamente estamos en la Era de Acuario. Quiere decirse que dicha constelación ya ha recorrido todo el circuito. Según los eruditos, hace entre 25,000 o 26,000 años —Era de Acuario— los primeros inmigrantes asiáticos llegaron a América, navegando sobre las aguas del Estrecho de Bering. Y se asegura que no fue una sola migración en un mismo tiempo, sino que fueron varias en pequeños grupos y en tiempos distintos, siguiendo cada gru- po su propia ruta, siempre hacia el sur, en busca de clima templado y en seguimiento de los animales que iban cazando. Desde luego, este paso pudo haberse realizado sobre el hielo, suponiendo que el mencionado estrecho ya existia como hoy se le conoce. Pero como ya se ha dicho antes, tal vez en aquel entonces los continentes estaban unidos todavía. Asimismo, debe recordarse la teoría que dice que, al llegar cada glaciación a su máximo, había tanta agua acumulada y convertida en hielo y nieve cubriendo cordilleras, montañas y valles, que segura- mente los mares estaban muy disminuidos en su volumen, quizá más de cien metros. Por consiguiente, los continentes y las islas eran mucho más grandes, y hasta probablemente en algunos casos habría conexión terrestre caminando por lo que hoy es fondo marino. Esto pudo haber ocurrido en el propio Estrecho de Bering y en otros muchos sitios hoy cubiertos por el mar. Juzgando el asunto según la probabilidad anterior, tal vez lo que hoy son archipiélagos eran entonces islas muy grandes. Asi se expli- caría que algunos grupos humano? hubieran podido viajar con cierta facilidad desde lo que hoy son islas hasta América. Asimismo, podría suceder que en esa época la región de Bering no estuviera sometida a tan bajas temperaturas como está hoy, cosa muy posible, puesto que, como ya se dijo, se ha encontrado vida ani- mal y humana de clima templado mucho más hacia el norte^en plena Siberia, y en época muy anterior. Asi, pues, las migraciones de que se viene hablando probablemente fueron impuestas por algún fenómeno (322) natural que motivó el éxodo de animales y cazadores en busca de abrigo contra la adversidad. Pero esos movimientos no parecen haber sido necesaria ni exclu- sivamente asiáticos, ya que, de acuerdo con tradiciones de origen mistico, esotérico, fue en esta época cuando probablemente existió el continente de Mu, sobre el que cada día hay más afirmaciones en el sentido de que el origen del hombre estuvo precisamente allí. Todo hace pensar que las primeras migraciones a América ocu- rrieron hacia la edad terciaria, y que ese movimiento humano se dio a causa de haberse separado los continentes, haciendo que América quedara geográficamente aislada. Después de las primeras migraciones diversas, parece ser que se suspendió toda migración y que los habitantes y primeros inmigran- tes a América quedaron aislados del resto del mundo durante mucho tiempo, reducidos a su propia evolución a partir de los elementos culturales heredados de sus mayores. Esto sugiere que se interrumpie- ron las vias de comunicación por tierra. Esos primeros inmigrantes debían de ser originarios de lo que hoy son islas en el Océano Pacífico. En efecto, algunos antropólogos aseguran que existe notable semejanza entre americanos del sur y habitantes de la Polinesia, y entre ambos grupos y la raza caucásica, semejanzas que se notan principalmente en el rostro y en la forma general del cuerpo. Efectivamente, la teoría que habla de las primeras migraciones asiáticas por el Estrecho de Bering empezó a ser discutida y hasta negada en los mismos días en que apareció por primera vez, y es que desde lo? días del descubrimiento de América se observó que los pueblos de América,-tan aislados del resto de la humanidad, presenta- ban, a pesar de la variedad, un buen promedio de unidad étnica, de carácter y lenguaje, asi como otros muchos rasgos que no había en pueblos de otros continentes. Entonces se dijo que tal vez solamente en los esquimales —y eso con ciertas reservas— se