miércoles, 15 de junio de 2016

ÚLTIMO CAPÍTULO . RODOLFO BENAVIDES


Capítulo XXXI LINEAS FINALES Dijimos al principio de este libro que, a medida que se investiga sobre este tema tan complejo, se van encontrando huellas que obligan a meditar profundamente. Todo hace suponer que desde muy antiguo alguien vino a estudiar el mundo Tierra para conocer sus posibilida- des de vida, como quien quiere comprar una propiedad rural para tra- bajar y vivir en ella. Luego aparece una zona ideal, un verdadero paraíso, propicio para que la vida se desenvuelva sin muchos tropie- zos, y finalmente se procede a una especie de distribución de la tierra habitable. Este escenario que aparece sin tiempo sugiere que ese alguien quiso garantizar la vida de su propia simiente. Aunque todo esto parezca exagerado, hay motivos para pregun- tarse: sí en el inmenso universo, según ha visto la ciencia, todo se mueve a ritmo y en perfecta armonía, ¿por qué la vida humana habría de quedar al garete en manos tan infantiles como primitivas? Si todo lo existente, visible o invisible, pbedece a leyes inmutables ¿iba a desarrollarse la vida humana en el caos? Cuando desde lo alto de una montana, con serenidad en la men- te y paz en el corazón, se contempla en panorámica a nuestro peque- ño mundo y la vida que en él se ha desarrollado a lo largo de las eda- des, da la sensación de que ciertamente somos como niños en una guardería infantil limitados por vastos horizontes de los que muchos quisieran escapar. Y, sin embargo, temen hacerlo, porque han enca- denado su pensamiento al incierto presente en que juegan, ríen, lloran y sufren sin distinguir que son dueños de su libertad de pensar y que (359) sus ataduras son artificiales, que el pensamiento es la facultad de volar. Volar sobre todo obstáculo, tanto hacia el lejano pasado como hacia el infinito porvenir. En esta guardería infantil en que vivimos se halla también el cuerpo docente, los maestros catedráticos y naturalmente los vigilan- tes. No los vemos —o no queremos verlos— pero están ahí, al otro lado de esos vastos horizontes. Será suficiente que rompamos los eslabones que nos encadenan a los tabúes y al miedo a lo desconoci- do para que podamos verlos. Estos maestros se nos han manifestado de muchas maneras a lo largo de la historia. Pero... ¿los hemos entendido? A unos los hemos envenenado para acallar sus voces, porque nos asustaban. A otros los hemos crucificado o asesinado de mala manera, para evitar que sus luces rompieran las tinieblas y el miedo que nos invade. Y a otros los hemos deificado y luego adorado, después de haberlos sacrificados, tal vez para acallar la voz de nuestra conciencia y disminuir nuestros remordimientos. Somos todavía niños que lamentablemente estamos manejando juguetes peligrosos sin tener la más insignificante idea del peligro en que estamos ni de lo que sucederá mañana. No tenemos cabal idea de lo que significa el eterno futuro de nuestra vida, no la de la carne, sino la del espíritu, manifestación de la energía que mueve al universo. Sí, muchos maestros a lo largo de los milenios han intentado hacernos reflexionar sobre nuestra manera de vivir en sociedad. Nos han querido hacer pensar en el punto cero de la conducta como deslinde del bien y del mal, de la justicia y de la injusticia, del pasado y del futuro, ya que, si para el ser humano después de la muerte el futuro no existe, entonces el pasado carece de significado y de valor. Pero si no existe el pasado antes de nacer ni el futuro después de morir, ¿qué sentido tiene lo que mal llamamos vida del presente? ¡La vida! ¿No es entonces una estupidez de la naturaleza? Si lo es, enton- ces mejor es vivir la vida durmiendo, vegetando. Y en realidad cuan- do dormimos es cuando envejecemos, para despertar un día arras- trando barbas polvorosas por el tiempo y, al vernos asi, reflexionar que ni el haber vivido ni dormido sirvió a nadie de nada. Que si hubo (360) goces y sufrimientos, nada valieron. Que si hubo amor u odio, de nada sirvió ni a nada condujo. Cuando la reflexión tiene como premisa la no existencia del espí- ritu, conduce al caos y a la anarquía mental. El espíritu es, en el peor de los casos, un estimulo para vivir, una esperanza, quizá una quime- ra a la que tenemos derecho en esta dolorosa vida, que huele a pólvo- ra y hiede a sangre coagulada. Algunos de los grandes maestros han salido de las escuelas im- ciáticas antes de manifestarse al mundo. Hablemos un poco de esas escuelas que tanto valieron y tanto hicieron en su labor callada. Las sociedades secretas místicas, esotéricas, iniciáticas, etc., nacieron como consecuencia de la necesidad de conservar los conoci- mientos adquiridos, algunos considerados como misterios, que des- pués se habrán perdido o corrompido al pasar al dominio público. Muchos de esos misteriosos conocimientos tal vez no fueron logros propios de terrícolas, sino recibidos del exterior e interpretados como regalo de dioses. Isis en Egipto y Ceres en Grecia fueron ejemplos de cómo los sacerdotes de los respectivos cultos guardaban absoluto silencio y secreto en derredor de los misterios que se les encomendaban. La indiscreción en esos casos era castigada con la muerte. El esoterismo moderno se ha alejado mucho de las antiguas escuelas iniciáticas debido a la amplia divulgación de los logros cien- tíficos. Por eso, en el esoterismo moderno va quedando solamente un anhelo de superación hacia lo espiritual. Este anhelo consiste en lograr un equilibrio razonable entre lo material —en ese medio vivi- mos - y lo espiritual —lo que nos anima y da vida—. La tarea consiste en llegar al gran equilibrio de ambos valores. Por desgracia, la humanidad —hablando en términos generales y con las naturales excepciones— no está preparada todavía para reci- bir ciertos conocimientos y hacer en su mente los cambios correspon- dientes. Con facilidad se alarma cuando choca cualquier nueva idea con su vieja formación ideológica oficial, por más equivocada que pueda estar. Por ejemplo, ¿cómo reaccionarían las personas de mentalidad religiosa cuando se les diga que el espíritu es meramente (361) energía individualizada, originada y alimentada por el centro de nuestra galaxia? En lo que se refiere a las sociedades secretas iniciáticas ha habi- do muchos intentos de explicarlas, tarea sumamente difícil, si es que se quiere llegar a la verdad, simplemente porque los iniciados nunca hablaban de ello. No obstante, algo se desprendió de los muros y el público se enteró. Por ejemplo, el boletín Geselischaftfür Interplane- taríc, en su editorial de julio-agosto de 1963, dice: «Existe en la Tierra un mito que se adaptaría a los propósitos "espa- ciales", bajo cuya influencia podría dar resultado el reclutamiento de "ayudantes". Nos referimos a una sociedad que desde hace siglos se ha vanagloriado de preparar la reforma de todo el mundo Tierra y cuyos miembros no sólo se reunían en una fortaleza suspendida en el aire, sino que se ocupaban del trabajo en todo el sistema solar y poseían, además, mil piezas que harían palidecer de envidia a nues- tros técnicos actuales.» Varios cabalistas hablan de fenómenos igualmente desconcer- tantes. Henri Sérouya, famoso cabalista, afirma que el conocimiento de El carro de Dios era un máximo secreto que solamente podía ser transmitido de manera oral a los propios iniciados y nunca por escri- to, o a lo sumo mediante símbolos convenidos, de significado comprensible solamente para los propios iniciados. Hasta no hace muchos años, todos esos fenómenos concernien- tes a hermandades iniciáticas estaban totalmente relacionados con el espiritismo. Toda comunicación, toda visión y todo efecto recibido a través de médiums, así como toda intervención que fuera considerada como paranormal, era atribuida a intervención directa de seres espirituales, de mayor o menor jerarquía según la enseñanza y el nombre que dejaran. Pero, para el autor y para otras muchas perso- nas, un día vino la gran sorpresa. Fue hacia 1942 estando el mundo en plena Segunda Guerra Mundial. Sucedió que en muchos centros espiritistas y espiritualistas se empezaron a recibir mensajes extraños que decían proceder del espacio exterior. Luego empezaron a nom- brar otros mundos y hasta otras galaxias. Había en el pueblo de Tacuba, México, D.F., un circulo espiritista en el que semana tras (362) semana se producían materializaciones y en algunos casos hasta voz directa, pero siempre de espíritus terrícolas. Pues bien, allí también llegaron a materializarse esos mismos seres que se decían procedentes de otros mundos. Y los nombres eran sumamente raros y hasta difíciles de pronunciar. La verdad es que en ese entonces nadie entendió de