podían encontrar algunos rangos semejantes atribuibles a los pueblos del NE de Asia, por ejemplo, la mancha rojiza oscura en la base de la columna verte-(323) bral. No obstante, tampoco esa mancha les parece a algunos antropólogos una prueba definitiva, puesto que los mayas también la tienen. Pensando de esta manera, apareció la sugerencia de que Améri- ca pudo haber sido la cuna de la humanidad, proposición imposible de aceptarse, debido a que no se han encontrado los antecedentes que justifiquen tal idea. En cambio, la hipótesis de que la humanidad pudo haber tenido su cuna en el continente de Mu sí tiene probabilidades de ser una realidad, ya que, como antes se dijo, desde allí pudieron haberse dispersado hacia los cuatro puntos cardinales. Por el momento, se sigue buscando el punto geográfico en donde aparecieron los primeros hombres y también, la especie de donde arrancó el primer homínido o primer ser humano. Entre los muchos sitios probables ya investigados, insistentemente aparece el sudeste de Asia, o sea, Sumatra, Java, Borneo, etc., que están prácticamente sobre la linea ecuatorial en el océano Pacífico. Se dice que en esas islas existen todavía hoy los antropoides, que en un pasado ya muy lejano fueron susceptibles de relacionarse con la especie humana. También allí fue localizado el Pithecaníhropus erectus, probable origen de los muy primitivos tasmaníos, melanesios, papuas, polinesios, «negritos» de Filipinas, etc. Asimismo, se han denominado pueblos primitivos de Oceania a los primeros inmigran- tes a Ceilán, en el Océano Indico, aunque está demasiado lejos de Sumatra. Se trata de inmigrantes que se cree pertenecieron a la raza llamada Veddas y Rodiyas, de tipo negroide, cuyos descendientes pueblan hoy gran parte del sur de Asia. Investigadores serios opinan que las huellas étnicas más anti- guas encontradas en sitios diversos de Oceania parecen corresponder enormemente a lo que se ha dado en llamar pueblos australianos, o sea, de la Australia que se encuentra hacia el sur y no muy lejos de Java. Allí se han encontrado igualmente evidentes relaciones con los . pueblos Veddas y Rodiyas de Ceilán. Se ha pensado que dicha reía-, ción pudo deberse a antiguos contactos, ya sea a través de Indochina o a través del archipiélago malayo. Como fácilmente se puede apreciar, es posible que el núcleo (324) humano primigenio estuviera en algún lugar de Oceanía y que el sitio, el punto de dispersión —ocurrida en la más remota antigüedad— hubiera que situarlo en las islas antes citadas o en algunas cercanas ahora desaparecidas. Esto se evidencia al seguir las huellas de los fósiles humanos y, hasta cierto punto, algunas voces de los idiomas que han llegado has- ta nuestros días. Algunos especializados en lenguas, como P. Rivet, opinan haber encontrado gran semejanza entre las lenguas australia- nas y las de la Patagonia y Tierra del Fuego. Pero obsérvese que aho- ra estamos en América, en el Antartico, y por tanto, demasiado lejos de Sumatra, de Borneo y de Java. De ser cierta la hipótesis de Rivet, vendría a demostrar la tremenda dispersión de aquellos pueblos de origen quizá lémur o lemuriano. Abundando en el tema, se dice que hay una completa ignorancia respecto al origen de la raza china y asiática en general, a la vez que se reconoce que el idioma chino es tal vez el más antiguo de todos los conocidos. Hace pocas décadas se logró reconstruir el más antiguo Pithe- canthropus erectus a partir de los fósiles encontrados en Chih-li (Chi- na). Quienes pueden opinar al respecto suponen que el muy lejano origen de la raza china estuvo en las tribus de Bak, que vivieron en las cercanías del Mar Caspio hace 25,000 o 27,000 años. No obstan- te, esta opinión no ha sido muy aceptada por los expertos, quienes por su parte opinan que el pueblo chino tuvo su lejano origen hacia el sur, tal vez en algún sitio de Oceania, lo cual coincide notablemente con todo lo que hemos dicho a propósito de que la cuna de la huma- nidad aprobablemente estuvo en alguna gran isla del Océano Pacifico, isla conocida como Continente de Mu o Lemuria. Teóricamente hablando, y a partir de lo que dicen los eruditos. serán de 20 a 26,000 los años que el hombre pensante, en ese momen- to del nebuloso pasado perdido en el horizonte del tiempo, comenzó por primera vez su gran aventura en América. Visto el asunto desde la óptica de los simbolismos de la Gran Esfinge, esos 25,000 años corresponden al final de la era de la constelación de Acuario. De modo que, en estos momentos y siguiendo las indicaciones temporales de (325) las constelaciones zodiacales, se está cerrando un circuito completo, Si, como la Esfinge insinúa, existe una repetición periódica, cíclica, de acontecimientos cósmicos, resulta que estamos viviendo ahora los mismos acontecimientos cósmicos que ya antes vivió la humanidad. En consecuencia debería ocurrir algo semejante a lo ya sucedido y que dio origen a la dispersión de lémures, asiáticos, atlantes, etc. Se cree que esos pueblos cazadores y recolectores de frutos sil- vestres usaban para su uso diario la piedra tallada, el hueso afilado, el arpón, la madera en lanzas y dardos, así como sistemas para produ- cir el fuego. Conocemos estos detalles con certeza porque todo eso ha sido encontrado en sitios diversos: uno de ellos en México, por ejemplo, en Tepexpan, Chalco, Santa Isabel, Texcoco, Ixtapa, etc. El fechamiento de estos artefactos no ha sido cosa fácil, puesto que un alto porcentaje de los problemas arqueológicos radica en poder fechar con certeza, o por lo menos con razonable aproxima- ción, cada monumento, estela, objeto o motivo encontrado, para lue- go, mediante comparaciones, establecer fechas para el conjunto, que acaben por determinar los periodos y niveles de cultura alcanzados por los pueblos que se están investigando. Naturalmente se ha recu- rrido a muchos procedimientos a cual más ingenioso, entre otros, el análisis del polen, el estudio de los anillos en los troncos de los árboles, el tipo de cerámica, las herramientas de piedra y madera, el llamado «carbón 14 » y, más recientemente, procedimientos electróni- cos. De este laborioso trabajo, realizado por muchos y muy benemé- ritos científicos, han salido conclusiones que, aunque no sean todavía definitivas, permiten formarse juicps cercanos a la verdad. Entre estas conclusiones provisionales nos encontramos con que en Améri- ca todavía no se han encontrado huellas de seres humanos muy pri- mitivos, que pudieran hacer pensar en la evolución de alguna especie animal hasta llegar al hombre, es decir, homínidos. De modo que, por lo menos hasta hoy, se puede suponer que en América no existió el hombre realmente primitivo nativo, ya que hasta ahora no se han encontrado restos de ese tipo ni en el área maya, ni en ninguna de las otras de Mesoamérica. Quiere decirse que, teóricamente hablando, (326) los primeros pobladores tuvieron que llegar, como ya antes se dijo, de alguna pane de Asia o del actual Océano Pacífico, hace 20,000 o 25,000 años. Pero los investigadores no pueden conformarse con soluciones demasiado simples. Como la vida es muy compleja, han pensado en la probabilidad de que, en época mucho más cercana a nuestro tiem- po, haya habido otras migraciones, unas por la costa del Océano Pacífico —tal vez por el estado de SÍnaloa (México)—, otras en el Gol- fo de México —quizá en alguna playa de la costa de Veracruz—, y otras en las costas de Centroamérica y del Mar Caribe —probable- mente en Guatemala o más hacia el sur—. (No mencionamos aquí otras probabilidades en Sudamérica, como los incas, por ejemplo, para no complicar más el asunto.) Estas hipótesis, que podrían convertirse en teorías bien funda- mentadas, sugieren que esos inmigrantes llegaron por mar, es decir en embarcaciones —tal vez balsas— lo cual modifica el panorama relati- vo al estrecho de Bering e insinúa el porqué de las diferencia étnicas de unos y otros grupos.