qué se trata- ba, Decían por ejemplo: «—Somos viajeros del espacio. Venimos de un mundo de Orion. Esta- mos tratando de ayudar al terrícola en estos momentos difíciles y angustiosos...» Expresiones semejantes, agregando siempre palabras de amor y fraternidad, fueron repetidas en círculos diversos, en algunos de los cuales estuvo presente el autor y hasta llegó a entablar diálogo, incluyendo el caso de las materializaciones. La idea dominante en esa época era que todo lo parapsicológico, paranormal, metapsiquico o metafísico era de origen absolutamente espiritual, o sea, de intervención directa de espíritus. Y asi, se creyó en todos los casos que se trataba de espíritus originarios de otros mundos o galaxias, pues nadie entendía que fuera posible la creación de naves mecánicas capaces de cruzar los infinitos espacios siderales. Cuando el autor, dudoso, decidió investigar el asunto, conversó con astrónomos importantes en México, comentando la posibilidad de que aparatos mecánicos fueran capaces de viajar interplanetaria- mente. Como es natural, se ironizó sobre el caso y recibió siempre, en cada conversación, una rotunda negativa, ya que las matemáticas demostraban que esos viajes no eran factibles. No obstante tan autorizadas opiniones, quince años después fue lanzado el primer satélite ruso, el Sputnik, que vino a abrir las rutas del espacio. Varios anos después fueron vistos los primeros platillos voladores. Con justicia es lícito pensar que aquellos primeros mensa- jes fueron telepáticos o de alguna otra índole todavía desconocida para nosotros, pero que fueron empleados para comunicarse con los terrícolas y de esta manera comenzar a anunciar su ya próxima visita en forma física. ¿No es esto inquietante? (363) Es una realidad que las hermandades secretas han recibido des- de muy antiguo esta clase de mensajes y visitas invisibles. De todos modos siempre se han diferenciado, según se trate de espíritus terrícolas desencarnados, a los que por lo general siempre se les ha llamado maestros, o de viajeros del espacio, a los que siempre se les ha llamado simplemente ellos. Actualmente,hasta en el recinto más modesto en que se presente Este fenómeno mediúmnico, los asistentes distinguen fácilmente cuán- Do se trata de un espíritu terrícola desencarnado o encarnado, y cuán- Do es un efecto producido, quizá telepáticamente, por un viajero extra- Terrestre, cuya base de operación ellos mismos suelen mencionar. Negar esta realidad demuestra simplemente que no se ha estudiado el Asunto con una mente libre de tabúes. La risa, que en estos casos es Muy frecuente, se usa para ocultar las cadenas mentales. A juzgar por los sucesos modernos mencionados – y otros de los Que no se habla, pero que son muy conocidos-, se llega a la conclu- Sión de que los terrícolas, desde siempre, sabiéndolo o no, negándolo O aceptándolo, hemos estado en contacto con ellos. A los mediums Especializados en el caso, se les viene llamando en la actualidad con- Tactos, y quienes suelen hablar de sí mismos en este sentido dicen: yá Estoy contactado. Esto se va escuchando cada día con mayor frecuen- Cia, aunque en muchos de los casos tales contactos no resistan ningún Análisis por tratarse de personas que solamente andan buscando ven- Tajas personales. Como regla general, quienes en verdad son contac- Tos, nunca lo dicen, como siempre sucedió con los verdaderos inicia- Dos. Al hablar de seres extraterrestres se pueden hacer algunas consi- Deraciones importantes, por ejemplo, que el número 9 es dominante En la construcción de los llamados OVNI. Efectivamente, varios auto- Res han repetido que hace varios años cayó en Nuevo México (EE. UU), un OVNI y, aunque no sepamos lo destruido que haya Quedado, se sabe que toda la construcción de dicho aparato se basa En el número 9 como factor de medida: tenía de ancho 99´99 pies; la Cabina de mando tenía o tiene un diámetro de 18 pies y una altura de (365) 72 pulgadas, con un sobrealzado respecto de la estructura de 45 pul- Gadas. Como fácilmente se puede apreciar, el número 9 es el eje y fac- tor de medida de todo el OVNI, pero para el tema de este libro lo más importante es que dicho factor se basa precisamente en pulgadas modernas. Ahora bien, recuérdese que la pulgada inglesa moderna, con muy insignificante diferencia, es la misma que sirvió como uni- dad de medida en la construcción de la Gran Pirámide, y que es con esa misma pulgada como se han obtenido todos los valores astronó- micos y en general cósmicos de que se habla en este libro y en el ante- rior del mismo autor. Por consiguiente, si la Gran Pirámide se basa en la pulgada y los OVNI también, obviamente tuvieron un mismo origen, una misma motivación. Volviendo al misterio del número 9, resulta que en la cabala numérica este número es básico. En la hermandad de dicha cabala, y en otras hermandades menos herméticas y, por ello, más conocidas, se explica que al morir asesinado Hiram, el rey Salomón ordenó que nueve maestros lo buscaran. También fueron nueve los constructores, albañiles o masones que construyeron la bóveda secreta. Otro ejemplo es el Enoc bíblico, que escondió el nombre indecible bajo nueve arcos grabados dentro de un triángulo. Si se habla de nueve maestros y de nueve arcos, obviamente se trata de personas iniciadas en los grandes misterios dentro de escuelas herméticas, en este caso judias. Ahora, recuérdese que desde muy antiguo, los hebreos parecen haber estado en contacto directo con los extraterrestres, hasta el grado de que Noé parece descender de extraterrestres por parte de uno de sus progenitores. En algunas de las sociedades secretas modernas^ por tradición, todavía se ilumina el centro de la Gran Sala del Gran Consejo con 81 velas encendidas (8 +1 == 9; 81 : 9 = 9). Además, generalmente en esos sitios se ponen adornos que de alguna manera expresan el núme- ro 9. El número 9 ha sido tradicionalmente usado como Gran Símbolo dentro de las sociedades iniciáticas desde muy antiguo. Esto sugiere sin rebuscamientos que existe muy estrecha relación mística, (366) esotérica, etc., entre los humanos terrícolas y los viajeros del espacio exterior. Obviamente, ellos no son tan extraños a nosotros como generalmente se les ha querido suponer. El número 9 ha sido sagrado para el hombre desde muy antiguo y ese mismo número es el factor básico de los OVNI, además de que, por estar en pulgadas, se relaciona estrechamente con la Gran Pirá- mide. No cabe la menor duda de que dicho número y la unidad de medida de la Gran Pirámide fueron tomados de los viajeros del espa- cio por los terrícolas. Por otra parte, si los OVNI tienen como unidad de medida el número 9, será seguramente porque existe alguna relación vibratoria con lo cósmico. Vibración o algún tipo de energía que dio afinidad a las sociedades secretas al relacionarlas con un algo de valor cósmico, que coincide con el libro de Thoth. En el «Tarot» (libro de Thoth) En el «libro» de Thoth (Hermes Trismegisto) el número 9 corres- ponde a uno de los 22 grandes arcanos o misterios. Significa: el maes- tro oculto que trabaja silencioso en busca de la verdad, la sabiduría y los secretos de lo no visible. El símbolo de ropaje es el gris y el azul. El gris alude a la tierra, a lo material y tangible; el azul, al cielo, a lo espiritual y sublime. (Pa- ra mayores detalles al respecto, véase esto último en el libro El Tarot profetico.) Lo dicho se refiere naturalmente a escuelas herméticas iniciáti- cas que tal vez aparecieron en su "principio en Egipto, puesto que Thoth es uno de los dioses más antiguos de Egipto. Por ello, se ha pensado que Thoth y sus escuelas herméticas son mucho más anti- guas que todo lo que se sabe de Egipto. Las sociedades secretas iniciáticas no fueron jamás ni lo son hoy privilegio de algún pueblo o raza en particular, pues las ha habido en todos los pueblos que alguna vez manifestaron un avance notable. En la India, fue un personaje llamado Kríshna quien fundó ese mismo modelo de sociedad, dejando a su vez una filosofía que sigue vigente (367) hasta nuestros días. Después, en los días del emperador Ashoka, exis- tió la escuela hermética llamada «de los, nueve desconocidos». Todas esas escuelas herméticas antiguas han tenido tradicional- mente como común denominador el número 9. En algunas de ellas simboliza al ser humano, que para llegar a ser, o sea, nacer, tiene que pasar por nueve ciclos. En la construcción de las antiguas catedrales europeas se usó mucho el número 9 como factor de medida tal vez más que nada por su tradición de número sagrado, pues se le consideraba como el últi- mo de los números sagrados superiores. Amable lector: aqui termina este libro; pero no el tema...FIN